El arma con doble filo

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[Aang]

Faltaba menos de un día para llegar a Ciudad República.

Habían volado día y noche provocando que Appa se cansara en exceso. Aang estaba muy preocupado por Sokka y Katara lo estaba aún más. La chica se había mantenido en silencio todo el viaje y se había negado a dormir hasta saber que su hermano estaba bien.

—Despierta no lo ayudas en nada—le dijo finalmente Aang, intentando hacerla entrar en razón—. Duerme, por mi.

Ella aceptó y se recostó en la montura del bisonte, junto a Toph, quien se había mantenido más callada aún. Aang iba pensando en lo que haría.

Los rebeldes eran un problema. Se mostraban inconformes con la decisión que se había tomado. Algunos creían que se había robado territorio del Reino Tierra y se les habían arrebatado sus privilegios como ciudadanos.
Sin importar que Aang había terminado con una guerra de más de cien años, pronto fue visto por algunas minorías como otro dictador que se había aliado con el hijo del Señor del Fuego, quienes hasta hace poco habían sido sus enemigos. Las trifulcas eran cosa de todos los días; el Consejo había mandado patrullas para mantener la ciudad bajo control, pero el problema se extendía por toda la República Unida.

Sokka era llamado por el pueblo "El campesino invasor" ya que al ser un ciudadano de la Tribu Agua, sin ninguna conexión con el Reino Tierra, era visto como otro extranjero en busca de poder, sin importar su notable participación en el fin de la guerra.

Su ataque había sido una muestra de descontento de los rebeldes, hacia Sokka, Aang, Zuko y Ciudad República.

Cada vez más a menudo Aang se preguntaba si no hubiera sido mejor fallar contra Ozai o simplemente permanecer en el hielo. Todo resultaba tan cansado y abrumador...

—Tu también deberías descansar—la voz de Koemi lo trajo al presente. La chica estaba observándolo desde la montura. La luz del sol poniente había convertido su hermoso rostro en una máscara dorada. Su cabello castaño volaba en torno a su rostro.

—No puedo dormir—dijo Aang, volviendo la vista al frente. Apretó las riendas de Appa con determinación—. Debo encontrar la forma de solucionar esto. Es mi deber...

—No—la chica había saltado la montura y con sorprendente agilidad se había sentado a su lado. No parecía preocupada por la considerable altura a la que volaban—. Las personas deberían dejar de pedirle a los demás ayuda y empezar a ayudarse ellos mismos. No puedes cargar con el peso del mundo en tus hombros.

—Tengo que poder—él la miró directamente a los ojos. Antes de partir, ella se había desecho de su vendaje. Su herida se había sanado perfectamente, casi como si nunca la hubiera recibido. Había sido atendida por curanderos en la Nación del Fuego. Sus ojos eran dos esmeraldas perfectas—. Después de todo, yo soy el Avatar.

Koemi puso una mano sobre su hombro con amabilidad y la otra sobre su pierna. Le dedicó una sonrisa de labios unidos.

—Eres un chico extraordinario, confió en que serás capaz de hacerlo.

Y entonces le dio un beso en la mejilla. Aang ya se había acostumbrado a sus muestras de afecto. Ella parecía adaptarse rápidamente a la situación; había dejado de ser la tímida chica que había rescatado en Kim Du Hee hace días, ahora parecía otra persona totalmente diferente.

Koemi tomó las riendas de Appa.

—Yo lo llevaré. Tú necesitas dormir—su sonrisa no dejaba lugar a ninguna protesta—. Te he visto llevar las riendas; si tengo algún problema te despertaré de inmediato. Así que ve y duerme que yo me haré cargo de esto.

Red Moon [RM #01] Where stories live. Discover now