Hace ya casi 5 meses, cuando viajé a Los Ángeles para presenciar el primer concierto en condiciones de Guns N' Roses, era realmente feliz y sabía a lo que iba a la ciudad. Ahora también estaba en Los Ángeles pero mi situación era bastante distinta. Había escuchado a mi corazón a la hora de elegir Los Ángeles como destino, pero no a mi cerebro. Por primera vez había confiado más en mis instintos que en la pura lógica, la cual me había mantenido a flote hasta aquel día. Parada en medio de la terminal, aún con las maletas me planteé una importante cuestión: ¿qué demonios estaba haciendo allí a las tres de la tarde sin ni siquiera haber avisado?
Hasta aquel momento no me había parado a pensar en el hecho de que no había llamado a Billy diciendo que iba y eso era un verdadero problema. ¿Y si no estaban en la ciudad? Me quedaría en la calle, en una ciudad aún desconocida para mí. Con un nudo en la garganta fui hacia una cabina telefónica al otro lado de la terminal. Saqué la libreta donde tengo apuntado el teléfono del bolso y marqué. Mis esperanzas estaban puestas en aquella llamada. Tuve que esperar unos largos y agónicos segundos a que alguien contestase pero al escuchar la voz de Duff del otro lado de la línea respiré aliviada.
—¿Hola? —preguntó el rubio.
—¿Duff? Soy Mandy.
—¡Vaya Mandy, cuánto tiempo! Te escucho muy mal, ¿dónde estás?
—En Los Ángeles, en el aeropuerto. Acabo de llegar —respondí algo mohína.
—No sabía que venías, eso sí que es una buena sorpresa —noté que a Duff le había agradado la noticia de mi llegada a la ciudad por su tono de voz mucho más sereno que el mío.
—Sí, bueno, tampoco me esperaba acabar aquí —contesté ahora sí bastante apenada.
—¿Te pasa algo? Ya sé, voy ahora mismo allí, ¿sí? Así que espérame fuera y hablamos.
Antes de que me pudiera despedir del rubio ya me había colgado. Al menos ya no estaba sola, Duff venía de camino. Aunque a él le conozco de mi anterior visita a la ciudad se ve a la legua que es un buen chico y que se puede confiar en él. Tal vez lo que necesitaba era hablar con él, contarle mis penas. A lo mejor él me puede ayudar o aunque sea puede escuchar, cualquiera de las dos opciones me vale pero lo que necesitaba en ese momento era sacar todo lo que me oprimía por dentro, toda la rabia y el odio contenidos. Tomé mis maletas y salí de la terminal para sentarme en un banco en la calle para esperar a la llegada de Duff.
En menos de quince minutos el rubio alto llegó en su camioneta negra. Venía solo y nada más verme vino a abrazarme. Sin tan siquiera mediar palabra, tomó mis maletas y subimos al vehículo. No parecía querer hablar hasta llegar al piso pues noté que al mirar mi mano y ver que allí faltaba el anillo que marcaba mi compromiso con Evan supo que lo mejor sería esperar a estar en un sitio tranquilo para hablar largo y distendido sobre el asunto.
Al llegar al apartamento, subimos las escaleras y Duff abrió la puerta. Allí nos topamos con una grata sorpresa pues Erin y Steven estaban siendo... como decirlo... ¿muy cariñosos en el sofá? Al escuchar la puerta abierta y vernos entrar los dos jóvenes se incorporaron algo avergonzados pues Steven estaba en ropa interior y los pantalones de Erin estaban tirados junto al felpudo. No pude evitar reír al verles tan incómodos, desde esta mañana no había sonreído y al menos ahora había conseguido ocultar mi cara de pena durante al menos unos pocos segundos. Duff les miró y seguidamente les riñó.
—¿O sea que no os queríais venir a por Mandy para hacer guarradas en el sofá? ¡Vaya dos!
—Vamos Duff, hacen bien, que disfruten mientras puedan —les guiñé el ojo sonriendo.
Erin se vistió rápidamente y vino a abrazarme. Steven también se vistió y esperó a que Erin me soltase para hacer lo mismo.
—Vamos Mandy, siéntate, tenemos que hablar —pronunció Erin.
Asentí y me senté en el sofá junto a ella. Duff y Steven quedaron frente a nosotras en otro sofá. El último trajo un bol de palomitas recién hechas y unas latas de soda para amenizar la charla pues de sobra sabían que iba para largo. Justo cuando Duff iba a hablar apareció Slash, que venía de su habitación.
—¡Pero si es Mandy! ¿Qué te trae por aquí? —me abrazó muy sonriente.
—Justo nos lo iba a contar antes de que aparecieses —le miró Duff fastidiado pues había estropeado el momento de cotilleo.
—Bueno, pues ya no molesto que también me quiero enterar —dijo para después sentarse junto a mí.
—Vamos Mandy, ya puedes hablar —abrió la conversación Duff.
Tomé aire y conté todo, absolutamente todo, desde el odio que tenía Evan hacia mis amigos del alma hasta el asunto de Casie, pasando por todos los demás temas como mi relegación en la empresa, sus celos y nuestras peleas. Los cuatro escuchaban muy atentos, no me quitaban ojo mientras explicaba todo cuanto me había pasado. La que parecía más afectada era Erin pues notaba su brillante mirada mucho más opaca, más triste. Al igual que Duff, noté cómo miró hacia mi mano mientras hablaba antes de abordar el tema del compromiso, así que supo rápidamente el resultado de nuestra pelea.
—¿Y dónde dices que vivías? —preguntó Slash mientras bebía de su lata de soda.
—En Baltimore.
—¿Quién se apunta a ir a partirle las pelotas a ese mamarracho? —miró a los chicos que le miraban riendo.
—Vamos, lo digo muy en serio, ese tío se merece una buena paliza, le ha hecho mucho daño a Mandy —alegó con entusiasmo.
—No hace falta que le pegues Slash, bastante tiene ahora. Por listo se va a comer el marrón de anular la boda, arreglar todos los papeles de mi renuncia y aguantar a la niñata de Casie. Eso por listo —sonreí triunfal al acabar la frase.
—Muy bien dicho Mandy, si ese hombre te ha hecho tanto daño es porque no te merece, así de claro. Tal vez no nos conozcamos de toda la vida como te pasa con Axl e Izzy pero puedes contar conmigo para lo que sea, ¿sí? —respondió Duff a lo que le agradecí con un buen abrazo.
—Muchas gracias Duff, de verdad, después de todas las molestias que doy viniendo sin avisar os portáis tan bien conmigo escuchando mis problemas y dándome apoyo. Muchas gracias chicos.
Acabé casi al borde de las lágrimas pues me dejé llevar por la situación. Había pasado tanto en todo este tiempo que al sentirme aliviada lo que más necesitaba era llorar, pero no allí. No, no podía llorar delante de Duff, Erin, Steven y Slash que me habían estado dando apoyo. Necesitaba llorar a solas, cuando lo único que esté junto a mí sea mi sombra. En ese momento y sola y exclusivamente en ese, lloraré con todas mis fuerzas y ganas para ahogar todas mis penas con mis propias lágrimas.
Erin, al verme con los ojos cristalinos como si fuese a llorar decidió hablar.
—Ey Mandy, no nos tienes que agradecer nada. Como ha dicho la jirafa somos amigos, no de toda la vida pero amigos así que te vamos a ayudar en lo que sea. Así que esta noche te vas a venir con nosotros a un buen bar, vamos a tomar unas cuantas copas de más, vamos a reír como posesos y vamos a pasar la noche más genial que hayas pasado nunca, ¿sí? Estás en Los Ángeles nena, aquí no se viene a llorar, esta es la ciudad de la diversión y la juerga, es hora de que disfrutes.
—Así se habla Erin, hoy vamos a pasar una noche increíble y que sepas Mandy que te puedes quedar todo el tiempo que quieras con nosotros, siéntete como en casa —respondió Steven.
—Gracias pero no tengo pensado quedarme por mucho tiempo, no quiero ser una molestia, me buscaré aunque sea un hotel barato cerca.
—Ni en sueños, tú te quedas aquí con nosotros. En una semana tenemos una mini gira por algunos estados cercanos pero te puedes quedar aquí igualmente. No eres una molestia Mandy, es genial estar contigo —dijo Duff.
—Gracias —sonreí aliviada.
Justo en ese momento volvió a sonar la puerta y esta vez era Billy. No había cambiado nada en estos meses, seguía igual que siempre, con su largo y lacio pelo pelirrojo que ya le llegaba por debajo de los hombros, con su sonrisa amigable y reconfortante y sus ojos celestes que te atrapan con solo mirarlos por unos segundos. Todo en Billy seguía igual, seguía siendo mi viejo mejor amigo que al verme se tiró encima mía para abrazarme sin ni siquiera percatarse que Slash también estaba ahí pues casi le aplasta.
—¡Mandy! ¿Pero qué haces aquí? No me has dicho nada de que venías. ¿Ha pasado algo con el niñato pijo?
—Hemos roto el compromiso, me ha engañado, ha pretendido echarme la culpa para justificar sus hechos y eso junto a todo lo que ya ha pasado pues me ha hecho recapacitar y aquí me tienes, compuesta y sin novio —reí aún algo apenada.
—Vamos, sonríe, ya hablaremos de eso en otro momento, ¿sí? Seguro que estás cansada y lo que menos te apetece es acordarte de ese majadero. Descansa y bueno, seguro que te han dicho que luego vayamos a tomar algo, ¿no?
—Exacto —reí.
—Típico —Billy rió y todos rieron junto a él.
Cuando estaba riendo recordé el motivo por el cual vine a la ciudad y se me iluminó la bombilla de mi cabeza. Ya mucho más tranquila, justo cuando iba a preguntar por Izzy, se volvió a abrir la puerta del apartamento. Miré y sí, era él, mis esperanzas volvieron junto a él. Pero solo durante un breve espacio de tiempo pues junto a él venía una mujer a la cual no conocía pues no era ni Erin Everly ni Val. Estaba nerviosa por saber quién era esa mujer pues no la conocía de nada y mucho menos sabía lo que allí hacía. Tal vez no era más que una amiga de los chicos como lo soy yo. Izzy me miró y se sorprendió, nadie me esperaba allí y menos así. Vino rápidamente a saludarme y la sonrisa volvió a mi gesto.
—Mandy, qué alegría verte. ¿Ha pasado algo?
—Sí, bueno, ya te contaré, es una larga historia y no quiero entretenerte ahora —le miré tratando de disimular mi tristeza.
—Bueno, pues entonces hablamos luego tranquilamente. Ah, por cierto, no os he presentado. Esta es Ángela, ni novia.
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N/A:
Me vais a querer matar por este capítulo peero era necesario, lo siento xD. No os tendré mucho con la intriga porque esta misma semana tengo pensado publicar así que no me matéis todavía.
Gracias por vuestro apoyo ♡.