Bésame o Dispara. #Descontrol...

By marion09

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Han pasado trece años desde el asesinato de los McGregor, doce de los cuales Emalene pasó recluida en un orfa... More

Bésame o Dispara. #Descontrol en la Realeza 3
Prólogo
Capítulo 1: Príncipes y Princesas.
Capitulo 2: Solas o mal acompañadas.
Capítulo 4: El intruso.
Capítulo 5: Un encuentro.
Capitulo 6: Un Disparo.
Capítulo 7: Una revelación.
Capitulo 8: En marcha.
Capítulo 9: A la hora del almuerzo.
Capítulo 10: Excusas y Excepciones.
Capitulo 11: Corazones rotos.
Capítulo 12: Lugares secretos y oscuros.
Capitulo 13: Empujoncitos.
Capítulo 14: Vacaciones de tiempo indefinido.
Capitulo 15: Ser mala.
Capítulo 16: La pequeña aventura de Max y Charlie.
Capitulo 17: La noche de las máscaras.
Capitulo 18: Conversaciones en una fiesta Real.
Capitulo 19: Daño.
Capitulo 20: Respuestas inconclusas.
Capitulo 21: El regalo.
Capitulo 22: Sorpresas
Capitulo 23: Mentirosos, mentirosas.
Capitulo 24: Lunes.
Capitulo 25: Relaciones.
Capítulo 26: Una cena en familia.
Capitulo 27: Tiempo
Capitulo 28: Aventura de chicas.
Capitulo 29: Algo sobre los malentendidos.
Capitulo 30: No confíes en nadie.
Capitulo 31: Opciones.
Capitulo 32: Operación rescate.
Capitulo 33: Una aparente calma.
Capitulo 34: Personas que crees conocer. Parte 1
Capitulo 34: Personas que crees conocer. Parte 2.
Capitulo 35: Cambios.
Capitulo 36: Una casi normalidad.
Capitulo 37: Más radiante que el sol.
Capitulo 38: Más disparos.
Capítulo 39: Cuando todos lo saben, excepto tú.
Capítulo 40: Escurridizo.
Capítulo 41: Sin salida.
Capítulo 42: Cobardes.
Capítulo 43: Dudas.
Capítulo 44: Visita inoportuna.
Capítulo 45: Lo que el tiempo ni la distancia puede borrar.
Capitulo 46: El tiempo que nos separa.
Capitulo 47: Encuentros nocturnos.
¡Aviso!
Capitulo 48: La noche del final.
Capítulo 49: El final.
Epílogo
Nota de autora.
Cocktail Real, entre besos y mentiras
Amor diplomático VERSIÓN 2018
¡Concurso!

Capítulo 3: Bienvenido, Frankie.

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By marion09

Nina suspiró maravillada contemplaba todo desde el comienzo de las escaleras del segundo piso de su casa. La mayoría de los invitados ya estaba allí y su hermano debía de estar llegando del aeropuerto en al menos media hora. Charles, el tercer hermano mayor, había ido a recogerlo y le avisaría cuando estuviesen llegando.

Se había tomado muchas molestias con la fiesta sorpresa. Los autos de los invitados, por ejemplo, debían de estacionarse en la parte trasera de la casa, o como mínimo, lejos de la entrada y no todos amontonados en la cuadra.

Los Ballas se habían mudado por cuarta y última vez desde su matrimonio hacia ya muchos años. Habían pasado de una modesta casa con dos habitaciones cuando se casaron, a otra con tres cuando Charles nació. Luego habían optado por comprar una de cinco habitaciones cuando Eric había llegado. Y habían vivido cómodamente en esa, incluso con Nina. Pero con el nuevo trabajo de ambos padres, y  el beneficio de ser íntimos amigos de los reyes, además de que su madre era, desde hacía tiempo, socia en el negocio de Brianna y Anabelle, habían elegido una mansión en un barrio exclusivo de la capital.

Era tranquilo y seguro, rodeado de esporádicas arboledas y bosques más hacia la periferia.

-No entiendo cómo estás estudiando ciencias políticas, cuando podrías dedicarte a esto.-

Nina se giró para encontrarse con Lexi y su vestido verde manzana de volados hasta las rodillas.

-Hola, Lex. Que vestido tan… Bonito.- Apretó los labios disimulando una sonrisa. Nina jamás usaría algo tan llamativo.

Alexandra alzó las cejas.

-No disimules, Nina. Te conozco.- Apuntó y señaló los alrededores. –Estaba buscando a Dina, creí que podría estar por aquí, ya sabes, en una de las habitaciones…-

-Increíble.- Articuló disgustada. –Brooke está aquí ¿Cómo pueden ser tan…?- Sacudió la cabeza. –Esto está muy mal Lexi. ¿Por qué no pueden verlo ellos? Todos nosotros nos damos cuenta de que no hay forma de que esta… Situación, termine bien ¿No?-

La pelirroja asintió.

-Todos excepto ellos, Nina. ¿Pero qué podemos hacer? No podemos traicionar a Geraldine así, hicimos un juramento, con nuestra sangre.-

Nina resopló.

-Para protegernos, Lex. A veces me pregunto si eso es lo que estamos haciendo ahora, cubriéndola.-

-Eso dice Brad.- Sonrió la chica con cariño.

-Ven, bajemos a saludar a todos, Frankie debería estar aquí en un rato.-

Caroline Tanner era una mujer naturalmente bella. Si Charlotte creía que ella era invisible a los ojos de todos cuando entraba en una habitación al lado de su hermana mayor, podía decir que no existía cuando lo hacía al lado de Caroline. Con su cabello rubio y raíces castañas, los ojos verdes de la chica brillaban como dos faroles. Pero los hombres no se fijaban en eso, sino en su curvilíneo cuerpo. Y a Caroline le encantaba ser el centro de atención poniendo eso en relieve al usar vestidos ajustados en los lugares correctos.

-Oh, mira qué bonito está todo, Charlie.- Festejó.

Charlotte no estaba de humor para admirar la decoración.

-Sí, muy bonito.- Repitió monótonamente.

-Buenas noches- La voz cantarina de Eric, el menor de los hombres Ballas llegó a sus oídos. Con veintidós años, cuerpo de atleta y una sonrisa cautivadora, Eric era un rompecorazones profesional. -¡Que noche más hermosa, chicas! ¿No creen?- Rodeó a cada una con un brazo sobre los hombros.

-Hola Eric.- Musitó Caroline recibiendo un beso en la mejilla. –Me gusta esa corbata, hace juego con tus ojos.-

-Lo sé.- Guiñó. –A las chicas les gusta y por eso es mi favorita. ¿Tú qué opinas, Charlie?-

Char retrocedió cuando el intentó besarla también.

-Que tus promiscuos labios no me toquen, Eric.-

Los otros dos rompieron a reír.

-¡Las chicas adoran estos promiscuos labios como tú los llamas! Dicen que son suaves. ¿Por qué no los pruebas? Te garantizo que te gustarán.- Susurró en tono cómplice, Caroline se doblaba de la risa ante las muecas de disgusto y asco de la princesa.

-Eres un…- Abrió la boca y la cerró. -Deberías aprender un poco más de Charles, Eric. Él sí que es un hombre, un caballero.-

Y no los dejó responder, desapareciendo al instante en busca de una mejor compañía. Caroline y Eric se miraron y volvieron a reír.

-Bueno, si ser un caballero incluye ser célibe como mi hermano, prefiero ser un completo granuja.- Murmuró él tomando dos copas de uno de los meseros que pasaba por ahí y entregándole una a su compañera.

-Brindo por los granujas entonces.- Pronunció ella con la copa en alto y una mirada provocativa.

-El vestido de Lexi es increíble ¿No?- Parloteó Kassandra, la tercera hija, y menor de los Weaver. –Pero a mí me gusta más el que tiene Nina. ¿El bordó será uno de los colores del invierno Lili?-

La pequeña esperó observando fijamente a su hermana mayor.

-Lili ¿Me has escuchado?- Insistió.

Pero la rubia tenía la mirada perdida en algún punto fijo de la sala.

-Creo que tu hermana tiene algo más en la cabeza, Kassie.- Comentó su madre que llegaba del brazo de su esposo. -¿Por qué no buscas a los chicos, cariño? Debes estar aburrida.-

Lili los miró confundida.

-¿Qué decían?- Inquirió.

-¿Estás bien?- Preguntó su padre. –Te veo un poco pálida.-

Anabelle frunció el cejo a su esposo.

-Está preciosa, William. Solo un poco nerviosa ¿Verdad?-

-No estoy nerviosa, mamá. ¿Por qué iba a estar nerviosa?- Retrucó. –Solo estoy cansada, quizá debería irme a casa. No debería haber venido para empezar. No iba a hacerlo, si recuerdas bien. Pero Geraldine y Nina…- Negó con la cabeza moviéndola hacia ambos lados. –No iban a dejarme tranquila hasta que no prometiera que estaría aquí. Y ahora Nina está muy ocupada con los invitados y Dina no aparece en ningún lado.-

-Ni mi esposo…- Se oyó decir a una vocecilla por detrás.

Brooke se acercó a Lili y enganchó un brazo al de ella.

-¿Cómo están, señor y señora Weaver? Frankie se alegrará de verlo aquí hoy, él lo admira.- Compuso. –Pero más se alegrará que tú estés aquí.- Dijo a Lili. –Será una espléndida bienvenida, mi cuñado será feliz-

-Estoy de acuerdo, Brooke.-  Asintió Ana. –Oh, ahí está mi hermana y Daniel. Vamos a saludar, mi amor. Las dejamos solas un rato chicas. ¿Vamos Kassie?- 

Resignada, Kassandra siguió a sus padres.

-¿Por qué dices que Duncan está desaparecido?- Preguntó Lilibeth. -¿Ha venido contigo?-

-Yo pasé el día aquí con Nina preparando todo. Duncan estuvo trabajando. Pero lo vi llegar hace un rato. Ahora no aparece por ningún lado… ¿Te has dado cuenta de que últimamente desaparece en todas las fiestas?-

Lilibeth asintió.

-Dado que somos más amigas por eso, sí Brooke. Lo sé.- Rio. –Pero hablando en serio, ¿Se lo has mencionado a él?-

-Claro. Dice que su trabajo lo hace muy solicitado, y terminamos separados. Que debería estar feliz, porque de lo contrario, me aburriría con sus charlas.-

La rubia estudio a su amiga.

-Tú no le crees.- No era una pregunta, sino una afirmación.

-Es que Lili, mira a tu alrededor. No somos tantos invitados. ¿Y de quien hablaría de trabajo aquí? ¿Con el rey?- Señaló a Alioth que estaba junto Brad, el suegro de Brooke. -¿Con tu padre o el señor Hamilton?- Se volvió hacia ellos. -¿O con los señores Roberts?- Miró hacia el padre y el tío de Lexi que mantenían una conversación con el tío de Frankie.

Duncan no estaba con ninguno de ellos.

El resto de los hombres, eran unos pocos amigos de Frankie, y se hallaban juntos sentados en un sofá riendo con algunas chicas. Sin contar a Rob, Brad y Eric que charlaban con Nina y Caroline.

-Entiendo tu punto, Brooke.- Susurró Lili. -¿Pero dónde está entonces? ¿Lo has llamado a su celular?-

-No quiero ser esa clase de esposa, Lil. Pero no se cuanto voy a poder soportar si sigue así. Es tan dulce y amoroso a veces, y otra tan…-

-Inexistente.-

-¡Están aquí! ¡Están aquí!- Exclamó Nina sobresaltando a todos y haciendo retroceder a todos aquellos que se encontraban cerca de la puerta principal. – ¡Apaguen las luces! Las cortinas están cerradas ¿Cierto?-

Pero nadie respondió.

-Vamos, todos atrás y hagan silencio.- Ordenó.

Tal y como había pedido la joven, en la sala parecía que no había nadie cuando Charles abrió la puerta y le dio paso a su hermano mayor.

-¿Qué rayos?- Murmuró buscando a tientas la perilla de la luz.

Y después de unos largos e interminables segundos para todos los que estaban aguardando, la encontró.

-¡Bienvenido!- Gritaron todos a coro una vez visibles. La expresión de desconcierto de Frankie hizo estallar en carcajadas a varios, mientras se aproximaban a abrazarlo sin darle tiempo a reaccionar y comprender lo que estaba sucediendo.

Nina aplaudió y se colgó del cuello de su hermano.

-¿Sorprendido?-

-¡Nina! Mucho, no esperaba esto en absoluto.-

-Claro que no, era una sorpresa.- Dijo aún sonriente sin despegarse de él.

-¿Tú has organizado todo?-

La chica asintió.

-He tenido un poco de ayuda de aquí y allá. Pero me enorgullece decir que ha sido idea mía. ¡Te he extrañado tanto! Estoy feliz de que vuelvas para quedarte.-

Frankie guiñó un ojo y se acercó a su oído.

-Deberías agradecerle a tu suegro, me ha ofrecido un puesto mejor, aquí y he aceptado sin dudar. Aunque no quiere decir que sea mi única razón para regresar.-

-¿Mi suegro?- Susurró- Ya quisiera yo, Frankie… - Él hizo una mueca ante eso. ¿Cuándo pensaba Robert darse cuenta de lo que su hermanita sentía por él?  -Pero es genial que lo hayas conseguido, y en cuanto a tus otras razones, además de tu familia, claro, ella debería estar aquí por algún lado, ha venido, la he visto hace un rato.-

Los ojos del muchacho se ampliaron.

-¿Qué ha venido…?- Paseó sin disimulo la vista por la sala, pero se vio obturado por Eric que se acercaba con los brazos abiertos.

-¡Hermano!-

Brooke había abandonado a Lili para saludar al recién llegado hacía unos minutos, pero a pesar de su insistencia, ella no podía dar un paso más allá del lugar donde se encontraba, bastante alejado del tumulto de personas y más cercana al pasillo que comunicaba con la cocina.

Tenía veintiocho años y seguía siendo una cobarde. Qué vergüenza. ¿Pero qué podía hacer para evitarlo?

Había mantenido alejado a Frankie durante bastante tiempo. Luego de la boda de Ana y su padre,  no había pasado mucho hasta que él se graduara y fuera a la universidad, pero dado que estaba en la ciudad, las cosas no habían cambiado. Ella podía soñar despierta cada vez que se cruzaban en el palacio o en la oficina donde sus madres trabajaban juntas. Y también cuando se reunían esporádicamente para alguna fiesta o una simple cena. 

Intercambiaban algunas palabras, se miraban, se sonreían… Pero cuando él intentaba dar un paso más allá, cuando mencionaba el retomar lo que habían dejado, volver juntos o incluso cuando él decía, sin ninguna vergüenza que la extrañaba, ella retrocedía o salía corriendo.

Era una cobarde, no podía explicarlo de ninguna otra forma.

Pero lo peor había sido, cuando después de dos años, él había aceptado marcharse del país con Arthur Hamilton, para terminar sus estudios en el extranjero y aprender mucho más, bajo el ala del tío de Amber.  Había sido así, cómo él se había ganado la confianza de todos, y por supuesto, entre William y Alioth le habían otorgado un puesto en las embajadas.

Lilibeth sabía que había estado en varios países, y que, cada vez, su trabajo era más importante.

Había estado destrozada al principio, por haber sido tan tonta cuando lo tenía, y por haberlo perdido luego. Si las cosas hubiesen sido de otra forma, quizá habría podido convencerlo de que se quedara.

 O haberse marchado con él.

Pero nada de eso había ocurrido, y no pasaba un día sin que Lili lo lamentara. Frankie volvía por pequeños lapsos de tiempo a ver a todos y regresaba a su trabajo. Cada día estaba más guapo, era todo un hombre, maduro, inteligente. Lo único que se mantenía igual, eran sus ojos siempre vivaces y brillantes. Esos ojos en los que ella se había perdido tantas veces.

Su primer amigo, su primer amor. Él lo había sido todo y por eso, Lili había cometido tantas estupideces.

Tonterías por las cuales habían pagado consecuencias muy caras las personas a las que más quería en el mundo. Ana y su padre. Y aunque los dos lo negasen, Lili estaba convencida de que era su culpa, ella había sido la que había iniciado todo.

Lili volvió a mirar hacia donde se encontraba el agasajado, justo en el momento en el que Ana lo abrazaba luego de que su padre le hubiese estrechado una mano y dado un medio abrazo con palmadas en la espalda de esos que se daban los hombre. Se Llevaban tan bien, y pensar que en algún momento, William había querido matar al chico por haberla tocado…  Kassie se enganchó a sus piernas y Frankie se agachó para que la niña lo besara en la mejilla.

Él dijo algo que su pequeña hermana escuchó con el ceño fruncido y la hizo sonreír luego.

-¿Por qué no estás ahí?-

Inquirió una voz a su espalda.

-Hola, Charles.- Respondió girándose.

El castaño de cabello casi rapado estaba apoyado en el marco del pasillo con los brazos cruzados sobre el pecho. Charles era el tercer hermano Ballas, y era bastante distinto a todos. Era taciturno, callado y no vivía para hacer bromas como los demás de los hombres de esa casa. Tampoco tenía la apariencia de Frankie o Eric, con sus ojos azules y su cabello castaño oscuro, ni era tan rubio como Duncan.

Charles era castaño claro y de ojos verdes. Se entrenaba duro y por debajo de las camisetas ajustabas que usaba, se marcaban todos sus músculos.

A Eric le gustaba decir que su hermano era célibe puesto que jamás se lo había visto con una chica, pero a Lili se le hacía difícil imaginarlo. Charles, simplemente no parecía del tipo virgen, sino que al contrario, irradiaba sexo por todos sus poros.

-Estás aquí, pero no quieres acercarte.- Comentó de nuevo. –Es contradictorio.-

Ella soltó una risa.

-Lo es ¿No?-

-Él quiere verte, por si lo dudas.- Señaló.

-¿Te lo ha dicho?-

Charles levantó las cejas.

-No, Lili. Pero lo conozco, así como tú y la mayoría de los que están aquí. Y sé que tú también quieres acercarte, lo veo en tus ojos, tu mirada ansiosa… ¿Por qué no lo haces entonces?-

-No es tan simple…- Susurró y no agregó más nada porque no podía explicar la razón de que no lo fuese.

-Deberías hacer que lo fuera entonces…- Sonrió enigmático y se enderezó. Le dio una última mirada y asintió. Pero ya no hacia ella, sino hacia alguien más a su detrás. Lili se giró presintiendo que ya no estaban solos.

Su corazón se detuvo.

-Frankie.-Articuló con la boca completamente seca.

Una sonrisa inmensa la recibió. Tan prefecta que casi se desmaya.

-Hola, Lili.-

Lo estaba mirando como una boba. No debería ser ella quien tendría que estar sorprendida, pero lo estaba. Y mucho.

-Camina conmigo.- Dijo él y apoyó su mano en la parte baja de su espalda. Lili se giró y se dejó llevar por el pasillo. Pasaron por la cocina donde todos estaban enfrascados en sus tareas como para mirar siquiera si alguien ajeno pasaba. Nina los tenía a todos trabajando sin descanso, como era propio de ella, no dejaba ningún detalle al azar, todo siempre debía ser perfecto.

Sería una buena reina, si Rob la elegía alguna vez…

Antes de que lo notaran estaban en el jardín trasero. Unas tenues luces que iluminaban los alrededores con un aire romántico.

Frankie fue a decir algo pero arrugó la frente al mismo tiempo que ella cuando oyeron unos pasos acercarse y una risa inconfundible.

Geraldine y Duncan caminaban uno muy cerca del otro desde el fondo de patio.

-¿Dina?- Lilibeth la observó de pies a cabeza.

Al parecer ninguno de los dos esperaba ser pillado.

-Hey, Lil… ¡Frankie!- La rubia abrió los brazos y cerró el espacio entre ambos para abrazarlo. -¡Ya estás aquí!-

Duncan recobró la compostura y saludó a su hermano de la misma forma que todos los hombres se saludan afectuosamente, apretón de manos después de chocarlas, palmadas en la espalda

-¿Qué estaban haciendo solos aquí afuera?- Preguntó Lili con la mirada dura clavada en ellos dos, pero era en Duncan en quien se fijaba especialmente.

-Me sentía mal y le pedí a Dun que me acompañase a tomar un poco de aire. Creo que nos hemos entretenido un poco más de la cuenta…- Explicó Geraldine encogiéndose de hombros.

-Sí, supongo que sí. – Coincidió el hombre.

Pero Lili no iba a quitarle tanta importancia.

-Brooke también lo ha notado.- Murmuró.

Eso llamó la atención de Duncan que palideció.

-¿Qué?-

-Que ha notado que no estabas en ningún lugar desde hace una hora, si no es poco…-

Las cejas de él se unieron.

-¿Estás insinuando algo, Lil?- Intentó, ladeando la cabeza. Quería hacerlo parecer una broma, pero ella no estaba de humor.

-Nada en absoluto. Solo te estoy informando que tú esposa se está sintiendo bastante sola últimamente.- Sentenció.

Frankie los observaba en silencio. La niña tímida que él recordaba se había quedado lejos. Él lo sabía, claro. La había observado mucho en sus visitas, pero no calculaba hasta que punto ella había cambiado. Si antes era fantástica, ahora lo era mucho más.

-Iré a arreglar eso ahora mismo.- Sonrió Ballas. -¿Vamos, Geraldine? Deben de estar extrañándote a ti también.-

La chica caminó sin abrir la boca, cosa que no pasó desapercibida para quien había sido su prima por más de trece años.

-¿Geraldine?-La llamó cuando los dos estaban ya cerca de la puerta de la cocina.

Dina se estremeció, había algo en la mirada de Lili que la había preocupado. Si ella llegase a saber… No quería imaginarlo. Lili no lo aprobaría, o como sus otros primos, ni siquiera la cubriría porque eso no era correcto y creería estar protegiéndola.

Pero Dina no necesitaba que la protegiesen, ella podía hacerlo sola, sabía cómo.

Se volvió hacia la hija de su tío favorito, esperando ocultar bien su nerviosismo.

-¿Sí?-

-¿Te sientes mejor ahora, cariño?- La voz de Lilibeth volvía a ser dulce y suave, igual que su mirada.

Sonrió y asintió.

-Sí, Lili. Gracias-

Le guiñó un ojo atisbando hacia Frankie para recuperar un poco de quien era ella, eso debería haber disipado todas las dudas.

Debería…

Pero para quien se quedó en el jardín, había muchas cosas más ahí que tendría que averiguar por el bien de su amiga Brooke, y por el de Geraldine.

Frankie se aclaró la garganta.

-Bueno, eso fue extraño e incómodo.- Comentó. -¿Qué está ocurriendo?-

-No lo sé.- Suspiró.

-¿Está todo bien entre Brooke y mi hermano?-

Se sentaron en un banco y estuvieron casi en penumbras.

-Es un poco indiscreto que te cuente esto, Frankie, y él es tu hermano, pero…-

-Dímelo igual. Puedes confiar en mí, Lil.-

-Duncan desaparece en las fiestas. Tal y como hoy. Ni siquiera estaba ahí cuando llegaste, y Brooke le ha reclamado, pero él solo dice que su trabajo y conocidos lo mantienen ocupados. ¿Pero te ha parecido que estaba trabajando ahora? Y no es solo eso, pero él pasa mucho tiempo fuera de su casa, y su esposa lo necesita. Pero conoces a Brooke, ella puede enojarse con él y la he visto furiosa muchas veces, pero solo a Duncan solo le toma una sonrisa y tiene a la pobre rendida a sus pies de nuevo.-

-Y tú crees que hay algo más en todo eso…-

Ella giró la cabeza para verlo.

-Solo observo y saco mis conclusiones. Brooke necesita alguien que piense con claridad a su lado y le haga ver la realidad.-

-Bueno, ahora estoy aquí.- Sonrió. –Y no voy a marcharme. Quizá pueda ser de ayuda también. Podríamos… Trabajar juntos…-

Lili se permitió reír.

-Te veo distinta, hay algo en ti… Algo que no estaba la última vez que nos vimos…- Contempló.

-Han pasado nueve meses desde la última vez que estuviste aquí. No he cambiado mucho en ese tiempo…-  Pronunció ignorando el golpeteo de su corazón. –Tú también estás diferente.-

-Tal vez sea que sé que no voy a tener que marcharme. No tienes idea lo aliviado que me hace sentir eso.-

Claro que la tenía, era lo mismo que ella sentía.

-Creí que te gustaba tu trabajo.- Dijo en cambio.

-Me gusta, pero estar lejos de todos… Es duro. Arthur dice que…- Sonrió sacudiendo la cabeza. –Olvídalo.-

-¿Qué dice el señor Hamilton?- Insistió.

Frankie aprovechó a acercarse un poco más.

-¿Tu sabes que él fue el primer novio de Brianna… esto, quiero decir, la reina?-  Cuchicheó.

-He oído algo de mamá, pero… ¿Qué tiene eso que ver?-

-Él la dejó para marcharse del país. En ese momento, no tenía nada que ver con la corona ni sus asuntos, pero esto no tiene importancia. La cosa es que lo lamentó, y mucho. Pasó años pensando en cómo la recuperaría y como haría para que ella lo perdonase por eso, porque al fin se había dado cuenta cuanto valía el amor…-

Lili había olvidado el punto de la conversación y estaba bastante entusiasmada con esa historia.

-Pero no lo consiguió ¿No? No pudo haberlo hecho, quiero decir… Sigue…-

-Cuando regresó, ella ya estaba comprometida con el señor Van Helmont. Eso lo recuerdo, tenía unos diez años cuando mamá conoció a Brianna. Arthur dice que intentó convencerla para que volviese con él, pero ella ni siquiera se lo permitió. Se arrepiente de no haber presionado más, había algo en ella, si lo hubiese intentado más…-

-No lo habría logrado, ella ya no le pertenecía.- Argumentó Lili.  –Míralos ahora, no hay nadie más feliz que el rey y su reina. Están hechos el uno para el otro.-

-Y Arthur lo sabe…- Coincidió. –Pero él no ha seguido adelante. Sus relaciones no duran… Está feliz con tener la confianza del Señor Van Helmont, se la ha ganado y creo que ahora hacen un poco más que tolerarse por el bien de la familia, pero…- Dejó el resto flotando en el aire.

-¿Cómo has conseguido que te contara tantas cosas? Parece algo muy personal…-

-Los hombres solemos ser bastante más comunicativos con unas copas de más que cuando estamos sobrios. Además, creo que estaba tratando de darme un consejo, o algo así.-

-¿Y que sería eso?-

Lili no podía sacar el consejo de todas esas palabras y era tonta historia, aunque un poco romántica y otro poco triste. Mmm, de pronto una idea le llegó a su cabeza. Quizá no quisiera oír el resto.

-Creo que quiso decir que tenía que estar seguro de que nos pertenecíamos el uno al otro antes de intentar sacarle los ojos a alguien por ti.-

Y no tuvo ningún tapujo en decirlo. Así era Frankie, directo, franco.

Lilibeth se quedó congelada con los ojos en él. Su pulso ya no estaba acelerado sino que se había detenido por completo.

-Lili…- Comenzó en voz baja.

Oh, no. No de nuevo.

Quiso retroceder, pero esta vez, no la dejó moverse. Tomó mano y la apretó.

-Deja de huir, Lilibeth. Trece años es demasiado tiempo, por favor. Escúchame. Yo te pertenezco, nunca he podido olvidarte, no puedo dejarte atrás. Lo intenté, te juro que lo hice, no te voy a mentir diciendo que no hubo ninguna otra mujer, pero eras tú en quien pensaba, todo el tiempo. A quien deseaba tener a mi lado. Y no quiero ser como Arthur. –

-Frankie, yo…-

¡Yo también te pertenezco!

Pero no podía decirlo, algo la detenía. Y quería llorar por no poder ser tan fuerte como él para gritarle lo que sentía.

-Ahora estoy aquí. Y voy a decírtelo, Lili. Voy a insistir, y mucho. Te quiero conmigo, yo sé que me perteneces, lo hacías ¿Recuerdas? Y fue mi culpa, lo que sucedió. Y lo siento, pero era joven, ambos lo éramos. Era un pequeño tonto que no sabía lo que hacía. Las cosas son distintas ahora, muy diferente. Yo cambié, y tú has cambiado tanto y a la vez tan poco…- Acercó una mano y la posó en su mejilla. -No le creería a nadie si m dijera que todavía está enamorado de la misma mujer que fue su novia hace más de una década y luego dejó de hablarle.-

-Yo no dejé de hablarte…-

El hizo una mueca.

-Pero si no tengo ninguna oportunidad quiero que me lo digas, Lili. Ahora o luego. En algún momento tienes que decirme que pasa por aquí.- Tocó con un dedo su cabeza y bajó la mano hasta su corazón apoyándola con firmeza y cuidado que no pareciese otro tipo de toque, uno más inapropiado. -Y por aquí.- Señaló. –Y si me lo pides, lo haré. Te dejaré en paz. Lo prometo.-

Se puso de pie y extendió una mano hacia ella que no había sido capaz de abrir la boca.

Lili aceptó y lo imitó.

-Oh, ven aquí. He recibido tantos abrazos esta noche, pero todavía me falta el más importante. ¿No vas a darme la bienvenida, Lil?-

La rodeó con sus brazos y estrechó contra su pecho.

Se relajó y cerró los ojos. Ella también lo necesitaba. ¡Cuánto lo había extrañado! ¡Y cuanto lo necesitaba! ¿Por qué rayos no podía decírselo de una vez?

Las palabras de Charles retumbaron en sus oídos. Deberías hacer que lo fuera entonces  había dicho él ante el no es tan simple de ella.

Sí, debería…

Lo abrazó también e inhaló su perfume. No quería tener que separarse nunca más.

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