Sirius Black: el velo de la m...

By TheLittleRose_

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Primera y Segunda Generación La mente de Isadora le habló, pero en lugar de la suya, escuchó la voz de Sirius... More

Fianto Duri
Amato Animo Animato Animagus
Alohomora
Arresto Momentum
Confundus
Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta
Engorgio
Lacarnum inflamarae
Baile de Navidad I
Petrificus Totalus
Anapneo
Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas
Travesura Realizada
Alarte Ascendare
Wolfsbane
Vermillious
Ascendio
Defodio
Expelliarmus
Aguamenti
Amortentia
Diminuendo
Impedimenta
Evanesco
Muffliato
La Orden del Fénix
Expulso
Imperio
Sonorus
Rictusempra
Tergeo
James y Lily Potter
Glisseo
Oppugno
Incarcerous
Fidelio
Rennervate
Noviembre - 1981 -
Noviembre - 1985-
Julio - 1993 -
Confringo
El Prisionero de Azkaban
Albus Dumbledore
Focus
Levicorpus
Accio
Crucio
Episkey
Obliviate
Dissendium
Everte Statum
A James y Lily
Bombarda
Prior Incantato
Avada Kedavra
El velo de la muerte
Wingardium Leviosa
Lumos Solem
Relashio
Harmonia Nectere Passus
RAB
Partis Temporus
Piertotum Locomotor
Legeremens
Morsmordre
Salvio Hexia
Sectumsempra
Vulnera Sanentur
Expecto Patronum
Epílogo
House of Black
The Marauder
AVISO

Finite Incantatem

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By TheLittleRose_

Al girar sobre sí misma en el suelo, alzó la vista y observó a Sirius sosteniendo el reloj que ella le había regalado. << ¿Por qué es que siempre se ve absurdamente atractivo?>> pensó molesta al ver que sus ojos grises resaltaban increíblemente al hacer juego con el cielo nublado de esa tarde.

- Claro que no, siéntate – le indicó - ¿Me buscabas? – agregó señalando el reloj, le pareció ver que Sirius se sonrojaba.

- Ehh...Es que no apareciste en la sala común después de clases, ¿Te encuentras bien? – explicó guardando el reloj y sentándose al lado de Isadora.

- Sí, sólo tengo cosas en que pensar – Dijo encogiéndose de hombros, Sirius avivó la fogata con un movimiento de su varita – Ya sabes, no quiero dejar Hogwarts, pero tampoco quiero preocupar a mis padres, sé que no sería agradable tenerme tan lejos con todo lo que está sucediendo, sólo complicaría las cosas.

- A mí tampoco me gustaría tenerte lejos... - se aclaró la garganta - Bueno... me refiero a nosotros, Lily, Remus, James... Emm, tú sabes – Balbuceó apenado. – Lo siento, creo que lo estoy empeorando, apesto. – Soltó una risa nerviosa e Isadora se unió al él.

- Hubo una nueva desaparición, un mago nacido de muggles – dijo ella adoptando nuevamente una expresión consternada. – Mi madre es nacida de muggles, tengo miedo que algo vaya a sucederle, nunca se sabe... - Dejó de hablar y apartó su mirada de la de Sirius en un intento de que no viera cómo sus ojos se ponían vidriosos, trató de concentrarse en la superficie del lago para evitar que alguna lágrima rebelde se escapara, pues no era muy adepta de llorar en frente de los demás. Suponía que el momento de angustia ya había pasado, pero sus sentimientos volvieron a aflorar al sentir los brazos de Sirius alrededor de ella, unas lágrimas que no supo contener rodaron por sus mejillas y cayeron sobre la manga de él, lo cual generó como respuesta que la abrazase más firmemente.

- Estarán bien, ya lo verás. Incluso puedes sentirte orgullosa de que estén del lado bueno, yo no puedo decir lo mismo – comentó con una sonrisa a medias intentando animarla. – Además, el número de muertos y desaparecidos va descendiendo, este caso ha sido el primero desde la vacaciones, tal vez continúe de esa forma.

- Gracias, Sirius – Deseaba que su amigo siguiese estrechándola entre sus brazos, pues era una sensación increíblemente reconfortante la cual era potenciada por el delicioso perfume que él llevaba. Isadora tomo una bocanada de aire e inundó sus pulmones aún más con ese delicioso aroma. – Les enviaré una lechuza esta noche, así estaré más comunicada con ellos. – Sirius sonrió de lado.

- ¿Te refieres a mi tocayo? – ella miró como queriendo disculparse por haberle puesto su segundo nombre a la lechuza. - ¡Me agrada!, ¡Me agrada! – aclaró Sirius – Lo hace casi tan apuesto como yo – Isa rodó los enrojecidos ojos.

- Qué modesto eres – dijo sonriéndole.

- Oh, lo olvidaba, estoy hablando con la mejor duelista de Hogwarts...

- ¡Deja de decir eso, no es verdad! – Sirius rió divertido, haciendo que Isadora se sonrojara.

- Tienes las mejillas coloradas – dijo Sirius todavía riendo en tono burlón, pero pensando que se veía desmesuradamente adorable.

Se hizo silencio y de pronto sólo se escuchaba el frio viento barriendo hojas del suelo; apenas quedaban unos rastros de claridad en el cielo que comenzaba a cubrirse de estrellas. Sus rostros habían quedado a escasos centímetros de distancia, pero sus ojos no se animaban a encontrarse nuevamente, ambos morían de ganas de dar un paso más, pero ninguno reunía el valor necesario. Finalmente tuvieron el coraje de verse a los ojos. Él sintió que se le erizaba la piel cuando se encontró con los ojos pardos que tan irrealmente bellos le parecían; mientras que ella notó su estómago encogerse al hacer contacto con el par de ojos grises que la miraba a tan escasa distancia y parecía acercarse cada vez más.

Alguien carraspeó tímidamente, como sintiendo pena de importunar. Sirius e Isadora se alejaron el uno del otro como si algo los hubiese empujado.

- Me temo que no son horas de rondar los terrenos del castillo considerando el reciente inconveniente con los dementores; Black, señorita Lamperouge – Minerva McGonagall intentaba regañarlos pero su voz resultaba desacordemente suave. – Llegarán tarde a cenar – con un movimiento de la varita desvaneció la pequeña fogata que se hallaba en el suelo. Sirius se puso de pie y le tendió una mano a Isadora para ayudarla a hacerlo.

No se dijeron nada más hasta llegar al gran comedor donde sus amigos ya habían ocupado sus lugares en la mesa de Gryffindor. James carraspeó al ver entrar a Sirius e Isadora juntos.

- ¿Se puede saber dónde estaban? – preguntó con tono presumido.

- En el lago negro – respondió Isadora ocupando el único lugar que quedaba en la mesa, al lado de Sirius. Desde allí pudo notar cómo las chicas de Ravenclaw no dejaban de observarlo, se preguntó si sería así siempre sólo que ella al estar de espaldas nunca las veía y sintió una pinchazo en el estómago, ¿Celos?.

- ¿Te encuentras bien? – Preguntó Lily, observándola con atención. Inmediatamente Isadora se imaginó a sí misma con lágrimas secas, despeinada y con los ojos enrojecidos, un verdadero desastre. – No tienes buen aspecto.

- ¡Qué halagador! – ironizó y los demás soltaron una risita espasmódica – Estoy bien, sólo un poco consternada, es todo. – Lily asintió poco convencida.

- ¿Se enteraron que hubo una nueva desaparición? – dijo Peter - Ha sido la primera desde las vacaciones.

- Si, ya lo sabemos – Respondió Sirius secamente, por lo que sus amigos se quedaron observándolo intrigados. Pasó su brazo por detrás de la espalda de Isadora y la estrechó por la cintura como gesto de apoyo. Remus lo miró como pensando <<Qué humor tienes>> y se llevó a la boca un trozo exageradamente grande de pollo.

Luego de cenar quiso enviarles la carta que había escrito para sus padres, pero decidió que sería mejor esperar a la mañana siguiente, pues seguramente Orion estaría cazando.

Al bajar de la habitación a la sala común divisó a Sirius sentado en uno de los sillones con un libro, su varita y dos pergaminos, parecía bastante exasperado y hojeaba ansiosamente las páginas.

- Olvidé practicar esto – contó al ver que su amiga se encontraba de pie en frente de él.

- ¿Quieres ayuda? – Ofreció ella, Sirius enarcó una ceja pero ella no le hizo caso y tomó el libro. – Un encantamiento proteico... - musitó para sí misma. Tomó su varita y leyó el hechizo del libro apuntando a los dos pergaminos, luego escribió en uno de los pergaminos con su filosa y fina caligrafía fuertemente inclinada hacia la derecha, logrando que el otro pergamino sufriera la misma modificación.

- ¡Eres increíble! – Susurró Sirius.

● ● ● ● ● ● ● ● ● ● ● ● ●

Luego de aprender a ejecutar correctamente el hechizo, lo cual sólo le llevó unos minutos, Sirius agradeció la ayuda y volvió al dormitorio de los chicos. Sus tres amigos seguían despiertos.

- Oye, ¿Qué hacías en la sala? – Preguntó James alzando una ceja.

- Practicaba – respondió Sirius dejándose caer en la cama – Sky me ayudó, ¿Sabían que sabe hacer encantamientos proteicos? – Peter se cubrió con las mantas hasta la cabeza.

- No me sorprende – Dijo Remus encogiéndose de hombros – siempre está leyendo libros que no corresponden a su año.

- Lo sé, debería estar en el último año... Además, la clase de duelo, fue asombroso y...

- Aquí vamos otra vez – James puso los ojos en blanco.

Luego de pasados unos veinte minutos en los que Sirius seguía relatando las hazañas de su amiga junto con lo sucedido en el lago. Remus tomó un zapato del suelo y se lo aventó dándole en la cabeza.

- ¡James! – Gritó Sirius sentándose abruptamente en la cama. - ¿Qué diablos fue eso?

- No fue James, fui yo.

- Yo también quería golpearte – comentó James. – Me estás volviendo loco.

- Yo también deseaba que te calles - Dijo Peter saliendo de debajo de las mantas.

- Lo siento, Canuto, te estabas poniendo bastante intenso. – se disculpó Remus. – Ve, dile que te gusta y deja de atosigarnos.

Haciéndose el ofendido Sirius se acostó nuevamente y pensando en lo que le había dicho Remus, luego de unos minutos, cayó dormido.

● ● ● ● ● ● ● ● ● ● ● ● ●

Esa mañana luego de desayunar Isadora llevó su carta hasta la pajarera donde se encontraba Orión y se la ató en la pata derecha.

- Llévalo a casa – pidió. La lechuza ululó y emprendió el vuelo.

Al pasar por el pasillo del tercer piso, en dirección al salón de pociones vio a Sirius entre un montón de alumnas de Ravenclaw y Gryffindor que reían histéricamente, intentó no mirarlo y siguió su camino a las mazmorras, mientras se disipaba el poco optimismo que había reunido en el desayuno.

Sirius también fue el último en llegar a la mesa en la hora de almuerzo, ya que venía escoltado por Arielle quien lo abandonó y se reunió con los compañeros de su mesa. Remus y James intercambiaron miradas de desconcierto, Lily arrugó la nariz mirando a Isadora quien hizo de cuenta que no lo había visto llegar; Alice, Frank y Peter lo saludaron alzando una mano.

- ¿Qué hacías? – Preguntó James mirándolo con recelo.

- Es que Arielle quiso que le explique lo del encantamiento proteico, por cierto, gracias Isa – La muchacha respondió con un cabeceo espasmódico sin dejar de mirar el libro que tenía frente a sus ojos.

Pasada media hora Alaric apareció al lado del asiento de Isadora informando que llegarían tarde a encantamientos si no se daban prisa.

El profesor Flitwick se encontraba parado en un banquito intentando hablar por encima de la voz de sus alumnos quienes se encontraban charlando, ni más ni menos, sobre el hijo de muggles desaparecido. Para intentar no escucharlos Isadora le comentó a Alaric sobre la carta que les había enviado a sus padres esa mañana.

Cuando logró la atención de sus alumnos Flitwick dio las instrucciones para un encantamiento sellador, el cual resultó bastante sencillo para la mayoría de la clase.

- ¿Crees que el ministerio haya atrapado a los seguidores de...? – Preguntó Alaric sin terminar la pregunta. – Digo... tal vez por ese motivo las cosas están más calmadas.

- Supongo que lo habrían publicado en El Profeta, a menos que no quieran que Riddle lo sepa, aunque no creo que Lord Voldemort, como le dicen... lea el profeta y de todos modos ya lo sabría. – Su amigo cerró los ojos como si le doliera la palabra – Lo siento, Ric, pero me parece ridícula toda esa superstición que han adoptado recientemente todos en torno a su nombre.

Al pasar por un grupito de chicas a Isa le pareció escuchar que hablaban de lo desmesurada y ridículamente apuesto que era un muchacho, al seguir las miradas vio que efectivamente hablaban de Sirius quién se paseaba muy ostentoso por el pasillo delante de ellos, o al menos ella lo veía así. Puso los ojos en blanco y resopló exasperada.

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