Siempre Te Encontraré (CLEXA...

By beamorote

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¿Es posible que una persona encuentre a su alma gemela en algún momento de su vida? ¿Es posible que estas alm... More

Capítulo 1: Hace 150 años
Capítulo 2: Clarke
Capítulo 3: Reportaje
Capítulo 4: Noche con amigas
Capítulo 5: Día Solidario
Capítulo 6: La Agresión
Capítulo 7: Deja que te Ayude
Capítulo 8: Primer Día
Capítulo 9: Tarde de Chicas
Capítulo 10: Conociendo a las Amigas de Clarke
Capítulo 11: No Todo es lo Que Parece
Capítulo 12: De Camping - Parte 1
Capítulo 13: De Camping - Parte 2
Capítulo 14: El Incidente
Capítulo 15: Nuevo Proyecto - Parte 1
Capítulo 16: Nuevo Proyecto - Parte 2
Capítulo 17: Confesiones
Capítulo 18: Lexa
Capítulo 19: Karaoke
Capítulo 20: Gratificación
Capítulo 21: Un Sábado Intenso
Capítulo 22: Un Domingo No Menos Intenso
Capítulo 23: Comida Familiar
Capítulo 24: Compensación
Capítulo 25: Cumpleaños - Parte 1
Capítulo 26: Cumpleaños - Parte 2
Capítulo 27: Recompensas
Capítulo 28: Navidad
Capítulo 29: Nuevas Experiencias
Capítulo 30: Feliz Cumpleaños Amor
Capítulo 31: Recuerdos
Capítulo 32: Despertar
Capítulo 33: Separadas
Capítulo 34: Juntas
Capítulo 35: Después de la Tempestad Viene la Calma
Capítulo 36: Fin de Semana
Capítulo 37: Cambios
Capítulo 38: Viajes e Investigaciones
Capítulo 39: Fechas
Capítulo 40: La Noticia
Capítulo 41: Despedida
Capítulo 42: Sí, quiero
Capítulo 43: Luna de Miel
Capítulo 45: Superando Dificultades
Epílogo: 23 de Agosto de 2065

Capítulo 44: Familia

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By beamorote

Ya había pasado año y medio desde que Clarke y Lexa se dieron el sí quiero. Eran felices, el matrimonio les había sentado bien a ambas, por supuesto habían habido algunas discusiones, nada grave y que no se pudiera solucionar en la cama.

Octavia ya había tenido a su pequeño, Ricky, con un año ya era todo un terremoto, justo desde que empezó a gatear a los 8 meses fue imparable, hacía una trastada tras otra, pero sus padres estaban encantados con el peque, y las "tías" también. Ricky era clavadito a su padre, a excepción de sus ojos que eran igual de verdes que los de su madre.

Luna y Raven hacía poco que se habían casado, una interesante y divertida boda, eso es lo único que podía salir de esas dos. Por supuesto en la despedida de Raven hubo strippers, Clarke se lo había prometido, aunque para mil no le llegaba el presupuesto.

Lexa había empezado a trabajar como asistenta social junto con Indra y Luna. Había revolucionado el departamento con su forma de hacer las cosas y de pensar. Ella no estaba para tonterías, quería la felicidad de los niños y le importaba bien poco no seguir siempre las normas. Así que en vez de adaptarse ella a hacer las cosas como se hacían, fueron los demás los que se empezaron a adaptar a como hacía las cosas Lexa. Y es que Lexa empezó a mirar con lupa a las familias de acogida, nunca dejaba a sus niños en familias de acogida con muchos niños, muchos querían a los niños por el dinero que daba el estado, no realmente a los niños. Incluso cambió las cosas en los centros, no tan rápido como ella quería, pero parecía que poco a poco las cosas empezaban a cambiar. Sus compañeros admiraban su forma de trabajar, porque además sabían que sus pequeños estaban contentos con ella, porque siempre estaba si la necesitaban, siempre vigilaba que estuvieran bien, ya fuera en los centros o en las casas de acogida, en definitiva cuidaba de ellos.

Por su parte a Clarke no le podía ir mejor, incluso había tenido que rechazar algunos trabajos por no poder compaginarlos todos. Continuaba trabajando en el colegio para niños autistas, y eso era algo que no pensaba dejar. Continuaba con la productora cinematográfica rodando series, películas, anuncios... Continuaba con reportajes fotográficos para firmas de múltiples secciones diferentes. Incluso Marcus le había ofrecido un trabajo en el ayuntamiento para las diferentes campañas que pudiera lanzar, y Clarke había aceptado siempre y cuando se hicieran de tanto en tanto campañas solidarias, cosa que el ayuntamiento aceptó. Y con este trabajo tan ajetreado lo que dejó de lado fue su estudio. Lo seguía usando para el revelado de las fotos y cosas así, pero dejó de hacer reportajes en él, excepto en alguna que otra aislada ocasión. Además tanto su viaje a India, como al año siguiente al Tibet, fueron dos exposiciones con fotos y cuadros que tuvieron muchísimo éxito, vendiendo todas las fotos y cuadros en tiempo record, Clarke no podía ser más feliz al ver que su trabajo gustaba.

Ese día Clarke tenía algo que hablar con Lexa, llevaba tiempo pensándolo y creía que ya iba siendo hora. Además lo quería, quería avanzar un paso más. Así que cuando Lexa llegó a casa del trabajo le tenía preparada una cena romántica.

- ¿Y esto? – Preguntó Lexa curiosa. - ¿Qué quieres?

- A ti. – Le susurró Clarke.

- ¡Zalamera!

Estuvieron cenando tranquilamente comentado el día de ambas, era algo que hacían siempre. Clarke le contaba que reportajes había hecho o que nuevos trabajos le habían surgido, y Lexa le comentaba cosas de sus niños y muchas veces acababa criticando al sistema, que si bien había cambiado algo, para Lexa no era suficiente, ni mucho menos, tenía que cambiar mucho más.

Después de la cena se sentaron en el sofá y fue el momento que Clarke aprovechó para introducir el tema que quería tratar.

- Lex...Quiero que hablemos de algo.

- Ves, ya sabía yo que querías algo. – Dijo Lexa divertida.

- Lex, esto es serio.

- Vale, vale. Dime.

- ¿Quieres hijos? Porque yo sí, hace tiempo que lo vengo pensando, tengo 31 años, el instinto maternal por las nubes, cada vez que veo a Ricky quiero secuestrarlo... La verdad es que tengo muchas ganas. ¿Tú?

Lexa se había quedado sin palabras después de todo lo que Clarke le acababa de soltar de carrerilla y prácticamente sin respirar. Después de meditar unos segundos su respuesta, que su mujer estaba esperando nerviosa, le dijo:

- No se Clarke, somos jóvenes. No sé si estoy preparada para eso.

- Está bien. Lo entiendo. – Dijo Clarke con un dejé de decepción en su voz, pero lo entendía, Lexa tenía 28 años y acababa de empezar su andadura profesional... Pero... - ¿Pero los quieres tener, no? Más adelante digo.

Lexa se volvió a quedar mirando a Clarke sin saber muy bien que decir.

- No se Clarke. – Dijo Lexa viendo la mirada dolida de Clarke. – No sería una buena madre.

Clarke se la quedó mirando estupefacta, no se podía creer lo que acababa de decir.

- Claro que serías una buena madre, serías una madre estupenda.

- No Clarke. No lo sería. ¿Sabes cuantos maltratadores fueron maltratados en su infancia?

Eso a Clarke le sentó como una patada en el culo. No podía creer que Lexa volviera a salir con eso, otra vez no.

- ¡Lexa no vayas por ahí! – Le soltó indignada.

- Clarke...

- ¡No! Cállate porque ahora me vas a escuchar. Tú no eres tus padres, pensé que ya lo habíamos hablado, pensé que había quedado claro, pensé que te había quedado claro que tú no tenías nada que ver con ellos, que eras completamente diferente.

- Clarke yo...

- ¡Cállate, que no he terminado! – Lexa asintió con la cabeza, a veces Clarke daba miedo. Clarke relajó un poco el tono, no quería enfadarse. – Lexa... trabajas con niños, los ayudas, los cuidas, les buscas buenas familias... ¿De verdad piensas que les harías daño a tus propios hijos? ¿A nuestros hijos?

- Clarke yo... No sé qué decir, no lo había pensado, no... Déjame que me lo piense.

- Piénsatelo el tiempo que quieras. Si no quieres hijos lo aceptaré pero ni se te ocurra ponerme otra vez a tus padres de excusa porque te suelto un guantazo.

Lexa miró a Clarke y asintió con la cabeza. Sabía que Clarke nunca le pondría la mano encima, bueno no de esa manera, pero cuando se ponía así daba miedito, joder con la escorpio.

- ¿Me das un beso? – Le preguntó Lexa con ojillos de cachorrito a Clarke.

- No sé si te lo mereces. – Dijo Clarke acercándose a Lexa para fundirse en un tierno beso.

Los días fueron pasando y no habían vuelto a tocar el tema. Clarke le dijo a Lexa que le daría tiempo pero esperaba que la castaña no tardara toda una vida en decidirse. No le importaba si quería esperar un poco más, podría esperar por muchas ganas que tuviera, pero si le decía que no, no sabía cómo se lo iba a tomar.

Habían pasado dos semanas desde esa discusión cuando una noche Lexa llegó a casa acompañada. Clarke se quedó estupefacta, es que ni siquiera la había avisado, y por supuesto nunca había hecho una cosa así.

- Niños os presento a Clarke, mi mujer. – Dijo Lexa. – Clarke, estos son Aden y Mia, se quedaran unos días en casa.

Clarke se acercó a los niños, parecían asustados. Se agachó para estar a su altura.

- ¿Habéis cenado? – Les preguntó, a lo que ellos negaron. - ¿Os apetece una pizza? – Los niños asintieron. – Pues pizza entonces, decidid de que la queréis y la pedimos. Venid, os voy a enseñar donde vais a dormir.

Los niños siguieron a Clarke, que antes de llevarlos hasta la habitación de invitados, habitación que todavía había que preparar, fulminó con la mirada a Lexa.

Clarke estaba enfadada, muy enfadada, pero esos niños no tenían la culpa así que se controló, cenaron prácticamente sin hablar. Lo único que Clarke consiguió que le dijeran los niños era que tenían 7 y 5 años. Aden era el mayor, rubio de ojos azules. Mía, la pequeña, castaña clara con ojos color miel. Se parecían bastante. Se les veía magullados y delgados. No lo habían pasado nada bien, claro estaba.

Cuando terminaron de cenar Lexa los fue a acostar mientras Clarke recogía la cocina. Cuando Clarke terminó se sentó en el sofá. Cuando Lexa volvió al salón preguntó.

- ¿Duermen?

- Sí, ya duermen. – Confirmó Lexa.

Clarke volvió a fulminar a Lexa con la mirada.

- Clarke...

- ¿Cómo se te ocurre traerlos a casa? Mejor dicho ¿Cómo se te ocurre traerlos a casa y sin decirme nada?

- Clarke les han dado el alta en el hospital de forma inesperada, no me ha dado tiempo a encontrarles una familia de acogida y no quería llevarlos a un centro.

- Lexa – Gruñó Clarke por lo bajo, no quería despertar a los niños. – Por lo menos podrías haber tenido la decencia de llamarme para decírmelo. "Oye cariño voy a traer a dos niños a casa ¿Te importa?" ¿Tanto te costaba?

- No pensé que te importara.

Clarke soltó un suspiro frustrado.

- ¿Cómo no me iba a importar? ¡Has metido a dos niños en casa Lexa! Sin consultármelo, sin preguntar, somos una pareja, estas cosas las hemos de decidir juntas.

- Sí lo sé. Pero es que todo ha sido tan rápido que...

- ¿Qué qué? ¿No te ha dado ni tiempo de una llamada o un mensaje? ¡Joder Lexa es que los has traído a casa!

- Tú me trajiste a mí. No hay mucha diferencia. – Al ver como la cara de la rubia cambiaba del enfado a la decepción se dio cuenta de que la había cagado. – Clarke, lo...

Clarke al oír eso se levantó sulfurada del sofá.

- Buenas noches. – Y dicho esto se fue para la habitación.

Lexa se quedó descolocada en el sofá. Sí, la había cagado, tendría que haberla avisado, pero todo sucedió tan rápido. Los niños estaban asustados y no quería dejarlos en un centro, habían estado varios días ingresados recuperándose de la paliza que habían recibido de sus padres. Y pese a intentarlo no había encontrado ninguna familia que pudiera o quisiera acogerlos a los dos, y no pensaba separarlos. Pero sabía que el centro no era sitio para ellos, al menos no con todo tan reciente.

Clarke por su parte se puso el pijama y se metió en la cama, sabía que le costaría dormir. Estaba dolida, no porque Lexa trajera a esos niños a casa, sino porque no contara con ella para tomar una decisión así. Pero lo que más le había dolido fue que le echara en cara que la hubiera metido a ella en casa.

Después de lo que pareció un rato eterno, Lexa entró en la habitación, se puso el pijama y se acostó al lado de su esposa, que le daba la espalda. Clarke fingía que dormía, no quería hablar. Notó como Lexa se acercaba a ella y la rodeaba por la cintura. Le dejó un beso en el pelo y le susurró:

- Lo siento.

Clarke no dijo nada pero una lágrima escapó de su ojo y rodó por su mejilla.

A la mañana siguiente y sin haber podido dormir muy bien Clarke se levantó, sin despertar a Lexa, y se cambió. Cuando salió de la habitación se encontró con Aden y Mia jugando con los perros y sonrió.

- ¿Queréis desayunar? - Ambos asintieron. – Bueno no sé lo que os gusta para desayunar, pero si no luego podemos ir a comprar algo ¿vale?

Les preparó leche con cacao y sacó unas madalenas y galletas y los niños parecieron encantados con el desayuno.

- ¿Tu no desayunas? – Le preguntó Mia tímidamente.

- No. Hoy he quedado con dos amigas para desayunar, así que lo haré con ellas.

- ¿Y nosotros? – Volvió a preguntar Mia.

- Vosotros os quedareis con Lexa y podéis ir a pasear a los perros.

- ¿A la playa?

- Sí, a ellos les gusta. Pero volveré para comer ¿vale?

La niña asintió y Clarke le revolvió el pelo logrando una bonita sonrisa.

En ese momento Lexa salía de la habitación, tampoco parecía haber descansado mucho. Clarke la miró y le dijo.

- Ya que te has levantado me voy.

- ¿Te vas? – Preguntó Lexa descolocada, pues si que estaba enfadada.

- Si. He quedado para desayunar con Raven y Octavia.

- Cierto, lo siento, me olvidé.

Clarke se dirigió a la puerta y antes de salir añadió:

- Volveré antes de comer. – Y dicho esto se fue.

Al llegar al bar donde habían quedado se encontró con que sus amigas ya estaban allí. Nada más ver entrar a Clarke por la puerta Raven exclamó:

- ¡Vaya cara! ¿Problemas en el paraíso?

Raven recibió una mirada fulminante tanto por parte de Clarke como por parte de Octavia.

- ¿Qué pasa? – Preguntó Octavia.

Clarke soltó un suspiro. En ese momento llegó el camarero para preguntarles que querían tomar, una vez se hubo ido continuaron con su conversación.

- ¿Y bien? – Volvió a insistir Octavia.

- Lexa trajo ayer a dos niños a casa.

Raven y Octavia la miraron sorprendidas.

- Bueno... tampoco creo que sea tan malo ¿no? – Dijo Raven.

- Ni siquiera me avisó. Se presentó con ellos en casa, sin avisar, sin preguntar, sin decirme nada, y encima llegando más tarde de lo previsto.

- Vale, no lo hizo de la mejor forma posible, pero... ¿tan malo es? – Preguntó Raven.

Clarke intentó ordenar sus pensamientos. No sabía muy bien cómo explicarlo todo. Después de unos instantes empezó a explicarse:

- Hace dos semanas le dije que quería ser madre. Le pregunté si ella quería, si le apetecía. Simplemente me contestó que no, que no sería una buena madre. Claro que como siempre puso de excusa a sus padres y me cabreé. Le dije que se dejara de tonterías que ella sería una gran madre, que no era para nada como sus padres y que se lo pensara. Me dijo que lo haría. Pero en dos semanas no ha vuelto a sacar el tema. – Sus amigas la miraban bastante desconcertadas. – ¿Y ahora mete a dos niños en casa? No quiere ser madre ¿Y trae a dos niños a casa? ¡Es que no entiendo nada! – Terminó su explicación Clarke bastante exaltada.

- Entonces... ¿El problema es que no te avisó, los niños o que no quiere ser madre? – Preguntó Raven.

- Todo, el problema es todo. – Dijo Clarke exasperada, es que no la entendían cuando hablaba. – Primero me dice que no quiere ser madre y de repente mete a dos niños en casa sin preguntarme nada.

- ¿Cómo son los niños? – Preguntó Octavia.

- Pues... - Clarke se había quedado un poco desconcertada con el cambio de rumbo de la conversación. – Parecen buenos niños, pero se nota que están asustados.

- Ya te has encariñado con ellos. – Afirmó Octavia.

Clarke frunció el entrecejo sin saber muy bien por donde iban los tiros.

- Creo que no ha habido tiempo para eso. – Dijo Clarke.

- Pero tienes miedo de encariñarte con ellos y que después Lexa se los lleve. – Apuntó Raven.

- Sabes que si se quedan unos pocos días te encariñarás con ellos y no querrás dejarlos marchar. – Añadió Octavia. – Todo lo que entra en tu casa se queda...

- ¿Cómo? – Preguntó Clarke incrédula.

- Los perros se quedaron, Lexa se quedó, y... seguro que querrás que los niños se queden. – Dijo Octavia como si nada.

- Puede...

- Tienes que hablar con Lexa. – Dijo Raven.

- Lo sé. Pero es que estaba muy cabreada y no quería decir nada de lo que después me pudiera arrepentir.

- Pues ve ahora y habla con ella. No lo dejes pasar. – Dijo Octavia.

- Lo haré.

Estuvieron un rato más hablando y después se despidieron. Clarke fue para casa y se la encontró vacía. Así que se dirigió a la playa ya que supuso que estarían todos allí. Y no se equivocaba. Los niños estaban jugando en la orilla con los perros y Lexa estaba sentada un poco apartada. Se acercó a ella despacio y se sentó a su lado.

- Hola. – Dijo Clarke.

- Hola. – Dijo Lexa girándose para mirar a Clarke. – Pensé que vendrías más tarde.

- Quería hablar contigo.

Lexa asintió y dijo:

- Clarke... yo... lo siento. Lo hice mal, fatal, lo sé. Tendría que haberte avisado.

- No solo es eso Lexa.

- Si. Lo sé. Ayer lo dejaste claro. Era una decisión de las dos y yo no te pregunté.

- Sigue habiendo más que eso Lexa.

- Ah, ¿Qué más?

- Lexa... - Suspiró Clarke. – Hace dos semanas te dije que quería ser madre y todavía sigo esperando tu respuesta. Y ahora tú vas y metes a dos niños en casa, Lexa. Sin decirme nada, sin consultármelo.

- Lo siento. – Volvió a decir Lexa. – No había pensado en eso. Lo siento de verdad Clarke. Solo pensé que en casa estarían seguros unos días hasta que les encontrara una familia. Pero tranquila, el lunes los llevaré a un centro.

- No es eso Lexa. Pueden quedarse en casa hasta que les encuentres esa familia.

- ¿En serio?

- Si, en serio. Parecen buenos niños y seguro que han pasado por cosas horribles.

- Gracias Clarke. De verdad. Te prometo que solo serán unos pocos días.

Se quedaron calladas mirando como los niños y los perros jugaban. Después de unos minutos en silencio Lexa cogió la mano de Clarke, que se giró para mirar a la castaña.

- No es que no quiera ser madre. Es que creo que no estoy preparada. No todavía.

- Vale. – Simplemente dijo Clarke.

- ¿Sigues enfadada?

Clarke se tomó unos instantes para contestar. Se acercó más a Lexa y le pasó una mano por la espalda para acercarla a ella y abrazarla.

- No. – Le contestó. Y para confirmárselo acercó sus labios a los de la castaña para fundirse en un tierno beso.

Unos días después Lexa tenía un compromiso, una cena con los del trabajo y llegaría tarde a casa. Clarke había pasado toda la tarde con los niños, en ese momento ella estaba en su estudio pintando y los niños estaban viendo los dibujos en la tele. Eran buenos chicos, poco habladores pero se les veía muy unidos, la verdad es que daban poco trabajo. Los niños ya llevaban más de dos semanas en casa y parecía que esa familia que necesitaban no aparecía. De repente Clarke oyó que algo se rompía en la cocina y fue a ver. Se encontró un vaso roto, a Mia con una pequeña herida en la palma de la mano, llorando y temblando y a Aden que nada más verla aparecer empezó a decirle que había sido él.

- Aden, no me mientas, ha sido tu hermana, no ves que tiene una herida. – Dijo Clarke calmada, para después añadir. – Mia ven aquí cariño, déjame ver eso.

Aden se interpuso entre Clarke y su hermana.

- No la pegues a ella, pégame a mí. – Dijo Aden asustado y nervioso – Por favor, no le hagas daño, házmelo a mí, ella es pequeña.

A Clarke se desencajó la cara al oír esas palabras. Pobres niños, no lo tenían que haber pasado nada bien, pero el coraje de Aden era admirable, estaba claro que adoraba a su hermana y no le importaba ser él el que pagara las consecuencias. Le recordaba a ella, o mejor dicho, a Eliza protegiendo a Alycia.

Clarke se acerco a Aden y le dio un abrazo, el niño se quedó todo rígido sin saber cómo reaccionar y Clarke acariciándole el pelo le dijo – Aquí nadie os va a hacer daño ¿Vale? Ni a ti ni a tu hermana, aquí estáis a salvo ¿Sí?

- ¿No le vas a hacer nada?

- No cielo, solo quiero curarle la herida, ¿Vale?

Aden asintió y Clarke le dio una tierna caricia en la mejilla. Se acercó a Mia y le cogió la manita suavemente. – Vamos a curar esa herida pequeña ¿sí?

Clarke cogió en brazos a la niña dándole un tierno abrazo que esta tardó un poco en corresponder, pero al final se abrazó a Clarke. – Aden cielo, vigila que los perros no entren en la cocina no vayan a pisar algún cristal y hacerse daño, yo ahora lo recojo. – Aden asintió con la cabeza y se dispuso a vigilar a los dos perros.

Una vez curada la manito y recogidos los cristales, Clarke se dispuso a hacer la cena pero como no tenía muchas ganas y hoy había terminado siendo un día intenso y al día siguiente era sábado les preguntó a los niños:

- ¿Qué tal si pedimos una pizza y nos la comemos mientras vemos una película?

- ¡Sí! – Gritaron ambos a la vez.

Así que dicho y hecho, pizza de jamón y queso, que era la preferida de los niños y Frozen, que por supuesto escogió Mia, y Aden no pudo decirle que no a su hermana.

Cuando terminó la película Clarke acostó a los niños. Aden se durmió enseguida pero Mia no. Clarke estaba viendo la tele mientras esperaba que Lexa llegara de la cena cuando Mia apareció en el salón.

- Ey peque, ¿no puedes dormir? – Mia asintió con la cabeza – Ven aquí – Dijo Clarke señalando sus piernas.

Mia se acercó y se sentó encima de Clarke que la acurrucó contra ella en un reconfortante abrazo.

- ¿Qué pasa peque? ¿Por qué no duermes?

- Clarke, ¿cuándo nos vayamos de aquí, iremos a una familia como tú y Lexa? A mí me gusta estar aquí. Sois buenas.

Clarke se quedó sin saber que decir y le dio un tierno beso en la cabecita a Mia.

- Claro que iréis a una familia estupenda, Lexa se encargará de eso ¿Sí?

- Vale. – Dijo la niña más tranquila.

- Duerme pequeña ¿Sí?

- ¿Clarke?

- ¿Qué pasa peque?

- A mi me gustaría quedarme aquí. – Y dicho esto se apretó contra la rubia, que la abrazó con fuerza, mientras le acariciaba la cabecita.

Al final la pequeña se durmió en los brazos de Clarke que la llevó a su cama y la arropó. Después les dio un beso de buenas noches en la cabecita a cada uno y salió de la habitación. Justo en ese momento Lexa entraba por la puerta.

- Hola amor ¿Qué tal ha ido la cena? – Dijo Clarke sentándose en el sofá, seguida de Lexa.

- Bien, aburrida, suelen ser así ¿no? Las cenas de empresa quiero decir. – Dijo Lexa sonriente. – Ya tenía ganas de llegar a casa. ¿Qué tal por aquí? ¿Ya duermen los niños?

- Si, Mia se acaba de dormir pero Aden ya lleva rato. Ha sido una tarde intensa.

- ¿Y eso?

- Mia ha roto un vaso y Aden ha dicho que había sido él, aunque en realidad había sido su hermana porque tenía un pequeño corte. – Lexa la miró con alarma - Que ya he curado, tranquila. – Dijo la rubia, pensando que Lexa a veces era algo exagerada - Lo peor es que dijo que había sido él para que le pegara a él y no a su hermana.

- ¿Cómo? – Dijo Lexa sorprendida – Bueno, no sé muy bien de que me sorprendo, seguro que es lo que les pasaba en casa aunque no lo cuenten.

- Aden es muy protector con ella. – Dijo Clarke recordando como se había puesto delante de su hermana para protegerla. - ¿Lexa?

- ¿Si?

- ¿Ya les has encontrado una familia?

- No Clarke, cada vez es más difícil encontrar familias, con la crisis hay muchas menos solicitudes, y además la gente solo quiere niños pequeños, de menos de 3 años. – Decía Lexa frustrada - Y si encima son hermanos la cosa todavía se complica más. Sé que te dije que serían unos días y lo siento pero es que...

- Lex – La cortó Clarke. Ahí iba la bomba ¿Cómo se lo tomaría Lexa? – ¿Y si... nosotras somos esa familia?

- ¿Lo estás diciendo en serio? – Preguntó Lexa.

- Totalmente. Siempre y cuando los niños se quieran quedar aquí.

- Clarke... pensé que ya lo habíamos hablado.

- Sí, Lexa. Ya lo hemos hablado, pero estos niños llevan dos semanas en casa. ¿Sabes lo que me ha dicho Mia hoy? Que se quiere quedar aquí, que somos buenas. Lexa, cuanto más tardes en llevártelos peor lo pasaran ellos. – Dijo Clarke levantándose del sofá. – Y yo... - Añadió dirigiéndose hacia la habitación.

Lexa se quedó pensativa en el sofá. Mientras Clarke se puso el pijama, apagó la luz y se metió en la cama con lágrimas en los ojos. Sí, se había encariñado con esos niños, como bien habían dicho Octavia y Raven, y ahora no quería que se fueran, quería darles esa familia que se merecían, y ella quería ser esa familia.

Al cabo de un rato sintió como Lexa entraba en la habitación, y a tientas, se cambiaba para meterse en la cama.

- Clarke... - Susurró Lexa.

- Ahora no Lexa. - Dijo Clarke con la voz rota.

Eso le dolió a Lexa. Pero no sabía cómo decírselo. Como explicárselo sin que se enfadara, sin que se lo tomara mal.

- Clarke tengo miedo. – Dijo Lexa en un susurro.

Clarke se movió para encender la luz y poder ver a Lexa.

- ¿De qué? – Preguntó a la vez que se giraba y abrazaba a Lexa por la cintura.

- De no ser suficiente.

- ¿Cómo? – Preguntó Clarke incrédula.

- Yo... Yo no sé lo que es una familia... Yo...

- Lexa, no vuelvas a ir por ahí.

- Espera, déjame terminar por favor.

- Está bien.

- Clarke... Yo nunca he tenido una familia, bueno si que la tuve, pero como si no la hubiera tenido. No sé... lo que es una familia, no he vivido lo que viven los niños con sus padres, sus abuelos u otros familiares. ¿Cómo voy a ser una buena madre si ni siquiera sé lo que es eso?

- Lex, claro que sabrás ser una buena madre. ¿Sabes por qué? Por qué por encima de todo sabes lo que una madre no debe hacer, porque nunca le harías a tus hijos lo que te hicieron a ti. Y también sabes lo que te hubiera gustado tener y estoy segura de que le darías eso y mucho más a tus hijos. Además somos dos ¿sabes? ¿De verdad piensas que seríamos tan malas madres? ¿Qué no sabríamos cuidar de nuestros hijos? Nos tenemos la una a la otra y ellos nos tendrán a las dos. No coincidiéremos en todo a la hora de educarlos, pero estoy segura de que, como siempre, llegaremos a un acuerdo, y sabremos hacerlo. De verdad Lexa, serías una madre increíble. No voy a presionarte, pero de verdad, si no se van a quedar prefiero que te los lleves ya, no quiero en...

Clarke no pudo acabar la frase porque Lexa había fundido sus labios con los de Clarke a la vez que la apretaba más contra ella. Al principio Clarke se quedó un poco descolocada porque no se esperaba ese beso, pero enseguida se lo correspondió. Un beso tierno y dulce que terminó cuando la castaña se separó.

- Yo tampoco quiero que se vayan Clarke. – Dijo Lexa con lágrimas en los ojos. – Pero no sé cómo hacerlo, de verdad que no.

- Lexa, nadie nace enseñado. Nadie nace sabiendo ser madre, es algo que se aprende con el tiempo. Seguro que cometeremos fallos, como todas las madres del mundo, pero es como ha de ser.

- Te amo Clarke – Le dijo Lexa abrazando a su mujer con fuerza.

- Y yo a ti – Dijo Clarke correspondiendo el abrazo de Lexa. – Vamos a dormir. – Terminó diciendo Clarke para extender un brazo y apagar la luz. Después le dejó un tierno beso en el pelo a Lexa.

No hablaron más y Clarke quedó dormida primero. A Lexa le costó más, su cabeza no dejaba de darle vueltas.

Al día siguiente cuando se despertaron los niños todavía dormían, se levantaron y prepararon el desayuno y Lexa aprovechó para sacar el tema al que le había dado vueltas toda la noche.

- Clarke...

- ¿Sí?

- ¿Juntas? – Dice Lexa abrazando a Clarke y juntando sus frentes.

Clarke levanta una ceja incrédula.

- ¿Aquí y ahora? ¿Tú quieres que a parte de los perros nos pillen los niños?

- Juntas. Tú y yo. Lo hemos superado todo ¿no?

- Si, todo.

- Adoptémoslos.

- ¿Estás... estás segura?

- ¿Contigo? Siempre.

Clarke sonrió y juntó sus labios con los de Lexa en un beso lleno de amor, un beso donde le prometía que, como todo, lo superarían juntas.

- Sigo queriendo quedarme embarazada. – Le dijo Clarke para picarla.

- Lo sé. – Y esa simple afirmación por parte de Lexa dejó a la rubia descolocada. - ¿Qué? Seguro que un rubio de ojos azules correteando por casa es una hermosura. Pero tendremos que esperar a terminar el proceso de adopción, o no nos los darán.

- ¿Crees que podrás evitar no embarazarme?

Lexa soltó una carcajada.

- Lo intentaré Clarke. Por cierto, si vamos a adoptarlos tendré que ceder el caso a otro compañero, yo no puedo llevar nuestra adopción.

- ¿Y eso... sería un problema?

- No, no lo creo. Todos en el departamento estarán encantados de ayudarnos.

- Entonces...

- ¿Y si no sale bien?

- Saldrá bien, estoy segura. Además, por lo has ido diciendo no era fácil encontrarles una familia ¿no? Pues eso hace que todavía lo tengamos más fácil.

- No sé, Clarke... No es un proceso fácil.

- Cuando te conocí te dije que mi intuición no solía fallarme ¿no? – Lexa asintió – Pues estoy segura de que estos niños están predestinados a quedarse con nosotras, si no fuera así no los habrías traído a casa, hubiera aparecido alguna familia que se hiciera cargo de ellos.

- Me encanta cuando dices esas cosas.

- Es la verdad.

- Y te creo – Le dijo Lexa para acto seguido darle un tierno beso en los labios que iba a ir a más pero fue interrumpido por una vocecita.

- Buenos días Clarke, buenos días Lexa, ¿Ya has vuelto a casa? – Dijo Aden.

- Si cielo, llegué a noche pero estabas dormido.

Detrás de Aden venía Mia que sin decir nada se abrazo a las piernas de Clarke, ésta la cogió en brazos y la sentó en la silla para después darle un beso en la cabecita. Lexa observó la escena con una tierna mirada.

- Venga chicos a desayunar que después hay que sacar a los perritos a pasear. – Dijo Clarke.

- ¿Iremos a la playa? – Preguntó Mia contenta. Ambas se habían dado cuenta de que a la pequeña le encantaba ir a la playa.

- ¿Quieres ir? – Preguntó Clarke pese a ya saber la respuesta, pero le encantaba el entusiasmo de la pequeña.

- ¡Sí!

- Pues iremos a la playa.

- ¡Bien!

Así que después de desayunar bajaron los 6 a la playa, y mientras los niños y los perros jugaban, Clarke y Lexa se los miraban embobadas. Al cabo del rato los niños se cansaron y se acercaron a donde estaban las dos. Y Clarke aprovechó el momento.

- Niños tenemos que preguntaros algo.

- ¿Qué? – Preguntó Aden.

- Lexa y yo hemos estado hablando y nos gustaría saber si os gustaría quedaros a vivir con nosotras.

- ¿Para siempre? – Preguntó Mia con la mirada iluminada.

- Si, para siempre. – Dijo Lexa. – Queremos adoptaros.

- ¿Y eso que quiere decir? – Preguntó Aden.

Lexa iba a contestar pero Mia no la dejó. – Que serán nuestras mamás. – Dijo tirándose al cuello de Clarke y haciendo reír a las dos chicas. Después la soltó y se abrazó a Lexa que le revolvió el pelo.

- ¿Eso es un sí? – Preguntó Clarke divertida.

- ¡Sí! – Gritó Mia.

- ¿Y tú qué dices Aden? – Preguntó Lexa mirando al niño.

El niño no contestó, se las quedó mirando para después mirar a su hermana.

- Solo lo haremos si queréis – Le dijo Clarke. – Queremos que estéis a salvo y seáis felices, y creemos que aquí podéis serlo, pero la decisión es vuestra.

- ¿No nos pegareis? – Preguntó el niño entre asustado e ilusionado.

- No. Nunca. Jamás. – Dijo Clarke con firmeza, para dejar clara la respuesta.

Aden asintió y se abrazó a la rubia que lo achuchó entre sus brazos haciéndolo reír. Después el niño se acercó a Lexa que también lo abrazó y le dio un beso en la mejilla.

Todo saldría bien, Clarke estaba convencida, y Lexa confiaba en la intuición de Clarke, así que esperaba que todo el proceso fuera bien. Por el momento se quedarían en acogida en casa, y si todo salía como tenía que salir podrían adoptarlos. 

Nota: este capítulo me ha salido más largo de lo esperado, pensaba partirlo en dos partes pero como no sabía muy bien donde partirlo al final he decidido colgarlo entero. Eso si, aviso que hasta el viernes como pronto no creo que me de tiempo a subir el siguiente, si puedo antes lo haré, pero no prometo nada. 

En principio queda 1 capítulo más y el epílogo, pero como no tengo nada escrito no lo puedo confirmar, pero esa es la idea. 

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