Los sueños secretos de Sophie

By Hitto_

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Sophie siempre busca ser la mejor en todo. Sin embargo detrás de esa fachada esconde muchos secretos y sueños... More

1. Sophie Cohen
2. Ian Key
3. El pastel de cumpleaños
4. La esperada fiesta
5. Cómo deshacerse de Ian Key
6. Una cita casi perfecta
7. Paranoia y vida Zen
8. Al diablo con el zen
9. Un largo día
10. El intruso
11. Amor licano
12. La excursión
13. Olvidados perdidos y en problemas.
14. ¡Vamos a morir!
15. Nueva oportunidad
16. Persecuciones
17. Sangrienta venganza
18. Empieza el juego
19 ¡Yo quiero una invitación!
20. Todo por un vestido
22. Él no me gusta ¿o sí?
23. De nuevo a escapar
24. ¡Yo no la choqué!
25. La casa de los decapitados
26. Hora de revelar sentimientos
27. Te diré mil veces que te amo
Regalos y multimedia (cap. especial)
28. Una promesa
29. Algo de descontrol
30. ¿ Y a Sophie quién la cuida?
La oscuridad nos persigue
32. pTres mil litros de puddin de chocolate
33. Educación sexual
34. Quiero ser mejor
35. Tarde de chicos
36. La rebelión de Claudia
37. Nuevo semestre, nuevos problemas
38. Té con los Roach
39. El muro cae
40. Cambiar de sueños
41. Un voto de confianza
42. Bienvenida a Saint Abel
43. Desenmascarando a la princesa
44. La casamentera
Cantar o perder
46. Sombras del pasado
47. La decisión más difícil
48. El costo de los secretos
49. Igual a las novelas
51. Verdades que duelen
51. Buscando vías de escape
52. Un final y el inicio de algo nuevo
Epílogo

21. La busqueda del tesoro

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By Hitto_

Por más que las mujeres se tomaran su tiempo en el baño, permanecer ahí por veinte minutos era absurdo. Impotente por no poder entrar, Ian le preguntó a un par de chicas si habían visto a Sophie adentro, tras una negativa, se molestó tremendamente; Sophie no podía haberse ido, pero sí escabullido por algún motivo desconocido.

Ver a Vincent hablando tranquilo con un grupo le hizo pensar que él no tenía nada que ver con la desaparición de la muchacha, entonces: ¿Dónde rayos se había metido?

Ya la imaginaba perdida en el enorme hotel, atascada en el ascensor o encerrada en algún área restringida a la cual podía haber entrado por satisfacer su curiosidad; hasta la posibilidad de que se hubiese distraído persiguiendo una polilla no le parecía tan descabellada.

Le mando varios mensajes que ni siquiera vio así que optó por llamarla. Saliendo del salón para aislarse del ruido, fue interceptado por Vincent. No ocultó su exagerada muestra de disgusto, ya se sentía hastiado de él, de su fiesta y la gente que lo rodeaba. Ya había tomado la decisión de encontrar a Sophie e irse de ahí, importaba muy poco lo que su tutor llegase a decirle.

— ¿Ya te vas? —preguntó Vincent, denotando en su pose altiva que ocultaba algo.

—De hecho sí. —Trató de esquivarlo, en cuanto se alejó un par de pasos, él le habló a sus espaldas.

—El juego principal de la noche recién comienza ¿No te quedarás para la cacería?—preguntó socarronamente.

—No me interesa tu estúpido juego.

— ¿Aunque la presa tenga bonitos ojos azules?

El cuerpo de Ian se tensó al escucharlo y un delgado hilo de sudor frío se deslizó por su frente. En seguida reaccionó tomándolo del cuello de la camisa.

— ¡Dónde está! —gritó tan fuerte que atrajo la atención de varios, la de Alan entre ellos.

—Si quieres encontrarla tienes que seguir las pistas como todos. —Sus finos labios se curvaron llenos de satisfacción cuando Ian se vio obligado a soltarlo porque un par de sus amigos lo detuvieron.

— ¡O puedo sacarte la información a golpes! —Intentando abalanzarse contra él, de nuevo fue detenido. Vincent se dirigió al centro del salón y llamó la atención de los presentes.

—En algún lugar del hotel hay un tesoro escondido, encontrarán diferentes pistas que los guiarán hacia él, quien lo encuentre primero tiene derecho de quedárselo. — De forma breve dio su explicación, aparentemente los invitados ya sabían qué clase de búsqueda era. Varios chicos comenzaron a buscar las primeras pistas. Cosa que a sus parejas pareció no importarles mucho, o hacerse las desentendidas.

Ian pensó qué hacer, no podía seguir las pistas como todos, debía encontrarla antes de que alguien más lo hiciera, ya se encargaría de arreglar cuentas con Vincent en cuanto supiese que Sophie se encontraba a salvo.

Volvió a su idea inicial de llamarla, el teléfono sonó un par de veces y distinguió la música cerca de él.

—Eso es trampa. —Evan pasó por su lado y depositó el teléfono de Sophie en sus manos.

Con toda su fuerza de voluntad se contuvo de golpearlo, no tenía tiempo. Un par de chicos ya alardeaban de haber encontrado la primera pista.

— ¿Dónde está Sophie?—Medio desconcertado y notando la tensión existente entre Ian y el grupo de Vincent, Alan se aproximó a interrogarlo.

— ¡Ya quisiera saber dónde está! El idiota de Vincent la escondió, ella es el tesoro —respondió irritado y enseguida se dirigió a Camila, la acompañante de Alan—. ¿Dónde la tiene?

—Yo no me meto con lo que hace mi hermano, es su tonto juego, no el mío —bufó contemplándolo arrogante, feliz por verlo tan molesto—.Ven Alan, dejémoslos con su primitivo juego. —Jaló al chico del brazo, pero este no se movió, le hizo un brusco movimiento para que lo soltara.

— ¡El idiota de tu hermano se llevó a mi prima! Debo encontrarla— espetó enfadado.

Camila resopló y se retiró, intentando no demostrar lo molesta que se encontraba.

Sin perder tiempo, Ian salió corriendo a la recepción y Alan lo siguió.

—Qué haces, debemos encontrarla antes que el resto —le reprochó intentando regresarlo al salón para averiguar cuál era la primera pista.

—Eso es lo que hago, no seguiré el estúpido juego de Vincent. Hay que encontrarla antes.

—Ya lo sé, pero cómo lo haremos, la única forma es encontrar sus dichosas pistas o agarrarlo a golpes hasta que hable.

—Vincent no es estúpido, está rodeado de sus guardaespaldas. Si la tiene en el hotel lo más seguro es que se encuentre en una habitación, debemos averiguar en cuál. —Mientras explicaba miró hacia la recepcionista. Todo el personal del hotel se encontraba atareado con la fiesta, solo ella permanecía en su lugar—. Hay que distraerla y buscar las reservaciones.

Mientras pensaba, Alan se dirigió a ella, a diferencia de Ian no poseía tanta paciencia.

—Necesito saber qué habitaciones están reservadas para Vincent Daza —le avisó a la mujer aproximándose a la computadora.

— ¡No puedo hacer eso, las reservas son confidenciales! —Muy malhumorada respondió, Alan no le prestó atención y se aproximó sin reparos a la pantalla.

La recepcionista intentó detenerlo, Ian se acercó a ella y la hizo a un lado con todo y silla giratoria.

— ¡Voy a llamar a seguridad! —los amenazó dispuesta a levantarse.

Ian dejó que Alan revisara en los archivos, él se encargó de sostenerla por los hombros y taparle la boca para que no hablara.

— ¡Aquí está! —exclamó Alan—. Su familia separó quince habitaciones y dos están a nombre de Vincent, una en el primer piso y otra en el último.

—Sophie está en el primer piso —afirmó un tanto más relajado, sin dejar de agarrar a la mujer que se contorsionaba e intentaba gritar.

— ¿Cómo sabes? tal vez está en el último.

—Una habitación es en la cual Vincent pasará la noche, la otra debió usarla para su juego. Lógicamente él duerme en la habitación más cara. —Encontrar a Sophie ya no era su preocupación principal, sino qué hacer con la recepcionista, quien no dudaría en gritar en cuanto él la soltase. Alan salió casi disparado al primer piso—. ¡Espera, qué hacemos con ella! —Lo detuvo de un grito, Alan se dio la vuelta sonriendo.

—Tú sigue agarrándola, yo iré por Sophie. —Victorioso, volvió a correr.

Ian lo maldijo internamente, de ningún modo iba a permitir que él fuera quien la rescatara. Maniobró con ambas manos para mantener a la mujer quieta y agarrar la cinta adhesiva de la mesa. Sujetó las manos de la mujer ignorando sus gritos y la expresión encolerizada que hacía ver su rostro como el de un perro chiwaweño con los ojos a punto de salirse de sus órbitas. La maniató en la silla y le tapó la boca con otro trozo de cinta.

—Lo siento, seguro la encuentran ponto —le avisó dándose cuenta de lo que acababa de hacer. La recepcionista aún se movía y lo miraba amenazante.

Ian se fue corriendo, no tardaría mucho antes de que alguien encontrara a la mujer y él se viese envuelto en un gran lío.

Alan golpeó la puerta con fuerza, al parecer nadie había llagado todavía. No parecía escucharse nada en el interior de la habitación, pero eso no significaba que ella no se encontrase ahí.

—Maldito oportunista. —Ian le dio alcance.

—Está cerrado, la llave debe encontrase con la última pista —explicó cruzándose de brazos y dejándose caer al suelo—. Tendremos que esperar a que alguien la halle y quitarle la llave.

—Tú espera si quieres —Ian corrió a la habitación contigua y tocó, para su suerte alguien se encontraba ahí.

— ¿Quién es? —Se escuchó una irritada voz al otro lado de la puerta.

—Servicio a la habitación —dijo rápido.

La puerta se abrió ligeramente y puso de inmediato el pie para que el hombre que le había abierto no la cerrara al darse cuenta que se trataba de un adolescente. Alan corrió y le ayudó a empujar la puerta tumbando al inquilino al suelo.

—Lo siento, necesito salir por su ventana —le dijo Alan entendiendo cuál era el plan de su amigo.

Ian no se disculpó siquiera, abrió la ventana pese a los gritos de una mujer que se encontraba desnuda en la cama, intentando cubrirse con la sábana.

Sin pensarlo recorrió la ventana y salió por ella, pegándose a la cornisa para ir a la habitación contigua. Por un momento miró abajo y se mentalizo que se encontraba en el primer piso, aún si caía el golpe no sería grave, tal vez se rompería un hueso, pero nada más.

Sacudió la cabeza sacándose los pensamientos absurdos, llegó a la ventana de al lado e intentó ver en el interior, todo estaba a oscuras.

— ¿Está ahí? —Escuchó junto a él y el susto casi le hace perder el equilibrio.

—No se ve nada —gruñó. Con ayuda de Alan logró abrirla lo suficiente para entrar. Ambos chicos saltaron dentro y escucharon un suave gemido.

Alan corrió hacia el frente, palpando las paredes hasta dar con el interruptor. Ian se acercó a lo que parecía la cama.

La luz se encendió y Sophie cerró los ojos por instinto, sintiendo sus pupilas lastimadas por la repentina luminosidad a la cual no estaba acostumbrada.

Ian le destapó la boca primero. Sophie se encontraba atada de pies y manos a la cama. Mientras él desataba sus manos Alan se encargó de los pies.

En cuanto se vio libre, Sophie se abalanzó al cuello de Ian, abrazándolo con fuerza, sin dejar de llorar. Él le devolvió el abrazo con una caricia consoladora en su cabello.

Alan no vio bien la escena. Se sintió dolido y extremadamente triste. El primer impulso de su prima había sido buscar consuelo en Ian, no en él, quien la conocía de toda la vida; ni siquiera se percató cuando él los dejó solos en la habitación y se fue dando un portazo.

A Ian le importó poco la molestia y melancolía de Alan. Sophie se encontraba tan perturbada como aquella vez que se habían perdido en el bosque.

— ¿Te hicieron algo? —le preguntó suave, jurando que mataría a los que le habían hecho eso en cuanto ella le diese un motivo extra. La sintió negar escondiendo el rostro en su pecho—. No eres de las que llora por todo, algo debieron hacerte.

—Sólo me ataron y me dejaron sola. —Sollozó dando indicios de tranquilizarse.

— ¿Segura? De todas formas voy a matarlos, se pasaron con esto.

Sophie cerró los brazos con más fuerza alrededor de él. Ian le pasó las manos por debajo de las rodillas y se la llevó en brazos.

Al salir de la habitación un confundido grupo de chicos protestó, ellos habían sido los primeros en encontrar la última pista y la llave de la habitación.

Antes de darse cuenta, Sophie sintió el frío de la noche y el aire fresco entrando a sus pulmones. Ian se sentó con ella en su regazo, en una banca que adornaba la pequeña plazuela frente a la entrada del hotel.

— ¿Mejor? —viendo que ella se secaba las lágrimas y lo soltaba de a poco, la acarició con el torso de su mano, palpando la suave y humedecida piel por las lágrimas—. ¿Ahora vas a decirme qué te hicieron? —Después que ella asintiera con la cabeza, volvió a preguntar; no se sentía confiado, pensaba que Sophie ocultaba algo.

—Vincent me llamó para hablar sobre ti, cuando intenté irme su amigo apareció, me agarraron y me ataron a la cama, dijeron que sería la presa de alguien y se fueron.

— Te veías muy perturbada como para que solo eso haya pasado.

—Solo fue eso, es que, es una fobia absurda que tengo, me da miedo estar sola y más en un lugar oscuro —bajó la vista y tras un breve silencio continuó —.Perdóname, de verdad.

— ¿Por qué? —Bajó la vista hacia ella y le levantó el rostro con cuidado.

—Por lo de la sangre, debiste sentirte tan mal como yo me sentí hace un rato.

—Ya lo superé. Mejor te llevo a casa, no debí traerte. —Se levantó junto con ella y la tomó un tanto dudoso de la mano. Ella no lo rechazó, aún soltaba los últimos sollozos y caminó a su lado—. Tenía el presentimiento de que deberíamos irnos antes, así que dejé mi moto parqueada aquí cerca.

Sophie pareció recuperarse en el corto trayecto que realizaron. Antes de salir de la plaza del hotel, vieron a Esteban junto a un grupo de chicos y chicas bebiendo unas botellas de cerveza.

Solo porque se encontraba con la muchacha, Ian intentó pasar desapercibido.

— ¿Ya la encontraste? Pensé que el juego duraría más —Evan se separó del grupo y con sus palabras alertó al resto. Vincent llegó a unirse al grupo.

—Hiciste trampa Ian, tendrás que devolver el premio —dijo, y sin previo aviso Ian brincó hacia él.

Esa vez sus amigos no fueron rápidos, antes de sujetarlo, Vincent recibió un golpe. Esteban junto a otro chico agarraron a Ian de ambos brazos y lo sostuvieron para que Vincent lo golpeara. Ian recibió un gancho en el estómago, con toda su fuerza intentó zafar y antes de recibir un segundo golpe. Vincent cayó al suelo.

Los otros chicos miraron hacia su izquierda bastante desorientados. Sophie había sido quien lanzó el golpe.

— ¡Eres un cobarde, y te juro que yo seré quien te mate! ¡Nadie me usa de premio ni juega conmigo! —Tan anonadados como se encontraban los chicos; la muchacha se encontraba furiosa.

Vincent se levantó para agarrarla y sorpresivamente Evan lo detuvo.

—Es una chica, no te rebajes a pelear con ella. —Se interpuso entre ambos. Arreglémoslo de otra forma.

Vincent le hizo una seña con la cabeza para que continuara, mientras se alejaba un par de pasos de la chica, Esteban y los otros soltaron a Ian.

—Vi la nueva moto que tienes, está linda. —Sonrió dirigiéndose a Ian —. ¿Qué tal una carrera para recordar los viejos tiempos?

Ian escupió a tiempo que se incorporaba.

— No gracias, no pienso caer en otro de sus juegos —sentenció tomando ligeramente a Sophie de la mano para que lo siguiera. La chica se mantuvo firme, esperando escuchar el resto.

—Ya sabía, tienes miedo de perder.

Estando por irse junto al resto, Sophie habló.

— ¡Ian no tiene miedo! ¡Te ganaría en lo que sea, a ti y a todos!

El chico cerró los ojos, desesperado, intentó llevársela. Lo último que necesitaba era otra confrontación.

—Hagámoslo interesante, ¿Quieres apostar? —Vincent intervino y tanto Ian como Evan cruzaron miradas.

—Claro. —Se cruzó de brazos con la confianza saliéndole por los poros—. Si Ian gana, realizarás otra fiesta, invitarás a todo tu colegio y al mío también. Le pedirás disculpas a la chica que humillaste hoy y aceptarás que eres un imbécil arrogante.

— ¿Y si Evan gana qué? —Rió ante la sugerencia de la chica —. Serás mi novia —dijo en cuanto se le ocurrió su premio—. Por tres meses serás mía, con todo lo que implica.

Ian abrió los ojos con espanto al ver que Sophie le extendía la mano, aceptando el trato.

—Esto era entre nosotros, ¿En qué momento esos se volvieron nuestros patrocinadores? —reclamó Evan, enojado porque Vincent se metiera siempre en sus asuntos.

—El sábado siguiente en la avenida donde está mi colegio. Nos vemos a las diez. —El grupo de chicos se retiró después de cerrar el trato.

— ¿Por qué siempre me metes en problemas?— Ian le reprochó a Sophie mientras se quitaba su chaqueta y la cubría —.Hace frío, póntela —le ordenó enojado, sentándose en su moto.

Sophie obedeció en silencio, preguntándose el motivo por el cual Ian se encontraba tan enojado. Ella había evitado que lo siguieran golpeando y arreglado la situación de una forma menos violenta. ¿Por qué se enfadaba?

— ¿Por qué estás enojado? —le preguntó cuando llegaron a su casa.

— ¡¿Por qué?! Primero te metes en mi pelea, y luego haces el arreglo más estúpido que se te pudo ocurrir. Ellos harán lo que sea por ganar. ¿Qué tal si pierdo? Vincent no será complaciente contigo, ¡y ni sueñes que se conformará con agarrarte de la mano y llevarte a una cita! ¡Va a querer acostarse contigo, y si no lo dejas va a obligarte! —la regañó encolerizado. Ella no cambiaba su expresión, entendía exactamente lo que podía pasar.

—No vas a perder, estoy segura. Tú nunca dejarías que nada malo me pasara —afirmó con un tono suave y dulce antes de darle un pequeño beso en la boca a manera de despedida.

Desapareció en el interior de su casa e Ian gruñó bajo. No sabía en qué momento Sophie había aprendido a manipularlo. Ya hasta le parecía que ella se metía en problemas a propósito para que el fuese a salvarla, y lo peor era que tenía razón. No importaba cómo, él nunca permitiría que algo malo le pasara.

Pisando tan fuerte que podía hacer retumbar la casa, Sophie subió las escaleras. Encendió la luz de su habitación y encontró una pancarta que atravesaba esta de un lado al otro con la frase: "Te lo advertí".

Soltó un grito y se quitó el vestido, más que nunca tenía el deseo incontenible por prenderle fuego. Aún antes de poseerlo, ese vestido le había causado problemas, seguramente estaba maldito con un hechizo de mala suerte.

— ¿Cómo te fue?—Su padre entró después de que ella terminó de ponerse el pijama.

— ¡No preguntes! —le gritó metiéndose en la cama y tapándose con las cobijas hasta la cabeza. Ese era su problema y no pensaba involúcralo, conociéndolo, él no se quedaría de brazos cruzados al enterarse de lo que le habían hecho.

— ¿Tan malo fue? —rió deseándole buenas noches y apagando la luz.

Sophie se levantó de la cama de inmediato y prendió la luz de nuevo. Abrió la puerta y se echó a dormir. Después de lo ocurrido pasaría un tiempo antes de que ella se animara a permanecer sola y a oscuras, aún sabiendo que la habitación de Tiago se encontraba al lado y la de sus padres al final del pasillo.

— ¡Si quieren conversar vayan afuera! —gritó la profesora de física a sus dos alumnos, quienes cínicamente escribían en el celular mandando mensajes a su compañero del pupitre contiguo. Les decomisó a ambos el aparato y les hizo una señal para que salieran de la clase.

—De nuevo hiciste que me echaran —le reclamó en el pasillo.

—Estaba aburrido de todas formas —minimizó la importancia del hecho—. ¿Estás listo para el sábado verdad? Tal vez debas entrenar.

—No necesito entrenar, además aún tenemos exámenes, necesitas estudiar. Yo me encargo de la carrera, tú quédate tranquila. —La miró de reojo haciendo la cuenta regresiva en su cabeza.

— ¡Tú eres quien necesita estudiar! Sacaré la mejor nota como siempre y te humillaré frente a todos cuando en el cuadro de honor tu nombre aparezca en segundo lugar.

Ian volteó y se puso frente a ella, poniéndole las manos a ambos lados de la cabeza y acorralándola contra la pared. Como esperaba, la confianza de Sophie se esfumó y se puso nerviosa al verlo tan cerca.

—Desde que llegué a este colegio que quedaste en segundo lugar. —Se acercó más a ella—. ¿Cuándo vas a admitirlo? yo soy mejor y el primero en todo; el primero en notas, el primero en deportes, el primero que te saca de problemas y el primero en besarte.

Sophie lo sentía casi rozándole los labios, cerró los ojos esperando recibir un beso, pero en lugar de un acercamiento, él se alejó.

—Si quieres un beso tendrás que aceptar que soy mejor —dijo arrogante, yéndose por el pasillo mientras el timbre sonaba.

— ¡No te ilusiones, prefiero un beso de mi perro! —le gritó sin saber qué decir ¿Por qué tenía que ser tan odioso en el colegio y dulce y protector fuera de éste?

— ¿Verdad que Sophie te salvó de una pelea? —le preguntó Tiago con tono de burla cuando se sentaron juntos en el comedor.

— ¿Quién te contó eso? —preguntó procurando no mirarlo a los ojos.

—Los rumores corren rápido. —Rió.

Claudia se sentó a su lado y lo observó con preocupación.

— ¿Te encuentras bien? Escuché que te golpearon.

Ian se levantó molesto. ¿Qué todos se habían enterado?

Mientras Tiago se reía fue a sentarse a una mesa vacía. Sophie ya había herido su orgullo demasiado como para que sus amigos metieran el dedo en la llaga.

Sophie entró al comedor, pasó la vista de una mesa a la otra, indecisa pensó dónde sentarse. Si iba con Ian todos pensarían que eran amigos, y eso también haría que el chico se hinchara de orgullo, tomando el hecho como un acto de sumisión por parte de ella.

Aunque aún no estaba preparada para afrontar a Claudia, se sentó junto a su hermano.

— ¿Y ahora por qué Ian se hace a un lado?—Ocultando su curiosidad abrió la bolsa con su almuerzo.

—Anda enojado porque una chica lo salvó en una pelea —respondió Tiago, el grupo de chicos que lo acompañaban parecían divertirse con el hecho también.

— ¿Y eso qué tiene? ¿Por qué cuando un chico salva a una chica todos lo alaban, pero cuando una chica salva a un chico se hacen la burla?

—Porque no es lo mismo —intervino Mauricio, uno de los mejores amigos de Tiago—. Es humillante que una chica te salve, Ian deberá esconderse debajo de una roca al menos un mes.

—Eso es tonto, Sophie tiene razón —tímidamente Claudia habló, esperando que Sophie la regañara por meterse en su discusión.

—No esperes que te entiendan Claudia, toda mi vida he estado rodeada de varones y aún no comprendo su diminuta mente, son incapaces de mirar más allá de sus prejuicios machistas. —Para sorpresa de todos le habló de forma tranquila.

—Sí, cierto, yo también solo tengo amigos varones y todavía no los entiendo. —Sonrió comenzando a comer también.

Sophie afirmó con la cabeza y de repente todo se le iluminó: ¿Cómo no lo había visto antes? ¿Cómo podía haber sido tan tonta?

Lanzó un gritito que asustó a todos, tomó a Claudia de la mano y apenas gesticuló las palabras por la emoción.

— ¡Claudia! ¿Es Claudia verdad? —Bajó su voz para confirmar que no se equivocaba nuevamente con el nombre. La chica asintió un poco asustada y Sophie volvió a su entusiasta tono—. Tú no tienes amigas, yo tampoco tengo amigas, solo a este grupo de incompetentes trogloditas. ¿Qué no lo ves? ¡Tú y yo estamos destinadas a ser mejores amigas! —Brincó entusiasmada dejando a los chicos con la boca abierta por su exuberante entusiasmo y un tanto aterrada a Claudia, quien no tenía idea de lo que ser la mejor amiga de Sophie implicaba.

Gracias por la espera!  ya saben, co.enten mucho si quieren más capos. Un besote

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