"Haciendo amigos"
Cuando el chico quedó profundo en la inconsciencia, Tougo no le importó empaparse y se metió también a la tina para acorralar a la presa lejos de la realidad, elevó su mentón lo suficiente como para dejar expuesto su cuello, olfateó su aroma natural mezclado con el perfume del jabón... ¡Delicioso!. Abrió la boca y dejo exhibir unos afilados e imponentes colmillos, agudizó su mirada para escudriñar cada centímetro de piel y no perderse nada. Sacó su lengua al exterior, lamiendo desde la clavícula hasta el lóbulo de la oreja. Tomó de su cintura con posesividad y con la otra mano libre, acarició todo el contorno de su espalda, disfrutando la suave y tersa dermis, sintiendo como el niño se estremecía ante tal estímulo y el desvanecimiento no impedía en que su cuerpo reaccionara.
No esperó ni un efímero segundo más y clavó sus colmillos en su cuello, el chico soltó casi un inaudible gemido, tal vez por consecuencia del dolor o por el peso del cuerpo del mayor que lo asfixiaba. Karlheinz lo notó y aún bebiendo del niño, se separó un poco pero sin romper la cercanía completamente, estaba cegado en su mundo en todo su esplendor, disfrutando vehemente la dulzura de aquel líquido rojo tan vital para él como para Zuo.
Después de un buen rato, se detuvo, no debía arriesgarse y dejarlo anemico.
-Exquisito pequeño Zuo-Susurró contra su mejilla, alejó un poco su rostro y con una mano acarició las facciones del chico con aquel semblante tan relajado, delineó la comisura de su labio inferior con las yemas de su dedo y sonrió.
-Apartir de ahora y en adelante, serás mío, solo para mí-Dijo de forma determinada. Salió del agua y se quitó la ropa que se apegaba en su piel, le era molesto. Escuchó uno leves golpes en la puerta.
-Señor, la cena está lista-Avisó el mayordomo.
-Bien, enseguida vamos. ¿Ya tienen preparada la habitación para el niño?
-Si señor.
-Bien, es todo, ahora márchate.
-Como usted diga.
Cubrió su cuerpo con una bata blanca y al niño con la toalla, una vez envuelto en aquella tela, lo cogió entre sus brazos de forma nupcial y salió del baño para dirigirse a la alcoba que de aquí en adelante sería la su "hijo". Abrió la puerta, sin duda era acogedor y cómodo, una enorme cama matrimonial cubierto por unas sábanas de color azul egipcio y cogines de distinto tamaño. Los muebles blancos y de algarrobo sin dejar la antigüedad aún lado. Las enormes ventanas sellando el paso de la luz dela luna plateada con aquellos doseles albino.
Recostó al chiquillo en su lecho y lo contempló un por un breve momento, su respiración era pausada, casi imperceptible. Ahora que se hallaba más pulcro y fragante, se veía aún más hermoso. Lo acarició desde su pecho bajando hasta su plano vientre, unos de sus dedos se clavó delicadamente en su pequeño ombligo, ¡un momento! ¿Que estaba haciendo?... Sacudió la cabeza por sus acciones tan estúpidas, él no era homosexual, tampoco pedófilo, pero ese chico en realidad tenía su encanto y era violable, si fuera una chica algunos desgraciados no dudarían en hacerle sus porquerías, pero él era el menos indicado para juzgar a los humanos, ¡santa cielos! Estábamos hablando de Karlheinz o Tougo Sakamaki, el mismo Rey de los vampiros, era peor que los humanos sociopatas juntos.
Tenía muy en claro que aquí en adelante, debía mostrar ciertas debilidades o "cariño" para tener el pequeño en sus pies, no debía espantarlo y tratarlo mal si quería realmente ejecutar su objetivo, debía ser un poco más blando, odiaba esa palabra.
-Despierta pequeño-Ordenó, y un gemido ahogado del infante dió a entender que lo obedeció.
Abrió apenas sus párpados dejando a relucir sus titilantes orbes azules, bajo la penumbra. Pestañeó varias veces temiendo que estaba tirado en alguna parte de los suburbios, que solo había sido un maldito sueño, una jugarreta de su mente, pero esa idea la descartó inmediatamente al sentir su cuerpo apoyado contra una superficie blanda y hasta sosegante. Cuando su vista dejó de ser ofuscada, vió con claridad la silueta del mismo hombre que lo recogió, se retorció de regocijo en su interior.
-Vaya, al fin despiertas-Se mofó el otro.
-Yo...No tengo idea que me pasó, solo...-Fue interrumpido.
-Quizás estabas muy cansado y por eso el desmayo, debes estar realmente agotado, pero, debes comer algo antes de dormir-Se alejó de la cama dándole la espalda, solo mirándole atraves de su hombro derecho.
-¡S-supongo!- Musitó dándole la razón al mayor.
-Vamos, ponte algo de ropa, allí en el armario tienes de todo. Enviaré a alguien a buscarte para que bajes a cenar, no quiero que te pierdas.
-Emm! Yo... ¡Muchísimas gracias, Señor Sakamaki!-Farfulló con timidez, ocultando su rostro.
-No me agradezcas hijo, lo hago con gusto. Yo ahora no estaré para acompañarte en la cena, pero, la servidumbre te hará algo de compañía.
-N-no se preocupe Señor, ya hizo mucho por mi-Sonrió.
-Bien, no veremos mañana, que tengas buenas noches, hijo.
-Tú... tú también padre-El chico asintió con la cabeza mientras Karlheinz salía de la recamara. Zuo suspiró, realmente ese señor le intimidaba mucho, movió su cuerpo un poco y al hacerlo, un terrible dolor se apoderó en su cuello algo punzante, llevó su mano a la zona sensible y no encontró nada, lo frotó un poco para aliviarlo hasta que lo logró, tal vez se había lastimando y no se dió cuenta, con esa pensamiento, bajó de la cama pero al hacerlo, un mareo no se apiadó de su cabeza lo cual hizo que perdiera el equilibrio.
-¡Rayos! ¿Que me pasa?-Intentó erguirse despacio y se aferró a la toalla que lo cubría para evitar que esta también caiga. Cuando su cuerpo se estabilizó, fue directo al ropero y se impresionó al descubrir el interior de este, había una gran cantidad de ropa y de diferentes marcas. Eligió un pantalón de jeans color negro (Que de hecho era su color favorito) y una remera de mangas largas, de color azul marino. Por último, un par de zapatillas haciendo juego con la ropa.
Después de vestirse, alguien tocó la puerta.
-Joven, la cena está servida, por favor salga y sígame-Era el mayordomo.
-De acuerdo- Abrí la puerta y sonrió al hombre de cabellos canoso y ojos pardos con cortesía-Buenas noches, yo soy Hisashi Fukushima pero llámeme Zuo, un gusto en conocerlo.
El mayordomo se sorprendió, la mayoría de los huéspedes eran arrogantes y maleducado, hasta tal punto en siquiera dignarse a dirigirse a la servidumbre, pero, este niño, era diferente. Devolvió el gesto y se presentó.
-No, el gusto es mío joven Fukushima, mi nombre es Robert Ryuitzi, a su servicio-Exclamó refinado y servicial.
-Por favor, no seas tan formal conmigo-Respondió esbozando una sonrisa sincera y amigable.
-El protocolo y etiqueta me prohíben dirigirme así hacia los huéspedes o visitas del Señor Sakamaki joven.
-Bueno, si a esos le temes, ¿hagamos un trato?
-¿De que se trata, joven?.
-El Señor Sakamaki piensa adoptarme como su hijo-Sus orbes obtuvieron un brillo especial- Tal vez posiblemente mañana, y si vamos a convivir juntos todo el tiempo, quiero que me trates como te pido, solamente cuando él no esté y yo prometo ayudarte en lo que deseas ¿Que te parece?.
-Él me había mencionado con respecto a eso. Sin embargo, la oferta es demasiado tentadora, pero, solo debe ordenarmelo nomás joven, no debe hacer un trato.
-No, no sería divertido, además, quiero ganarme a mi primer amigo y no a un mayordomo.
Robert se sonrojó un poco pero accedió a la petición del menor. El muchacho lo tomó de la mano dispuesto a que él lo guiara hasta la cocina. Frenó de inmediato en medio del pasillo soltando la mano del hombre, Robert arqueó una ceja, interrogante.
-Ah! Yo... Iré al baño a buscar a Yuu-Avisó.
-¿Yuu?
-Si, mi pequeña marioneta, no voy a ningún lado sin él, ¿Me acompañas?
-Claro Jo...-Quedó su frase a medias cuando escuchó un carraspeo del infante, corrigiendolo.
- Es decir, Zuo.
-Así me gusta.
Fueron por el muñeco de felpa. El niño de a poco comenzó darse con Robert, inmediatamente se hicieron amigos y ahora estaba sentado esperando la comida y su preciado Kakiage que Karlheinz ordenó a que prepararan. Apoyó sus codos en la enorme mesa pulida, se sentía solo de alguna forma.
-Joven Zuo, los codos abajo por favor.
-Ah!, Lo siento Robert, creo que necesito aprender modales- Concluyó abochornado apretando un poco a Yuu.
-Y yo mismo me encargaré de enseñarle-Sonrió.
-Oh! Pero qué ternura, ¿como te llamas hijo?-Una voz femenina azoró sus oídos. Era la cocinera, una mujer de cabellos rubios y ojos púrpuras, traía en manos una bandeja, encima los platillos solicitados por el dueño de la mansión.
-Ah, yo... Soy Hisashi Fukushima, un gusto en conocerla señorita.
-¡Qué lindo! Es un placer conocerte pequeño, yo soy Rita, espero llevarnos bien por que sinceramente, eres muy adorable-Depositó la charola en la mesa ampliando aún más su sonrisa, el chiquillo se ruborizó.
-Claro, podemos ser mejores amigo Rita, si es así solo llámame Zuo, así me decían mis viejos amigos.
-Claro hijo, me alegra que el Señor Sakamaki quiera adoptarte, en verdad que es una linda sorpresa.
-Si, me encantaría mucho, ahora son dos mis amigos-El gran regocijo no cabía en su pecho, en un solo día tuvo un hogar y dos mejores venideros amigos. Sin dudas su vida cambió.
-¿Dos?-Preguntó confusa Rita.
-Si, Robert también es mi amigo.
-Vaya y pensar que eres amargado Robert-Se burló, no obstante el mencionado la ignoró. La cena fue inefable y lleno de alegría para el chico, en compañía del mayordomo y la cocinera, pensaba que sería difícil adaptarse a su nuevo hogar, pero no, fue más factible de lo que pensó. Su vida de aquí en adelante cambiaría de eso no había dudas.
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Notas de la autora: Querida gracias por dejarme tus comentarios, me alegra que te guste. Me gustaría saber si desean que Yui Kimori también esté en mi fanfic, por favor déjenme su respuesta. Por último, lamento mucho los errores de ortografía, en este capítulo y en los anteriores, para la próxima seré más cuidadosa.
¡Hasta la próxima! ¡Muchos besos y abrazos!...