Por Venganza (Nu'est) -3° Par...

By NinaGlastor

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Tercera temporada de Clímax. ******************************************************** Espero les sea de su a... More

Sinopsis.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25. Final
Cuarta Temporada

Capítulo 12.

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By NinaGlastor


Cuando la joven y el alto regresaron al hotel, encontraron al resto descansando, inmersos en un sueño profundo que ni siquiera desapareció cuando ellos entraron por la puerta. Jeonghan fue a encender el aire acondicionado para que los demás no murieran calcinados por las altas temperaturas de la mañana. La pelinegra, en su lugar, fue a encender la laptop para contactar a los traficantes lo más pronto posible. Necesita tener las armas para ahora, así que no planea desperdiciar ni un segundo más. Cuanto antes encuentre a su hijo, mejor.

—______, deberías descansar un poco también. Además... ni siquiera sabemos la ubicación exacta de la guarida de los Mikage y... hasta que los encontremos...

La mujer chistó entre dientes ante las palabras del rubio.

—Tú eras un Mikage, Jeonghan, todos ustedes lo eran. Al menos uno debe saber —gruñó molesta, continuando con lo suyo.

El rubio quiso golpearse mentalmente por eso. ¿Será idiota? ¿Cómo pudo olvidar ese detalle? Si lo que buscaba era distraerla hasta que el enemigo apareciera, no estaba haciendo un buen trabajo. Si tuviera que vivir de sus mentiras, moriría de hambre.

Solo asintió tras el reclamo de la joven y caminó hasta el dormitorio para tomar algo de ropa y darse un rápido baño, sabiendo que la mujer planeaba salir de nuevo por su mercancía.

______ no paraba de enviar y recibir mensajes. Ni siquiera le importaba el precio, solo quería abastecerse de lo necesario para entrar a la boca del lobo, y cuando recibió la tercera notificación, concluyó en que ya sería suficiente artillería para ello.

Apagó la máquina y fue hasta la valija más grande que se encontraba en la sala donde descansaban Joshua y Vernon, la abrió sigilosamente y de allí sacó dos millones de dólares en efectivo para pasarlos a otro maletín más pequeño que la acompañaría a las afueras de la ciudad, donde se realizaría la transacción.

Cuando el rubio terminó con su "rápido" baño, el resto ya se encontraba despierto, bebiendo algo fresco mientras se informaban de los resultados que había obtenido la pelinegra, incluso ya se habían organizado y decidido quien la acompañaría a la transacción. Jeonghan era consciente de que, por el momento, lo mejor sería mantenerse al margen porque sabía que metería la pata, dijera lo que dijera. Él no era bueno con las mentiras, y esta situación ya comenzaba a sobrepasarlo. Si no lo atrapaban, terminaría por volverse loco y confesar su traición.

«Solo te pido que no me odies por esto, ______»


Cuando el sofisticado reloj de la sala marcó la medianoche, Vernon y Ren se pusieron de pie, listos para acompañar a la joven que terminaba de asegurar sus armas en sus fundas, ocultándolas debajo de su chaqueta.

No tardaron mucho en hallar el lugar de encuentro y tampoco esperaron demasiado por los hombres con los que harían negocios. Conociendo a ese tipo de personas, ______ se aseguró de llevar más dinero del pactado antes de caer en la situación de que a los sujetos se les antojara pedir un poco más. Sabía que algo así podía pasar, así que, como buena mujer precavida que era, ya había ido preparada para ello.

Recibió las armas y proyectiles y entregó los billetes, sellando el trato con un apretón de manos con uno de los hombres que parecía liderar a los demás. Tras un "fue un gusto hacer negocios con usted" y "Si nos necesita, llámenos", ambos grupos se giraron hacia un camino distinto y partieron de regreso. Cuando llegaron al hotel, se aseguraron de entrar por las escaleras de incendios para evitar el control en la recepción y las muchas cámaras de seguridad, dispersas por toda la edificación.

—Eso resultó fácil —pensó, el menor de todo, en voz alta, cuando cruzaron el umbral, cerrando la puerta detrás de ellos.

Ren y él se lanzaron a los sillones, relajando sus cuerpos y liberando un poco la tensión que sintieron desde el momento en que vieron a esos sujetos. Después de todo, la vida les había enseñado a no confiar en nadie, mucho menos en traficantes. Sin embargo, _____ era la única que estaba segura de que esos tipos podían ser las personas más confiables, siempre y cuando uno hablara su idioma. Y eso implicaba, tener una billetera cargada.

Luego de asegurarse de tener todas las armas con sus municiones y accesorios, buscó entre sus herramientas y tomó el rastreador con un mapa para guiarse.

—Ubícalos —ordenó, lanzándole el aparato a su novio.

El pelilargo la miró unos segundos hasta que comprendió y encendió el dispositivo para luego ingresar las coordenadas del refugio abandonado. Nunca había estado allí antes, pero al ser uno de los Mikage de alto rango, conocía de esos sitios de emergencia. Era consciente de que estaba abandonado desde hacía años y lo último que se le hubiera ocurrido sería pensar que ahora los sobrevivientes lo estaban ocupando.

Una vez en rastreador comenzó a emitir un suave y lento pitido, se lo regresó a la joven que rápidamente se ubicó en el mapa para poder llegar ahí. Veinte kilómetros al sudoeste del centro del Cairo, situada en la orilla occidental del río Nilo. Para ser más específicos, en Guiza, a una corta distancia de la pirámide de Keops, ocultos bajo tierras como si se trataran de hormigas venenosas.

—Quiero que estén listos, les daré una hora —dijo la joven antes de ponerse de pie y caminar a la salida.

—¿En qué nos trasportaremos? No podemos pedir un taxi para-

—Ya me encargué de eso —aseguró Joshua, sin dejar terminar al rubio que parecía un poco nervioso.

______ miró a Jeonghan de reojo y apretó el pomo de la puerta, pensando una vez más en la última carta de anónimo. Por otro lado, Ren pidió acompañarla sabiendo que no debían andar separados por ahí, pero ella se negó asegurando que solo estaría en el bar del hotel, intentando despejar su mente por unos instantes.

No tenía planeado hacerlo, pero, una vez fuera de la suite, prefirió bajar por las escaleras para liberar esa adrenalina acumulada en sus venas. Al llegar a la planta baja, sus piernas comenzaron a pedir un descanso, cosa que no logró que perdiera su elegancia al pasar junto a la recepción para ingresar a la puerta de al lado, que daba al bar.

—Señora Clars —la saludó el hombre de turno cuando la vio caminar por allí. _____ asintió en forma de saludo y planeó seguir con su camino, hasta que se percató de que el recepcionista no la había saludado, sino que la estaba llamando. Extrañada, se acercó y el hombre sonrió cuando la vio caminar hacia él y rápido buscó en el estante detrás suyo.

Antes de que la pelinegra pudiera preguntar qué se le ofrecía, el hombre le extendió un sobre que llevaba su nombre; solo su nombre.

—Esto llegó hace unas horas. Pensaba entregárselo en la mañana, pero viendo que está despierta... —dejó las palabras obvias en el aire sin borrar su amable sonrisa mientras esperaba a que la mujer tomara el sobre tan peculiar.

—Gracias —fue lo único que dijo tras recibir la carta. Una vez más hizo un pequeño movimiento de cabeza como saludo y retomó su camino al bar. Ese lugar siempre estaba abierto desde las diez de la noche hasta las ocho de la mañana y lo que sin duda podría encontrar allí era la privacidad necesaria para leer aquello que había recibido. Si una carta llegó hasta allí, era posible que anónimo supiera de su llegada o que los Mikage ya los hubieran localizado, cosa que evidenciaba la existencia de una rata entre ellos.

—¿Le sirvo algo a la señorita? —canturreó el barman, con una sonrisa coqueta en sus labios, pero sin ser demasiado vulgar.

—Señora —espetó ______, sin perder esa fría mirada —. Un Martini doble.

El hombre asintió, divertido por su actitud y se alejó de la barra para mover un par de botellas. Un minuto después, colocó el trajo sobre una apoya vasos y junto a éste, un plato con maníes pelados con apenas un toque de sal.

______ bebió un buen trago antes de suspirar y mirar de nuevo aquel sobre sellado. El lugar se encontraba casi vacío, de no ser por un par de hombres que jugaba al billar en la mesa del fondo y el barman que limpiaba las copas a unos metros de ella. Eso significaba que allí podía abrir eso, tranquila, sin que nadie la molestara, pero dudaba en hacerlo porque, si eran los Mikage, sabía que podía ser algo que la exaltara. Por unos segundos pensó en esperar a regresar al cuarto y leerlo junto a los demás. Sin embargo, algo le decía que no debía hacer eso. Algo como: su nombre escrito en tinta justo en el lugar del remitente.

Respiró profundamente sin que pareciera un suspiro de frustración y comenzó a romper el sobre para liberar lo que estuviera en su interior.

Se alivió un poco cuando sus ojos viajaron hasta la última palabra de la nota: Anónimo. Aún no estaba del todo segura sobre si confiar en esa persona o no, más porque algo en su interior le decía que, o era un Mikage o un Yenaid. Más allá de eso, hasta ahora parecía ser confiable. Lo único que la hacía dudar era el hecho de que no estuviera pidiendo nada a cambio. O eso creyó hasta ahora.

—Así que... eso planean —musitó, sonriendo de lado mientras pasaba su índice derecho por el borde de su copa a medio beber —Entonces les daré el gusto de hacerlo.

Sonrió con malicia y dobló el papel a la mitad antes de hacerle una seña al barman y pedirle una charola y un encendedor. El hombre la miró raro por unos segundos, sin embargo, terminó por encogerse de hombros y acercarle aquello que había pedido.

Sin decir nada, la pelinegra tomó el objeto entre sus dedos y giró la ruedilla hasta que una suave llama apareció frente a sus ojos. Sin vacilar, acercó el sobre, donde anteriormente había guardado el papel doblado a la mitad y lo acercó al fuego, dejando que éste lo consumiera de a poco.

Le dio las gracias al hombre cuando la carta terminó de quemarse en aquella charola y le regresó el encendedor para poder terminar de beber su Martini, tranquilamente. Desde el momento en el que dejó su hogar estuvo dispuesta a jugar a un todo o nada, así que ahora no iba a retroceder por más advertencias que recibiera.

«No me subestimes, anónimo» pensó, sin borrar su sonrisa. Ahora era cuando se encontraba más segura que nunca. Esta ______ había emergido de la oscuridad y pensaba arrastrar a cualquiera que se interpusiera en su camino, hacia ese infierno.

—Ahora es momento de que otro sea el ratón —masculló, divertida, luego del último sorbo.

Buscó en su cartera y casó un billete de cien dólares para dejarlo debajo de la copa. Una vez más, le agradeció al hombre y salió de allí, al percatarse de que ya era momento de partir.

Cuando volvió a atravesar aquellas puertas talladas, cuatro pares de ojos la miraron extrañados por aquella escalofriante sonrisa que traía en sus labios. No fue necesario que dijera algo, cuando comenzó a tomar municiones para sus armas, cada uno terminó por armarse de pies a cabeza y de asegurarse de llevar sus chalecos antibalas.

—______ —la llamó Ren, extendiéndole uno para que también se protegiera, sin embargo, ella negó sin borrar esa mueca de sus labios.

—No lo necesitaré —confesó, mirándolo fijo a los ojos.

El pelilargo mentiría si dijera que sabía lo que esos orbes gritaban. Tenía miedo de lo que pudiera estar pasando por la mente de su amada y se aterraba con la idea de que todo terminara en tragedia. Lo último que quería era perderla a ella también, pero sabía perfectamente que ya no podía hacer o decir nada para hacerla cambiar de opinión. Si algo se le había metido en la cabeza, _____ lo cumpliría, así fuera lo último que hiciera.

Lanzó el chaleco a la cama y la atrajo hacia él, abrazándola con fuerza, sin dejar que sus emociones lo sobrepasaran de nuevo.

—No hagas ninguna locura ¿sí? —pidió, casi en una súplica —Dije que traeríamos a Mino devuelta, y lo haremos. Solo, no te alejes de mi lado —agregó, ahora viendo esos claros ojos sin vida.

Ella asintió sin vacilar. Si luego cumplía o no esa promesa ya lo importaba, lo único que quería por el momento es que Ren se sintiera seguro. Después de todo, esto era algo que al parecer debía hacer ella sola. Sabía que los Mikage querían ver su sangre correr, pero al final será la de ellos la que fluya a mares.

—Es hora de irnos —anunció la joven, al terminar de prepararse. Los demás asintieron no muy seguros y Joshua apoyó un pequeño estuche sobre la mesa de cristal para sacar lo que guardaba dentro.

—Supongo que entonces es momento de entregárselos de nuevo —confesó, dejando cinco cápsulas a la vista de todos —He mejorado el recipiente. Si se les quita la tapa, tiene una aguja para inyectarlo.

—Lágrimas de Hades —murmuró Jeonghan, al recordarlas.

—Supongo que... será nuestra última esperanza para salvarnos —anunció el menor de todos, tratando de no parecer muy irónico.

Esta vez, la pelinegra se adueñó de una sin replicar y la ocultó en una de sus botas, sorprendiendo al resto por su determinación. Quizás había dicho más de una vez que no pensaba morir hasta rescatar a su pequeño, pero era consciente de que lo necesitaría; tarde o temprano.

—Andando —ordenó sin más retrasos y pasó una gabardina por sus hombros antes de abrir de par en par aquellas puertas que se habían convertido en el único impedimento para que estuviera a un paso más de su hijo.


«Solo aguanta un poco más, mi cielo. Mamá va por ti»


................ 

Hello!! (*-*)/

Una vez más quiero agradecerles por todos sus lindos comentarios y apoyo. Muchísimas gracias. Pero aun así las haré sufrir :V Ok no, no tanto xD 

Feliz día del amor y la amistad (adelantado o no, en algunos países ya es 14 de febrero) <3

Los quiero mucho <3 <3

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