— No se cómo decir esto pero me resulta demasiado “kyopta” —Escorpio confesó tapándose la cara.
— No se cómo decir esto pero me resulta… Demasiado ñoño —Géminis la imitó para después destilar desacuerdo y aburrimiento en un claro énfasis.
Atrás de ambos y aún más de Tauro y Leo—recostado en el marco de la puerta—Aries no podía creer lo que acababa de ver.
No hablaba de la escena que tenía delante de sus ojos, ni quiénes actuaban aquel acto. No. Lo suyo tenía que ver más bien con una pequeña malformación en la imagen recibida por su retina; por un simple segundo le había parecido verse a él mismo abrazado a una apacible y sonriente Virgo cubierta en una explosión de arcoíris.
Esto se estaba poniendo de castañas a oscuras, algo estaba cambiando a pasos agigantados en su organismo y empezaba a sospechar qué. Sería conveniente huir de la escena del crimen antes que lo atraparan. Sencillamente no debía sentirse atraído por quien consideraba una hermana pequeña.
— ¡No tan rápido! —acotó una seria Capricornio señalando a Leo y a Tauro a la vez que negaba con atisbo de decepción hacia él—. Te dije que los vigilaras.
— Hice todo lo humanamente posible pero ellos…—apuntó con templanza a Géminis y Escorpio—... no ayudaron mucho que digamos.
— Aries, era tu misión.
— Pones mucho peso en una sola per—
— En quién más, si el resto son “parejitas” y solo se ven u oyen a ellos o a los de su especie, no ves?—señaló en esta ocasión también a los otros dos.
— ¡¿Esos cuatro están saliendo juntos?!
— No —arrastró la ''o'' mientras mostraba sus perfilados ojos negros entre sus pestañas. Que el casanova de Leo ni pensase que iba hacer honor a su nombre y tener muchas féminas. Era un humano no un animal. Y si realmente quería algo con su hermana se encargaría ella mismo de dejárselo grabado en su mente.
Aries sin escucharla dijo un apenas audible: '' Es... no puede ser, es genial'' para al cabo de poco cambiar su facción perturbada a una de haber hallado solución para un gran problema. Y es que a ciencia cierta podía cruzar un puente de tachuelas, salir de un edificio lleno de llamas o dormir en una casa embrujada que nunca se le había ocurrido mejor idea que aquella.
Tanteó los bolsillos de su pantalón con desesperación y en cuanto tocó su móvil se dispuso poner en marcha. Lastima que no contase toparse con alguien en el pasillo pues sus brusco movimiento hizo que se diese de bruces con el pisciano que recién ingresaba, desparramando a un costado de Capricornio las bolsas llenas de utensilios que este llevaba. El sonido estruendoso alertó al ariano y a penas había ayudado a poner en pie a su amigo se esfumó dejando a Piscis muy curioso por su actitud.
Eso sí, su novia no se inmuto, ni siquiera a la repentina mirada que se veía sometida de parte de Escorpio pues más le importaba poner la pieza clave para desenlazar el nudo en el que se había amarrado su hermana que espantar a su curiosa amiga o en el mejor de los casos; consolar la pierna de su novio.
Lo tenía claro. Ardería Roma.
¡Muahaha—
— Chicos, creo que la comida ya está lista —informó Piscis dispuesto a llevarse a Capricornio (que sonreía ausente a este hecho) como un niño sujetando su globo de helio favorito.
El pelo asimétrico de Escorpio facilitó que esta observase a la pervertida con su novio irse atreves del rabillo del ojo sin moverse del lugar y aún tener bajo su escrutinio a la otra pareja que seguía inerte en el suelo. Casi qué adivinaba el final de aquel capítulo.
Sin preámbulos, como si Tauro hubiese leído su pensamiento apartó a Leo más roja que nunca, llevándose consigo el plástico que protegía el suelo.
— Aún puedo retirar lo dicho. Nadie puede ganar a la cabezonería de Tauro —mencionó en susurró a Géminis para a continuación desaparecer tras el resto y dejarlo en un inicio de una terrible y humillante carcajada dirigida hacia la única persona que ahora lo acompañaba en la sala: Leo.
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—… saben? Estoy muy harto de sus continúas riñas, o aprenden a convivir juntos o aprenden a convivir juntos, estamos? Su silencio lo tomo como un sí.
— ¡memamame mi mémamo am ém! (¡Desátame y déjalo a él!).
— mómo momeí, mémamo am ém mo am mí… mi mem— (Sólo sonreí, déjalo a él no a mí… y des—).
— ¡Hasta mañana! —Sagitario cerró la puerta del trastero con llave. Leo y Géminis tendrían que aprender a comportarse si es que no querían pasar el resto de su vida allí dentro.
¡Habían roto el disco de la graduación de Acuario!
Ahora cómo le dirían al único signo que sabía de electrónica que se quedó sin graduación.
Tan sólo de pensar en su reacción le hacía prever un futuro desafortunado para sus amigos y para él en una mini casa destartalada de cartón.
Es que no se pudieron esperar un día más hasta que hubiera terminado con todo. No. Ellos y su cerebro de maní.
Tendría que ir pensando en mejores padrinos para su boda.
— ¿Hey, qué escondes tras la puerta? —Libra tapó juguetonamente los ojos de Sagitario tomándolo desprevenido.
¡Hacía horas que no lo veía y cuando por fin lo tuvo cerca se dio cuenta que algo estaba escondiendo!
Y eso para una persona cualquiera no era algo fácil de averiguar pero sí para ella. Se sabía los significados de sus miles de caras de póker y la que tenía en ese momento revelaba que poseía bajo su cautiverio a dos personas.
Bueno, siendo sincera lo había oído refunfuñar cómo había acabado por convertirse en un secuestrador de no solo una persona si no de dos.
Sagitario también hacía rato que quería verla pero cuando su palma hizo contactó con la mano de ella lo único que logró hacer fue mantenerla en el mismo sitio. No quería que esa calidez se fuera de su alcance por lo que prolongo lo que iba a decirle, al contrario de Libra que no perdió el tiempo y emocionada depositó un beso en su mejilla derecha aprovechando la situación.
Había salido con chicos antes y nunca se había sentido tan viva cuando estaba cerca de alguno de ellos como con él, ni cosquillas en el estómago cuando los veía y por supuesto que su corazón no se sentía como si solo tuviese una fina capa similar a una telita de cebolla cuando no estaban con ella. Sin embargo con Sagitario todo eso se volvió su posible, su hecho y su terrible perdición.
Su deslumbrante ser iluminaba cualquier lugar por el que pasase y Libra no pudo evitar copiar a los tres reyes magos y seguir a su estrella.
Tenía miedo.
Realmente, qué sentía él por ella. Unas veces la trataba como una amiga y otras como si fuera algo especial. De alguna forma tenía que hacerlo. Algún día tendría que hacerle frente a ese temor.
—…y por eso cómo vas a cre… cre…creer que yo puedo encerrar a esos dos. Si yo no puedo con u…uno qué voy a poder con los dos, por fav— ¡Vale, vale lo admito! Pero no se lo digas a Acuario. Sufriremos, ¡¡Sufriremos!! Calma, calma. Primero lo primero Libra. Dejemos que mediten lo que han hecho y piensen en como razonar con Acuario. Si, eso es lo mejor —caminó tambaleándose de un lado a otro. Cuando estaba apunto de cruzar la puerta del desván giró su cabeza y le dedicó la sonrisa más eterna que había presenciado en su vida.
—… tu secreto está a salvo —fue lo único que logró pronunciar que se escuchará por encima de los latidos de su corazón.
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— Acuario, Acua…rio —volvió a rogar con la voz rasposa de tanto gritar.
¿Cómo había podido hacerle eso?
— Háblame, dime que estás bien… No me volverás a ver si eso es lo que quieres pero—
— ¿Cáncer, qué—
— ¡¡Acuario!! ¿Estás bien?
— El joven ya despertó. Ahora no tiene nada más que hacer aquí —un sonrojado oficial puso sus manos en los brazos de ella.
— ¿Cáncer, qué está sucediendo?¿Señor Marsi…ano? ¡Deje de tocar a mi mujer!
— Ella se ha entregado por violencia de género.
— Yo… ¡No te merezco! —Cáncer salió corriendo mientras lloraba siendo alcanzada ágilmente por Acuario.
— Tu no me hiciste nada. Yo soy el terrible.
— ¿Eh? No me perdones ¡Ahora soy una criminal!
— ¡No es así!
— ¡Déjame ir a la cárcel, te hice daño!
— ¡¡Que no es así!! —tragó saliva y tímidamente prosiguió—. Estaba feliz de que me besaras por primera vez tú a mi. La sangre se me subió a la cabeza.
— ¿Entonces… puedo seguir contigo? —balbuceó Cáncer mostrándose inestable y echando humo de las orejas.
— Ni lo dudes, Osi—
— ¡Basta! Me da igual si te desmayaste por pervertido —el extraño policía por último lanzó una sonrisa coqueta a su novia que hizo que Acuario lo apartase bruscamente de su lado. Mariano enfadado tocó el hombro de este para propiciar un puñetazo en la inmaculada cara de niño mimado que tenía Acuario pero él lo dejó noqueado con su codo al moverse avergonzado por el repentino beso que Cáncer le acababa de dar.
— Te quiero así que por favor no pienses nunca más en dejarme ir —musitó con semblante triste a Cáncer.
— Yo también por eso atente en las consecuencias de decirme eso. No te dejaré ni aunque me lo pidas —respondió ocultando el rojo de sus mejillas.
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— Somos las abogadas de Acuario y Cáncer.
Mariano miró con una sonrisa ladeada a la pelinegra y a la castaña. Se desperezó del lado de su superior para abrirles las sillas y sonreír con amabilidad fingida.
— Voy a buscar a los chicos. Espero que lleguen a un acuerdo, Mariano.
Feliz por tener suerte aquel día echó una rápida mirada en como salía su jefe despidiéndose impaciente para poder centrarse en las dos bellezas que desprendía bondad por todos sus poros.
— Señor Mariano.
— Sí, señorita? Llámame sólo Maria—
— Si no quitas los cargos te meteré arena por el **** y patearé tus ***** con un martillo. El resto de tu vida será un infierno donde las cucarachas valdrán millones de veces más que tú insignificante ser —terminó de recitar la de ojos ámbar a la vez que dejaba de presionar el pie de él con su tacón.
— Se medianamente inteligente por una vez en tu vida. No querrás que a tus supervisores le llegue esta grabación, verdad? Lindo conejito.
— ¿Eh? Virgo, Capricornio estáis aquí ¿Podemos comer ya? —preguntó Acuario eufórico saliendo de la sala de interrogatorios con una Cáncer muy sonriente.
— Por supuesto, el señor Mariano y nosotras ya hemos hablado todo lo que teníamos que hablar —Capricornio se lanzó feliz a abrazar a Cáncer.
— Vamos a casa —comentó Virgo igual de alegre abrazando a los tres—. Tengo mucho trabajo para vosotros.