❝Caminando en línea recta no puede uno llegar muy lejos❞
-Antoine de Saint-Exupéry
Harley entró en la casa de Deanna y observó con sorpresa lo cambiada desde el primer día que entró en ella.
Aquel día, todo le parecía tan extraño que incluso la casa le pareció rara, como si fuese muy distinta a todas las que había visto en su vida.
Sin embargo, ahora toda la sala estaba llena de personas bebiendo, riendo y hablando. Eran tantas que a Harley le seguía sorprendiendo. No conseguía acostumbrarse a tener tantas personas a su alrededor cuando había pasado tanto tiempo sola y rodeada simplemente de bosque e infectados.
Casi le parecía una escena cómica. Todos ellos allí dentro, riendo como si en realidad no pasase nada. Ella no quería formar parte de eso. No quería alejarse de la realidad.
Llegó a un punto en el que llegó a considerar que el lugar más seguro era el exterior.
No se movió de la entrada hasta que Deanna la vio y se acercó a ella con una sonrisa.
—Ya pensaba que no vendrías —le dijo a Harley.
—Y no iba a hacerlo.
—¿Entonces por qué estás aquí? —cuestionó ella pero Harley no contestó.
Deanna posó su mano sobre la espalda de Harley y la llevó dentro de la casa. La cantidad de gente que había allí abrumaba a Harley. Sin embargo, se mantuvo firme mientras Deanna la dirigía hacia el final de la sala.
Una vez allí, encontró a un hombre mayor mirándolas con una sonrisa.
—Harley —le dijo Deanna cuando dejaron de andar y se pusieron delante de aquel hombre—, este es mi marido, Reg.
—Encantado de conocerte, Harley —ella simplemente sonrió en respuesta—. Deanna me ha hablado sobre ti. Además, he visto las cintas que grabamos. Eres una mujer sorprendente —ella frunció el ceño.
—Creo que simplemente soy una superviviente.
—Has salvado vidas antes y después de que todo cambiase. Creo que eso es algo destacable —Harley miró por la ventana, desde donde se podían ver los muros que rodeaban Alexandría.
—Deanna me dijo que tú levantaste aquel muro —le dijo a Reg—, supongo que eso te convierte en alguien sorprendente también.
—Bueno, murieron varias personas en el proceso. No estoy muy seguro de que eso cuente demasiado.
—Pero ahora gracias a ti estamos protegidos aquí —intervino Deanna—. Así que creo que podemos dejarlo empate —Reg sonrió.
Luego cogió un vaso y echó alcohol en él, para finalmente pasárselo a Harley.
—Brindemos por eso, entonces —le dijo a ella.
Harley aceptó el vaso con una sonrisa y se lo llevó a la boca. Sin embargo, no bebió nada. No quería bajar la guardia con tantas personas desconocidas a su alrededor.
Rick ya se lo había dicho: si bajaba la guardia, moría.
Pronto cayó la noche.
Harley estaba sentada en una de las mesas y observaba a las personas a su alrededor, aun con el vaso que Reg le había dado entre sus manos y lleno.
Durante el tiempo que había estado en aquella casa, había hablado un poco con el marido de Deanna y luego solo una persona de Alexandría se acercó a hablar con ella. Aunque, cuando Harley le respondió de manera tajante, prefirió alejarse de ella y no volver a acercarse. Nadie volvió a hacerlo.
Y a ella tampoco le importaba demasiado. No tenía ninguna necesidad de hacer amigos.
Algo le llamó la atención y miró hacia delante, donde vio a Carol saliendo de la casa.
Ahora era cuando empezaba todo.
Se quedó mirando unos segundos el lugar por donde ella había salido y luego buscó con la mirada a Rick, quien se encontraba apoyado contra la pared y hablando con una mujer, a la cual reconoció como Jessie.
Él también había visto a Carol irse y ahora le devolvía la mirada a Harley. Ambos asintieron a la vez y luego siguieron con lo que hacían.
Harley sintió a alguien sentarse a su lado y giró la cabeza para ver a Pete.
Él también llevaba un paso con alcohol en la mano, aunque por el olor que él mismo desprendía, ella estaba segura de que no era su primera copa.
—No te he visto hoy en la enfermería —comentó él—. Pensé que empezarías a trabajar ya.
—Me estoy tomando unos días de vacaciones —contestó ella.
—Espero que esos días acaben pronto, porque me gustaría trabajar contigo.
—¿No hay más médicos? —él se encogió de hombros.
—Hay una chica... pero no sabe casi nada. Apenas está aprendiendo y ni siquiera es capaz de mantener el control en situaciones importantes. Es una inútil —tras decir eso, se acercó un poco más a ella y señaló con su vaso hacia donde se encontraban Rick y Jessie—. ¿Ves a aquellos dos? —Harley no dijo nada ni tampoco asintió, pero él siguió hablando—. Pues ella es mi mujer. Y está hablando con ese tipo... Rick creo que se llama. El de tu grupo. Y, ¿ves cómo se miran? —preguntó eso último entre dientes—. Estoy seguro de que quiere tirarse a mi mujer.
—¿Qué es lo que quieres, Pete? —preguntó Harley exasperada. No le gustaba nada aquel hombre.
—Charlar con una mujer interesante.
—Entonces creo que deberías ir con tu mujer —sugirió ella.
—Ella ya está disfrutando —susurró él—. Yo tengo todo lo que quiero aquí.
Harley no pudo soportarlo más. Se levantó de la mesa y se alejó de ese hombre tanto como pudo. La ponía enferma.
Vio cómo Jessie se acercaba a Pete y él la cogía de la cintura para luego acercarla a su cuerpo.
En ese momento apareció Rick y se puso a su lado.
—¿Qué tal llevas la noche? —le preguntó él.
—Surrealista. ¿Y la tuya?
—Aburrida —Harley sonrió.
—Siento como si estuviesen jugando con nosotros —comentó ella—. Esta fiesta... Se supone que es para que nos alejemos de todos los problemas, pero no puedo dejar de pensar que el verdadero problema está aquí dentro; en estas personas.
—Por ahora lo único que podemos hacer es vivir como ellos —susurró él—. Luego, cuando tengamos las armas, podremos empezar a cambiar las cosas. Mientras tanto, nos queda aguantar —ella suspiró.
—Siento que no puedo seguir aquí ni un segundo más. Necesito estar ahí fuera, matar algún infectado. ¿No sientes tú lo mismo? —él asintió—. Y al mismo tiempo me da miedo sentir todo eso, porque me hace pensar que queda muy poco de la Harley anterior.
—La Harley anterior no habría sobrevivido a todo esto —la consoló él—. Nos adaptamos para sobrevivir. Luchamos para seguir respirando. Podemos estar aquí dentro seguros, pero no podemos olvidar en quienes nos hemos convertidos. Porque, al fin y al cabo, ahora somos esa nueva persona.
—¿Y si te dijesen de volver a tu antigua vida, antes de que todo se fuese a la mierda, aceptarías? —él se tomó un tiempo para pensar la respuesta.
—No. Ahora las cosas son muy distintas. Pero son mejores. Me gusta mi nueva familia —comentó, observando el resto de su grupo los cuales se encontraban en la sala hablando y riendo. Luego, acabó posando su mirada sobre Harley.