Narra Diane
Patidifusa. Estupefacta. Boquiabierta.
Louis Tomlinson acababa de decirme que me echaba de menos. Increíble.
Esto no era un sueño, era algo mejor.
No me lo creo. Nada de esto está pasando. Seguro que ahora suena la alarma de mi móvil y me despierto. Sí, seguro que pasa eso. Pero ningún sonido interrumpió aquel momento.
Llevé ambas manos a mis mejillas y las pellizqué. Louis rió.
-¿Qué haces?
-Intento despertarme.
-¿Qué?
-Acabas de decirme que me echabas de menos. En la vida pensé que esas palabras saldrían de tu boca, debo estar soñando –volví a tirar de mis mejillas sin ningún resultado.
-Para o te harás daño –dijo, apartando mis manos de mi cara y bajando mis brazos-. Y que sepas que esto no es un sueño, es real. Y puedo demostrarlo.
-¿Cómo?
Entrelazó los dedos de nuestras manos y tiró de mí hacia delante. Mis labios chocaron con los suyos al instante. No me di cuenta de lo mucho que extrañaba aquello hasta que sucedió. Movió los labios a un ritmo lento pero excitante. Tanto que sentí como el calor empezaba a acumularse en ciertas zonas.
-¿Y bien? –preguntó separándose-. ¿Te ha parecido real o no?
-No del todo.
-¿Quieres otro beso para asegurarte? –ladeó una sonrisa pícara y mi esqueleto se transformó en gelatina.
¿Que si quiero? Por favor ¡eso no se pregunta!
Asentí. Louis se inclinó hacia mí y me besó con la misma suavidad que antes.
Este chico me hacía daño, pero necesitaba de él para poder seguir adelante.
Ni que fuera una droga…
-¿Sabes? Te he comprado algo –reveló.
-¿En serio? ¿El qué? –sonreí emocionada.
-Ahora no puedo dártelo.
-¿Por qué?
-Tu novio está presente –señaló.
-¿Y qué? Puedes dármelo igual.
-No quieres que te lo dé delante de él. Créeme –sonrió con aire ufano.
-Me da miedo lo que pueda ser.
-Tranquila, Ane. Te va a gustar, confía en mí.
Nuestros labios iban a hacer contacto otra vez cuando la voz de Daniel sonó a través de las paredes:
-¡Diane! ¿Dónde estás? –preguntó.
Escuché que se acercaba a la cocina y rápidamente me alejé de Louis, sería una escena bastante incómoda si nos veía tan acaramelados.
-Lo conozco de hace diez minutos y ya me cae mal –murmuró Louis. Se recargó en la encimera cruzado de brazos-. Dile que se vaya –más que pedir, lo ordenó.
-No voy a hacer eso.
-Oh, sí que lo vas a hacer. Vas a ir a junto de él y le vas a decir que se vaya porque tú y yo tenemos mucho tiempo que recuperar. Ya sabes a lo que me refiero –sonrió.
-O podemos hacer un trío. Sería divertido –dije con la máxima seriedad que pude. Louis me miró horrorizado, como si acabara de decirle que había matado a alguien y tenía su cadáver putrefacto escondido en mi armario-. Es broma -me carcajeé. Qué inocente.
Daniel apareció en la cocina. Dos segundos y ya lo tenía pegado a mí, rodeándome con sus brazos. El papel de “novio baboso” le había sido adjudicado a él.
-¿De qué te reías, cariño? –¿Cariño? ¿Aún sigues con eso?
-Nada, sólo… -empecé a decir.
-Tú novia me estaba contando un chiste. Es muy graciosa –Louis terminó de hablar por mí. Me dirigió una sonrisa totalmente forzada. Daniel asintió.
-Por cierto, ¿tú no ibas al baño? ¿Qué haces aquí? –cuestionó Daniel.
-¿Tú no tienes nada mejor que hacer que interrogarme?
La tensión entre ellos dos era palpable, sólo hacía falta mirarlos.
-Sí, follarme a mi novia, pero no puedo, estás tú delante –le di un codazo a Daniel. Ese comentario sobraba.
Las aletas de la nariz de Louis se ensancharon, sus labios se unificaron en una fina línea, tenía el ceño fruncido y las manos hechas puños. La ira le salía por los poros.
Abrió la boca para decir algo pero rectificó. Dio media vuelta y salió de la cocina. El estruendo que oí poco después me indicó que Louis había salido de casa. Genial.
-Te has pasado –regañé.
-En qué quedamos, ¿no querías hacerlo sufrir?
-No así… -aparté a Daniel de mí con un pequeño empujón-. Por favor, vete…
-Estás de broma. ¿Quieres que me vaya de verdad?
-Sí –suspiró frustrado.
-Bien, como quieras. Disfruta con tu querido Louis.
El eco de otro fuerte portazo se trasportó por la casa vacía.
Esto no tenía que acabar así.
Tomé aire y me decidí a ir en busca de Louis. Con suerte posiblemente seguiría fuera.
Abrí la puerta y… ¡bingo!
-Louis –prenuncié susurrando. Separó la espalda de la pared y me miró. Parecía más calmado. Me acerqué a él y lo abracé-. Perdón por lo que te ha dicho Daniel.
-No te preocupes –enroscó sus brazos a mi alrededor-. Ha valido la pena que me dijera eso sólo por ver cómo salía de tu casa hecho una furia –rió cansado.
-Me costará caro el haberlo echado así… -reí con él-. Hablando de Daniel… Ahora estamos solos… ¿Vas a darme ya lo que sea que me hayas comprado? –levanté la mirada hacia él y ocupé mi mejor sonrisa.
-Sí, pero…
-¿Pero…?
-Con una condición.
-¿Cuál? –arqueé una ceja. Odiaba que pusieran condiciones.
-Tienes que usarlo ahora.
Fruncí el ceño. ¿Tenías que usarlo ahora? ¿Qué narices me iba a dar el mente sucia de Louis?
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¡HOOOOOOOOOOLAAAAAAAAAA! ¿Qué tal estáis amores?
¿Alguna tiene idea de lo que puede ser eso que le ha comprado Lou? Os doy una pista, empieza por la letra qazxdertgvbhjuikjmklopñ. ¿Pillasteis?
A las nuevas lectoras, ¡bienvenidas! Me alegra saber que cada vez hay más gente a la que le gusta la novela :’) <3
Bueno, tengo que despedirme ya… D:
¡OS QUIERO MUCHISISISISISISIMO! ¡Gracias por todo! <3