Let It Loose

By xhmymike

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Finalmente había llegado mi último curso en el instituto. Tras cinco años de larga espera y esfuerzo, entre o... More

One.
Two.
Four.
Five.
Six.
Seven.
Eight.
Nine.

Three.

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By xhmymike

Danielle's POV:

Mi mente se debatía horriblemente entre girar la cabeza y ver quién estaba en la puerta, o ignorar por completo aquella presencia.

—¿Quién es usted? —preguntó el profesor, que se encontraba frente a mí, mirando hacia la puerta.

Finalmente, al oír un suspiro del chico de la puerta, me giré ligeramente nerviosa por quién pudiera encontrarme, y vi a un chico que me hizo soltar un suspiro de alivio enorme.
Era un chico rubio y de ojos castaños, bastante mono, que estaba colorado, como cuando corres mucho tiempo o con una gran intensidad.

—Soy Ryan Smith —le oí decir con un tono de voz fatigado, posiblemente de correr—.

—¿Por qué llega tarde, señor Smith? —dijo el profesor antes de mirar en su lista de alumnos— No figura en mi lista.

—Ya, es que ocurrió algo con mi matrícula, y bueno. La directora debería estar al caer —explicó el chico con nerviosismo.

Justo en ese momento, la directora apareció junto con el conserje, el cuál cargaba un pupitre en sus brazos.
Entró al aula, y dejó con cuidado la mesa y la silla junto a la última mesa de la segunda fila de mesas, donde una alumna estaba sentada.
Fruncí el ceño analizando la situación, y sin entender nada.
Observé cómo el conserje salía de la clase silenciosamente, y se marchaba por el pasillo sin mediar palabra. Y justo después, como la directora le decía al chico nuevo que tomase asiento.

Vi que Ryan vaciló a la hora de elegir dónde sentarse, pero al mirar al sitio vacío a mi lado y ver que mi mochila estaba colocada sobre la mesa, se decidió por tomar asiento en la mesa recién instalada.
Volví a mirar hacia la puerta justo a tiempo para poder ver cómo el profesor salía de clase para, aparentemente, hablar con la directora, y cerraba la puerta tras hacerlo.
Saqué mi móvil del bolsillo de mis vaqueros, y tras mirar la hora, hice una mueca de fastidio mirando el libro de latín, ya que realmente me apetecía dar esta asignatura, y quedando un cuarto de hora para el final de la clase, estaba claro que ya no íbamos a dar nada.

Suspiré echando la cabeza hacia atrás, y miré la clase que nos tocaba ahora. Griego. Esa clase se daba en esta misma aula, lo que quería decir que no nos tendríamos que mover a otro sitio, gracias al cielo. No me apetecía andar por todo el instituto más de lo necesario, estando tan cansada como lo estaba, y siendo tan vaga como lo era.

***

Pasó lo que yo dije que iba a ocurrir. El profesor entró de nuevo a la clase, una vez finalizada la charla con la directora, cuando quedaban cinco minutos para que sonase el timbre que daba por finalizada la clase.
Cuando entró, llamó a Ryan y comenzó a pedirle algunos datos esenciales, para que pudiera apuntarle como alumno en su lista de clase, y cuando acabó con ello, tocó el timbre.

—Puesto que la siguiente hora estamos juntos también, si queréis podéis salir un momento para ir al baño, o lo que sea. Pero no tardéis.

Al oír al profesor decir esto, sin dudarlo un segundo, me levanté de mi asiento tranquilamente. No tenía la necesidad de ir al baño, pero me estaba entrando sueño de estar tanto tiempo sin hacer nada, y si caminaba un poco, por poco que fuese, me espabilaría lo suficiente como para aguantar totalmente despierta la siguiente clase.
Caminé hacia la puerta rascándome los ojos, y cuando iba a salir, me choqué de frente contra algo. La cosa más normal del mundo, ya que iba sin mirar al frente.

—Uy, lo siento —dije nerviosa dando un paso hacia atrás. Levanté la mirada, y mi corazón dio un vuelco de sorpresa.

Un chico alto y fuerte, con el pelo rubio oscuro, algo rizado y corto y que llevaba una bandana azul marino, estaba plantado delante de mí, y apoyado en el marco de la puerta.
No pude evitar fijarme más en su cuerpo. Los pitillos negros que llevaba, permitían ver a la perfección lo fuertes que eran sus piernas -no había ninguna pizca de grasa, puesto que se marcaba a la perfección cada músculo de ellas-, sobre todo sus muslos.
Subí mi mirada hacia su torso, y vi que llevaba una camiseta de manga corta blanca, y encima de ésta, una camisa de manga larga, vaquera y azul marino que combinaba con su bandana. Incluso encima de la camisa se podían apreciar sus musculosos bíceps.
Colgadas de la camiseta, llevaba unas gafas de sol también negras. Y unas Converse totalmente negras, para finalizar el outfit.
Una mochila también negra colgaba de su hombro izquierdo.

Inconscientemente, mi mirada se trasladó a una de sus manos, la cuál se acababa de apoyar en la puerta, y tamborileaba lentamente los dedos sobre ella. Ahí fue cuando pude apreciar que sus manos eran grandes, delgadas, y también bastante fibradas. Aún así, no dejaban de ser unas manos bonitas.

—¿Vas a dejar de comerme con los ojos, y a dejarme pasar? —dijo con un acento que obviamente no era estadounidense, y sonriendo de lado, sin enseñar los dientes, de forma pícara. Al hacerlo, un adorable hoyuelo asomó en su mejilla.

Respiré hondo y me hice a un lado para que pudiera entrar en la clase, y una vez lo hizo, me fui andando rápido de allí, mirando al suelo.
Me llevé las manos a las mejillas y pude notar cómo me ardían y se ponían coloradas.
Dios, ¿por qué me había quedado mirándole así? ¿Analizándole, cuando justo estaba delante de mí?
No podías haber sido más discreta, Danielle.

Llegué al baño y me miré al espejo. Efectivamente, mis mejillas estaban más coloradas de lo que nunca habían estado.
Respiré hondo y encendí el grifo antes de poner las manos debajo de éste, y mojarme la cara con las manos.
Mi cara agradeció el agua fría. Cogí un trozo de papel, y lo pasé por mi cara con cuidado de no quitarme el maquillaje, que por suerte era resistente al agua.
Me miré de nuevo al espejo, y me peiné el pelo con las manos antes de salir del baño, y regresar corriendo a clase.

Entré en el aula y me tensé al ver que el chico con el que me acababa de chocar, estaba sentado en el pupitre junto al mío.
Busqué automáticamente mi mochila, y la encontré colocada cuidadosamente en el suelo, junto a mi silla.

Caminé lentamente tras cerrar la puerta, y me senté en mi pupitre.

—Espero que no te importe que el señor Irwin se haya tomado la libertad de cambiar sus cosas de sitio —dijo el profesor mirándome.

—Ashton —dijo el chico tamborileando en la mesa con los dedos.

—En mi clase, se llama a los alumnos por sus apellidos, señor Irwin —le replicó el profesor.

Oí al chico resoplar, y quedé en shock cuando vi que ese chico, correspondía a ese nombre. ¿Por qué venía ahora? Podía haberse matriculado y no haber venido, como todos pensábamos que iban a hacer él y sus amigos.

Respiré hondo, e intenté olvidarme completamente de su presencia a mi lado, aunque el fuerte -aunque muy agradable- olor de su perfume, lo hacía difícil.
Miré al profesor, y saqué el libro de griego dispuesta a prestar toda la atención posible, ya que aunque me gustaba esta asignatura, no se me daba tan bien como latín.

***

Cuando sonó el timbre, recogí lo más rápido que pude y salí del aula deprisa y corriendo, dirigiéndome a mi taquilla, en la que esperaba encontrarme a Natalie y Khloe. O a alguna de ellas, al menos.
Necesitaba salir de ese aula. Ashton se había pasado toda la clase mirándome de soslayo. Era tanta la intensidad con la que me miraba cuando lo hacía, que sentía su mirada en mí, y me daba escalofríos.
Encima, era una persona que imponía, y más sabiendo lo poco -pero suficiente- que sabía de él porque mis amigas me habían contado por encima, y mi hermano, que incluso me había advertido de no acercarme a él.
Le iba a tomar la palabra.

Aunque era innegable que, cuando me lo cruzaba por los pasillos, era imposible para mí no mirarle de arriba abajo.
Serio, andando con la mirada en sus cosas, con esa forma de andar que incitaba a seguirle a donde fuese.
Para mi suerte o mi desgracia, justo cuando estaba abriendo la taquilla, él y un chico más, caminaban hacia dos chicos que no conocía.

—¡Danielle! —dijo Khloe en un grito mientras se acercaba andando rápido a mí.

Miré sorprendida a la dirección de Khloe, e involuntariamente, una rápida mirada a donde se encontraba Ashton, y me tapé la cara con la puerta de la taquilla al ver que tanto él como sus amigos habían oído el grito de Khloe, y nos miraban.
Cuando sentí la presencia de mi amiga, le hablé cerrando lentamente la taquilla.

—Deja de avergonzarme —susurré suspirando mientras le miraba.

—Lo siento, ¡es que tenía que contarte algo!

—¿Y Natalie? —pregunté ignorándola.

—Hablando con un profesor, ha dicho que no la espere. ¿Me escuchas? —dijo irritada, resoplando levemente.

—¿Qué? —dije alargando la E.

—¡Han venido a clase, los dos! ¡Están buenísimos, tía! Cada uno a su manera, pero pf. ¿Los dos que iban a tu clase han venido? ¡Dios! ¡Están ahí! —dijo hablando rápido, me zarandeó cuando dijo la última frase.

—Ya lo sé —dije lentamente, no me hacían falta nombres para saber de quiénes estaba hablando.

—Oh Dios, ¡qué bueno está Ashton! —exclamó mirando disimuladamente junto a mi cabeza.

—Tía, Khloe, deja de mirar —dije intentando ponerme delante de su campo de visión, inútilmente.

—Mierda, mierda —dijo frustrada—. Joder, Danielle —suspiró dándome la espalda, y comenzando a arreglarse el pelo.

—¿Qué pasa? —exclamé nerviosa, pero al no recibir respuesta, me giré hacia la dirección en la que estaba mirando Khloe antes de darse la vuelta.

Ashton se acercaba a nosotras, mirándome serio. Y sus amigos, mirando la escena.
Mis mejillas, rojas como un tomate.

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