Los sueños secretos de Sophie

Galing kay Hitto_

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Sophie siempre busca ser la mejor en todo. Sin embargo detrás de esa fachada esconde muchos secretos y sueños... Higit pa

1. Sophie Cohen
3. El pastel de cumpleaños
4. La esperada fiesta
5. Cómo deshacerse de Ian Key
6. Una cita casi perfecta
7. Paranoia y vida Zen
8. Al diablo con el zen
9. Un largo día
10. El intruso
11. Amor licano
12. La excursión
13. Olvidados perdidos y en problemas.
14. ¡Vamos a morir!
15. Nueva oportunidad
16. Persecuciones
17. Sangrienta venganza
18. Empieza el juego
19 ¡Yo quiero una invitación!
20. Todo por un vestido
21. La busqueda del tesoro
22. Él no me gusta ¿o sí?
23. De nuevo a escapar
24. ¡Yo no la choqué!
25. La casa de los decapitados
26. Hora de revelar sentimientos
27. Te diré mil veces que te amo
Regalos y multimedia (cap. especial)
28. Una promesa
29. Algo de descontrol
30. ¿ Y a Sophie quién la cuida?
La oscuridad nos persigue
32. pTres mil litros de puddin de chocolate
33. Educación sexual
34. Quiero ser mejor
35. Tarde de chicos
36. La rebelión de Claudia
37. Nuevo semestre, nuevos problemas
38. Té con los Roach
39. El muro cae
40. Cambiar de sueños
41. Un voto de confianza
42. Bienvenida a Saint Abel
43. Desenmascarando a la princesa
44. La casamentera
Cantar o perder
46. Sombras del pasado
47. La decisión más difícil
48. El costo de los secretos
49. Igual a las novelas
51. Verdades que duelen
51. Buscando vías de escape
52. Un final y el inicio de algo nuevo
Epílogo

2. Ian Key

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Galing kay Hitto_

Fotito de Sophie


-Tiago lleva esto -dijo Nicolás, su padre, mientras le colgaba un bolso del hombro, le entregaba otra maleta grande con ruedas, un pequeño bolso de mano y una pequeña maleta más.

- ¡Por qué yo tengo que llevar todo! -protestó tratando de hacer equilibrio con las cosas.

-Porque yo estoy llevando a tu hermano. -Fue su seria respuesta mientras tomaba al niño más pequeño en brazos, quien había quedado dormido en el viaje de regreso a casa.

-Ya es grande, despiértalo y que camine.

-No seas malo con él, es más pequeño, tómalo como ejercicio. -Sonó indiferente e ingresó a la casa.

-Sophie... -habló con súplica.

Ella volteó y corrió hacia él.

-Ah, sí -dijo acercándose, su hermano sonrió pensando que lo ayudaría. Ella tomó su guitarra y se la colgó del cuello-. ¡Gracias! -dijo con una sonrisa e ingresó a la casa, dejando al muchacho solo con el cargamento, mirando hacia ellos con odio.

Sophie corrió para dar alcance a su madre, era tarde, pero quería estar con ella. Sin embargo, Thaly entró directo al baño, viajar con tres meses de embarazo le había sentado fatal, decididamente no volvería a hacerlo en un largo tiempo.

La adolescente esperó en la puerta, su padre regresó después de haber acostado a Daniel.

-No dejaré que vuelvas a viajar -afirmó acompañándola a recostarse.

-Tampoco lo haré, si tengo suerte la editora morirá camino a su casa.

-Espero que no hayas dicho eso en el trabajo.

- ¿Y qué tiene? Aún si ella muriera en un ataque terrorista yo sería la principal sospechosa. Además ya renuncié -explicó indiferente cepillándose el cabello.

- ¿De nuevo? -preguntó Sophie, no era que la cuestionara, simplemente le daba curiosidad conocer los motivos de su nueva renuncia. Su madre tendía a cambiar de trabajo al menos dos veces al año, generalmente porque se aburría de permanecer en el mismo ambiente.

-Sí, la editora está loca, además pensé en abrir un negocio, tal vez una librería. -Llevó su mano al mentón y a Sophie se le iluminaron los ojos, idea le parecía brillante.

-Hablaremos de eso luego. Sophie deja a tu madre descansar -la empujó fuera de la habitación. Ella presionó el suelo firmemente con los talones para evitar que la sacaran.

Finalmente terminaron de arrastrarla fuera.

-Vete a dormir, tiene pocas horas antes de ir al colegio.

-Sólo quiero hablar con ella, me recostaré a su lado.

-Tu madre y yo haremos otras cosas, podrás hablarle mañana.

- ¿Qué cosas? -Cruzó los brazos poniendo una mueca caprichosa.

-Creo que ya eres lo suficientemente grande como para saber qué. Adiós -dijo por último cerrándole la puerta.

- ¡Acaparador! -le gritó desde el otro lado.

Volteó hacia las escaleras, su hermano aún subía con el cargamento, las cosas se le caían y llevaba el bolso de mano con los dientes.

- ¿Por qué no subiste las cosas de a poco? -observó su hermana mirándolo como al ser más estúpido del planeta.

Tiago se dio cuenta de que tenía razón, eso ni se le había cruzado por la cabeza. Frustrado escupió el bolso y le respondió entre jadeos:

-Así es más ejercicio. -Entrecerró los ojos-. ¿Por qué mamá viaja con una maleta y vuelve con cuatro?

-Porque trae regalos, es obvio. -Su rostro volvió a iluminarse y ambos atacaron las maletas como una fiera salvaje a su presa, buscando qué cosas les había traído su madre desde Inglaterra.

Después de repartir el botín y dejar a un lado lo que era para Daniel y sus futuros hermanos, fueron a acostarse.

***

Sophie leyó un par de capítulos de la nueva novela rosa que había comenzado. Suspiraba ante cada momento tierno y sentía una cálida sensación con cada beso descrito en las páginas. Abrazó el libro soñadoramente, y como cada noche se imaginó siendo protagonista de una de esas románticas fantasías.

Sobre todo había una con la que soñaba recurrentemente, el momento que ella consideraba más importante en su vida: su primer beso. Muchos chicos habían intentado besarla en el pasado, a riesgo de ser golpeados en la entrepierna o que Sophie golpease su cabeza contra la pared. Ese momento debía ser mágico y con una persona muy especial, ella estaba segura que sus labios besarían a un solo hombre en su vida, por eso no debía gastarlo con cualquiera. El lugar también era importante y ya lo había premeditado:

Sin duda debía ser en los primeros días de primavera; ella y un joven muchacho, saldrían a dar un paseo. Él la invitaría a tomar algo, o a comer, no importaba, caminarían por un parque, que misteriosamente se encontraría vacío. Él la conduciría nerviosamente hacia una fuente de agua, estaría por decirle algo, pero se verían interrumpidos por la lluvia. El ruido del agua cayendo intensamente impediría que escuchase lo que él le tuviese que decir, entonces la tomaría de la mano y correrían bajo las cristalinas gotas, buscando un refugio. Riendo y completamente empapados llegarían a un gazebo adornado por flores silvestres. Él le preguntaría dulcemente si se encontraba bien, ella lo miraría de vuelta, sus ojos se encontrarían, se perderían en las profundas miradas, poco a poco se irían acercando, sintiendo mariposas en el estómago. Finalmente su labios se juntarían y se darían el primer beso. Después de separarse por la falta de aire él le diría: -Te amo Sophie, ¿Quieres ser mi novia?- Ella respondería afirmativamente y ese sería en inicio de una romántica relación.

Suspiró al pensarlo, hasta ella caía en cuenta de lo terriblemente cursi de su fantasía, por eso nadie lo sabía. Su cortada era que los chicos no le interesaban en lo más mínimo, que ser la mejor en todo era su prioridad, que tendría tiempo para eso en la universidad. En parte era verdad, la mayoría de los chicos no le interesaban en lo más mínimo, sólo uno.

Esteban era el dueño de sus sueños. Era un chico alto, de cabello claro, cejas gruesas, no demasiado, lo suficiente para hacerlo verse varonil; ojos muy oscuros y profundos. El problema era que tenía diecisiete años, casi dieciocho, iba en último curso, era extremadamente popular y el padre de Sophie no la dejaría salir con un chico mayor; de hecho, si pudiera, impediría que ella saliera con nadie hasta los dieciocho, de no quedarle otra opción, quien fuera el novio de su hija debía tener la misma edad.

Esteban a veces le dirigía un saludo indiferente, como casi todos los chicos del colegio, quienes eran cordiales por tratarse de la hija del director. Sophie le respondía con un respingo, una actitud tremendamente fingida, ya que en realidad, cada vez que lo veía, los nervios la carcomían y no sabía qué decirle, tenía pánico de pasar por una tonta frente a él y mucho más parecer desesperada.

El año escolar recién comenzaba y su cumpleaños se acercaba, reuniendo todo el valor que le fue posible y tratando de parecer lo más indiferente posible, le había entregado una invitación a su fiesta un par de días antes. Con todas sus fuerzas rogaba que él fuese y por una vez la notase, eso sería un buen inicio...

***

-Cohen, no me importa lo que diga, tiene cero en este trabajo -dijo el profesor de literatura, en su habitual discusión matutina con Sophie.

- ¡No puede ponerme cero! Está perfecto -protestó apretando el escritorio del profesor.

- ¡Claro que no! debía escribir un ensayo sobre una mujer que haya sobresalido en la historia, Lara Croft no es una mujer real, ¡Es un personaje de videojuego!

-Pero es mujer, nunca dijo que no contaban personajes ficticios. Lara Croft es la heroína de videojuegos más importante del mundo, está en mi trabajo, ¿O es que no lo leyó? Además, la gramática y la ortografía están perfectas como siempre ¿O quiere que lo discutamos con el director? -Curvó los labios con superioridad, sabiendo que había triunfado nuevamente.

Refunfuñando el maestro puso un uno adelante del cero y le extendió el trabajo. Odiaba que esa niña se saliese siempre con la suya, prácticamente hacía lo que quería, y lo peor era que tenía un argumento convincente siempre.

Sophie se dirigió a su asiento levantando el rostro de forma petulante. Sus compañeros la miraban acostumbrados a ese tipo de escenas. Cruzó las piernas y se puso a leer su libro con cinismo, ella se jactaba de ser autodidacta y lo suficientemente buena e inteligente, para quien los maestros sólo eran un accesorio, no los necesitaba realmente, cumplía con las tareas porque valían nota y le gustaba ser siempre la mejor en ellas.

El profesor se levantó furioso. Volteó hacia la pizarra y estuvo a punto de escribir cuando tocaron la puerta. El director entró con las manos en los bolsillos.

-Lamento interrumpir -se dispensó. El maestro puso una mueca de: "que más me queda" y dejó que prosiguiera -. Pasa Ian, le dijo a un muchacho que entraba instantes después-. El es Ian Key, su nuevo compañero, viene de Inglaterra aunque ya vivió en nuestro país antes-. ¿Alguien se ofrece para enseñarle el colegio?

Sophie levantó la vista por primera vez, muchas chicas ya estaba con la mano alzada, pero ella se adelantó a todas.

-Si así puedo salir de esta aburrida clase yo lo hago.

-Pues se lo mostrarás, pero en el recreo -le anunció el director con reprimenda.

Ella frunció los labios, no podría salir a estirar las piernas y encima perdería el recreo por acompañar a un torpe muchacho que ingresaba tarde.

Ian caminó hacia el asiento que se encontraba junto a Sophie. Mientras se acercaba ella lo observó por primera vez. Era alto, (en realidad, para ella todos eran altos, dado que era la chica más baja del salón); su cabello castaño era un poco largo, no demasiado, más bien parecía que no se lo había cortado en un par de meses; sus ojos eran de un curioso color verde agua, con algunos rasgos ámbar. Ella sólo tuvo que mirar su desarreglado uniforme, la corbata con el nudo suelto y la camisa semi salida del pantalón, para darse cuenta de qué clase de chico era: Otro niño rico petulante que pasaría de año por las segundas oportunidades que le darían los maestros.

Mientras él tomaba asiento ella volvió a su lectura. Ya acostumbrada al sonido del marcador sobre la pizarra de acrílico y al maestro hablar a veces, se dio cuenta del ruido sobrante. Atisbó a su costado izquierdo. Su nuevo compañero miraba distraídamente por la ventana, apoyando su cabeza en un brazo y con la otra tamborileaba sobre la mesa con un lápiz. Un delgado cable blanco salía de su enmarañado cabello, de la altura de su oreja, hasta el interior de su chaqueta. La canción que tocaba su Iphone era indescifrable, sin embargo, llegaba hasta el asiento de Sophie.

-Otro vago -confirmó en voz muy baja después de su segunda observación.

Sin enterarse ni de qué iba la clase, Sophie cerró su libro y guardó sus cosas en cuanto sonó el cambio de hora. El chico nuevo se levantó perezosamente. La muchacha ya estaba por salir cuando él le habló.

- ¿No se supone que tienes que mostrarme el colegio?

-Ah, cierto -resopló-. Ven -le hizo un seña con la mano y él la siguió caminado con las manos cruzadas detrás de su nuca.

-Esa es la sala de ciencias, esa una aula de tercero, esos los baños -le fue señalando las puertas del pasillo conforme caminaban hacia el jardín-.Ese es el edificio de Artes, el patio y la salida. -Terminó señalando cuando se encontraban en el exterior. Ya estaba dispuesta a irse, caminó un par de pasos y se dio cuenta de que el chico la seguía.

- ¿Que clase tenemos después? -preguntó Ian.

-Música -habló molesta, acelerando el paso, intentando perderlo de vista.

- ¿Y cómo llego? Muéstrame el salón. -Aceleró el paso también hasta llegar a su lado.

Sophie se detuvo, sonrió de medio lado y lo guio al edificio de artes. No ingresaron por la puerta, bordearon el edificio, hacia un patio trasero que siempre se encontraba vació.

-La sala de música es esa. -Señaló hacia arriba, a la ventana del segundo piso-. Este es mi atajo. -Trepó a un contenedor grande de basura y brincó hacia una ventana. De ahí comenzó a escalar al piso superior. Estaba segura que con eso lo evadiría, solo ella y su hermano se animaban a tan arriesgada hazaña. Ya llegaba a la segunda ventana cuando Ian apareció a su lado. Puso una mueca de enfado ya estando por entrar al salón.

- ¿Nunca has llegado más arriba? -le preguntó mirando hacia la parte superior del edificio.

- ¿A la azotea? Bueno, no... -nunca lo había hecho, lo había pensado, pero hasta ella sabía que era difícil y demasiado arriesgado, sin embargo, el muchacho no parecía pensar lo mismo.

Ante la sorpresa de ella continuó escalando, con la clara intención de llegar hasta el final.

Sophie no podía quedarse atrás, ella era siempre la mejor y no había nada que no pudiese realizar. Ese chico nuevo no iba a dejarla atrás, eso era seguro. Con determinación terminó de escalar la ventana, apenas llegó al tercer piso. Ian lo hacía parecer muy fácil, por supuesto, para él las distancias eran más cortas. Aún así, Sophie no se quedó atrás. Desde la última ventana al barandal de la azotea había un gran trecho. El chico alcanzó los barrotes, hizo fuerza y terminó de trepar. La chica logró apenas colgarse, sus pies ya no alcanzaban ninguna saliente de la cual pudiese darse impulso, y la fuerza en sus brazos no era su principal atribución.

Intentaba darse impulso y terminar de subir, pero no podía, sus zapatos resbalaban contra la pared y no había de qué sostenerse. No podía creer que le pasara eso, era muy orgullosa como para pedirle ayuda, mas estaba segura de que él la jalaría hacia arriba sin siquiera preguntarle. Esperó un momento y no pasaba nada. Levantó la vista. Ian se encontraba apoyado en la baranda, sonriendo de medio lado y observándola con burla.

-Qué no vas a ayudarme -masculló, más molesta por tener que pedirle ayuda que otra cosa.

-Amm... nah... -fue su respuesta-. Dejaré que lo hagas sola, adiós -dijo por último al retirarse.

Sophie no podía creerlo, seguro era una broma, le daba tres segundos, después de eso Ian regresaría. Contó hasta cinco comenzando a desesperarse, se alteró más al escuchar la puerta de la azotea cerrándose.

- ¡Ian! ¡Ian! -le gritó en un quejido, pero el chico no daba señas de volver.

Soltó un suspiro de resignación, ese chico se le había hecho la burla. No pasaría mucho antes de que alguien la encontrase colgada de la azotea. Sufría pensando en lo ridícula que se veía. "Al menos será la situación más ridícula del colegio. Genial, seré la tonta número uno" pensó. Volteó hacia abajo; no fue una buena idea. Estaba muy alto, si caía se rompería algo, o caerían la basura, no sabía qué era peor. Ya golpeaba su cabeza contra la pared sintiendo que le faltaban fuerzas cuando sintió un par de manos sosteniéndola firmemente por las muñecas y jalándola hacia arriba.

- ¡Eres un idiota! Más te valía volver, sino... -comenzó a protestar, pensando que se trataba de Ian.

Se calló abruptamente, seguro había caído y golpeado la cabeza, o había muerto y se encontraba en el cielo. Quien la había ayudado era Esteban. Se perdió en sus ojos un momento, comprendiendo lo romántico de la situación: Un villano la ponía en peligro y su príncipe azul iba a su rescate, apareciendo de la nada como un súper héroe.

- ¿Estás bien Sophie?, ¿Te caíste?, ¿Qué pasó? -le preguntó con mucha preocupación, acercándose a ella para ver si se encontraba bien.

-Sí, me caí -respondió soñadoramente sin quitarle los ojos de encima.

-Debes tener cuidado, una chica tan linda como tú no debe andar sola, ni siquiera en el colegio, los peligros acechan -le dijo con una sonrisa, ayudándola a levantarse.

Sophie sintió que se derretía, le había dicho que era linda y la tomaba de la mano con delicadeza. No asimilaba que aquello fuese real, parecía una de sus innumerables fantasías. De todos los chicos del colegio tenía que ser precisamente él quien la salvara. Sin duda era el destino, lo daba por seguro. Bajó las gradas con él, mirándolo ilusionada, escuchando cada palabra que salían de sus labios. Esteban la conocía, más de lo que ella pensaba, y no se mostraba frío o indiferente, todo lo contrario, era muy amigable y le sonreía de una forma atractiva.

-Sana y salva. -Sin darse cuenta habían llegado a la mesa donde se encontraban los compañeros más allegados a Sophie. Le hizo una reverencia y se fue con su grupo de amigos-. ¡Nos vemos el sábado en tu fiesta! -le avisó desde lejos.

Ella hubiera brincado de la emoción y gritado eufórica al escuchar que Esteban asistiría a su cumpleaños, pero rápidamente cayó en cuenta de que sus amigos la observaban. Guardó la compostura y se dirigió a ellos. Para su sorpresa Ian estaba ahí, siendo el centro de atención. Lo miró con odio y apretó los puños, él le devolvió una mordaz sonrisa. No sabía si les había contado a todos lo ocurrido, pero nadie prestaba atención a la chica, así que posiblemente no.

Sophie se sentó en la mesa, sin quitarle los ojos de encima al nuevo, el resto de chicos la ignoraba.

-Hablas muy bien el español para ser de Inglaterra -decía Missy.

-Es que viví aquí mucho tiempo, además venía de vacaciones cada verano. -Sonrió amablemente. Todos los chicos le conversaban interesados, menos la muchacha de ojos azules.

Ella estaba con el grupo, pero nadie parecía prestarle real interés. Era como un añadido, que estaba ahí porque debía estar ahí. A pesar de estar rodeada de gente Ian notó lo que nadie había notado antes: lo sola que se encontraba, y ella parecía darse cuenta. Sonreía falsamente ante cada comentario, intervenía por momentos, solo para hacer notar su presencia. Ian acaparaba toda la atención. Sin embargo, Sophie abandonó sus esfuerzos y se retiró. Su supuesto grupo de amigos no pareció percatarse, o no importarle.

- ¿Cómo se llama la chica de ojos azules? -interrumpió Ian a una chica que le hablaba amenamente de las actividades del grupo.

- ¿La que te mostró el colegio? -El chico asintió-. Sophie, créeme que escucharás mucho de ella, hasta hastiarte.

Él preguntó el porqué con la mirada.

-Es la hija del director del colegio y se cree la gran cosa -intervino Patricia-. Siempre está buscando llamar la atención. Cree que todo debe girar en torno a ella por ser bonita o la mejor en todo, se muere si alguien le gana en algo. Y se la pasa haciendo bromas pesadas junto a su hermano.

-Sí, o sea, cumple quince en un par de días y se comporta como si tuviera diez -dijo Missy y el resto asintió con una sonrisa burlesca.

-Creí que era amiga de ustedes -manifestó Ian con curiosidad.

-Sí, hasta cierto punto, en realidad la aguantamos -habló un chico-. Es la hija del director después de todo, siempre consigue lo que queremos, como que cambie el uniforme. El que teníamos antes de que Sophie le pida a su padre que lo cambie era horrible. Además tiene la única casa con piscina techada en la zona. Al menos aguántala hasta su cumpleaños, seguro te invita, sus fiestas son geniales. Deberías ver su casa, tiene de todo.

-Obvio, sus padres son narcos, nadan en dinero.

-No son narcos. Su padre está en la mafia, hacen trabajos diferentes.

-Creí que su padre era el director -observó Ian, dándoles cuerda, rescatando información útil.

-Sí, pero eso es solo una fachada, ¿Tú crees que siendo director de un colegio público gana tanto dinero? -afirmó Missy.

Ian escuchó con mucho interés las historias en torno a Sophie y su familia, hasta el final del recreo.

***

El resto del día Sophie le lanzó miradas asesinas al chico nuevo. Él por su parte, la ignoraba. A la hora de la salida lo esperó junto a los casilleros.

-Eres un... -se paró frente a él, desafiante.

Él le miró levantando una ceja, cerró su casillero y colgándose la mochila del hombro caminó a la salida. Sophie lo siguió y le bloqueó el paso.

-Qué quieres, no me sigas -dijo con desprecio.

- ¡Que te disculpes ahora! -demandó-. ¿Por qué me dejaste ahí colgada?

-Porque ya no te soportaba y quería deshacerme de ti. -La hizo a un lado y retomó la marcha.

- ¿De mi? Tú eres el insoportable que me seguía.

-Porque quería conocer el colegio y luego me di cuenta de lo ególatra, caprichosa y vanidosa que eres.

- ¡Yo no soy así! -gritó en vano, él volvió a ignorarla y caminó con una mano en el bolsillo.

Sophie pateó el suelo ¿Quién se creía para decirle esas cosas? Caminó hecha una furia, no esperó encontrarse con su hermano o su padre como siempre. Aquel chico le había hecho pasar el peor momento de su vida, eso hasta que fue rescatada. Podría habérselo dejado pasar porque sirvió para un corto encuentro con Esteban, pero lo que le había dicho ya era el colmo.

"Yo no soy nada de lo que él dice", pensó todo el camino. Iba a casa pateando con fuerza cualquier cosa que se atravesase en su camino. "Ni soy ególatra ni caprichosa, él acaba de llegar, ni me conoce, no puede sacar conclusiones. Entraste al colegio equivocado Ian, esta me las pagas, haré que te expulsen, o peor, haré tu vida en el colegio un infierno" caminaba por inercia demasiado sumida en sus pensamientos, distraída en su mente como siempre, hablando sola en voz baja.

De pronto sintió que alguien la sostenía fuertemente por la cintura y los hombros y la jalaba con mucha brusquedad hacia atrás...

******

Hola! subiré capítulo mañana

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