Justin.
Todavía no daba crédito a lo que había dicho. ¿Me dolía? Joder, si, pero la frustración y el enojo sobrepasaron lo mal que me había sentado su comentario.
Estaba furioso.
Ella significaba mucho para mi, me preocupaba cuando estaba decaída, me alegran sus buenos momentos, los comparto como si fueran míos porque, maldita sea, la quiero. Y aún si no sintiera todo esto, seguiría estando en mis prioridades, quiera o no era y es parte de mi familia. Inclusive mis padres y hermanos la consideran parte de nosotros.
Pero el enojo no cedía, trataba de calmarme tomando respiraciones profundas pero sus palabras seguían resonando en mi cabeza.
Quería estar solo.
Iba de camino a la casa, necesitaba tiempo para mi solo. Pasé cerca del recinto donde fue la fiesta y las personas ya comenzaban a irse. Al empezar a subir por las escaleras una vos me detuvo.
- Justin. – Llamó. La voz provenía del estudio. Me acerqué a la puerta y ahí estaba el padre de ________(tn) sentado con una copa en la mano.
- ¿Me necesita, señor?
- Ven muchacho, solo quiero hablar un poco contigo. - Entré al estudio dispuesto a escucharlo. - Sientate, por favor. - Me señaló el sofá frente a él y le obedecí.
- Dirá usted, señor Brooks.
- Bueno, muchacho, ¿cómo la has pasado? – Preguntó mientras bebía de su copa.
- Bien, muy bien, le agradezco el alojamiento, su familia es muy agradable. - Genuinamente sonreí.
- No es nada, muchacho, he sabido que tu familia ha hecho lo mismo con mi pequeña.
- Si, señor, mis padres adoran a su hija. – Informé.
- Justin, quiero que sepas algo... – Asentí con la cabeza. - ________(tn) es… la joya de la familia Brooks, todos en ella la cuidamos como nuestra pequeña, como nuestro tesoro. Ella es la menor, y entenderas que yo amo demasiado a mi hija. Quería pedirte disculpas por como me he comportado contigo.
- No se preocupe, señor yo lo entiendo perfectamente. – Contesté. Y era cierto, también me sentiría como él si tuviera una hija, y tampoco me sentiría agusto con que mi hermana estuviera con un patán.
- Lo sé, hijo, pero quisiera saber ¿cuáles son tus intenciones con mi hija?
- No sé… no sé a que se refiere señor. - Aclaré mi garganta para tomar valor. Podía presentir adónde se dirigía la conversación.
- Me refiero a qué piensas. ¿La amas? – Honestamente no quería pensar que iba a preguntarme tan directamente eso. Me sorprendió.
Sentí mi corazón acelerarse y me pregunté qué sentía por ________(tn). Me llovieron cada recuerdo de los momentos que pasamos juntos. Me gustaba su risa, aunque ella se reía de todo y todos, inclusive de ella cuando tenía momentos de torpeza, me fascinaba. Si estabas en un mismo salón con ella sabías que no estaba completo si no acompañaba su risa, era linda y melodiosa pero capaz de contagiar a todos los presentes. Llevaba alegría a cualquier lugar.
Me encantaba su forma de ser, es sencilla pero no es un defecto, aunque le des una piedra o una carta sabes que ________(tn) la guardará, porque los mínimos detalles valen mucho para ella. Joder y aún más me encanta cuando se enoja, arruga el entrecejo y sus ojos podrían matarte si tuvieran el poder, hasta que tengo que mirar hacia abajo por su estatura, quiere aparentar ser toda una Bellota cuando en realidad es Burbuja, o eso había dicho mi hermana hace unos años.
Reí compartiendo la broma.
No necesitaba ser otro chico con ella, eso no le va, le agradan las personas sin filtro, como son cuando ven sus películas favoritas, gana su equipo favorito el campeonato, o como en el momento en el que te cantan el feliz cumpleaños.
Ni hablemos de su aroma. Cuando pasaba días sin verlas en algún momento del día podía sentirla, como si estuviera a mi lado, y no se trata del perfume que usa, aunque tiene mucho que ver. No.
Se trata de su propio aroma, vainilla y coco. No sé qué malditamente usa esa mujer cuando se baña, pero puedo jurar que huele a dulce, y mezclado con su perfume me lleva a otro mundo. Inclusive algunas veces cuando nos abrazamos aprovecho para olisquear su cabello. Patético, lo sé.
Y sus labios... suaves y sonrosados, era lo mejor de este puto mundo y los necesitaba ahora mismo. Necesitaba sacarle esa mierda de la cabeza de no volver conmigo, necesitaba sacarselo a besos hasta que nos quedaran hormigueando los labios.
Pasé mi mano por mi cabello, nervioso. Todo ella me volvía loco.
- Si, señor. – Respondí con seguridad mirando sus ojos.
- ¿En serio? – Preguntó sorprendido.
- Señor, yo… amo a su hija de una forma inexpicable, con todo mi ser. Cada vez que estoy lejos de ella siento la necesitadad de abrazarla y protegerla. Estoy enamorado de ________(tn). – Abrió sus ojos sin dar crédito que tuviera el valor se decirselo. – Desde el primer momento que puso un pie en casa llamó mi atención, así despeinada y todo... - Rió. - solo que no sabía como demostrarselo, y me negaba a mi mismo diciendo que era odio. Lo único que busco es hacerla feliz, porque ella puede mejorar mis días malos solo con una sonrisa. - Suspiré.
- Eh… no sé que decir, Justin. Yo creí que solo sentías atracción hacia ella. – Mencionó. – Además tienes razón, jamás la había visto tan feliz como lo es contigo. – Sonreí.
- Señor Brooks, tenga por seguro que mis intenciones con ella son buenas, yo… si alguna vez llego a casarme le aseguro que será con su hija. – Eso lo sorprendió aún más.
- Justin... – Escuché su voz, volteé y estaba parada en la puerta.
- ________(tn). - La miré nerviso, ¿había escuchado todo?
- Te estaba buscando, no sabía que estabas hablando con mi padre. – Dijo acercandose, eso significa que no había escuchado. - Espero que no lo hayas asustado, papá. - Bromeó hacia él.
- Solo estabamos hablando, pero ve a dormir, cariño, ya voy para allá. – Me miró no muy segura pero luego asintió, se acercó a su padre y le dió un beso en la frente.
- Buenas noches, papá, y gracias. – El señor Brooks le dedicó una sonrisa. Él también le deseó buenas noches y ________(tn) salió del estudio.
- Bueno Justin, me agradó haber tenido esta conversación contigo. Ahora sé que eres muy buen muchacho, y que la haces muy feliz, para mi eso es suficiente. – Se paró de su aciento y yo también lo hice, luego me dió un abrazo. – Ve a dormir, ya es tarde.
- Fue un gusto hablar con usted, señor, y buenas noches. – Dije antes de retirarme.
(...)
Llegué al cuarto como Justin me había dicho. ¿Qué estaría hablando con mi padre?
Esa pregunta ocupó mi mente mientras me ponía cómoda para dormir. Me quité los zapatos, me estaban matando, luego solté mi cabello.
Tenía que aclarar las cosas con él y decirle lo mucho que me importa. Con los manos trataba de alcanzar el cierre del vestido pero no podía, resoplé cansada.
Un escalofrío me ocurrió cuandi sentí sus manos bajar por mi espalda hasta mi vientre, miré sus manos y mi corazón latió más fuerte y desenfrenado.
Acariciaba mi cintura y luego lentamente subió sus manos hasta donde estaba el cierre de mi vestido. Mi cuerpo fue inundado por una oleada de calor haciendome estremecer al sentir sus labios en mi cuello. Cerré los ojos.
Mi respiración se volvió lenta y pesada. Fue bajando el cierre lentamente haciendome sentir desesperada, pero solo me limité a erizarme cada vez que besaba mi cuello desnudo bajando hasta mi hombro. Jamás habia sentido aquello que sentía en aquel momento, lo necesitaba, lo deseaba y lo amaba.
Cuando el cierre terminó su decenso el vestido se cayó lentamente por mi piel que la sentía arder al contacto de sus grandes manos.
Volteé lentamente hasta quedar frente a él, pude ver en sus ojos deseo, sus pupilas se encontraban dilatadas y tenía levemente la boca abierta respirando hondo. Me estremecí, seguía acariciando mi cintura, intenté hablar.
- Justin, yo… - Puso su dedo en mis labios.
- No digas nada. – Luego me besó.
No fue como las otras veces que era dulce y lleno de amor. En este beso había pasión, deseo, desesperación por tocarnos, sus labios devoraban los míos como si fuera el más rico dulce de este mundo, era exigente.
Puse mis manos en su pecho, desabrochando los primeros botones de su camisa, su lengua pasó por mi labio inferior pidiendome permiso para probarme. Abrí mi boca levemente dejandolo entrar, para tener el más rico y húmedo beso de mi vida.
Sin dejar de besarlo fue bajando la intensidad. Al cabo de unos minutos se separó y me miró, tenía sus labios rojos al igual que sus mejillas.
- Yo… yo lo siento, tu… tu significas mucho para mi. – Dije con dificultad por falta de aire.
Solo sonrió y volvió a besarme.
Poco a poco me recostó sobre la cama, el estaba encima mío y recordé la primera vez que habíamos quedado así. Fue aquel día que fui a buscar a Cait.
Fui desabotonando su camisa poco a poco sin dejar de besarnos, nuestras respiraciones cada vez eran mas aceleradas y las caricias quemaban cada vez más. El rodeaba mi cintura con sus manos y subía hasta llegar por debajo de mis senos, luego bajaba y rodeaba el perímetro del piercing.
Empecé a besar su cuello, comencé por sus clavículas, dejandole besos inocentes. A medida que iba subiendo fui dejando besos húmedos, primero besaba y luego pasaba mi lengua.
Llegando casi a la mitad de su cuello encontré su punto débil cuando apretó mi cintura y sentí su respiración volverse pesada. Se estaba conteniendo.
Sonreí aún con mi cabeza en su cuello. Olisqueé para tentarlo aún más, y cuando lo sentí expectante ante mis movimientos besé, lamí y por último mordí, gruñó y empezó a sentirse desesperado, así que aceleré el movimiento de mis besos mientras subía hasta por debajo de su oreja, lo estaba devorando y eso poco a poco le hacía perder su cordura.
De mi cintura comenzó a bajar con caricias hasta mis muslos. Se separó respirando difilcutosamente.
Me miró de pies a cabeza, estaba en ropa interior delante de él y no sentía pudor alguno, con él me sentía segura y querida. Ésta vez fui yo la quien se armó de valor y lo besó.
Terminé de desabrochar su camisa, pudiendo ver al fin su pecho. Quedé embelesada ante la vista, era hermoso. Pasé mis manos por todo su torso, delineando sus abdominales y subiendo hasta sus fuertes y anchos hombros.
Me dió un escalofrío, despertaba muchas cosas en mi que nunca había vivido.
Con mi dedos recorrí cada línea de sus abdominales y lo sentí estremecerse. Susurró mi nombre en mi oído y yo solté un pequeño gemido, fui bajando mis manos hasta encontrarme con su cinturón y cuando lo hice el se separó bruscamente, yo lo miré y el tenia los ojos bien abiertos, respiraba con dificultad.
- ________(tn). - Dijo con dificultad mi nombre debido a su respiración agitada. – N-no está bien esto. – Sentí mi corazón pararse. – Debes entregarte a la persona que amas... no a mi. – En ese momento mi corazón acababa de romperse.
¿No me amaba como para entregarse a mi? Mis ojos se aguaron y para que no lo notara me separé bruscamente de él, rápidamente agarré un short y una blusa que me coloqué a una velocidad impresionante.
- ________(tn) yo... – Habló sentado desde la cama pero no lo dejé terminar porque salí corriendo de la habitación. Bajé las escaleras rápidamente, la casa estaba oscura, mi familia ya estaba dormida.
Salí fuera de casa y corrí hacia los establos descalsa, las lágrimas amenazaban con salir. Cuando llegué ahí fui hasta León y me monté en él, hice que corriera a toda velocidad hacia los campos más lejanos.
Las lágrimas comenzaban a salir por mis ojos y yo las limpiaba. Solo cuando estuve lo suficiente lejos de mi casa me permití llorar.
Detuve a León y me tiré al pasto boca abajo, mientras los sollozos salían de mi con dolor. Mi pecho se encogía al rememorar lo que había sucedido, él no me amaba y yo había pensado que sí, me habia hecho iluciones de algo que no era real, con mi mano arranqué un poco de pasto por la rabia y tristeza que tenía en ese momento. Yo lo amaba.
Lo amaba mucho pero Justin no me correspondía, él no había estado dispuesto a entregarse a mi como yo a él. Maldije el momento en el que comencé a sentir cosas por él.
Pero por sobretodo me reprendí a mi misma, por pensar que de verdad yo le pudiera gustar, por pensar que él se podría enamorar de mi. ¿En qué mierda pensaba? Yo solita me había puesto en este embrollo y solo yo había salido herida.
Su rechazo no salía de mi cabeza.
"Debes entregarte a la persona que amas... no a mi."
La luz empezaba hacerse presente en el cielo, debían ser aproximadamente las cinco de la mañana. Me senté en el pasto y limpié mi cara, deje caer las ultimas lágrimas y luego me paré. Monté en mi caballo y empecé hacer que caminara despacio de vuelta a casa.
Limpié mis ojos, no podía dejar que nadie me viera asi.
Al llegar al establo deje a León en su lugar, le di un poco de agua y lo acaricié, lentamente salí de ahí hasta mi casa, iba descalza pero eso no importaba. Abrí la puerta sin hacer ruido y entré, pasé cerca de la cocina y…
- ¿________(tn) eres tu? – Escuché la voz de mi madre y paré en seco.
- Si, mamá. – Susurré, respiré lentamente, no quería que se diera cuenta que habia estado llorando, pero es mi madre, me conoce.
- Nena, estuviste llorando. – Dijo con mi cara entre sus manos. – ¿Dónde estabas? ¿No debías estar durmiendo con Justin? – Su nombre me atormentó.
- No, mamá. Sali a dar una vuelta con León.
- ¿Estas bien? – Preguntó, yo asentí con la cabeza. – ¿Qué te pasó?
- Nada, mamá. - Desvié la mirada.
- ¿Es Justin? – Le dió al clavo correcto.
- Mamá, es algo entre nosotros dos, no te preocupes. – Le acaricié la mejilla – Todo estará bien solo es una bobada, no te preocupes.
- ¿Segura?
- Si. – Sonreí falsamente. – Ahora iré a dormir, tengo sueño.
- Está bien, cariño. – Besó mi frente.
- ¿Por qué no duermes tu tambien?
- Ya dormí un poco, además nosotros los viejos nos levantamos temprano. – Reí, era la primera vez que mamá reconocía que era vieja. – Ve, cariño. – Asentí y subiendo las escaleras había decidido que por más que me doliera tenía que sacar a Justin de mi corazón.