Bad Boy ➳ j.b

By k-kels

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Bad Boy
01
Capitulo 1 part 2
Capitulo 2
Capitulo 3 part 2
Capítulo 4
Capítulo 5
Capitulo 5 part 2
Capítulo 6
Capitulo 6 part 2
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 10/2
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 13/2
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 23/2
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capitulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Aviso.
Capítulo 31
Capítulo 32
Lo siento.
Aviso.
Capítulo 33 FINAL

Capitulo 3

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By k-kels

-Nada. Justin; Una clienta que quiere volver a entrar -Martin quería demostrar que tenía la situación bajo control-, y le estaba explicando las normas.

« ¿Justin trabaja aquí? ¿Por qué no me ha echado antes? Sabe quién soy...», pensó ___.

Antes de que el guardia pudiera dar su versión de los hechos, ella disparó la suya.

-Mis amigos tenían que irse, y yo quería quedarme un rato más.

-No sabía que, una vez fuera, no podría volver a entrar -explicó como una metralleta dedicándole una sonrisa persuasiva a Justin-. ¿No podríais hacer una excepción por esta vez?

Él negó con la cabeza, impasible.

-Lo siento, Princesa. Además, éste tampoco es tu ambiente. Será mejor que te vayas a otro sitia más de tu estilo.

Aquel tono la molestó. No soportaba a los hombres condescendientes; par muy buenos que estuvieran. Antes de que pudiera replicar, otra voz de acento hispano interrumpió la conversación.

-Dejadla entrar.

___y los dos hombres se volvieron hacia el que acababa de aparecer en el vestíbulo.

-Lo que usted diga, señor Gutiérrez -exclamó Martin bajando el brazo para dejar pasar a ___.

A punto estuvo el portero de dedicarle una reverencia al recién llegado.

«Carlos Gutiérrez, el director del Club 69», se dijo

___, que recordaba el informe que había preparado su equipo de documentación. Antes de que Justin intentara hacer cambiar de opinión a Gutiérrez, ella entró en el local.

El tipo era algo más alto que___; debía de medir un metro setenta y cinco, más o menos. Vestía un traje pachuco de color gris verdoso; un estilo de traje originario de El Paso, y que luego llegó a Harlem, donde se convirtió en símbolo de masculinidad y poder entre los chicanos. El traje de Gutiérrez, de cintura alta, pernera ancha y chaqueta larga -carlango, la llamaban ellos- con enormes solapas, parecía hecho a medida.

___le dedicó una sonrisa.

-Gracias por su ayuda, señor... ¿Gutiérrez? -miró al portero y al director del club, como buscando confirmación de que había acertado.

El hombre le tendió la mano.

-Carlos Gutiérrez, para servirla, linda señorita -al estrechar la mano de ___, se inclinó levemente, ofreciéndole un primer plano de su cabello negro engominado.

-Gracias. Me llamo... Lee -Hizo una pausa, esperando a ver si Justin la corregía, pero no dijo nada.

«No va a delatarme. ¿Por qué?», se preguntó.

-Debo regresar a la sala --dijo Gutiérrez soltándole la mano-, esta noche soy el maestro de ceremonias. Después del espectáculo podríamos tomar una copa juntos...

-Me encantaría -mintió ella con una sonrisa.

-Justin, cuida de Lee por mí, por favor -Gutiérrez se dirigió a su empleado sin molestarse en volver la cabeza; estaba demasiado ocupado desnudando a __-con la mirada-. Luego vendré a por usted -le dijo a ella. Y sin esperar respuesta, se alejó hacia un grupo de hombres que charlaban en el otro extremo del vestíbulo, que se iba llenando de socios que salían de la sala.

«El espectáculo de Katya debe de haber terminado ya», pensó ___ al tiempo que avanzaba unos pasos.

-No necesito un canguro -le dijo a Justin-, puedo volver a mi cabina yo sola.

Él negó con la cabeza.

-Lo siento, Princesa. Esa cabina está ocupada. Están muy solicitadas durante la segunda función.

-¡Pero si acabo de devolver la llave! -protestó. Acto seguido interceptó a la empleada a la que se la había entregado, que pasaba por allí-. ¿Está libre mi cabina?

La chica negó con la cabeza.

-No, lo siento. Esta noche teníamos lista de espera.

___ echó un vistazo a su reloj. Las diez y cinco. Se suponía que debía encontrarse con Consuelo en la cocina a las once.

«¿Qué hago durante la hora que me queda?»

-¿Y adónde voy ahora? -dijo en voz alta.

Justin se encogió de hombros.

-Depende de si te apetece mirar o participar. Si sólo quieres mirar, puedes subir a mi despacho. Tiene vistas al escenario.

«Sabe que soy periodista. ¿Por qué se ofrece para ayudarme? -se preguntó mientras contemplaba sus atractivos rasgos-. Zeke dice que le detuvo por agresión. ¿Debería arriesgarme a quedarme a solas con él?»

Justin sonrió.

-¿Tienes miedo, Princesa? Puedes marcharte. Le diré a Carlos que tenías que irte a dormir -en su mirada había desafío y algo más.

___ no había rechazado un desafío en su vida. Ni tan sólo aquella vez que, con nueve años, la retaron a saltar a un lago desde un barranco altísimo.

-Muy amable, gracias. Veré el espectáculo desde tu despacho.

-Pues vamos -la dirigió hacia otra escalera que llevaba hasta la segunda planta. Sabiendo que Justin subía justo detrás de ella>

___ exageró su contoneo al andar. Cuando llegaron a la segunda planta, la acompañó hasta una puerta señalada con la palabra PRIVADO. El despacho era el doble de grande que la cabina donde había estado antes y tenía también un gran ventanal a través del cual se podía ver el escenario y la sala.

A la izquierda de ___ se levantaba una pared llena de televisores que controlaban lo que parecían ser salas vacías.

Junto a la pared opuesta había una mesa, una silla, un archivador y un gran espejo que permitía al ocupante del despacho echar un vistazo a los monitores sin tener que volverse. Frente al ventanal vio un confortable sofá de dos plazas y dos sillas, colocados para contemplar el escenario y la sala. La luz era tenue, como en las cabinas, y el ventanal, que en su cara exterior era como un espejo, impedía que nadie desde abajo pudiera ver lo que ocurría en aquel despacho.

--Siéntate --dijo Justin señalando el sofá.

___ dudó unos segundos. Todavía se sentía un poco incómoda por estar a solas con él durante la segunda parte del espectáculo del Club 69. Se acercó al ventanal, pero no se sentó.

Abajo, en la sala, apenas una veintena de hombres iban tomando posiciones. Quizá no todos los socios conocían la «segunda función». ___ se había preguntado si los espectadores del show que estaba a punto de ver iban a ser distintos de los de antes. Parecían un grupito insignificante, y todos eran hombres. Entonces, ¿por qué la había dejado entrar Gutiérrez? ¿Y por qué Justin no la había delatado? Volvió la cabeza y le preguntó:

-¿Cuál es tu cometido aquí?

-Trabajo para el propietario -se apoyó en la mesa estirando sus largas piernas. Parecía cómodo.

«Madre mía, qué bueno está», pensó ella.

Sentía que el deseo se apoderaba de sus nervios, recordándole cuánto tiempo llevaba sin disfrutar del sexo con un hombre. Aunque Heat la mantenía muy ocupada, notaba cómo la tensión física había ido creciendo.

-¿Gutiérrez es el propietario?

-No -respondió, escueto.

-Según el registro del condado, esta mansión es propiedad del Fondo de Inversión Inmobiliaria 69, pero ese fondo de inversión no aparece en ninguna otra parte.

-¿Podrías darme el nombre del propietario?

-No.

___ se acercó a él.

-¿Por qué no le dijiste a Gutiérrez quién era yo en realidad?

-Porque estás jugando con fuego, Chiquita, he intento ahorrarte problemas -ahora Justin no sonreía.

___sintió que un escalofrío glacial le recorría la espalda.

-¿Me estás diciendo que los propietarios podrían hacerme daño si supieran que estoy escribiendo un reportaje sobre su club?

--Te estoy diciendo que deberías irte a tu casa y olvidarte de todo esto.

Ella negó con la cabeza.

-Si esos tipos son mala gente, ¿qué estás haciendo tú aquí?

Justin se encogió de hombros.

--No hay mucha gente dispuesta a dar trabajo a un tipo que acaba de cumplir una condena por, agresión.

-¿Y qué haces?

El volvió a encogerse de hombros.

-Hago de chófer, de guardaespaldas..., lo que haga falta -dijo con una sonrisa, la misma sonrisa devastadora de antes-. ¿Necesitas que te haga algo, Princesa?

___ estaba con la boca abierta, pero negó con la cabeza, sacudiendo su melena con elegancia; un gesto que dominaba a la perfección desde los dieciséis.

-Ya te gustaría. ¿Para qué me has traído aquí, para amenazarme o para aprovecharte de mí?

-Un poco de todo -dijo--. O quizá sólo quería una acompañante para ver el espectáculo -añadió, señalando hacia la ventana.

El corazón de ___ latía a toda velocidad. Lo sentía en sus oídos, en su pulso y en el cuello. Seguro que Justin se había dado cuenta.

«Una acompañante. Quiere una acompañante.»

Por su mente desfilaba la imagen de Katya y sus «acompañantes », y por un momento sintió que se le iba la cabeza. «Quizá tenga razón. Me estoy metiendo en un lío.» Su mente seguía haciendo de las suyas. Ahora veía a Justin desnudo; le imaginaba tocándola, acariciándola...

Sacudió la cabeza, intentando olvidar aquella imagen, Él la miraba como si intuyera algo.

-Todavía estás a tiempo de cambiar de opinión, Princesa, y marcharte untes de que la cosa se ponga al rojo vivo.

Por su mente desfilaba la imagen de Katya y sus «acompañantes », y por un momento sintió que se le iba la cabeza. «Quizá tenga razón. Me estoy metiendo en un lío.» Su mente seguía haciendo de las suyas. Ahora veía a Justin desnudo; le imaginaba tocándola, acariciándola...

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