Esos besos se tornaron mas calientes, con mas lujuria ahí sentados en el suelo de la habitación, el me tomo por la cintura levantándose conmigo y acostándome sobre la cómoda cama, el estaba muy lastimado, de su cuerpo, de su rostro, y verlo así, aun queriéndome después de todo me hacia amarlo aun mas, por que el no me había abandonado. Beso lentamente mi cuello, y me quito la sudadera que cargaba puesta, dejando ver mi sostén, ya que no cargaba blusa bajo esta, el se separo de mi y me vio con lujuria, comenzó a besar apasionadamente cada parte de mi cuerpo, sin descansar, mientras me quitaba la pantaloneta, tenia miedo de tocarlo no quería lastimarlo o causarle dolor, el se quito bruscamente su camiseta y sonreí, el me observo un poco inquieto.
-¿Estas segura que quieres que suceda aquí? – susurro de una manera muy sensual, yo asentí repetidas veces con impaciencia haciéndolo sonreír.
El volvió a su trabajo, me senté mientras el intentaba torpemente soltar su cinturón, yo estaba desesperada, así que me deje caer sobre el, tomando el control, ahora el estaba acostado, bajo mi cuerpo, logre soltar su cinturón, y sonreí sobre sus labios, me separe de el mientras el bajaba sus pantalones quedando solo en bóxer, me volví a recostar sobre el sintiéndolo duro, justo ahí, presionando en mi parte baja, sintiendo a su amiguito, comencé a besar todo su pecho, besando cada pequeño golpe que el tenia en su pecho, dejando delicadas caricias, mientras el pasaba sus manos por todo mi cuerpo. Era un momento raro e incomodo, estaba en la casa de un narcotraficante que me había secuestrado, a punto de hacer el amor con mi novio que era mi guardaespaldas, pero en este momento yo no podía pensar, estaba completamente loca por este hombre y necesitaba sentirlo, sentirlo dentro de mi, ahora en este preciso momento, no podía esperar mas.
El desabrocho mi sostén, lentamente de una manera provocadora haciéndome sentir un escalofrió por todo mi cuerpo, me estaba haciendo sufrir, y yo ya no podía mas con esto, solo quería sentirlo ya, rodo contra mi posicionándose sobre mi, besándome ahora el a mi, besando todo mi cuerpo, desde la punta de mi nariz, hasta llegar a la orilla de mi ropa interior, jugando con el pequeño borde, subió a mis pechos, besándolos con desesperación, haciéndome jadear, pero antes de que saliera un gemido por mis labios el subió hasta mi boca, besándome dulcemente.
-Balletista, si queremos hacerlo aquí, ahora.. Debemos guardar silencio- susurro el contra mis labios –O prefieres salir de aquí y marcharnos lejos –pregunto, dejándome ahí bajo el completamente excitada.
-No me dejes así Justin, no aquí por favor- dije mientras posicionaba mis manos en su cuello atrayéndolo hacia mi para volver a besarlo, para volver a mesclar nuestros alientos.
-___, yo quiero que vuelvas a ser mía, pero no aquí, no así, yo quiero escuchar que digas mi nombre una y otra ves mientras te hago el amor, quiero que me digas cuanto me amas- dijo mientras besaba mi cuello, haciéndome excitar mas – vámonos de aquí, y después te hare el amor en el carro si así lo quieres- dijo mientras se apartaba de mi.
En ese momento me sentí completamente enojada, ¿Por qué me hacia eso? Yo solo quería tenerlo aquí, conmigo, dentro de mí, haciéndome desearlo más en cada momento. El estaba subiendo sus pantalones, mientras yo lo observaba con furia, estaba molesta con el, me coloque mi sostén y me puse mi ropa, busque mis zapatos y me los puse, cuando termine con mis zapatos el ya estaba parado junto al balcón, yo tome mi celular, camine hacia el balcón y me recosté sobre el barandal mientras el apagaba la luz de la habitación y caminaba hacia mi sacando una lámpara de viaje prendiéndolo.
-Ate una cuerda al barandal cuando subí, así que te cargare, tu me abrazaras con todas tus fuerzas mientras yo bajo, prométeme que no me soltaras
-No lo hare Justin- dije mientras observaba hacia abajo del balcón, las alturas me aterraban, y no podría soportar que al sostenerme de el lo lastimara.
El se paso al otro lado del balcón y me ofreció su mano para que yo me sentara en el balcón frente a el, me tomo por la cintura atrayéndome hacia el haciendo que yo enrollara mis piernas alrededor de sus caderas, y mis brazos por su cuello hasta su espalda, el se coloco unos guantes y me coloco la lámpara en sus labios, tomo la cuerda enrollándola en sus manos, y comenzó a bajar, ahí por el paredón, no iba a negarlo estaba tensa, demasiado nerviosa para ser sincera, tenia miedo por mi, por Justin no quería que nos atraparan, no lo soportaría, no que le hicieran mas daño a el. Cuando el toco el suelo, coloco sus manos en mis caderas acariciándolas, mientras dejaba caer la lámpara al suelo y besando mi cuello.
-Estamos fuera muñeca- dijo mientras recogía la lámpara y tomaba mi mano entrelazando nuestros dedos, el alumbraba el suelo mientras caminábamos tomados de la mano, estaba nerviosa, y el demasiado tranquilo, después salimos por el portón de la gran casa que para mi sorpresa estaba abierto, y note que había un cuerpo tirado en el suelo, era el guardia y estaba muerto. Sonreí para mi, no lo podía creer estábamos fuera de esa casa, lejos de el, lejos de todo.
A lo lejos pude observar en la oscuridad de la hermosa noche la camioneta, caminamos hasta ella y Justin abrió la puerta para mi, después de entrar, el la rodeo y subió a ella por el otro lado, prendió el auto y la volteo a verme, podía observar sus rostro apenas alumbrado por la luz de la luna, coloco su brazo en la parte de atrás del asiento y me observo con deseo, acercándose a mi y depositando un pequeño y castro beso, yo cerré mis ojos y recordé los pequeños momentos que habíamos pasado juntos, cada pequeño y hermoso momento que hacían que mi vida justo en este momento fuera perfecta, abrí mis ojos y lo observe, a centímetros de mi, en la oscuridad sin poder divisarlo a la perfección el sonrió de lado, mostrándome la razón por la cual me tenia completamente loca, mordí mi labio y el volvió a sonreír, presiono el acelerador y el auto comenzó a moverse, lentamente, para después acelerar a todo lo que pudo, mientras acariciaba mi pierna con su mano, dejando pequeñas caricias, de esas que me enloquecían, y que e hacían quererlo mas y mas.