Late for Love | niall horan

By niallsfluorescence

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Sydney es la versión del amor que Niall no pensaba encontrar, simplemente porque creyó que esas cosas nunca l... More

Late for Love
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42

Capítulo 39

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By niallsfluorescence

"Juegos"





"Cuando te despiertas en la mañana tienes dos opciones: volver a dormir o levantarte para perseguir esos sueños."

(Desconocido)




La mente es tan peligrosa para un ser humano. Es un arma, una bomba de autodestrucción, una herramienta para seguir adelante, para perseverar y alcanzar. Nos controla y puede llevarnos a lugares que no imaginamos que existen. Por supuesto, la mente humana es uno de los misterios del universo que probablemente jamás terminaremos de develar.

La mía me lleva a lugares fantásticos e imaginarios, a meterme en situaciones que deseo no haber conocido y a imaginar cosas que no suceden, escenarios tan reales que me dejan con la sensación de realidad a flor de piel.

Es por eso que cuando fantaseo un poco con el hecho de que Niall camina en mi dirección para besarme fuertemente en los labios, puedo sentir el hormigueo en los mismos aun cuando no ha sucedido. Aun cuando en estos momentos estamos separados a la misma distancia, yo luciendo tan dramática como yo misma sé hacer y él riendo ligeramente, o fuertemente. Ya no importa.

Y él se ríe.

De verdad lo hace.

Está riéndose en medio de mi crisis emocional.

Debería dar vuelta atrás, caminar en la dirección que tenía planeado antes de que Niall bajara del auto y antes de que yo diera mi ridículo discurso que está causándole risa. Sin embargo, mi terquedad no da su brazo a torcer y camino con ganas en su dirección, lanzando mis piernas en pasos alargados hasta que finalmente me encuentro a menos de medio metro de distancia.

Niall huele a menta, alcohol, sudor y su colonia. Espero que eso no me distraiga. Él ha dejado de reír y me mira intensamente, sus ojos azules registrando cada parte de mi cuerpo. Entonces sus manos van a mi rostro, haciendo hacia atrás mi cabello, inhalando profundamente y después colocando un beso sobre mis labios, con fuerza, dejándome con menos de una milésima de segundo para reaccionar. Muevo mis brazos por detrás de su cuello y reprimo un chillido cuando muerde mi labio inferior.

—Probablemente estoy haciendo esto porque estoy borracho. —murmura, poniendo su frente contra la mía.

—Espero que no lo estés, me gustaría que recuerdes que fuiste tú quien me besó después de abandonarme en Londres. —me quejo y añado: —Pero también espero que lo hagas porque estás borracho, quiero que estés tan ebrio para que mañana no puedas recordar que esto ha sucedido, así podré marcharme a casa, con esto como un último recuerdo de ti y no una discusión en la calle.

Y lo beso una vez más, tomando la iniciativa y enredando mis dedos en su cabello. Lo beso hasta que me quedo sin aliento, hasta que siento que ha sido suficiente, pero claro, tú no puedes tener nunca suficiente de Niall. Siempre hay algo nuevo, siempre hay más.

Después, lo dejo ir. Acomodo mi cabello así como mi vestido, me quito los zapatos de tacón, tomándolos con mis manos y camino por la acera tibia, cruzando la valla que separa el angosto paso de peatones de la arena del mar. Mis plantas del pie entran en contacto con la arena y camino hasta la orilla, hasta que estoy cerca del borde del mar pero al mismo tiempo alejada para que el agua salada no me toque. Dejo caer los zapatos, después la cartera y por último me dejo caer en la arena, colocando mi teléfono a un lado después de mirar la hora; falta poco para que sean las tres de la mañana. Abrazo mis piernas, restándole importancia a que el vestido se suba tanto que puedo mostrar mi ropa interior. Al fin y al cabo, no hay nadie más aquí, en la playa.

Sólo yo y mis pensamientos, yo y mis culpas, yo y todas las palabras que nunca diré.

—No quería comportarme como un imbécil aquel día, pero no pude evitarlo. Actué por instinto, mi temperamento se hizo cargo de todo y lo arruiné. Sabiendo lo que Adam había hecho contigo, aun así le creí y me cegué tanto que dejé todo por la borda y no me interesó.

Niall se acomoda a un lado en la arena, mirando el mar.

Me encojo de hombros. —Regresa a casa, Niall. Estás ebrio, deberías descansar.

—No voy a irme de aquí sin ti y eso es un hecho.

Suelto un suspiro, miro al rubio de reojo para notar como me mira un momento y después presta atención al horizonte.

—No creo que llegáramos a conocernos bien el uno al otro, si hubiera sido así, podrías darte cuenta que no estoy ebrio porque un par de tragos no causan un gran efecto en mí. —dice de repente.

Asiento. —Y yo creo que es imposible conocer del todo a alguien.

—Sin embargo siento que te conozco de toda la vida, Sydney y es tan frustrante porque al mismo tiempo sé que no hay manera de que yo te conozca del todo, pero la sensación de pertenencia es tan fuerte que... maldición, no puedo imaginar molestarme contigo en el futuro de nuevo.

Eso de verdad me toma por sorpresa, retiro mi mirada del océano y me fijo en él. Ha dejado crecer su barba un poco, de tal manera que ensombrece su rostro y le hace ver más varonil.

— ¿Ya no estás molesto contigo? —quiero que me diga que está enfadado conmigo, que me odia. Así podría hacerme a la idea de que no pertenezco a su lado.

Sacude su cabeza. —En un principio... lo estuve, sí, pero un poco y luego fue mayor la molestia conmigo mismo, pero yo ya había ido demasiado lejos por actuar sin pensar. Intenté ponerme en tus zapatos, juro que lo hice, pero es tan complicado... no podría estar enojado de por vida contigo Sydney. No cuando siento todo esto por ti. —hace algunos gestos con sus manos al frente, expresando todo y nada al mismo tiempo. Me río, porque luce frustrado, porque estoy nerviosa. Porque esto no es lo que esperaba que fuera. —Y ahora... has vuelto a la ciudad que tanto lío te causó... no puedo dejar de pensar que lo estás haciendo por mí.

Me encojo de hombros.

—Me encantaría decir que esto lo he hecho por mí, pero mentiría, porque en mayor parte es por ti. No... simplemente no podría haberme quedado sola, en Londres, pensando en lo que hice, pensando en cómo te alejaste de mí... hiriéndome más y más con cada hora trascurrida. —murmuro, esperando muy en el fondo que el ruido del océano sea suficiente para que mis palabras no puedan ser escuchadas por Niall.

—Así que... ¿por mí? —apuesto a que está sonriendo. No quiero mirarlo, no quiero ver su sonrisa y caer de nuevo... aunque, pensándolo bien, no puedo ir más profundo de lo que estoy ahora. Así que lo miro, y él solo ve fijamente el horizonte, con su ceño fruncido. — ¿A pesar de lo que dije?

—Yo no estoy libre de culpa, debí contarte todo desde el inicio, pero creí que sería una sola ocasión la que nos encontraríamos y nunca conté con el hecho de que fueras quien tuviera la iniciativa de buscarme.

Parece tan lejano aquel día en que lo vi entrar a la floristería y me quedé helada, deseando cavar un agujero y desaparecer. Menos mal no lo hice.

Mi dedo índice recorre la arena, trazando patrones sobre ella.

Piensa algo, di algo, ¡haz algo ya!

—Sydney... —Niall me llama y giro la cabeza para encararlo, entonces su mano toma mi barbilla y pega sus labios a los míos, dándome un beso lento, suave y lleno de sentimientos. Sus suaves labios aún saben a licor, pero no es desagradable. Estamos ambos en la arena, yo me detengo colocando mis manos en la superficie pero mis impulsos me llevan a tomar su cabello y caer sobre él. Siento como su pecho se sacude con una pequeña risa y luego sus brazos se enredan en mí; abrazándome. —Te extrañé. —murmura antes de besar la parte superior de mi cabeza. —Maldita sea, nunca antes había sentido esto por una chica.

— ¿Me quieres? —pregunto en un susurro, evitando lo más que puedo el sonar sorprendida.

—No quiero asustarte al decir esto pero... sí. Te quiero Sydney,

Sonrío pero oculto mi rostro para que no lo vea. —Cuando tomé el avión en Londres estaba nerviosa por este momento... cuando decidiéramos hablar. Estaba aterrorizada ante la posibilidad de escuchar que no querías verme nunca más.

Niall suspira. —Lo mismo pensé yo.

Afirmo a sus palabras con un movimiento de cabeza, muerdo el interior de mi mejilla mientras que, mentalmente, me golpeo fuerte. He aquí un problema más al que me enfrento, probablemente lo he mencionado antes; mi falta de palabras en los momentos necesarios. Pero, ¿por qué me tiene que pasar esto? Por más exhaustiva que la búsqueda en mi mente sea, por palabras o algo que me ayude a abrir una conversación, no logro hacerlo. Soy inútil, un ser meramente inservible en el tema de comunicación.

Podría culpar también a mi gusto por escuchar a las personas, porque soy paciente y me encanta ser ese alguien que te escucha cuando lo necesitas, más aun considerando que no hablo mucho. Y si hablamos de Niall... bueno, su voz es tan increíble que podría escucharlo hablar por el resto de nuestras vidas y yo no me molestaría, ni querría detenerlo.

— ¿Es esto una clase de juego, Niall? ¿Una broma o algo así? —murmuro, llamando su atención. Él frunce el ceño, no entiende lo que quiero decir y me veo en la obligación de explicarme: —Tú sabes... una situación que va a durar poco y luego, cuando pensemos que todo está a la perfección, algo fuera de nuestras manos vendrá a desestabilizarnos.

Niall suelta un suspiro. —No lo sé...





es probable que vaya a tomar varios capítulos en la misma escena, pero valdrá la pena... (o espero que lo haga). ¡gracias por leer!

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