Déjame amarte.

Bởi MssRise

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Una chica difícil. Un secreto. Una desgracia. Un chico arrogante. Un secreto. Una casualidad. Obra registra... Xem Thêm

Nota de la autora
Siempre juntas.
Es un adonis.
Perfecto
Aguafiestas
Como siempre
Tal para cual.
Corina. Parte 1
Corina. Parte 2
Coma
Yo no hago nada por obligación
No me fío de ti
No quiero tu compasión
Vuelve pronto
Supongo
Tengo toda la noche
Paso
Diferente
Cadenas
Amigos
No pares
Demasiado buena
"Siempre tu amigo"
Are you gonna be my girl?
Dilo
Entonces no importa
Iniciales
Reencuentros
Eres mía
La canción del miedo
No me odies
No podía dormir sin ti
Es ella
Juguete roto
Déjame
Quédate conmigo
Nosotros
Siempre
Loca
Tomás
En toda mi vida
Te he echado de menos
Hagamos el amor
Siempre quiero más
Mi sonido favorito
Martina
El azul
Sigo muy enfadado
Bailaré contigo
No me hagas esto
Quiero verte
Está loco por ti
¿Quieres jugar?
Valdrá la pena.
Te quiero
Extra
Nota/Aviso
NOTA IMPORTANTE

Otra vez

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Bởi MssRise

— ¿Quién tenía razón? — canturrea bajito en mi oído provocándome que se me ponga la piel de gallina por todo el cuerpo y que instintivamente me aparte de él. Intento acordarme de respirar, aunque lo hago con dificultad. El ríe y noto su aliento en mi cuello. Está demasiado cerca, demasiado cerca, pero me quedo paralizada mirándole.

Se mueve y se sienta en la silla que está a mi lado, me muevo incómoda y busco a Tomás con la mirada, él está ocupado hablando con la camarera. Suspiro y cruzo mi mirada con la de Alex.

— No sé a qué te refieres. — replico intentando parecer enfadada

— ¿Te han dejado entrar? — pregunta mirándome divertido.

— No. — musito. — me odia desde el primer día que me vio. Y ahora hasta el último.

— Lo hace con todos. — dice calmándome. — Puedo hablar con ella si quieres. — no puedo evitar reírme y él me mira serio. Él, tan alto y corpulento. Él que tiene unos brazos increíbles. Desvío mis pensamientos. La verdad es que podría conseguir lo que quisiese con solo su sonrisa.

— No te molestes. — digo apartando mi mirada de él y leyendo la carta, recordando que debo evitar caer en su juego.

— ¿Qué haces? — pregunta quitándome la carta de la mano. Le miro enfadada.

— ¿Me estás siguiendo? — digo plantándole cara, titubeo al mirarle a los ojos.

— Depende. — dice. — ¿Te gusta? — pregunta arrastrando su silla más cerca de la mía, y yo soy incapaz de negar nada en absoluto al tenerle tan cerca. Sonríe sintiéndose vencedor.

— Pensaba que el rollo acosador solo gustaba en las películas. — digo intentando controlar mi pulso.

— ¿Quieres decir que no voy a conquistarte siguiéndote día y noche? — pregunta y yo niego. — ¿Ni siquiera si te llamo desde una cabina telefónica a las cuatro de la mañana y me quedo en silencio? ¿No? Qué rara eres. — Me rio, aunque intento no hacerlo, disimulo cambiando de tema.

— ¿Qué haces aquí? — le pregunto. — ¿No tienes clase?

— Hasta las 9 no. — dice.

— ¿Y por qué no estás durmiendo? — pongo cara de no entender nada.

— Si me levantaba a la misma hora que los demás tenía que limpiar, así que me he escapado.

— Qué solidario. — le alabo.

— Gracias. — dice. — Ya que tú no tienes nada que hacer en los próximos tres cuartos de hora, y yo no puedo volver a mi casa, ¿Estás dispuesta a dar una vuelta conmigo? — ofrece.

— No. — digo rotundamente. Él alza las cejas sorprendido.

— ¿No? — repite estupefacto, no sé por qué le sorprende tanto. — Cualquier chica se moriría si le hubiese pedido lo que a ti. — dice y yo suelto una carcajada sin poder evitarlo por lo pretencioso que es y lo creído que se lo tiene.

— Porque no eres chico de citas, ni paseos ni flores ¿verdad? — digo recordando y sonriéndole.

— Cierto.

— Entonces, ofréceselo a otra chica que sepa apreciar mejor tu cambio. — digo negando y poniendo los ojos en blanco. — Seguro que das de qué hablar.

— ¿Siempre eres tan estúpida con la gente? Pensaba que solo lo eras con Tomás. — dice descaradamente.

— ¿Qué pasa conmigo? — pregunta Tomás apareciendo detrás de mí, sostiene dos platos y dos bebidas, supongo que es café. Le sonrío agradecida.

— Nada. — digo suavemente. Me pone el plato delante y cuando se sienta, enfrente de mí los dos miramos a Alex, preguntando en silencio qué hace aún allí. Alex me mira a mí fijamente, cosa que hace que me ponga nerviosa. No sé con quién prefiero estar. Si irme con Alex o echar a Alex.

— La fiesta de ayer estuvo bien. — dice Tomás mientras corta su tortita. A mí se me ha quitado el hambre, Alex tiene una especie de poder de sobre mí que hace que me ponga de mal humor. Aparto la mirada de él cuando la cruza conmigo, no me había dado cuenta que estaba mirándole fijamente. Me centro en mis tortitas, aunque sigo sintiendo su mirada clavada en mi lado izquierdo.

— Lo sé. — dice sonriendo Alex. — Óscar es el mejor dando fiestas. Se empeñó en hacerla y ahora por su culpa tengo que estar aquí.

— No preguntes. — le advierto rápidamente a Tomas que sonríe. Alex me mira sonriendo.

— Bueno. — dice levantándose lentamente. — Me iré a desayunar allí. — dice señalando su mesa alejada de la nuestra. Sé lo que pretende. Tomás mira el sitio dónde ha señalado Alex, y yo le miro a él suplicando que no lo haga, pero lo hace.

— Puedes desayunar con nosotros, no entramos hasta las nueve. — ofrece Tomas con su encanto y solidaridad natural. La mirada de Alex se ilumina ligeramente con un brillo de triunfo. Me mira sonriendo.

— No. — digo sin quererlo. Aprieto los labios. — quiero decir, no quieres ¿no? — le digo a Alex dedicándole una mirada de odio.

— ¿Por qué no querría? — dice sentándose de nuevo con una sonrisa. Tomás sonriendo sigue comiendo tortitas. Cierro los ojos enfadada.

No es que quiera estar con Tomás a solas porque seamos novios, o quiera serlo en un futuro. Pero esa situación es rarísima. Me siento atraída por él. Que digo atraída. Me siento atraidísima. Y eso no es bueno, sé que puedo atacarle verbalmente y ser una estúpida con él, pero cuando se acerca mínimamente, o le huelo, o simplemente le miro a los ojos, pierdo toda mi fuerza de voluntad. Vale, le estoy mirando de nuevo otra vez mientras habla con Tomás. Alex me mira de reojo divertido y yo aparto mi mirada, sabe que le estoy observando y eso le divierte muchísimo.

— ¿Así que va a haber otra fiesta? — pregunta Tomás.

— Si. — dice Alex y me mira inmediatamente. — Este viernes. — dice mirando de nuevo a Tomás. — Vivo con gente adicta a esto.

— Como si a ti no te gustaran. — bromea Tomás riendo. La mirada de Alex se vuelve más dura mientras mira a Tomás.

— Ahora vuelvo. — dice Tomás mirando a la entrada, donde ha entrado una chica menuda y rubia a la que parece conocer.

— ¿Vives con óscar? — le pregunto a Alex mirando como Tomás se va.

— Si, vivimos juntos. Somos, como lo llamaríais las chicas, mejores amigos. — dice sonriendo.

— ¿Y cómo lo llamaríais los chicos? — inquiero, alzando una ceja. Él se encoge de hombros.

— Alguien en quien puedo confiar y que sé que nunca me fallará cuando lo necesite.

— Eso se resume en mejor amigo. Va implícito. — ruedo lo ojos. — Se usa para ahorrar saliva— él sonríe, con esa sonrisa que deja sin aliento y se inclina hacia mí.

— ¿La ahorras para usarla mejor en otras cosas? — dice con voz sensual mientras alza una ceja. Se me para el corazón durante un segundo, me doy cuenta que estamos demasiado cerca, y su olor me aturde. Me alejo recobrando la compostura mientras él me mira divertido.

— ¿Nos vamos? — pregunta Tomás rompiendo el hechizo en el que estaba cayendo por culpa de los ojos de Alex sobre los míos.

— Em... — digo acordándome de respirar. — sí, vamos, no quiero llegar tarde.

— Otra vez. — me recuerda Alex.

— Sí. — digo evitando mirarle y apurándome a la salida. Eso ha sido muy confuso.

— Adiós Elena. — dice mi nombre como si supiera que cada vez que lo dice se me pone la piel de gallina.

Le miro durante unos segundos con el ceño fruncido y me voy siguiendo a Tomás hacia la salida.

— Eso ha sido raro. — dice Tomás leyéndome la mente, le miro mientras andamos.

— ¿Por qué? — pregunto por preguntar algo mientras me muerdo el labio.

— Él nunca se sienta solo. Es decir... conozco a Alex desde hace mucho tiempo y nunca le he visto solo. Siempre está con gente, la gente se muere por estar con él.

— ¿Por eso le has pedido que se quede? ¿Porque estaba solo?

— Y porque me cae bien, es buen chico, aunque la gente crea que no. Solo tiene... mala reputación. — hago una mueca, el mismo creo su mala reputación el otro día.

— ¿Qué clase de mala reputación?

— Ya sabes, mujeriego, trata a las mujeres como si fueran de usar y tirar. Además, no procede de una familia... bien, tiene problemas en su pasado, secretos. La gente habla demasiado.

— ¿Tú lo crees? — pido mirando el suelo.

— Ya te he dicho que le conozco, sé muchas cosas que me aseguran que Alex no es una buena persona por muchas cosas que hace o ha hecho, pero sigo pensando que quizás es un caparazón.

— ¿Qué ha hecho? — pregunto interesada, pero intentando ocultarlo.

— La gente habla Elena. — dice el, sé que no es de su estilo sacar los trapos sucios de la gente, hablar mal de ellos, eso me gusta de Tomás. — Lo que sí que hay una cosa obvia.

— ¿Qué cosa?

— Le gustan las mujeres, mucho. Y a las mujeres les gusta él. — dice sonriendo. — el problema es que todo el mundo lo sabe y por tanto todo el mundo sabe que si Alex está con alguna chica es solo por sexo. Nunca ha tenido una pareja de verdad y hay muchas chicas que creen que acostándose una noche con él le conquistarán, pero después de que todo el mundo les haya visto juntos saben que él no volverá a llamarlas. — dice y yo me quedo callada. — ¿Qué? — dice mirándome.

— ¿Ahora es cuando me adviertes de que no caiga en sus redes? — digo y él suelta una carcajada.

— Vamos Elena, ya te he dicho qué buscan las mujeres que quieren estar con Alex. Solo un par de polvos, no les importa nada más que un buen físico. Igual que a Alex, simplemente es atracción. Creo que eres demasiado inteligente para pensar que él pueda querer otra cosa que no sea eso, así que no veo necesario advertirte.

— Gracias Tomás. — digo y él me sonríe. Me siento halagada, pero a la vez no, pues Alex me atrae como a la que más.

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