Tres días han pasado desde mi pelea con Justin. Tres días en los que me he sentido más sola que nunca. Tres miserables días sin él, maldita sea como lo extraño. Extraño estar con él, su aroma, sus brazos, su voz. ¿Cómo no pude darme cuenta antes?
Ya han pasado 3 o 4 meses desde que Justin y yo habíamos establecido una extraña amistad, y quiera o no me acostumbré a su presencia.
El jueves llegué a mi casa y me puse a llorar, Justin era parte de mi vida y no podía dejarlo salirse así como así, con Caitlin ya era suficiente.
El viernes quise llamarlo para pedirle disculpas y cuando contestó no tuve el valor de hablar asi que colgué. Una parte de mi quería que fuera él, el que me llamara y me dijera que lo lamentaba y que me extrañaba. Pero eso no podia ser.
El sábado estuve encerrada en mi departamento, había una tormenta y me puse a llorar. Encontré su camisa de el día en el que me había ayudado a pintar las paredes, así que la agarré y hundí mi cara en ella.
No quería que sucediera esto pero estaba terriblemente enamorada de Justin. ¿Por qué cuando estaba con otros chicos no sentía lo mismo que sentia con él? Porque simplemente me habia enamorado sin darme cuenta.
Lo necesitaba en mi vida, necesitaba su calor, necesitaba que me abrazara y me dijera que todo iba a estar bien, que me besara la frente como siempre lo hacía, que me acariciara antes de dormir. Era todo lo que estaba bien.
Recordé cada instante juntos, jamás me pasó tal cosa así con alguien, jamás me había reído tanto con un chico, ni sentido que mi corazón se aceleraba solo con su presencia, así que era nuevo para mi todo esto. No sabía como sobrellevarlo.
Lo extrañaba mucho, pero sabia que yo para él no significaba nada, solo me veía como una amiga o menos que eso. Me había ayudado por compasión o lástima.
Deseaba besarlo. ¿Cuántas veces tuve la oportunidad y no lo hice? Fui una boba la mayoría del tiempo. Estuve todo el sabado lamentándome.
Justin era esa clase de chico que solo viven en libros, honesto, maduro al menos la mayoría del tiempo, dulce, tierno, pero a la vez tenía esa aura intensa, que todo él era intenso, pasión y llamas. Sabía que no era perfecto, su terquedad era evidente, además de otras cosas, pero aún así ante mis ojos era perfecto solo porque todas sus cosas buenas o malas las quería.
Al principio pensé que solo era atracción, pero al final terminó en otra cosa.
El domingo decidí dejar de lamentarme, necesitaba una vida sin él, si era posible tenía que olvidarlo por más que me doliera. Su amor no me correspondía, debía salir para distraerme así que hoy en la noche saldría. Tal vez a conocer nuevas personas y apartarme definitivamente de los Bieber, suficiente daño me habían hecho.
Me metí al baño y me di un baño de burbujas, merecía este rato de relajación.
Decidí ponerme un vestido blanco que se ajustaba a mis curvas, y dejar mi cabello suelto. Solo me maquille un poco.
Al subir al ascensor me encontré a mi vecino del 7mo piso, Peete, el que me había dado un aventón la otra vez. Estaba al lado de una esbelta rubia que creo era su novia.
- Hola – Los saludé a ambos con una sonrisa.
- Hey ________(tn). - Saludó amblemente. – Ella mi novia Ana, de la que te había hablado la otra vez.
- Hola, un gusto, soy la vecina. – Reín
- El gusto es mio. - Sonrió. - Peete me había hablado de ti y me contó del odio a las “cita a ciegas”.
- Sí, las odio, muy mal experiencia. - Hice una mueca de lado.
- Si yo fuera tú, hubiera matado a tu amigo. - Mencionó Peete.
- Créeme como quisiera hacerlo. – Rodé los ojos.
- ¿Vas a salir? – Preguntó este último. – Si quieres te podemos llevar.
- ¿A dónde vas? – Preguntó Ana.
- La verdad, es que no sé. – Ellos rieron. – Sólo quiero salir.
- Bueno, entonces acompañanos, nosotros vamos a encontrarnos con algunos amigos en un bar. – Ofreció ella.
- Si quieres ir. – Apoyó Peete.
- Está bien, la verdad es que no tengo nada mejor que hacer. – Reí.
Nos subimos a su auto y durante el viaje charlamos de todo un poco. La verdad es que mi vecino y su novia eran muy agradables.
Al llegar al bar me presentaron a sus amigos, que eran igual de agradables que estos últimos dos.
Estar con ellos era fácil, no tenía que aparentar ser amable. - Chicos esta es ________(tn) Brooks, mi vecina.
- Que linda vecina. – Señaló uno de sus amigos.
- Quiero vivir en tu edificio. – Dijo Josh, creo, y todos rieron.
Estos chicos si que sabían divertirse. Reí como nunca con bromas de ellos, esto es lo que se puede llamar un grupo de verdaderos “amigos” que se conocen toda la vida, y la verdad es que me sentía cómoda con ellos como si los conociera de toda la vida, creo que el hacer otros amigo sirve de algo.
- Y cuentanos _________(tn), a parte de la cita desastrosa de la que nos contaste, ¿tienes a alguien? – Preguntó Harry.
- Eh.. pues es complicado. – Dije agachando mi cara y me sonrojé.
- ¡Eso es un si!
- ¿Cómo se llama? – Preguntó Jazmin.
- Eh… eh.. Justin. – Sentí mi corazón acelerarse.
- Espera. ¿Ese no es tu amigo? – Dijo Peete y yo asentí con vergüenza.
- ¿O sea que aceptaste la cita a ciegas porque el te lo dijo? – Indagó Ana.
- Es algo complicado...
- No te preocupes, cariño. Yo te haré olvidar. – dijo Josh y todos rieron, en eso sonó mi teléfono, me levanté a contestar ya que el número era desconocido y cuando iba a contestar dejó de sonar. Estuve unos minutos esperando que volviera a timbrar pero no lo hizo.
Aproveché y fui al baño, cuando iba de vuelta donde estaban ellos pasé por la barra de bebidas y ahí estaba ¿Ryan? ¿Borracho? Me acerqué a el y me reconoció de imediato y si, efectivamente estaba borracho.
- ________(tn) - Dijo mi nombre y sonrió.
- ¿Ryan? ¿Qué haces aquí?
- Nada, solo aquí ahogando mis penas. – Rió.
- Estas borracho, Ryan – Señalé sentandome a su lado.
- ¡No! Solo ha sido unas cuantas copas. – Hipó. – ¡Hey cantinero! Una botella de vodka. – Y sacó un fajo de billetes, me quedé sorprendida. ¿De a dónde sacaria tanto dinero? Y para gastarlo en tragos, debía tener bastante. - ¿Y qué haces aquí ________(tn)?
- Ahogando mis penas. – Imité su respuesta y sonreímos.
- ¿Tú? Pero si tu eres la criatura más bella que he conocido. – Efectivamente estaba muy borracho.
- Bueno, ya ves Ryan hasta la más bella no tiene a la persona que quiere. – Dije en un suspiro.
- Sabes la primera vez que te vi, me gustaste. - Confesó dejandome sin palabras.
- ¿En serio?
- Si, pero él me dijo que tu eras una engreída y que te olvidara. - El cantinero llegó con su vodka y Ryan empezó a tomar directamente de la botella.
- ¿Quién? – Me enojé.
- Y después de eso apareció Caitlin, tu mejor amiga.
- Ella ya no es mi mejor amiga. – Dije agachando mi cara con tristeza.
- ¿Por qué? – Preguntó.
- Decidió sacarme de su vida por su novio y otras estupideces. – Recordé con amargura.
- Es una despistada. - Me dió la razón asintiendo con la cabeza.
- Ryan, ¿y por quién estas así?
- Por una mujer a la que quise.
- ¿La conozco?
- No. – Cortó rápidamente. - Siempre me ha pasado que ustedes la mujeres tienen la facilidad de enamorarnos y luego echarnos a la mierda.
- Y ustedes los hombres le temen a los sentimientos. – Señalé levantando una ceja.
- Sabes ________(tn), eres muy buena. No deberías estar sola, pero me canso de decirle a ese idiota que no te deje ir.
- ¿A quién?
- No importa. – Dijo tomando un trago de la botella.
- ¿Sabes qué? Nos vamos, te llevaré a casa. – No podía dejarlo en ese estado. – Ya vuelvo, iré por mi bolso. – Fui hasta el grupo de Peete y me disculpé. - Lo lamento chicos, debo irme ya.
- No _______(tn), es temprano. – Pidió Jazmin.
- Lo siento es que un amigo necesita de mi ayuda.
- ¿Quieres que te lleve? – Se ofreció Harry.
- No, no hace falta tomaré un taxi. De todas formas gracias chicos, me encantó conocerlos. - Sonreí.
- Esperamos volverte a ver.
- Eso tenlo por seguro. Nos vemos.
- Adios. – Dijeron todos. Luego me dirigí a la barra.
- Vamos Ryan, salgamos de aquí. – Pedì tomandolo de la mano.
- ¡No! – Se negó.
- Vamos, que estas hecho una mierda – Tomé su brazo y lo pasé por detrás de mi cuello. – Joder, si que pesas.
- Sabes, para ser tan linda siempre has sido grosera.
- Es algo que no puedo cambiar. – Dije riendo.
Salimos del bar y Ryan no dejaba de cantar, estaba muy borracho. Nos paramos en la acera esperando un taxi.
- Si él me ve contigo me mata. – Carcajeó.
- ¿Quién? – Me empezaba a hartar tanto misterio.
- No importa. – Volvió a decir. – Hablando del rey de roma. – Dijo mirando al frente y ahí venía Justin, con su típica forma de caminar con sus manos metidas dentro de sus bolsillos.
Mi corazón y todo mi ser brincaban de la emoción. Se veía tan lindo con aquella camisa ajustada a sus músculos. Al vernos su cara cambió a enojo, se acercó a nosotros y sin más golpeó a Ryan tumbándolo.
- ¡Te dije que con ella no! – Gritó.
- Por Dios, ¿qué te pasa idiota? ¿No ves que esta borracho? – Grité y me arrodillé para ayudar a Ryan. Sangraba por la nariz.
- ¿Estas borracho? – Preguntó Justin.
- ¡No! Solo fueron algunas copas, ________(tn) es la que dice que lo estoy pero ya sabes como son las mujeres. - Le quitó importancia haciendo un gesto con la mano.
- Cállate Ryan. - Dije secamente mientras sacaba un pañuelo de mi bolso y limpié la sangre que salía de su nariz.
- Vaya hermano tienes la mano dura. – Empezó a reír. Justin también lo hizo y lo miré mal.
- Deja de reírte y ayudame a levantarlo. – Hizo lo que pedí y agarró a Ryan de un lado, mientras yo lo sostenía del otro.
- Vete _______(tn), yo lo llevo a su casa. – Habló Justin.
- Pues como te parece que esta vez no te haré caso e iré contigo y Ryan. – Gruñí, y no dijo nada más.
Tomamos un taxi y subimos a Ryan, que no dejaba de reír mientras cantaba.
Al menos no se daba cuenta del incómodo silencio en el que estabamos Justin y yo.