Inaccesible ©

Von Erikadcgm

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Es una ley, mundialmente reconocida, que absolutamente nadie puede ignorar a un Cleveland. Entonces, ¿cómo es... Mehr

Inaccesible.
1. Yo no tengo ningún... ¡Espera! ¡¿Me está mirando?!
2. Creo que el destino me odia.
3. Mensajes y llamadas telefónicas.
4. Impulsividad.
5. Sorpresa, sorpresa, "pequeña ilusa".
6. Fiesta de pijamas y llamadas telefónicas.
7. Aclaraciones.
8. Momentos de impacto.
9. Noticias inesperadas.
10. Confesiones de medianoche.
11. Más claro que el agua.
12. No fue un beso de amor.
13. No dejaré que gane la batalla.
14. Nerviosismo y ansiedad.
15. Cita.
16. Descubrimientos que impactan.
17. Descubriendo nuevas emociones.
18. El dúo de los chicos abandonados.
19. Sinceridad a flor de piel.
20. Acabando con la tortura.
21. Perseguida por la mala suerte.
22. Confesiones por doquier.
23. Debe ser un sueño
24. Testosterona por doquier.
25. Un poco de cliché no sienta nada mal.
26. Noche de sorpresas.
27. Imposible.
28. Día del desastre.
29. Juego Cruel.
30. Baile de graduación.
Epílogo.

Capítulo extra: Inaccesible.

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Von Erikadcgm

Capítulo extra: Inaccesible.

¿Había algo peor en el mundo que tener el período menstrual con un fuerte resfriado?

Oh sí, claro que lo había: que tu novio hubiese decidido terminar la relación y quedar como amigos la noche anterior.

¡Ah, y a eso sumado el hecho de no poder alcanzar el maldito libro que necesitaba para entrar a la clase de matemáticas!

Esto me pasa por decirle a Robert que se adelantara y nos veíamos en el salón.

Estúpido período, estúpido resfriado que había adquirido por lavarme el cabello a las dos de la mañana, estúpido David Slerman, estúpido estante, estúpida estatura, estúpido libro, estúpida clase de matemáticas, estúpido Robert, estúpidas ganas de seguir llorando descontroladamente como me la pasé anoche, estúpidas insomnio que no me dejó pegar el ojo en toda la noche. ¡Estúpido todo y todos!

Salté en un intento de alcanzar el libro, pero lo único que logré fue que un fuerte sangrado bajara entre mis piernas.

Estúpidos ovarios...

—¡Maldito libro, todo es tu culpa! —exclamé.

Genial, ahora hablaba con un estante lleno de libros.

A este paso, se irían los cuarenta y cinco minutos que me quedaban libres y nunca llegaría a clases.

—¿Necesitas ayuda? —preguntó una voz a un lado.

Me giré en su dirección y conseguí a un chico de al menos un metro ochenta y cinco, cabello rubio cenizo rizado en las puntas y ojos de un color verde grisáceo, con los brazos cruzados sobre el pecho y el cuerpo apoyado en el estante del que intentaba bajar el maldito libro de cálculo.

Resoplé y me aparté la maraña de cabello que me caía en la cara.

—¿Es muy evidente? —respondí.

—Algo así como bastante, sí —respondió el chico—. Teniendo en cuenta que le estabas gritando al estante y llevas un buen rato repitiendo en voz baja la palabra "estúpido" —Sonrió de medio lado y se acercó a donde yo estaba.

Extendió el brazo y me bajó el libro que me había causado tanto malestar.

—Gracias —dije tomando el libro y sonrojándome un poco a sabiendas de que había presenciado el espectáculo que había armado.

Se encogió de hombros.

—No hay de qué —contestó y se me quedó mirando fijamente un rato. En circunstancias normales, eso me habría hecho sentir incómoda y me habría puesto nerviosa, pero en mi situación actual, me importó un bledo—. ¿Un mal día? —preguntó.

¿Teniendo en cuenta que mi novio después de dos de relación terminó conmigo porque la distancia era demasiada como para llevar a cabo una relación, pero quería quedar como amigos, me pasé el día tan mal que a las dos de la mañana me metí a bañar para despejarme un poco pero había adquirido un resfriado por el contrario, no había dormido nada y tenía el período menstrual? No, para nada. Ha sido un día excelente.

—¿Es muy evidente? —repetí por el contrario. Hubiese querido que el tono de mi voz no hubiese sonado tan malhumorado y ácido, pero fue algo que no pude controlar.

Se rió entre dientes y me miró divertido.

—¿Sólo un poco? —contestó, devolviéndome la pregunta.

Esbocé una media sonrisa sin ganas.

Me miró con seriedad y un poco de timidez.

—¿Quieres hablar de eso? —indagó.

Apreté el libro con fuerza contra mi pecho y resoplé, apartándome del rostro unos mechones que habían vuelto a meterse en mi cara.

—Bueno, chico desconocido de la biblioteca, ayer mi novio (ahora ex) terminó conmigo después de haber tenido dos años de relación, de los cuales uno de ellos fue a distancia, terminé con un resfriado y sin dormir, de paso estoy en mis días y tengo que romperme el culo estudiando cálculo, porque no es mi fuerte y lo último que quiero es reprobar —contesté, antes de poder siquiera darme cuenta de que le estaba contando mis problemas a un desconocido.

Ni siquiera había querido hablar de eso con Robert esta mañana.

El rubio de ojos extraños pasó el pulgar por mi mejilla, haciendo que me desconcertara no sólo por el hecho de que descubrí que unas lágrimas se me habían escapado involuntariamente, sino por el escalofrío que me produjo la calidez de su tacto.

Él apartó la mano rápidamente, ligeramente apenado.

Se aclaró la garganta.

—Te entiendo perfectamente bien —Me tranquilizó.

—¿A ti también te vino el período acompañado de una ruptura y un resfriado? —pregunté, elevando una ceja.

Soltó una carcajada.

—No, pero hace un año la chica de la que me enamoré se enamoró de un amigo de la infancia y terminó conmigo para quedarse con él después de que casi la asesinan —respondió.

Lo miré frunciendo el ceño, sin dar crédito a lo que había escuchado.

—Debes estar jo...

—Oh no, créeme, hablo muy en serio —respondió esbozando una sonrisa.

—¿Y lo cuentas así como si nada? —pregunté sorprendida.

Me miró con intensidad.

—Siempre he pensado que todo pasa por una razón, ¿tú no? —contestó.

Me quedé en mi lugar sin decir nada, mientras analizaba lo que acababa de decir.

—Toma —Me dijo sacando algo de su mochila. Me entendió un libro en muy buen estado. Lo miré sin entender—. Creo que lo necesitas más que yo —agregó cuando vio que miraba el libro en su mano con los ojos entrecerrados.

Impulsada por la curiosidad, decidí tomarlo y ver la portada.

—¿Louise L. Hay? —pregunté con el ceño fruncido, al leer el nombre de la autora y no reconocerlo.

Él asintió.

—Ya verás que te hace ver las cosas de una manera diferente —aseguró.

Asentí lentamente y lo miré con curiosidad.

—No pareces de los chicos que leen —comenté sin poder evitarlo.

Él enarcó una ceja.

—Justamente eso hacía cuando te escuché luchando con el estante y decidí acercarme —contestó—. Nunca juzgues un libro por su portada, Cleveland.

Abrí los ojos de par en par.

—¿Cómo sabes mi apellido? —interrogué.

Se rió, pasándose las manos por el cabello.

—Bueno, hace ya un año que somos compañeros de clases y, no es por alardear, pero soy tu competencia en cuanto a notas —respondió—. Y es mejor que nos apresuremos a ir al salón, porque sólo nos quedan quince minutos para llegar.

Me sentí un poco avergonzada al no saber que era un compañero mío. Pero al decir el hecho de las notas, un pequeño rayo de memoria cruzó por mi mente.

—¿Eres el famoso Aldridge? —pregunté sin estar del todo segura.

Ay, santos traseros de jugadores de fútbol americano, que diga que sí porque si no habré hecho el ridículo.

—Mark es más fácil —afirmó.

¡Gracias Dios!

—Claire, pero seguro eso ya lo sabías —dije yo por mi lado.

Él rió entre dientes.

—Claro que lo sabía y, por cierto, se me da bastante bien cálculo. No me molestaría ayudarte con eso en lo absoluto —dijo.

Por primera vez en ese día, esbocé una sonrisa real.

Este chico Mark tenía algo que me inspiraba confianza.

—¿Cómo es que no nos habíamos conocido antes? —No pude evitar preguntar.

Él se encogió de hombros.

—Siempre has tenido ese aire tan pensativo y analítico, como si estuvieras sumida en tus propios pensamientos todo el tiempo —comenzó a decir—. Siempre has tenido ese cierto aire... ¿Cómo decirlo? —Se quedó un momento pensativo y luego chasqueó los dedos—. Ese cierto aire inaccesible.

Lo miré con los ojos abiertos de par en par.

Definitivamente, Mark Aldridge no sólo meinspiraba confianza... Sino también curiosidad.

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