Realidades Alternas

De AidanCero

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AU Clexa. Inspirado por 'The Wish' Capítulo de Buffy la cazavampiros. Ha pasado un año de la muerte de Lexa y... Mai multe

Capítulo 1
III
IV
V
VI
VII
NOTA DEL AUTOR

II

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De AidanCero






Nota del autor: Se supone que en cuanto Clarke llega a una realidad alterna, va recuperando poco a poco los recuerdos de esa vida, sin embargo, también conserva un poco de la Clarke de la realidad original.

xxxxxx

Me despierto con un sabor metálico en la boca, tengo los labios pegados por una plasta sanguinolenta que me asquea en cuanto la toco con la punta de mi lengua que se abre paso para despegarlos.

Me temo pues, que todo lo pasado fue un sueño, que no hubo choza ni mago con el aliento a borracho. Que me he despertado en cualquier lugar después de alguna batalla sin sentido como han venido siendo las últimas batallas.

Siento el cuerpo dolorido y aunque he abierto los ojos no puedo ver nada.

El lugar es húmedo, puedo olerlo en el ambiente, así que lo más seguro es que me encuentre en algún subterráneo como al que me llevó Roan antes de entregarme a Lexa.

Lexa.

Me pesa el pecho cada vez que recuerdo su rostro o se me viene a la mente su nombre.

Con el tacto sé que si me levanto y me recargo un poco hacia atrás, mi espalda quedará contra una pared. Me siento y me quedo ahí, con la cabeza sobre el muro. Me siento apesadumbrada y sola, de modo que creo que sí fue un sueño, todo.

Estiro los pies y pateo un bulto.

-Ouch- El bulto se queja.
-¿Quién está ahí?-.
-Un fantasma- La voz hace eco, y, aunque se me figura a la voz de Raven, no puedo distinguir si tengo razón o no -¿Raven?- Pregunto pues.
-¿Quién más?- La escucho moverse en la oscuridad y tras un clic, la habitación se ilumina con su linterna -¿Qué hora es?-.

¿Cómo habría de saberlo? Me pregunto. Veo que no lleva la abrazadera.

-¿Dónde está tu abrazadera?-.
-¿Uh?-.
-La abrazadera que te pones en la pierna ¿dónde está?-.
-Creo que sí te pegaste buen golpe-.
-¿Qué pasó? ¿Algún terrícola nos atacó de regreso a Arkadia?- La escucho reírse, pero me mira y frunce el ceño. Me toca la frente y me percato que su ropa no es la que tenía cuando la dejé y tampoco uso la misma que traía cuando fui hacia la choza.

No tengo ropa de terrícola, pero tampoco llevo puesta la que usaba en Arkadia.

-¿Cómo está tu brazo?- No entiendo nada todavía. Nada hace sentido ¿dónde estamos?
-¿Dónde estamos?- Expreso en voz alta.
-En una alcantarilla cerca de Santa Mónica-.
-Creo que sigo soñando-. Digo y hago por pararme, pero me mareo y me dejo caer.
-No estás soñando, me encantaría que así fuera porque eso significaría que lo que está pasando no es verdad- Suspiro y me masajeo las sienes, tengo el peor dolor de cabeza que he sentido jamás.
-Raven, creo que una breve explicación de lo que está sucediendo me vendría bastante bien-.
-Pues tan simple como decirte que el mundo se fue al diablo y los muertos no se quedan muertos-.
-¿El mundo se acabó  de nuevo?- Noto en su mirada que está preocupada.
-El mundo no se había acabado antes... es decir, bueno quizás, la Atlantida y todo eso nos hace pensar que sí, pero es más bien un mito; Clarke, el mundo está plagado de zombis-.

El término zombi lo conozco por la literatura, por cuentos para niños que leía en los libros que teníamos en el Arca. Pero, se creía tan imposible como la existencia de vampiros u hombres lobo. Eran inventos. Allá arriba en el espacio lo único que podía ser real era que el oxígeno se acabaría.

-Tengo sed- Es lo que puedo decir pues siento la mente llena de todo y de nada, como si hubiese pasado la noche con fiebre. De hecho, es probable que sí me hubiera dado fiebre en algún momento.
-Tendrás que esperar a que salgamos. Nos la acabamos ayer por la tarde- Trago saliva y vuelvo a saborear la sangre, me toco la mejilla con la lengua y descubro que lo que ha sucedido, es que me he mordido el interior sin saber cómo.
-¿Qué pasó?-.
-Nos cerraron el paso, creí que no íbamos a salir de esa, ibas corriendo tan rápido que no te diste cuenta que frente a ti había una ventana abierta; nunca he visto a alguien golpearse de lleno con algo. Si no hubiera estado tan asustada hubiera reído por horas-.

Ahora recuerdo que corría a gran velocidad, volteando a mi espalda para ver cuán lejos corrían ellos detrás de mí, y apenas voltear la cara, sentí un fuerte golpe en el pómulo, fuerte en verdad, caí pesadamente en el suelo y como pude me arrastré y me dejé caer en la alcantarilla que Raven abrió –con bastante esfuerzo he de decir- sentí el golpe en la espalda, escuché el chapoteo del agua sucia y me permití perder el conocimiento a falta de voluntad para mantenerme despierta.

-¿Crees que puedas levantarte?-.
-Puedo intentarlo-.
-Bien-.

Me ayuda a levantarme, pone uno de sus brazos alrededor de mi cintura y yo me cuelgo de sus hombros. Me duele la espalda, el golpe en la cara, me retumban las sienes y creo que me torcí el tobillo.

Perfecto, en esta realidad Raven es la que camina sin ningún problema.

Casi puedo escucharlo aquí, diciéndome que él no podía controlar la realidad en la que caería, pero, con mi suerte, ya ven, he caído en otro mundo en el que 'sobrevivir' es lo único que se puede hacer.

Los ojos me duelen cuando salimos a la luz del sol. Veo algunas cercas de malla metálica en varias zonas residenciales. Poco a poco, los recuerdos de esta realidad me invaden, poco a poco voy entendiendo esta vida que me ha tocado en un paralelo.

En una redada militar tuve que –gracias a todo el caos- separarme de mi padre y de mi madre, a punto de cruzar el límite de la ciudad, la cual puede ser únicamente pasando un puente, los soldados o marines, para mí es lo mismo, nos retiraron del punto clave.

Sin saber cómo, me encontré de pronto del otro lado mientras ellos se quedaron en la ciudad, (mi ciudad natal). El puente destruido. Quise regresar en bote, pero todo era un caos, las primeras semanas absolutamente todo fue un caos.

Al principio parecía una gripa, las escuelas se vieron diezmadas, las oficinas, nadie salía de sus casas, luego aparecieron los militares, después supimos que las cosas estaban peor de lo que creíamos.

Me encontré con Raven de casualidad. Decidí viajar en solitario y luego nos encontramos en un momento desesperado. Si no hubiera sido por ella probablemente estaría muerta... y viceversa.

Me deja sentarme en la acera; es un día caluroso y sofocante, siento la playera mojada y puedo oler el sudor de mis axilas, y aunque debería de sentirme apenada, la realidad es que es lo que menos importa ahora, y, a final de cuentas, Raven no dista de oler igual que yo.

-Veré si hay agua dentro; sé que estás cansada, pero tendrás que cubrirme- Me entrega mi arma y se pierde dentro de la tienda tipo Seven Eleven. Me levanto y me recargo en la pared, pidiendo a las diosas que nadie se acerque pues no me siento con la fuerza para derrotarlos o huir.

Tengo la vista borrosa y la frente sudada, la respiración acelerada y me tiemblan las manos, estoy de verdad débil y siento que volveré a desmayarme.

Nos vendría de maravilla un automóvil, pero creo que hasta los ductos de gasolina están vacíos; contemplo la gasolinera que está a mi derecha, los despachadores no están en su lugar e incluso hay autos abandonados.

Me asusto cuando Raven me toca el hombro y me jala hacia adentro.

-Ven- Obedezco sin preguntar. No tengo ánimos de hablar.

Por primera vez en mucho tiempo no me siento la líder ni quien tiene que ser fuerte, y es claro que es porque en esta realidad puedo darme ese lujo; sigo las órdenes de Raven sin problema, por una sola vez quiero ser el borrego siguiendo a alguien más.

Apenas me acerco a la oficina cuando escucho una voz en el radio.

-¿Hay alguien ahí? ¿Me copian?-.

-Lo escuché en cuanto entré, pero no quise contestarle- Me dice Raven.
-Es la primer señal que escuchamos en al menos un mes-.
-Podría ser una trampa; ya no sé si le tengo más miedo a los muertos o a los vivos- No contesto nada, comparto el mismo pensamiento.

El radio sigue sonando y Raven inspecciona el lugar.

-No hay agua ¿Un jugo te serviría?-.
-Supongo- Me avienta el botecito de cartón color morado. No logro atraparlo.
-Creo que deberíamos quedarnos un rato aquí, así como estás más que ayuda eres una carga- Se agacha y me da el bote.
-Te daría una golpiza nada más por ese comentario-.
-Sí, pero por el momento no puedes- Me toma del brazo y me sienta en la silla desgastada que está detrás del escritorio viejo con cubierta de vidrio.

-¿Hay alguien ahí? Cambio-.

Es una mujer quien se comunica, tiene voz de mujer joven, y, me recuerda a alguien, se me acelera el corazón al escucharla realmente. Me es tan familiar.

-Creo que el jugo no te será suficiente, no te muevas de aquí-.
-Ten cuidado Raven- Desaparece y en seguida me preocupo.
-¿Alguien me escucha? Cambio-.

Me siento tentada a contestarle; es verdad que no la conozco, que no sé con qué intenciones está buscando a alguien que responda a su mensaje.

Pero es su voz la que me obliga a tomar el radio y hablar con ella.

-¿Hola?- Respondo y suelto. Pero no me contesta de vuelta -¿Hola?- Intento de nuevo.
-Estoy aquí- La escucho suspirar antes de que suelte ella.
-Me llamo Clarke, cambio- Ríe.
-Me apellido Clark- No respondo, sin saber por qué, estoy sonriendo, me acuerdo de Lexa. Ya no sé si quiero estar en esta realidad donde ni siquiera tengo sus libros y su ropa. Me siento todavía más lejos de ella.

Y con escuchar a mi interlocutora, de pronto, me siento muy sola y triste. La extraño.

-¿Sigues ahí?- Vuelvo a dudar en contestarle –¿Clarke?- Pero lo pronuncia Klark y un escalofrío me recorre de pies a cabeza.
-Sigo aquí-.
-¿En dónde estás exactamente?-.
-Exactamente en una tienda de autoservicio, a un lado de la gasolinera- Sonrío de sólo imaginar que ella hace lo mismo con mi broma.
-Me refiero a la ciudad- Por el tono de su voz sé que así es.
-Mi compañera cree que estamos cerca de Santa Mónica-.
-¿Sólo son tú y ella?-.
-Sí, se llama Raven- La veo entrar entonces, con dos botellas de dos litros, casi puedo sentir el agua deslizarse por mi garganta y hasta mi estómago. Le estiro la mano que tengo libre -¿Tú dónde te encuentras?-.
-Cerca, en un bote... bueno, un Yate, más bien-.

Raven se acerca a mí, poniéndose rápidamente a mi lado.

-Dile que si puede recogernos, dile que estás herida y necesitamos ayuda-.
-No estoy herida-.
-Estás débil-.
-Pero no es lo mismo que estar herida-.
-Dile con una maldita vez que si puede recogernos-.
-No la conocemos- Sí, soy yo quien lo dice, y aunque así ha sido, en el fondo sé que no nos haría daño.
-Tiene un yate Clarke, seguramente tiene una lancha, si no quiere acogernos, por lo menos podría darnos la lancha-.
-¿El yate es tuyo?- Temo que no volverá a contestarnos pues han pasado un par de minutos desde mi pregunta.
-No, lo compartimos con un tipo que se hizo amigo de mi hermano-.
-¿Lo comparten quiénes?- Entre más escucho su voz, más parece que escucho a Lexa. Sólo que sin el tono autoritario.
-Mi madre, su novio, mi hermano, Daniel, Ofelia, Chris y Víctor- Ocho personas incluyéndola, dudo que quieran dos más.

Tomemos en cuenta la comida y el agua, el espacio, si tres son multitud, diez seríamos demasiados. Y, ella no es dueña del yate.

-¿Y están todos  bien?- Ni siquiera sé por qué pregunto aquello -¿Tú estás bien?- Hay silencio.
-Sí- Dice tras la pausa -¿Tú?-.
-Débil, ayer nos acorralaron a Raven y a mí y tuve un pequeño accidente por no fijarme por dónde voy- Raven apoya mi comentario con un asentimiento de cabeza.
-Podría... podría decirle a Víctor que... nos acercáramos a Santa Mónica ¿Tienen forma de llegar a mar abierto?-.
-No-.
-¿Pueden intentarlo?- Raven y yo nos vemos a los ojos, tratando de adivinar qué va a responder la otra.

-Supongo que podríamos- Me contesta. Se recarga en el escritorio con una mano y con la otra se acomoda el cabello.
-No sé qué tan cerca estemos de la costa-.
-A pie... un par de horas, tomando en cuenta que nada suceda, en el peor de los casos, un día, si tuviésemos que escondernos en algún lugar-.
-Aun así no hay forma de llevarnos la radio con nosotros- Pone su cara de pensar y hace la mirada al infinito.
-Mmm podríamos buscar unos walkie-talkies de alta frecuencia-.
-Lo dices fácil- Contesto y doy un trago al agua.
-¿Clarke?- Sigue sonando a Klark.
-No podemos llevarnos la radio, buscaremos la forma de encontrar unos walkie talkies, y entonces nos comunicaremos contigo-.
-De acuerdo, suerte-.
-Hasta entonces, Señorita Clark-.

Raven me enarca una ceja.

-¿Qué?-.
-Pero cuánta familiaridad- Se acerca y me ayuda a levantarme, me quita la botella de las manos y me doy media vuelta para que la meta en mi mochila.
-Es bueno escuchar otra voz que no sea la tuya- Ríe y salimos de ahí con mucha cautela.

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-Supongo que anotaste la frecuencia-.
-Supones bien- Le digo, le entrego el papel y acomoda ambos walkie talkies en la frecuencia anotada.
-¿Quieres hacer los honores?- Dice en son de burla. Le volteo los ojos y me limpio el sudor que me corre por las sienes.
-¿Hola?- Pregunto. Esperamos por la respuesta y no llega en al menos cinco minutos.
-Tal vez si comienzas con algo como: Aquí Clarke uno llamando a Clark dos- Sí, es burla.
-Sshh- Escucho que contesta pero hay interferencia.
-¿Clark?- Vuelve la respuesta con interferencia.
-Bien, creo que tendremos que acercarnos porque es claro que la señal no es demasiado buena; si está tratando de contactarnos es porque sabe que ya encontramos walkie talkies, así que caminemos rumbo a la playa-.
-Estoy tan cansada que creo que tendrás que cargarme-.
-No creo- Me contesta, jalándome de la mano y llevándome por el medio de la calle.
Llevamos cuarenta y cinco minutos caminando bajo el sol, mi paso se hace cada vez más lento y siento que caeré en cualquier momento, sin embargo, algo dentro me dice que no debo parar y que necesito encontrar fuerzas sobre humanas para seguir con la caminata.

-¿Clarke?- Suena fuerte y claro.
-Sí, aquí-.
-Creí que las había perdido-.
-La señal era pésima-.
-Lo supuse-.
-¿Les has dicho que vamos a su encuentro?-.
-... no... todavía no- le paso el aparato a Raven para poder hacerme una coleta -... ustedes hagan lo posible por llegar-.
-Eso haremos- Apenas contesto cuando los veo salir de un callejón.
-Puta madre- Dice Raven con preocupación.

Corremos, corremos con todas las fuerzas que yo tengo y que parece que no serán suficientes.

Me falta el aire y me pesan las piernas, no creo que pueda correr más.

Me detengo pues, saco el cuchillo y hago frente al grupo de cinco.

-Más te vale que sobrevivas- La escucho agitada y enojada.
-No puedo correr, prefiero intentar matarlos ahora que me queda algo de fuerza-.

Nos ponemos espalda con espalda y ella saca el bate de picos.

-Bueno ¿Lista?-.
-No- Respondo.
-Ni hablar, activa el modo 'Mujer Maravilla'- Y sin explicarme cómo, lo que sale es el modo Clarke de Arkadia y sé cómo defenderme con mayor soltura.

Esquivo a uno y encajo el cuchillo por debajo del cráneo, ahí donde se junta la columna vertebral, me parece pan comido, pese a que nunca lo había sentido así.

Sí, acabamos con ellos y estamos agitadas y sorprendidas; creo que la idea de vernos lejos de aquí nos motiva a esforzarnos un poco más.

-Ojalá que sigas así, estamos a media hora de llegar... sólo esperemos que haya algo con qué acercarnos-.
-Podríamos nadar-.
-No creo- Se guarda el bate después de limpiarlo –Los tiburones me dan miedo-.
-¿Puedes matar un zombi pero no puedes meterte al mar porque los tiburones te dan miedo?-.
-Es correcto-.
-Vaya que eres extraña-.

Xxxxxx

-Bien, vemos el yate ¿Ya les dijiste?-.
-No...- Vuelve a contestar –Sólo.... Sólo encuentren algo con qué acercarse, ya veré que hacer cuando estén a pocos metros- Suspiro.
-¿Crees que sea una trampa?- Me pregunta Raven, entrecerrando los ojos para enfocar bien el yate que se ve pequeño a lo lejos.
-Quisiera decir que no con toda seguridad, pero a estas alturas... no podría apostar porque estemos a salvo-.
-¿Valdrá la pena averiguarlo?-.
-Busquemos una lancha o algo- No quiero responder a su pregunta, cualquier cosa es mejor que estar peleando contra zombis y pasando hambre, calor, chocando con ventanas...

Corremos con suerte tras media hora de búsqueda y seis zombis, una lancha con dos remos; no estoy demasiado feliz con el hecho de tener que esforzarme (más) para llegar al yate, pero debo hacerlo.

-Estamos cerca- Aviso entonces; ya no hace falta remar, puedo ver la majestuosidad del yate.

Es elegante, ha de haber costado buenos millones de dólares, casi puedo sentir envidia.

Raven y yo nos miramos nerviosas, meciéndonos con el vaivén del agua, esperando que nos disparen en cualquier momento, pero, sería absurdo pues no llevamos nada de valor ni armas realmente buenas.

Se asoma entonces un hombre de color, alto y podría decirse que bien parecido. Lleva consigo un rifle.

Escucho voces pero no logro ver a los demás.

-Les voy a pedir que den media vuelta y se marchen-.
-No queremos problemas- Le grito para que pueda escucharme.
-He dicho que den media vuelta- Parece que tomará la decisión de amenazarnos al apuntarnos con el arma.

Levanto las manos.

-Por favor, no queremos problemas- Repito –Sólo somos mi amiga y yo-.
-Víctor, sólo son dos- La escucho entonces, puedo reconocer su voz pero sigo sin verle el rostro.
-¡He dicho que no!- Entonces nos apunta. Ambas levantamos las manos.
-Víctor...- Es otra voz, es la voz de un hombre joven. Se acerca y puedo verle el cabello despeinado, trae puesta ropa que es al menos una talla más grande; da la impresión de que no se ha duchado en varios días –Son sólo dos chicas ¿Qué podrán hacer?-.
-Reducir las raciones de comida-.
-Como si no pudiéramos pescar-.

El hombre mayor parece meditarlo mientras nosotras seguimos con las manos arriba y mirándonos con preocupación.

-Maldita sea- Se retira del barandal y deja caer la escalera. Sonrío al instante y de puro alivio.

Subimos con esfuerzo, yo más que ella y cuando por fin estoy arriba, la busco, cuando la encuentro con mi mirada...

Lexa.

Me detengo en ella, sí es ella. Y siento ganas de besarla. El momento se vuelve extraño, incómodo.

Así que veo a los otros también. Una mujer rubia que nos observa con duda, un hombre que parece ser el más viejo de todos y al lado otra muchacha, de más edad que nosotras, un Hindú y un chico que a leguas se ve que es latino.

Pero entonces, no puedo quitarme de la cabeza que la chica con la que estuve hablando, es Lexa. Es casi tan emocionante como cuando la encontré en La Ciudad de la Luz, no, miento, es más, y quisiera abrazarla y decirle que estoy contenta de que en esta realidad se encuentre bien. Pero no lo hago.

-Gracias- Dice Raven al darse cuenta de mi mutismo.
-Unos días nada más, luego tendrán que buscar otro camino-.
-Unos días están más que perfectos- A mí me comió la lengua el ratón.

Xxxxxx

Nos han prestado unas mantas para cubrirnos del frío de la noche. Estoy sentada afuera, sola, Raven ha caído rendida desde hace media hora, pero, yo no puedo dormir y tampoco puedo acercármele. No sé qué hacer.

-Hey ¿Qué haces?- Tiene en la mano derecha una botella de vino tinto y me la acerca, la tomo y le doy un trago, me arde al instante la herida que tengo dentro de la mejilla.
-Hey; nada...- Contesto con dolor y le regreso la bebida.
-¿Qué te ha pasado?- Me señala el rostro.
-La cosa más idiota del mundo, choqué con una ventana mientras huía-.

Sonríe y se agacha; cuando la veo sonreír es... nunca la había visto sonreír así, Lexa kom trikru no sonreía, aunque, la realidad es que a mí me sonrió varias veces con la mirada. Creo que así debía verse Lexa si no hubiera nacido Natblida, si no hubiera tenido que convertirse en Heda, ni llevar el peso de una nación sobre sus hombros.

Sin embargo, esta versión de ella, la de esta realidad, carga consigo las consecuencias de un mundo postapocalíptico, desconozco si ha perdido seres queridos, o lo que ha tenido que pasar para estar aquí.

-Debió doler-.
-Como su puta madre- Me apeno al instante –Lo siento-.
-No te preocupes, es bueno maldecir- Bebe y me pasa de nuevo la botella-.
-Gracias por... por ayudarnos-.
-No me imagino lo que pueden estar pasando otras personas allá afuera, he visto en lo que se convierten, Chris perdió a su madre y yo a mi novio...- Dijo novio, se me hiela la sangre en las venas. Es heterosexual.

En esta condenada realidad Lexa es heterosexual... trago saliva, tratando de esconder mi decepción y nerviosismo. 

-¿Clarke?-.
-¿Mmm?- No escuché lo que me decía.
-¿A quién perdiste tú?-.
-A mis padres-.

Y a ti, quise decirle en ese momento, a ti en otra realidad.

Quiero levantar mi mano y acariciarle el rostro para darme cuenta que es de verdad y que no está hecha de sueños. Que no es un espejismo como aquel que a ratos se me aparecía en la cueva.

-Amigos- Continúo –Ningún novio-.

Nos sonreímos apenas.

-Al menos-.
-Sí, al menos-.

El chico del cabello despeinado se nos acerca, si recuerdo bien se llama Nick y es su hermano.

-Mi madre te busca- Voltea a verme al disculparse, le asiento y ella se levanta y se va.

Nick me hace preguntas de rutina, cómo me encontré con Raven, de dónde somos y a dónde íbamos, mi edad, qué hacía antes de todo esto.

Cuando veo que se ha hecho tarde y que Lexa no regresa, opto por excusarme e ir hacia donde Raven para descansar.

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El día es soleado, como siempre por acá, hace calor y no hay una sola nube en el cielo.

Estoy sentada fuera junto a Raven y Lexa y recargadas en el barandal vemos a Nick que flota tranquilamente en el agua.

No comprendo cómo puede parecer que nada le afecta.

Quizás en realidad nada le afecta. Pero, no lo conozco, de modo que mi impresión puede estar errada.

Estoy pensando en esto cuando a lo lejos, a unos siete u ocho metros de él veo una mancha oscura que se acerca lentamente a donde está, me yergo, aguzando la mirada, tratando de enfocar lo mejor posible.

-¿Qué?- Pregunta Raven que nota mi estado de alerta.
-Algo se acerca a Nick ¿Lo ves?- Le señalo con la mano.

Entonces las tres estamos viendo al mismo punto.

-¡Nick!- Grita Lexa -¡Nick sal del agua!-.

Él no entiende y deja la cabeza fuera del agua mientras mueve pies y manos para mantenerse a flote.

Señalamos detrás de él pero voltea y no ve nada, así que regresa la mirada a nosotras que nos sentimos cada vez más desesperadas.

Lo vemos desaparecer pues debajo.

-No va a lograrlo- Digo para mí misma.

Tomo el cuchillo que yace sobre una mesita y me aviento.

-¡Clarke! ¡¿Estás loca?!- Es Raven.

La adrenalina me hace nadar como nunca en la vida, Nick sale apenas del agua para tomar una bocanada de aire y vuelve a hundirse; me sumerjo y veo a un zombi jalándolo del pie y él pateándolo tan duro como puede para alejarlo de sí.

Apenas llego clavo la navaja en su ojo y luego donde mismo, ahí donde es más seguro que "mueran". El cuerpo putrefacto se aleja de nosotros con la corriente y yo jalo a Nick a la superficie.

Ambos tomamos tanto aire como podemos y nadamos de vuelta al yate con todas nuestras fuerzas, hay más detrás de nosotros; los grandísimos hijos de puta andan debajo del agua.

Ni siquiera el mar es seguro ahora.

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Me dejo caer sobre cubierta, agitada, apenas puedo respirar, he tragado agua de mar y me duelen las extremidades.

-Clarke- Raven me mira con ojos bien abiertos, está preocupada. Lexa me mira con ojos de horror.
-¿Qué pasa?-.

Nadie dice nada, Raven me señala el muslo izquierdo y me descubro una mordida.

Siento que me mareo, definitivamente esta realidad no me gusta nada. Quisiera regresar a Arkadia, no, quisiera regresar a ese momento en el que me quitaron la tela de la cabeza y vi que era Lexa quien había ordenado mi rescate. Ese hubiera sido el punto de partida para una mejor vida, me la hubiera llevado lejos, lejos de nuestra gente, sólo nosotras.

Sé lo que supone una mordida: estoy infectada.

Me levanto pero Víctor me apunta con su arma.

Lo veo pasar todo lento, y ahí, en la sala del yate veo al mago, sosteniendo una de sus botellas dl alcohol.

Se acerca a mí a velocidad normal, los que se han detenido son los demás.

-Te dije que en otras realidades los muertos volvían a la vida-.
-Tramposo- Digo enojada.
-También te dije que Lexa estaría viva-.
-Me trajiste a una realidad donde también tengo que sobrevivir-.
-¿Te molesta que sufra por su novio muerto?-.

No digo nada respecto a eso.

-No quiero estar en esta realidad, regrésame; me han mordido ¿No ves?-.
-Vas a morir-.
-No si me regresas a mi realidad; regrésame a ese momento en el que me entregaron en Polis-.
-Sabes que no puedo hacer eso, no controlo el tiempo-.

Estoy furiosa, lo tomo del cuello de sus ropas viejas, que parecen de pordiosero más que de terrícola ahora.

Tengo tanta fuerza por el enojo que me produce la frustración que casi puedo empujarlo.

-Bien, está bien- Se sonríe y me obliga a que lo suelte.
-Ahora- Ordeno. Volteo a ver a los demás que parece que se hubieran congelado –Creí que no controlabas el tiempo-.
-Controlo el movimiento, estamos actuando tan rápido que piensas que ellos están congelados, la realidad es que se mueven lento, muy, muy lento-.
-¡Regrésame ahora!- Temo que esto acelere la transformación.
-Ya sabes que todo tiene un precio y desafortunadamente no te puedo regresar, no sé a dónde irás a parar ahora, pero... Cualquier realidad es mejor a una Clarke muerta ¿no?- Es un tramposo, es un maldito.
-Dilo-.
-Es tan ridículo que vas a reírte-.
-Dilo ya- Le contesto con fastidio.
-El arma de Víctor-.
-¿Un arma?-.
-No tienes idea del valor que tiene en cierta guerra, con esto hasta la podrían ganar-.

No me importa pensar de más, me acerco a él, le quito el arma y voy hacia el hombre que se parece a Gustus.

-Y esta vez sin trampas-.
-Te prometí que Lexa estaría viva-.
-Dije sin trampas- Contesto con la mandíbula apretada.
-Vale, vale, sostén-.

Me da otro muñeco y comienzo a sentir el vacío, el mareo.

Todo es oscuro de nuevo.

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