Durante la semana no dejé de recibir alagos por mi reciente cambio. Los chicos me saludaban y sonreian como si lo hubieran hecho siempre. Las chicas se creían mis amigas sólo por darme el saludo y por supuesto no faltaban las idiotas que durante toda la semana se comportaron amables conmigo y me alagaron por mi ropa nueva.
Se puede decir que hasta me invitaron a salir con ellas, pero yo me negué a eso, amablemente por supuesto. Gracias a Justin.
El miércoles en la noche me llamó solo por que quería hablar conmigo, cuando dijo eso me pareció lo más tierno que había podido escuchar alguna vez en mi vida. Duramos toda la noche hasta la madrugada hablando, hablando de trivialidades pero aún así ibamos descubriendo más cosas el uno del otro. Al terminar la llamada no me sentí del todo sola como pasaba usualmente.
Al otro día Justin me había saludado en la universidad, me pareció algo extraño porque no solíamos socializar tanto delante de nuestros compañeros. Es decir, no porque ahora nos llevaramos mejor significaba que estaríamos las 24hs juntos o que siempre teníamos que hablar.
Vi que Ryan nos miraba algo raro a los dos, luego se acercó a Justin a decirle algo al oído, haciendolo cambiar su actitud. Después de ese día no volvió a saludarme o aparecer por mi departamento.
Bufé. Estaba cansada de su bipolaridad, porque eso hacía que extrañara su presencia... solo un poco. Ya habían pasado varios días desde que no lo veía en la universidad, y a veces solía sentir su aroma caminando hasta mi siguiente clase, pero él no estaba ahí. Era como si recordaba todo de él a la perfección, su sonrisa, su calor, su voz, y de vez en cuando cuando se enojaba. Se veía algo lindo.
Hoy ya era viernes, finalmente. Estaba llegando tarde así que me apresuré a buscar los libros de historia, y con algo de suerte, el profesor Morris dejaría que entrara.
Sentí unos brazos rodearme por detrás seguido de un escalofrío. Y susurraron en mi oído: - Hola.
- Miren quien viene aparecer. – Musité sin darle mucha importancia a su cercanía.
- ¿Por qué lo dices? – Murmuró besando mi cuello, haciendome estremecer. Joder, Bieber.
- Un día me llamas, otro no, un día me saludas y al otro ni te veo. Deberías avisarme con antelación tus cambios de bipolaridad.
- Lo lamento, _______(tn) - Dijo dejando un rastro de besos desde mi cuello hasta mis hombros. Sentía que iba a desfallecer, las piernas en cualquier momento me fallarían y creo que ya me estoy sonrojando.
Nunca había estado con un chico de esta manera. Era extraño que la cercanía de Justin me pusiera nerviosa. Cuando estaba con Jason no me sentía cohibida.
Volteé para encararlo y me sonrió. Espero que no piense que solo por ser muy lindo podría perdonarlo tan rápido. - Un amigo no hace eso. – Observé sus labios fugazmente y desvié la mirada. Espero no lo haya notado.
- Créeme, hay muchas cosas que yo hago que no lo hacen los amigos. – Sonrió. Mi corazón amenazaba con salirse solo al ver ese gesto. Quería malditamente besarlo.
Mordí mis labios para recordarme la relación amistosa que teníamos y volvé a mirarlo.
- ¿Cómo que cosas? – Pronuncié en un tono inocente, mirandolo fijamente, yo también podía seguir su juego.
Acaricié su mejilla al mismo tiempo que él tocaba mi hombro. Me estremecí ante su contacto.
- No lo sé… muchas cosas. – Se acercó a mi con su mirada en mis labios.
- Está bien, te perdono. – Susurré cerca de sus labios pero me desvié y besé su mejilla. Lentamente me separé de el, lo miré a los ojos y el sonrió. Estuvimos unos segundos asi de cerca.
- ¿Hoy es la cita cierto? – Preguntó cambiando de tema pero sin separarce.
- Si. – Respiré profundo, aún me sentía acorralada entre su presencia y los casilleros.
- ¿Te paso a recoger?
- Si. Jason nos verá allá.
- Bien. – Besó mi frente y dió unos pasos atrás, separandonos.
- ¿No deberías estar en clases? – Cuestioné tratando de cambiar de tema.
- ¿No deberías tú, chica nerd, estar en clases? – Reí por su tono burlón.
- Nop. – Dije mirandome las uñas. – Últimamente me ando juntando con el chico malo de la univerisdad– Sonreí.
- ¿Crees que es guapo? – Dijo levantando una ceja.
- Demasiado. – Imité su acción. - Además de sexy.
- Sabes, tambien ando juntandome con una chica muy sexy.
- He oído de ella. – Musité en un tono indiferente.
- ¿Ah si? Debes saber que tambien es dulce y divertida, y que me encanta estar con ella. - Sentí mi corazón acelerarse.
- A mi tambien me encanta estar contigo. – Me sonrojé.
- Ya debo irme. – Dijo, despues de unos segundos.
- ¿A clases?
- No, Ryan y yo estamos haciendo una pequeñita broma.
- ¿De qué se trata?
- Ya te vas a enterar. - Rió yse acerco a mi, para darme un beso en la frente. – Te paso a buscar a las 16hs. No me hagas esperar – Dijo mientras se alejaba y yo reí. La verdad es que Justin siempre sabía cómo hacerme reír.
Miré la hora y ya iba media hora tarde, corrí al aula.
Antes de que timbrara para que acabaran las calses el director habló por el auto-parlante.
- Buenas tardes chicos, les hablo para informales que no se acerquen al aula de física ya que algunos estudiantes les dió por hacer una bromita y soltaron a todas la ranas. - Me eché a reír a carcajadas, al igual que todos los chicos de mi clase. - Eso no es todo, tambien me pintaron a mi, el director, en ropa interior de mujer en algunos casilleros. Cuando descubra quienes fueron se les castigará y eso va para usted señor Bieber. Si descubro que usted y el señor Butler fueron los causantes tendrán serios problemas. – Esa era la "pequeña bromita" a la que se refería Justin.
(...)
Al llegar a casa me dispuse a cocinar algo sencillo. Pasé todo el tiempo restante buscando el atuendo indicado, debía verme bien. Contenta con el resultado, me di un baño relajante, estaba bastante nerviosa.
Hoy hacía bastante calor. Elegí algo simple, un short de jean con un top no tan corto, pero que dejaba ver mi piercing, con mis clásicas zapatillas blancas. Trencé mi cabello hacia un lado e hice un maquillaje natural. Estaba terminando de ponerme perfume cuando escuché que tocaban la puerta.
- Hey, pasa. – Le sonreí, dejé que cerrara la puerta mientras me ponía los aretes en el espejo de la sala.
- Eh… hola. – No volteé pero sentía su mirada en mi cuerpo.
- Ya estoy, ¿cómo me veo? – Dije parándome al frente de él y sonrió, se acercó a mi y me agarró de la cintura.
- Te ves hermosa. ¿Nos vamos? – Preguntó dandome un beso en la frente.
- Si. – Dije y me separé de Justin. Tomé mis llaves, mi bolso y salimos. Ojalá esto valga la pena.
(...)
- Bueno, aquí estamos.- Avisó Justin estacionando el auto. Al bajar estamos en frente de la cafetería en donde nos veríamos con Jason, de aquí iríamos caminando hacia el parque de atracciones porque el estacionamiento no tendría lugar para más autos.
Al entrar divisé a Jason en una de las mesas mientras sostenía su teléfono, no le presté atención a Justin pero vi como las meseras se hablaban al oído observandolo, fruncí el ceño, aunque éste parecía indiferente a sus miradas.
Desvié mi mirada hacia Jason en el momento justo en donde nos divisaba, levantó su mano indicandonos la mesa y nos acercamos. Nunca pensé que lo vería fuera de la universidad y menos sin sus camisas con corbatas, ahora parecía más... jovial con su remera y unos simples jeans. Sonreí, se ve aún mejor que en clases.
Una chica se acercó a pedirnos la órden, pero la verdad es que solo mantenía su atención en Justin. Y éste al parecer se veía muy interesado en ella porque empezaron a coquetear. Rodeé los ojos. Aclaré mi garganta para que escucha a Jason, que había repetido por segunda vez su órden. Inútiles.
Le pedí una simple malteada de fresa con el tono más tosco que me salía y me concentré en mi profesor. Justin no se integraba mucho en la conversación, siendo hasta grosero cuando Jason le pedía su opinión. ¿Para qué insistió en venir cuando es claro que no quiere estar acá?
Pero no iba a arruinar mi cita. Lo ignoré olímpicamente, a la vez que la conversación con Jason se hacía cada vez más aburrida. Supongo que quedó claro que no necesitaba repasar los temas del trabajo, porque en todo el tiempo que estuvimos en la cafetería no tocamos ese tema.
(...)
– ¿Te gusta? – Preguntó Justin al ver mi cara de fascinación cuando llegamos a las atracciones. Lo miré.
- ¿Puedes creer que en los tres años que he vivido aquí, jamas había venido? – Rió ante mi entusiasmo. Era la primera vez que hablaba sin un tono tosco, no sé si tendría que ver con que Jason nos había dejado adelantarnos cuando debía atender un asunto importante por llamada. Lo sé, lo sé, ¿quién hace eso en una primera cita? Igual no podía decir nada, yo había invitado a Justin.
- ¿En serio?
- Es verdad, soy aburrida. – Dije riendo.
- Vaya que lo eres. – Tomó mi mano y entramos al parque de diverciones.
Compramos los tickets para subirnos a cada juego.
Miré hacia la entrada y luego a mi reloj. Ya se estaba tardando.
- No te preocupes, llegará – Me animó.
- ¿Cómo lo sabes? – Volteé a mirarlo con cierta preocupación.
- Porque yo también soy hombre y si tuviera una cita contigo no la cagaría atendiendo otros asuntos. – Dijo con sus manos metidas en los bolsillos y yo sonreí. Siempre se paraba asi y me parecía gracioso, casi me hacía acordar a Chandler de Friends.
- ¿Eso es un halago? – Dije volteandome y sonriendo coqueta.
- Bueno pues… – Nos interrumpieron.
- Ya llegué. – Avisó Jason llegando.
- Hola – Lo abracé. - Pensé que no llegarías y que tu asunto se había complicado
- ¿Cómo se te ocurre? – Rió.
- Hola – Respondio Justin cortante y serio. Luego se dio la vuelta y empezó a caminar.
- ¿A dónde vas? - Pregunté.
- Bueno, vinimos para montarnos en algún juego, ¿no? – Siguió su camino. Su actitud había cambiado, estaba alejado. Apenas me miraba y ya no sonreía, estuvimos en varios juegos. Reía con Jason mientras Justin estaba en silencio como si estuviera en otro mundo.
Pasamos el resto de la tarde en el parque. Comimos y reímos, bueno, Jason y yo porque Justin se hacía a un lado. A veces trataba de establecer una conversacion entre los tres pero él solo respondia con monosílabas como “Ajam”, “Sí”, “No”, “Como sea” y eso me hacía enojar. ¿Qué le pasaba? ¿No se suponia que venía a ayudarme y no amargarme el rato?
En fin, decidí no prestarle atención. Mientras charlaba con Jason, de otras cosas que no implicaran a la universidad, puede enterarme de muchas cosas que no sabía.
Me di cuenta de que era un hombre muy maduro y centrado pero muy ocupado. Me contó sobre sus relaciones pasadas y en vez de parecer un hombre de 26 parecía un niño de 16 que solo queria divertirse con una chica. ¿Acaso este era el verdadero Jason? El de la cafetería: aburrido, el del parque: un niñato. ¿Aparentó en la cafetería? Porque podría jurar que este hombre era muy distinto al soso de antes.
Dió la impresión de que no buscaba una relación seria, solo alguien para pasar el rato. No dije nada ante lo que pensé, solo me dediqué a escucharlo. Quería seguir pensando que el era “perfecto", por eso estaba dandole una oportunidad a esta segunda parte de la cita.
Aún así me encontraba un poco decepcionada. Tal vez idialicé mucho este momento.
Jason contó que se había graduado en una universidad en Canadá, que su familia eran de personas con logros y muy exitosas. Cualquier chica en mi situación hubiera quedado maravillada con ese hombre, pero ese no era mi caso.
Yo quería a alguien con quien pasar mi vida, alguien con quien reír, alguien que sepa la palabras adecuadas para consolarme.
Alguien que me hiciera estremecer con solo el contacto, que me dejara sin aliento con solo una mirada, y ese alguien estaba ahí pero muy alejado de mi.
No aguanté mas y pregunté.
- ¿Alguna vez tuviste una relación seria?
- Estuve apunto de casarme pero… pero la deje plantada. – Yo quedé petrificada. Traté de disimular la impresión y lo invité a jugar a uno de esos juegos en donde te dan varias pelotas y tienes que tirarlas y tratar de hacer caer la botellas y si lo haces bien te ganas un premio.
Quería ese oso, y queria sacarme esa imagen de la pobre chica plantada que había en mi cabeza.
- Ven, vamos a jugar este. - Sonreí. – Quiero ver que tan buena puntería tienes. – Dije cogiendo las pelotas, pero en ese momento timbró de nuevo su teléfono y fue a contestarlo.
Quedé con las pelotas en las manos hasta Justin agarró una, lo miré y aún estaba serio. Tiró la pelota y cayeron dos de las botellas, agarró la otra y tumbó todas la botellas. Quedé pasmada. ¡Que buena punteria tenía! Recibió el oso y me lo entregó.
Creo que me derretí de amor.
- Oye _______(tn), lo siento, debo irme. - Avisó en un tono apurado.
- ¿En serio? – Actué haciendome la triste. Esta cita fue un tremendo fracaso desde el principio. Y con su confesión de que dejó plantada a aquella chica, solo me causaba rechazo hacia su persona.
- Si, es que tengo que hacer algo para mañana. – Dijo con nerviosismo.
- Bien. – Dije mirandolo extraño por su actitud. Se acercó a mi y me dió un beso en la mejilla.
Se despidó de Justin con un apretón de manos y luego se fue. Volteé a mirar a Justin.
- No te preocupes, le interesas. – Mencionó empezando a caminar.
Yo lo seguí sin pronunciar palabra alguna, solo pensaba si podía estar enojado conmigo. Cuando me di cuenta se subió a la cabina de la famosa “rueda de la fortuna”, aquella rueda gigante donde te suben hasta lo más alto y puedes ver el paisaje.
Subí detrás de el, y la máquina empezó a movernos.
Estabamos en silencio, solo nos dedicabamos a ver el paisaje. Lo observaba, se veía tan lindo desde ahí arriba, con las luces de la ciudad como fondo.
Me dolía su ignorancia.
Justin volteó y me miró tambien, sonrió de medio lado y me acarició la mejilla. Sus ojos se veían tristes, era como si tratara de ocultar algo y le doliera.