Inevitable Destrucción

By LenaMesias

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Lydia tiene prohibido causar más problemas, pero cuando el rompecorazones que reina en su nuevo instituto fij... More

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Prólogo
Capítulo 1 | El chico del bar
Capítulo 2 | ¿Te lo tiraste?
Capítulo 3 | Fiesta y fantasías sexuales
Capítulo 4 | A solas en mi cuarto
Capítulo 5 | Labios irresistibles
Capítulo 6 | Dulce venganza
Capítulo 7 | Dispuesta a jugar
Capítulo 8 | ¿Celos de niñero?
Capítulo 9 | Batalla de tercos
Capítulo 10 | El club [Parte 1]
Capítulo 11 | El club [Parte 2]
Capítulo 12 | La chica misteriosa
Capítulo 14 | Prejuicios y celos
Capítulo 15 | Una chica en especial
Capítulo 16 | Desafíos y un reto con consecuencias
Capítulo 17 | O quieres una cita o quieres follar
Capítulo 18 | Hermosa, pero distante
Capítulo 19 | Somos unos muertos sexys
Capítulo 20 | El video del reto
Capítulo 21 | Guerra por un beso
Capítulo 22 | Estoy celoso
Capítulo 23 | No te quiero follar y ya
Capítulo 24 | Buena jugadora
Capítulo 25 | Me estoy enamorando de ti
Capítulo 26 | Skaters y un par de confusiones
Capítulo 27 | Te beso, me besas o nos besamos
Capítulo 28 | No sientes nada por él
Capítulo 29 | Confianza rota
Capítulo 30 | No puedes dominar en su corazón
Capítulo 31 | Perder el control
Capítulo 32 | Nadie puede hacerte daño
Capítulo 33 | Adicción destructiva por él
Capítulo 34 | Alcohol y una cama
Capítulo 35 | Tentaciones y secretos
Capítulo 36 | Quiero cada parte de ti
Capítulo 37 | No quiero perderte
Capítulo 38 | A kilómetros de distancia
Capítulo 39 | El sucio secreto de una rompecorazones
Capítulo 40 | Mentiras traicioneras
Capítulo 41 | Él correrá hacia mí
Capítulo 42 | Nunca dejes que vuelvan a romperte
Capítulo 43 | Jaque Mate
Capítulo 44 | El juego de los corazones rotos
Capítulo 45 | La sombra de una sonrisa
Carta a mi destrucción favorita
Epílogo
A C L A R A C I O N E S

Capítulo 13 | Celos o envidia

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By LenaMesias

Esto era el infierno. De eso no había duda.

—Hades, ¿estás aquí?

El fin de semana se pasó como si fuese un rayo, ni siquiera fui consciente de la hora en la que empezaba y acababa una clase. Hoy era de nuevo jueves y estaba aburrida de la hostia. Todo era tan extenso y aburrido que las clases y recesos daban lo mismo. Creo que me iba a venir la regla y por eso todo me parecía tan irritante.

El profesor era irritante. El mundo en sí era irritante. Su tono de voz solo notaba aburrimiento en su trabajo y la forma en la que explicaba era precisa para que más de uno se durmiera. Todos sus movimientos eran calculados y lentos; en una carrera una tortuga podría derribarlo sin esfuerzo. Estuve intentando toda la jodida hora entender al menos un poco los signos y garabatos que estaban escritos en el pizarrón. Sin duda, jamás entendería química, simplemente no lo captaba.

Mi cabeza impactó contra el escritorio.

—Hades llévame ya —musité.

Sentí una cosita suave rebotar en mi cabeza. Levanté la cabeza con pereza y vi una bola de papel arrugada sobre mi cuaderno en blanco. En mi defensa, mi clase copiada era con tinta invisible. Eché un vistazo alrededor, pero nadie me prestaba atención. Desdoblé la hoja con cuidado y leí.

Linda cara. Me estás contagiando tu diversión.

Me reí entre dientes y volteé hacia su pupitre. Él me saludó con una mano cuando se dio cuenta que también lo miraba con una sonrisa, y señaló el papel para que le contestara. Le dije que no sin emitir sonido, provocando que unos adorables pucheros invadieran sus mejillas.

Gracias. Será la última que verás si no dejas de molestar. La tuya no hace más que distraerme.

Se lo tiré de vuelta y me esforcé por mirar el pizarrón en vez de su sonrisa de listillo. Por el rabillo del ojo vi que se agachaba y lo recogía del suelo con esfuerzo. Mordí mi lapicero para no sonreír.

¿Te parezco tan sexy que soy una distracción?

Solté un «Pff» que atrajo la atención de mi profesor, así que simulé una cara seria de chica super concentrada en la clase. Escuché su risita de listillo desde atrás y me puse a escribir en la hoja.

Te odio.

Tyler esbozó una sonrisa de lado al leer la nota.

Yo también de odio, Lydia Sullivan.

El timbre resonó por todo el lugar, sin darme tiempo a contestarle. Suspiré y metí mis cuadernos en mi mochila, saliendo del salón a toda prisa con su mirada clavada en mi espalda. Estar cerca de Tyler era una tentación constante a meter la pata, así que mientras más lejos estuviera de él, mejor.

—¡Eh, Lydia!

Bueno, ni tan lejos.

Lo vi venir por encima de mi hombro hasta que estuvo a mi lado. Por dios, hasta cuando sudaba se veía atractivo. ¿Cómo podía lucir así sin ningún esfuerzo? Si yo como mucho, engordo como una sachavaca, si corro tres kilómetros sudo peor que un puerco y si no me baño tres días seguidos huelo como un zorrillo. ¡Incluso si no me peino, mi cabello se convierte en una melena de león! Que injusticia.

—¿De quién te escapas? Ven, vamos a comer.

Pasó un brazo por mis hombros, sin darme tiempo a chistar. Me guio hacia una mesa rectangular en la que se sentaban los chicos del equipo de fútbol y básicamente todos los populares. El nivel de diferencia entre esa mesa, llena de risas escandalosas, puños chocando y chicas pululando, comparado con las otras que estaban ubicadas en sitios más tranquilos era abismal.

Me planté firmemente en el piso.

—Mm, yo no me sentaré ahí.

—¿Por qué no? —Frunció el ceño.

—Esa no es mi mesa, no conozco a la mitad de personas ahí y...

—Solo actúa normal, casi todos te conocen. —Acercó sus labios a mi oído para susurrar—. Eres Lydia Sullivan, ¿no? No te acobardes ahora.

Era agotador resistirse y lo agotador te hace ceder. Tyler intercambió saludos con varios chicos y me hizo una seña para que me sentara a su lado. Lo hice con una sonrisa forzada, estaba tensa.

—¡Lydia! —Gwen, que estaba sentada frente a mí, llamó mi atención e hizo una mueca de confusión y felicidad. Se chupó los dedos de la salsa y se inclinó hacia delante—. ¿Sabes qué insecto le picó a Tyler? Me sentó aquí sin decirme nada y cuando le dije que ni loca me quedaría, dijo que lo hiciera por ti. ¿Qué está pasando? —cuchicheó en susurros.

Miré de reojo a Tyler, que estaba distraído conversando con otros chicos.

—No sé qué le pasa, nunca comemos juntos.

—¿Y si está intentando...?

Él, como si hubiera estado atento a nuestra conversación con un tercer oído, se volvió hacia ella.

—¿Qué hay, Gwen?

—¿Por qué quieres que nos sentemos aquí? —le espetó sin rodeos.

—¿No podemos comer juntos al menos un día? Vamos, Gwen, relaja el humor.

Ella se cruzó de brazos.

—Estoy muy relajada.

—Ya veo.

—Cállense que voy comer —espeté.

Tyler esbozó una sonrisa divertida y Gwen se limitó a fulminarlo. Empecé a devorar todo el plato de comida, sin preocuparme en cómo me veía a los ojos de los demás. Por el rabillo del ojo noté que varios chicos me veían y susurraban cosas entre ellos, como si estuvieran criticándome. Me removí en la silla, incómoda. Minutos después Nick entró en la cafetería con su bandeja y se sentó al lado de Gwen.

—Vaya, una comida con mi hermana sin que me salte al cuello a querer matarme —ironizó.

—No me tientes. —Lo señalé con el tenedor.

Nick se inclinó hacia Gwen y le susurró algo al oído que la hizo reír. Creo que se estaban burlando de mí en mi cara. Carraspeé con mala cara.

—¿Qué quieres, hermana fastidiosa? —Se alejó de ella—. ¿Contenta?

—Salto de felicidad —ironicé.

—Ellas me pusieron unas caras cuando les dije que comieran con nosotros. —Tyler me señaló—. Sobre todo ella, creí que me mataría con la mirada.

—Así es. Lydia, todos aquí saben de tu existencia porque eres una Sullivan —fanfarroneó Nick—. Anda, que nuestro apellido no pasa desapercibido.

—Y todos quieren conocerte.

—¡Tyler!

—Es necesario que lo sepa. —Se encogió de hombros.

Sentí un pinchazo al no notar molestia por su parte. Él aprovechó mi distracción y me quitó una patata del plato para comérsela, satisfecho. Lo miré molesta y empecé a comer más rápido con los cachetes inflados, parecía una ardilla guardando nueces para el invierno. Él intentó pinchar otra patata, pero le aparté la mano de un manotazo.

—Levin...

Escuché el suspiro de una mujer provenir del asiento de Tyler. Levanté la mirada de mi plato y me quedé petrificada. Una chica rubia demasiado bonita para ser real se sentó en el regazo de Tyler y le empezó a susurrar cosas al oído con coquetería mientras que una castaña se acercó contoneándose hacia Nick, que la apartó incómodo.

—Ahora no, Josie.

Gwen y yo intercambiamos una mirada. La castaña, rápida como una condenada víbora, se sentó en el regazo de mi hermano con una sonrisa.

—¿Qué dices, amor?

Estuve a punto de fusilarla con la mirada.

—Josie —Nick se zafó bruscamente de la castaña—, vete que voy a comer.

—Vamos, Sullivan, necesitas relajarte, ¿no crees? —Josie intentó volver a montársele encima, pero Nick la volvió a apartar. Esta vez lo hizo enojado—. ¿Qué te pasa? ¿Es por la rubia o por tu hermana?

—Vete de una maldita vez, Josie.

Ella lo miró con recelo y se fue.

—¿Que ya te aburriste de Josie? —La rubia se inclinó en la mesa, aún sentada en las piernas de Tyler—. Porque recuerdo que ella no te cansaba nada —añadió con malicia.

—Cállate, Alice —espetó Nick.

—¿Qué pasa? ¿No quieres que tu hermanita menor escuche cómo su hermano se tiraba a una chica que ahora no quiere ni ver?

—Alice —le advirtió Tyler.

La rubia se volvió hacia él con una sonrisa de oreja a oreja.

—Tú y yo tenemos cosas pendientes —le insinuó coqueta.

Tomó la camiseta de Tyler entre sus dedos y se le acercó.

—¿Que no entiendes que nadie te quiere aquí? —hablé en tono alto, atrayendo la atención de todos en la mesa.

La rubia se detuvo a centímetros de la boca de Tyler. Él volteó hacia mí con una mirada curiosa. Me estaba retando. Estaba ansioso por ver mi reacción. Y yo no lo iba a decepcionar.

—¿Qué me has dicho?

—Mejor vete antes de que te confundan con lo reciclable, ya sabes, lo que uno usa una y otra vez antes de cansarse.

Boom, bitch.

Tyler sofocó una risotada al ver que la rubia se puso de pie bruscamente con cara de estar súper ofendida. Nick no dijo nada, pero su sonrisa bastó para saber que lo había disfrutado de lo lindo. Los del equipo de fútbol hicieron su típico «Uh» para echar candela y la rubia me lanzó una corta mirada afilada antes de irse rápidamente de la cafetería.

—Eso fue increíble. —Tyler me codeó, emocionado—. Quiero contratarte como mi chica de seguridad, ¿qué dices?

—Vete a la mierda —le espeté de mal humor.

—Vale, lo tomaré como que lo vas a pensar.

—Me habría encantado ver la cara de Morgan. —Gwen soltó una risita—. Has botado a todo su séquito como si fueran basura.

—Su reinado es moda pasada —murmuré.

—Fue lo mejor que dijiste en tu vida. —Nick se miró los dedos y un minuto después los ojos se le iluminaron—. Debemos festejarlo. ¡Vámonos de fiesta esta noche!

—Sí. Esto se tiene que festejar —lo apoyó Tyler.

Mis padres me dijeron no más fiestas. Bueno, ¿alguien ve a mis padres por acá?

—Cuenten conmigo —dije entusiasmada.

—Solo faltas tú, Brooks.

—Mm... —Gwen nos miró a cada uno, sin saber si sería buena idea o una pésima, probablemente era una muy mala idea, pero asintió—. Vale, nada malo puede pasar entre los cuatro, ¿no?

Tyler me echó un vistazo de reojo.

—Sí, nada malo puede pasar.

Nick asintió emocionado y se puso a conversar con Gwen. Por debajo de la mesa, sentí los dedos de Tyler buscar los míos hasta rozarlos. Me paralicé con el corazón desbocado. Mantuve la vista al frente como si no pasara nada, pero él acercó sus labios a mi oído y susurró.

—A que puedes sobrevivir esta noche.

Estaba reunida con mi estúpido grupo del demonio y después de pasarnos discutiendo todo el rato, por fin estuvimos de acuerdo en encajar la última pieza de la maqueta. Sí, un poco más y se desarrolla una batalla campal por ver quién tenía razón. La información estaba recopilada en unos sobres al lado de la mesa y Nick estaba recogiendo su parte de cada uno.

—Tu parte del proyecto —le pidió a Kate, sin levantar la vista del fólder de avances.

—Lo olvidé.

¿Así sin más? ¿No va a pedir disculpas, darnos una explicación y luego darse de cabezazos contra la pared por lo inútil que era? Nick frunció el ceño.

—¿Qué?

—Lo que oíste. Kate no trajo su parte —interrumpió Morgan, concentrada en limarse las uñas.

¿Y a esta quién la llamó?

—Kate, de esto depende que con suerte no repita el curso. —Tyler suspiró, echando la cabeza hacia atrás—. ¿Qué haremos con tu parte?

Hay que patearle el trasero.

—La traeré cuando la termine.

—¿Ni siquiera la has terminado? —solté molesta sin poder contenerme.

Caminé hasta quedar frente a Kate, con un desafío filoso en mi mirada.

—Mira, me interesa una mierda tus problemas, pero no me vas a perjudicar por tu estupidez. Al menos Morgan dio unas cuantas ideas, tú te la has pasado intentando buscar la atención de Tyler, lo que es ridículamente patético —espeté cortante—. Si en tu casa no te dan atención, no la busques acá.

El silencio que se extendió fue demasiado tenso. Me había pasado de la raya, pero estaba feliz de decirle sus verdades a la cara. Estas reuniones había tenido que soportar verla toquetear a Tyler cada vez que se hacía la tonta. Si algo despreciaba más, era ver a una mujer con todo su intelecto rebajarse solo por la atención de un hombre.

—Parece que es el día de encarar a todo el mundo, ¿no, Sullivan? —Me enfrentó de pie.

—Solo a los que tienen el cerebro partido a la mitad. Como tú comprenderás.

—No me afectan tus palabras.

—Entonces te pido que colabores.

—Entonces tendrás que aguantarte. Tus peticiones también me importan una mierda.

Se volvió a sentar, tomó el celular entre sus manos y empezó a teclear.

—Tarada —susurré.

—¿Qué dijiste? —Me dio la vuelta de un tirón, su rostro estaba muy cerca del mío—. Repítelo.

—Es suficiente —intervino Nick, alejando a Kate de mí—. Si no traes tu proyecto, te sacaremos del grupo. ¿Lo ven? Asunto solucionado.

—No tienes corona, Lydia. Ser una Sullivan no te hace intocable, deja de creerte tanto —espetó.

—Vete, Kate. Lo único que debo hacer es felicitarle por decirte las cosas como son. Ahora vete.

—La tarada eres tú —me espetó.

—Tú te lo buscaste. —Caminé hacia ella con firmeza, como quien quiere la bronca, pero un brazo se interpuso a la altura de mi cintura y un torso me bloqueó el paso. Paré en seco, sin querer toparme con él, y lo fulminé por no hacerse a un lado—. Fuera de mi camino, Tyler. —Intenté apartarlo y no verlo a los ojos, pero me fue imposible.

—Lydia, esto no...

—Ya —le corté en seco.

Me dejé caer en el sofá, respirando como un búfalo. Tyler se quedó anonadado, pero no tardó en retomar su asiento como si nada. El silencio se hizo presente entre nosotros, no nos miramos ni respiramos, fue raro oír tanto silencio con cuatro personas a mi alrededor. En eso, mi mirada se cruzó con la de Morgan, y cuando ya la iba a apartar, la vi intercambiar una mirada entre Tyler y yo y sonreír burlona.

—Bueno —Nick rompió el silencio—, ya hemos terminado.

—Sí, que incómodo —coincidió Tyler—. Kate, no te olvides tu parte.

—Claro —Le sonrió coqueta y me miró de soslayo—, pero antes debo hacer algo.

Se puso de pie, atravesó con rapidez la distancia que la separaba de Tyler, le rodeó el cuello con sus brazos y lo besó frente a todos. El pecho se me oprimió en un puño. Él se quedó estupefacto y demoró en tratar de devolverle el beso, hasta que ella lo dio por finalizado y sonrió. Le había metido la lengua hasta la garganta y él no se había quejado.

Lo odié por un instante y compadecí a la chica que se enamorara de él.

—Bien, ya debo irme. —Kate cogió su bolso y salió por la puerta como alma en pena.

Morgan los miró con curiosidad. Ellas habían tenido una pelea, por eso no habían intercambiado palabras entre ellas en toda la hora. Y a diferencia de la bestia de Kate, Morgan plantó un corto beso en la mejilla de cada uno, incluyéndome, y antes de salir por la puerta principal, acercó sus labios a mi oído y susurró.

—Deberás cuidarte, Sullivan. Nunca estamos libres de un corazón roto. —Sonrió con dulzura y transformó su mirada a una cínica—. Es la única advertencia. —Dicho esto, salió por la puerta.




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