Juego Sucio

By SvanireAngel

58.1K 7K 4.4K

A Dean Winchester le gusta Castiel Novak. Sólo hay un problema: es novio de su hermano, Sam. Por supuesto, no... More

Capítulo 1 -El novio de Sam-
Capítulo 2 -Gabriel debe morir-
Capítulo 3 -La cruda verdad-
Capítulo 4 -Animadora honoraria-
Capítulo 5 -Tengo un mal presentimiento sobre esto-
Capítulo 6 -Halloween-
Capítulo 7 -El tercero en hablar-
Capítulo 8 -El último partido de la temporada-
Capítulo 9 -Enfermera a domicilio-
Capítulo 10 -Navidad mágica-
Capítulo 11 -Benny-
Capítulo 12 -Azul y aterrador-
Capítulo 14 -A un año de distancia-
Capítulo 15 -Noche de graduación-
Capítulo 16 -El perdedor-
Capítulo 17 -Recompensa y castigo-
Capítulo 18 -Un último juego-

Capítulo 13 -El rey está enamorado-

2.5K 324 152
By SvanireAngel

Gabriel era un niño con una caja de fósforos, buscando el más insignificante resto de pólvora o la más pequeña mecha para iniciar un incendio. No medía consecuencias, no era empático ni sentía arrepentimiento por sus acciones. Si los problemas le escupían en la cara, aceptaba el insulto con una sonrisa en los labios, mientras que en su mente ya trabajaba en la manera como se vengaría después. Era burlón, desafiante, irreverente y atrevido. En consecuencia, resultaba atractivo para mucha gente, pero también hartante para otros, incluyéndome. No era ni remotamente material para una relación, puesto que no se tomaba nada en serio, más que a sí mismo. Aún sabiendo todo lo anterior, mi hermano lo aceptó a su lado pero ese pequeño hijo de puta lo había arruinado todo.

-Ah... creo que tú no eres el más indicado para darme éste sermón, considerando que arruinaste todo con mi hermano, el cual ahora te odia.

Yo no había arruinado nada pero no se lo dije. Lo que menos necesitaba era platicar de mis problemas con ese idiota, el cual me seguía a todas partes desde que había terminado con mi hermano. Era como traer una mascota molesta y parlanchina por toda la escuela, incluso había intentado estar en mis clases para perder el tiempo, pero los profesores se molestaron y lo echaron del salón. Cuando me harté de la situación, hablé con él de la manera más directa posible, haciéndole ver que no me agradaba estar con él y que podía ir a molestar a cualquier otra persona.

-¿Y con quién iré? -preguntó, encogiéndose de hombros.

-Yo qué sé, ese no es mi problema. ¡Ahora lárgate!

Sacó el dedo medio frente a mis narices y se fue, mascullando insultos en mi contra. Yo estaba seguro de que encontraría a quien molestar, Sam no podía ser su único amigo. Además, estaba el idiota de su hermano menor, aunque tenía bastante tiempo que no me lo encontraba ni en los pasillos; supuse que me estaba evitando.

Sin embargo, tuve que retractarme de mi decisión de no hablar con Gabriel luego de darme cuenta de que, en verdad, estaba solo. Lo supe el día que fui a hablar con el entrenador y lo vi sentado en las gradas del campo, chupando una paleta. Iba a pasarlo por alto pero me detuve a medio camino, volví sobre mis pasos y fui hasta donde se encontraba. En cuanto me vio, hizo cara de fastidio y miró hacia otro lado para evitarme. Me senté a su lado y le pregunté:

-¿Qué haces aquí?

-Nada -respondió de mala gana- ¿O también te molesta que esté aquí?

-No.

-Ah, genial. Entonces lárgate.

-Gabriel, no quise ser grosero pero tú y yo nunca hemos sido cercanos, más que por mi hermano...

-¡Está bien, ya entendí, no voy a molestarte más!

Siguió chupando su paleta, mirando hacia el campo de fútbol. Nos quedamos en silencio un rato considerable hasta que volví a hablar para preguntarle:

-¿Por qué me besaste en la casa del terror?

Gabriel sonrió y se sacó la paleta de la boca.

-No soportas la curiosidad, ¿verdad?

-Sólo quiero saber por qué, es obvio que sabías que era yo.

-Y tú sabías que yo no era Castiel, pero aún así me besaste.

-¡Sólo responde! -exigí.

-¡No sé, estaba enojado, sólo quería fastidiar! ¿Qué creíste? ¿Que estaba enamorado de ti?

-¡Claro que...

Me jaló del cuello de la chaqueta y me besó, su boca sabía a cereza. Al separarse de mí, me dijo:

-¿Ves? Puedo besarte y no sentir nada. No te emociones, no tuvo nada de especial.

-¿Y por eso arruinaste la relación que tenías con mi hermano?

Me miró con firmeza y seriedad, yo supe de inmediato que había algo que se empeñaba en ocultar, como si por dentro estuviera a punto de desmoronarse. Trató de evadirme, cambiar de tema e incluso irse, pero no se lo permití. Era raro pero en verdad quería ayudarlo.

-¡No sé por qué hago las cosas! - vociferó finalmente.

-No quieres estar con mi hermano, ¿es eso...

-¡Claro que quiero estar con él, lo amo!

Al instante de que dijo eso, se quedó estupefacto, parecía que incluso él se había sorprendido de sus propias palabras.

-Ok, entonces lo amas -dije con calma- ¿Y por qué, apenas inició su relación, te empeñaste en destruirla?

-Tú no entenderías- negó apesadumbrado.

-¿Tú lo entiendes? -pregunté.

-Yo... -suspiró con resignación- siempre he sido así. Apenas tengo algo valioso e importante en mi vida, no puedo esperar para destruirlo... antes de que me destruya a mí. Nunca había tenido una relación seria en mi vida, la que tuve con Sam fue la primera y... yo ya sabía que lo iba a arruinar.

Nunca me había agradado Gabriel y, sinceramente, verlo así me asustaba, pero también me pareció muy sincero y sentí pena por él. Aunque me doliera admitirlo, teníamos algo en común: ambos teníamos miedo de salir lastimados en una relación. Decidí creerle, bajo amenaza de que, si estaba jugando de nuevo, no sólo no le permitiría acercarse a Sam, también le marcaría la cara al muy cabrón.

-Deberías hablar con Sam y decirle justamente lo que acabas de decirme a mí. Por alguna razón que no entiendo, está enamorado de ti, así que te perdonará.

-Lo dudo -rió con amargura- Conoces a tu hermano sólo por eso, porque es tu hermano. No tienes idea de cómo es en una relación.

-Sé que es más razonable que yo.

-Y más sensual, también -hizo una mueca de indescriptible placer- No lo aparenta pero es tan ardiente cuando...

-¡Ok, esto es incómodo! -me levanté de inmediato.

Gabriel soltó una estridente carcajada al ver mi reacción. Luego me hizo señas para que tomara asiento de nuevo.

-Hablaré con Sam con una condición.

-¿Por qué pones condiciones? Tú eres quien está desesperado por volver con él -me burlé.

-Te importa la felicidad de tu hermano, ¿o no? Bueno, voy a volver con Sam, lo haré feliz y me haré feliz. Pero a cambio, mi amigo, debes hacer algo por mí: sigue tu propio consejo. Ve y habla con Castiel.

-¿Para qué? -pregunté, sintiendo una punzada de nervios.

-Estás a días de graduarte, ¿acaso no quieres arreglar las cosas con él?

Ahí estaba de nuevo ese maldito tema que tanto trataba de evitar. No pude evitar un gesto de fastidio que Gabriel notó de inmediato.

-Hey, tampoco es forzoso. Lo único que debes preguntarte es si quieres arreglar las cosas con él o no.

-En primer lugar, no fui yo quien arruinó todo.

-No, sólo te pusiste como quinceañera ebria cuando supiste que el tarado que te rechazó hace años de pronto decidió que quería estar contigo.

-Yo no...

-¿Qué hubieras hecho tú, en el lugar de Castiel? Apuesto que no hubieras hecho escenitas de celos, te hubieras ido directo a los golpes. No sé dónde está ese Dean bravucón, insolente y decidido pero lo quiero de vuelta. Y apuesto a que mi hermano también.

-Él ya no quiere nada conmigo, va a mandarme a la mierda.

-No lo sabrás si no se lo preguntas. Y en todo caso, si nos rechazan a los dos, podemos consolarnos mutuamente.

-Prefiero quedarme solo de por vida, gracias.

Soltó una carcajada nuevamente, durante la cual me puse de pie, listo para irme. Me despedí de él y me dijo:

-Hazlo.

-Tú igual.

Me sonrió de una forma amistosa y me alejé de ahí, listo para ir a casa y meditar sobre lo que acababa de hablar con Gabriel. Recordé las palabras de Benny, cuando me dijo que analizaba demasiado las cosas. Ahora, Gabriel acababa de decirme que ya no era decidido ni bravucón ni nada de lo que fui antes. Ni siquiera me había dado cuenta de que había cambiado tanto, era como si me hubiera ablandado de una manera imperceptible para mí. Aunque era cierto que no me sentía como yo mismo.

Sentía cual si una invisible cadena tirara de mi cuello todo el tiempo, cual si fuera esclavo de una poderosa voluntad que no era la mía. Era una fuerza tremenda que me mantenía eternamente agotado, porque absorbía mi energía física y mental. ¿Estaba enfermo? ¿Estaba hechizado?

No, claro que no. Estaba enamorado.

Era un estado tal de sopor y sometimiento que ni Benny, con sus planes y promesas, había logrado liberarme. Elegí continuar bajo el encanto de ese par de ojos azules que ahora ni siquiera me dedicaban una sola mirada. Podía verlo claramente ahora que la niebla del orgullo se había disipado. Sufrí mucho con sus mentiras y con su falta de paciencia pero, en mi corazón, nada cambió. Sólo quería estar seguro de que, cuando al fin aceptara lo que siento por él, fuera sin dudas ni rencores que pudieran dañarlo. ¡Paciencia era todo lo que pedí! No tenía que hacer grandes cosas, sólo esperar a que yo estuviera listo para entregarle mi corazón. Y ahora que al fin lo estaba, ¿lo aceptaría?

Estaba seguro de lo que quería pero mi temor era ese: si él aún estaría dispuesto a escucharme. Pasé toda la semana tratando de encontrarme con él en algún pasillo o salón pero no fue así. Pensé en ir a su casa pero Lisa empezó a acaparar mi tiempo con lo de la elección para rey y reina de la graduación; a ella realmente le preocupaba eso pero a mí no podía importarme menos. Finalmente decidí que hablaría con Castiel la noche del baile, momentos antes de que comenzara.

Me preparé con anticipación para llegar a una hora conveniente a su hogar. Gabriel fue quien me abrió la puerta, estaba perfumado y arreglado, lo cual me tomó por sorpresa.

-¿Irás al baile? -pregunté, incrédulo.

-Obvio que sí -respondió con énfasis- Adivina quién va con el capitán del equipo de baloncesto.

-Wow, Sam no me dijo nada.

-Por supuesto, no quiere oficializar nada, pero... -se puso más serio y dijo- creo que puedo confiar en que todo saldrá bien.

-No vuelvas a meter la pata.

-Ni tú -se giró y gritó- ¡Castiel, te busca el príncipe encantador, trae tu zapatilla!

-Cállate -le pedí.

Sonrió pícaramente y se hizo a un lado, para dejar pasar a Castiel, quien me miró de pies a cabeza. No estaba arreglado, parecía que estaba en pijama, de hecho. Su rostro, aunque reflejaba sorpresa, no podía ocultar que no la había pasado nada bien los últimos días. Le pedí que habláramos afuera, en el pórtico de su casa y él aceptó; tomamos asiento en los escalones.

-¿No vas al baile? -pregunté, queriendo aliviar la tensión.

-¿Para qué? ¿Para ver tu ceremonia de coronación? -dijo con amargura- ¿A qué has venido?

-Tengo que decirte algo.

-Qué casualidad, también yo.

Me tomó por sorpresa su frase y me quedé pasmado unos segundos. Entonces le dije:

-Ok, si quieres empieza tú.

-Es difícil...

Entrelazó sus manos nerviosamente, tuve ganas de tomarlas entre las mías y besarlas.

-De acuerdo -asintió, sin pizca de sonrisa, sólo ansiedad es lo que percibía en él- He estado pensando en todo lo que hemos pasado, todo lo que hice y todo lo que dije.

-Ok... -su ansiedad se me estaba contagiando.

-Me he portado mal contigo, debo parecerte un lunático.

-¡No, nada de eso! -le aseguré.

-Espera, déjame terminar. De verdad creo que me he precipitado demasiado, he sido impulsivo y...

-Castiel... -aquello no me estaba gustando.

-He dicho cosas de las que ahora me arrepiento.

-Como cuáles... -pregunté, con un nudo en la garganta.

-Que te amaba.

El nudo en mi garganta se hizo imposible de desatar, me sentía más asfixiado por cada segundo que pasaba. Tenía que hablar o explotaría.

-¿A qué te refieres?

-Me precipite demasiado al decirte eso, Dean. Me dejé llevar por los sentimientos incorrectos y por la situación en la que estábamos. A partir de ahora, no tienes que preocuparte por mí. No volveré a molestarte. Haré como que nada pasó entre nosotros.

Estaba en shock. Mis oídos zumbaban con las palabras que acababa de escuchar, me resistía a creer en ellas. Eran como afiladas agujas enterrándose poco a poco en mi corazón. El terror se apoderó de mí, acabando con mis esperanzas y con mi ánimo.

-Estoy seguro de que venías a decirme algo parecido, ¿verdad? ¿Dean?

Tragué saliva con mucho trabajo, cual si se tratara de ácido que me quemaba la garganta. Después, le dije, con voz ronca:

-Estás diciendo que todo fue mentira.

-Fue algo impulsivo, más bien -respondió, sin mirarme.

Le puse una mano en la mejilla, le obligué a mirarme a los ojos.

-Mírame a los ojos y dímelo de nuevo.

-Ya te lo dije...

-Mirame a los ojos y dime que no me amas.

Hubiera jurado que vi el llanto asomándose por sus bellos y crueles ojos azules, como si quisiera revelarme un gran secreto que Castiel se negaba a compartir. Sin embargo, jamás vi auténticas lágrimas y sus labios no temblaron al decirme:

-No te amo, Dean.

-Es bueno saberlo -me levanté del escalón, seguido de él- Acabas de evitar que cometiera el peor error de mi vida.

-¿Cuál?

Me di la vuelta y comencé a alejarme, pero Castiel insistió con la misma pregunta, lo cual me hizo volver sobre mis pasos. Lo tomé del cuello y lo besé, no con pasión ni con amor, sino con rencor y rabia. A pesar de ello, a pesar de lo que acababa de decirme, sus labios se abrieron a los míos, como si hubiera estado añorando ese beso, lo cual me hizo odiarlo todavía más. Me separé de él con cierta violencia, le clavé una mirada con la que pretendía transmitirle mi rencor y amargura, pero el llanto empañó mi actuación. Fue entonces cuando el semblante de Castiel cambió drásticamente.

-Tienes razón -le dije, con el dolor reflejado en la voz- Ambos fuimos impulsivos. Mi error fue pensar que lo tuyo iba más allá de meros impulsos. Gracias por abrirme los ojos a tiempo. No me lo hubiera perdonado.

-Dean... -su voz tembló por primera vez desde que empezó a hablar y dio un paso hacia mí.

-No te me acerques -dije con desprecio- Me voy. Llegaré tarde al baile.

Reuní mis pedazos rotos y los uní a la fuerza mientras caminaba. Busqué una sonrisa de repuesto y puse a secar mis lágrimas, como quien deja secar una hoja dentro de un libro, oculta de todos, sólo visible a esas dos páginas que la cubren. Ese libro jamás se volvería a abrir, esas palabras no volverían a leerse. Era un capítulo finalizado.

Llegué al baile fingiendo ser un hombre nuevo, sin heridas recientes ni cicatrices que lamentar. No obstante, por dentro, el dolor me estaba partiendo en dos. Puedo seguir jugando fútbol y anotar un gol con un esguince de primer grado en el tobillo, pero bailar y reír con el corazón roto... eso sí que es lacerante.

Sobre mi cabeza pusieron una corona, al igual que sobre la de Lisa. Tuvimos un romántico baile, durante el cual ella me decía cursilerias que no recordaría al día siguiente. Más que el rey del baile de graduación, me sentía como un bufón, siendo el entretenimiento de esa masa juvenil, aunque por dentro estaba muerto de la rabia y el dolor. 

Continue Reading

You'll Also Like

1.6K 381 20
El sultán Luo Binghe (original) reclama a Xie Lian como parte de su harén. Xie Lian acaba enamorándose del malvado demonio, aunque sufre de celos por...
2K 279 38
Honey, what you waitin' for? Welcome to my candy store🍭♡!!!!! Dibujos, oc/historias, fan-arts y pedidos si me da el tiempo de hacerlos 𓆏
131K 12.3K 24
𝑨 𝑱𝒂𝒄𝒌 𝑪𝒐𝒏𝒘𝒂𝒚 𝒔𝒊𝒎𝒑𝒍𝒆𝒎𝒆𝒏𝒕𝒆 𝒔𝒆 𝒍𝒆 𝒉𝒂𝒄𝒊𝒂 𝒅𝒊𝒇𝒊́𝒄𝒊𝒍 𝒂𝒅𝒎𝒊𝒕𝒊𝒓 𝒒𝒖𝒆 𝒍𝒐 𝒒𝒖𝒆𝒓𝒊́𝒂. - IntendentePlay