Virgo y Capricornio

-Alvarez- tarafฤฑndan

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[EDITANDO] ... ๐น๐‘’๐’ท๐“‡๐‘’๐“‡๐‘œ Virgo, la chica que amaba estar a solas en su habitaciรณn para leer durante hora... Daha Fazla

EDITANDO
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Epรญlogo
Agradecimientos
La Saga continua

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-Alvarez- tarafฤฑndan

𝒩𝒶𝓇𝓇𝒶  𝒱𝒾𝓇𝑔𝑜

Luego de que Tauro se hiciera el misterioso, decidí que era hora de salir de casa por que su estupidez empezaba a atrofiar mi cabeza y ese no era mi plan para un domingo por la tarde.

Ya habíamos vuelto a casa, así que me puse ropa más cómoda.

- Mamá, voy a dar una vuelta.- digo en alto con el abrigo en la mano.

Salgo de la habitación y el extraño silencio de la casa me hace desconfiar. Me detengo en medio del pasillo, sintiendo como una corriente de aire pasa por mi espalda provocándome un escalofrío repentino. 

Me giro inconscientemente y me encuentro con mamá, quien está de brazos cruzados y con una mirada seria.

Pego un salto a modo de respuesta.

- Joder, que susto mamá.- me llevo la mano derecha al pecho. No dice ni hace nada, lo que me hace pone nerviosa.- ¿Mamá?- pregunto.

- ¿A dónde te crees que vas un domingo por la tarde?- me pregunta con su típico tono de enfado. No digo nada, porque luego de esta pregunta suele venir una pequeña bronca muy propia de ella.- Tienes deberes que hacer y mucho que estudiar, ni se te ocurra pensar que podrás salir sin haber hecho todo eso antes.- dice.

Bajo la mirada notando como cae sobre mi espalda un pequeño peso. "¿No va a dejar de presionarme ni en fin de semana? Estoy harta." pienso apretando los dientes y desviando la mirada hacia el suelo.

-Ya está todo hecho.- miento. Mamá parpadea varias veces seguidas sin creerse lo que oye.- ¿Puedo irme?- pregunto de nuevo dejando a mamá mucho más confundida.

Ella asiente.

Bajo las escaleras, cojo las llaves en el cuenco de la entrada y me abrigo hasta la barbilla. Doy un paso fuera de casa y el frío me da la bienvenida.

Comienzo mi paseo pensando en la mentira que le acabo de decir a mamá. Es una mentira sin importancia. No va a pasar nada si le miento, total no se fija en si he hecho o no los deberes.

Desvío la mirada hacia un lado y tuerzo el gesto ligeramente incómoda. Ahora mismo me estoy arrepintiendo de ello.

Nunca he mentido y mucho menos a ella. Siempre pensé que no podría huir de su mirada acusatoria si lo hacía, pero no ha sido así.

Por una parte me sabe mal, pero por otra me siento viva, como sí me hubiese chutado adrenalina. Es una sensación extraña el saber que has hecho algo mal y que me sienta así por ello.

Ya he comprobado varias veces por las historias que leo que mentir no es la mejor opción.

A medida que camino por la acera con las manos en los bolsillos y la barbilla enterrada en el abrigo, siento como mis labios tocan la tela con suavidad. Mis pensamientos siguen enredándose lentamente. 

Cierro los ojos por un momento y el zumbido del aire puro y frío me calma.

Una ráfaga me levanta levemente unos mechones de pelo y abro los ojos de nuevo. Una figura alta, grande y bien abrigada se acerca en mi dirección con un pitillo entre los dedos índice y corazón. Frunzo el ceño instintivamente al recordarme lo malo que es fumar para los pulmones.

A medida que nos acercamos caigo en la cuenta de que esa persona me suena. Observo como se lleva el pitillo a los labios y por fin puedo verle el rostro, sorprendiéndome.

- No me jodas.- mascullo.

El maldito de Capricornio se acerca a mi sin darse de cuenta, lo que me provoca una ganas tremendas de decirle algo, pero ¿qué le digo de todas las cosas que quiero decirle?

Cuando a penas lo tengo a unos metros de distancia, bajo mi mirada al suelo, como sí mirarle me provocase algún tipo de temor. Pero, para mi desgracia no siento temor hacia él, si no que siento una masa de emociones explotar en mi interior.

- No deberías fumar, es malo para los pulmones.- digo sin pensarlo ni un segundo, sintiendo una pizca de felicidad en la boca del estómago.

Me he dejado llevar y me siento extraña de nuevo.

Oigo como se detienen sus pasos. Suelta un pequeño hilo de humo de sus labios, el cual huelo en cuanto cruza mi rostro, y gira su cuerpo para observarme antes de esbozar una sonrisa leve en sus labios.

-Y tú no deberías estar al frío.- comenta con la voz más ronca.

Por un momento siento un tipo de curiosidad hacia su ser, hacia el hecho de que tenga la voz de esa manera y hacia la sensación tan extraña que me provoca cuando me habla.

Lo miro de reojo, sin girarme demasiado, observando su pequeña sonrisa engrandecerse por segundos.

En ese instante parece que el tiempo se ha detenido y que volvemos al momento donde nos conocimos; junto con el frío, la lluvia y las primeras palabras llenas de molestia y descontento. Su rostro mantiene la misma expresión seria de siempre, aun que con unas pequeñas ojeras bajo los ojos.

"¿Cuánto hace que no me paro a observarlo? ¿Ha dormido bien estos días?" Las preguntas acuden a mi mente y me deshago de ellas rápidamente. "No tiene que importarme lo que le pase." me digo con dureza apartando la mirada de la suya.

- No es asunto tuyo.- mascullo girándome para darle la espalda, evitando la curiosidad hacia su persona.

"No quiero saber nada de ti." pienso rápidamente, pero para mi desgracia mi cuerpo reacciona ante esa masa de emociones que me abarca el pecho y la boca del estómago. Le miro nuevamente de reojo, esperando una respuesta de su parte.

- No has cambiado nada.- responde en voz baja.

Me sorprenden sus palabras porque no hay ironía, ni orgullo marcando el ritmo. Sonrío irónicamente ante ello.

- Tú sí que has cambiado.- suelto.

Un silencio se hace presente, favoreciendo que nos encerremos en nuestros pensamientos. El viento frío me vuelve a atravesar, provocándome cosquillas en las orejas y en los labios levemente rojos y agrietados por el frío.

Él no dice nada y yo tampoco. No lo veo necesario, pero quien sabe, seguramente necesitamos insultarnos para que toda esta tensión entre los dos se esfume.

- ¿Quieres ir a tomar algo?- pregunta caminando hasta quedar delante mío.

Observo como sus ojos marrones oscuros me miran con tranquilidad y un brillo de curiosidad. Por un momento no lo reconozco, lo que me hace estar más alerta.

"¿Habrá pasado algo con Sagitario? Antes era mucho más arrogante, incluso cuando conoció a Sagitario, así que ¿ella le ha cambiado?" pienso.

Desvío la mirada de la suya y tenso la mandíbula bajo el abrigo. "Quiero preguntarle que le pasa y me odio por ello."

- Solo un rato.- respondo volviendo a mirarle.

Capricornio asiente con una pequeña sonrisa en los labios y le da una última calada al pitillo antes de tirarlo al suelo y pisarlo para apagarlo.

Tras ello, caminamos separados el uno del otro, manteniendo una distancia considerable. 

No tengo ni idea a donde nos dirigimos y si realmente habrá alguna cafetería abierta a estas horas, pero parece que la tensión va disminuyendo lentamente.

Elevo la mirada al cielo cuando siento una gota de agua en mi cabeza. Unas nubes negras como el carbón pintan el cielo al completo, oscureciendo la zona con un aire melancólico y triste.

No tardamos ni dos minutos en empezar a correr para resguardarnos de la lluvia. Me aferro al abrigo con fuerza mientras que corro a pocos metros de distancia de Capricornio, quien hace lo mismo con su abrigo.

Con la respiración agitada y un calor sofocante de la carrera que acabamos de hacer, nos detenemos al lado de la única cafetería abierta en kilómetros a la redonda.

Al entrar me sorprende el aspecto tan moderno. 

Es una extensión de mesas pequeñas con sillones empotrados en la pared y de sillas tapizadas del otro lado. Una amplia barra de cristal nos devuelve el reflejo de nuestros abrigos empapados y nuestros rostros sonrojadas de la carrera. A pesar del aspecto frío, el local es acogedor por el aroma del café y el sonido de una canción a lo lejos.

Desvío la mirada del local y veo a través de los ventanales como la débil lluvia de unos instantes se vuelve torrencial, arrancando pequeños aullidos entre los árboles colindantes.

- ¡Hola!- nos saluda una chica con una tierna sonrisa.- Bienvenidos, justamente hoy hemos inaugurado el local y sois los primeros en entrar.- explica con entusiasmo. Capricornio se queda callado y eso me parece extraño.- Por favor, tomad asiento.- señala una mesa.

Nos acercamos para sentarnos en la mesa señalada. A medida que me deshago del abrigo con lentos movimientos inspecciono el local nuevamente. Capricornio se sienta en una de las sillas tapizadas y yo en el sillón empotrado contra la pared.

Pedimos unas bebidas calientes y la camarera nos explica que al ser el primer día de inauguración la primera consumición es gratis.

- Esto está bien.- comenta Capricornio una vez que la camarera ha desaparecido.

Frunzo el ceño por su tono tranquilo. "No me creo que haya cambiado." pienso.

- ¿Ahora eres el chico bueno, Capricornio?- pregunto llamando su atención.

Él no reacciona.

- No has mirado a esa chica como si fueras a comértela, ni has intentado ligar con ella. ¿Qué te pasa?- contigo diciendo, provocando que él frunza el ceño.

La mirada que me dedica no augura nada bueno.

- Das las cosas por sentadas cuando no sabes nada de mi.- masculla molesto.

Desvío la mirada momentáneamente de sus ojos marrones. "Es verdad. No sé nada de él, pero eso es lo que me enseñó cuando nos cruzamos aquella tarde en la clase de arte." reflexiono.

- Es lo que me has enseñado de ti.- respondo.

Suelta un suspiro pesado y apoya ambos codos en la mesa para doblarlos e inclinarse un poco hacía delante.

- Mira, ¿por qué no empezamos de nuevo?- la pregunta me pilla por sorpresa.

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