Ghost of Love ||Ambreigns||

By AmbreignsArmy

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"No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes" Lo entiendo ahora que soy tan solo un fantasma. Portada y... More

||Ghost of Love||
1.I don't care
2. You're just kidding, right?
3.Is not gonna be a next time
4.Roman
5.Little Tricks
6.Imaginary friend
7.Hello Jon
8. Why are you still here?
9.Smile, uncle Dean
10.Who do I cheat?
11. Echo
Final.Goodbye...I guess
Agradecimientos y algo más
¡Alto el fuego!
The ghost of love still here

Especial; You're my true beginning

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By AmbreignsArmy

Dicen que una boda es uno de los acontecimientos más importantes en la vida de una pareja. En la que se prometen estar juntos por el resto de sus vidas y hasta después de esta, mientras se encuentran llenos de alegría y esperanza para su brillante futuro. 

—¡A la mierda todo esto!

O al menos eso pensaba mientras veía entretenido a la pelinegra pasearse por la habitación. 

—Recuérdame por qué estamos aquí—Murmuré entre risas hacia el samoano de pie cerca de la ventana, el cual dejó de apartar la cortinilla para dar una mirada a las afueras del lugar. 

—Paige necesita nuestro apoyo—Roman se acercó a mí, rodeando mi hombro con su brazo y apegándome a él con una sonrisa.—Aunque no nos vea, prometimos estar en su boda ¿recuerdas?

Una sonrisa danzó por mis labios en cuanto mis ojos se encontraron con los suyos, sintiendo que mi corazón saltaba a pesar de ser imposible. 

Pero nuestro trance se interrumpió ante las maldiciones y gruñidos por parte de la fémina. Volteamos hacia ella, encontrándola tal como hace más o menos una hora. 

Perdiendo la calma y paseándose a cada lado de la habitación con una bata de ceda cubriendo su cuerpo. 

—Creo que perderá la calma muy pronto—Susurró Roman. 

—Yep...

Nos quedamos en silencio una vez más, mientras que Paige se pasaba las manos por su rostro hasta finalmente enredar sus dedos entre las hebras de su cabello bicolor. 

—Maldición...—Se oyó entre dientes, antes de que la fémina cerrara con fuerza los ojos y volviera a pasearse sobre su lugar.—No puedo con esto...

Entonces unos golpecitos resonaron en la puerta de aquel vestidor, llamando la atención de la nerviosa novia y que sus manos por fin se alejaran de su cabello. 

—¿Sí?

—¿Paige? Soy Brie—Dijeron del otro lado, causando que la pelinegra soltase un suspiro notablemente aliviado. 

—P-Pasa—Logró balbucear, colocando una mano en su frente y encaminándose hacia la ventana en la que nosotros nos encontrábamos de pie. 

Paige dio una pequeña mirada exasperada a través de las cortinillas que Roman dejó a medio cerrar. Pareció ponerse más nerviosa, por lo que tragó con fuerza y con un bufido dejó caer la tela de entre sus dedos mientras la puerta se cerraba con suavidad. 

Aquella castaña de delgada figura cubierta por un vestido rojo ya se encontraba en el cuarto cuando la novia volteó, regalándole una pequeña y perpleja sonrisa ante la probable expresión en su rostro. 

—Hey, Brie—Saludé con una sonrisa, recibiendo tan solo una mirada de Roman. 

Él parecía aceptar el hecho de no ser escuchado o visto, mientras que por mi parte no importaba el tiempo que pasara. Seguía comportándome como siempre hice, y eso me hacía sentir muchísimo mejor de alguna manera. 

Brie dejó su pequeño bolso a juego con su vestido justo antes de que la pelinegra casi corriera hasta sus brazos y la enredara en un fuerte abrazo. 

—Wow...—Murmuró ella por la sorpresa, dejando que sus manos tocaran la espalda de su amiga luego de un par de segundos.— M-Me alegro también de verte.

Paige se separó de ella, dejando que las curvaturas alzadas en el rostro de la castaña bajaran lentamente. 

—¿Está todo bien, Paige? ¿Qué tienes?

Me apoyé suavemente del hombro de Roman, para así tener una postura cómoda de la escena de la pelinegra al tomar aire mientras se apoyaba de los antebrazos de la gemela Bella.

—No puedo con esto Brie...—Hizo una pausa, reuniendo fuerzas para continuar.—Todo esto de la boda, la gente...no es lo mío. Siento como si me fuera a desmayar en cualquier momento. 

—Nervios de novia. Tienes que calmarte, no puedes dar vuelta atrás ahora. 

—¡Sé que no!—Exclamó, nuevamente perdiendo lo poco de tranquilidad que tenía.—¡Pero no puedo! ¡Siento que lo arruinaré todo!

—Paige...

—¡Soy una completa inútil, Brie! ¡No...! ¡No debería estar aquí siquiera! 

Ella respiraba de forma temblorosa, incluso logrando que los mechones en su desordenado moño comenzaran a caer y no parecía importarle. 

—¿Crees que explote?—Murmuró con una mueca el moreno junto a mí. 

—Yep...—Fruncí mis labios, para a continuación mirarle.—Cinco dolares a que pierde la cabeza en menos de un minuto. 

Rome volteó sus ojos con sarcasmo, tan solo encogiéndome de hombro ante su notable regaño. 

De repente, como si toda la calma que a Paige le quedaba se hiciera cenizas, había caminado a pisotones hasta una de las mesas de aperitivos para la novia. Lo que no nos esperamos fue que esta gruñera algunas cosas entre dientes y, tras un arranque de ira, agarrara un pastel y lo lanzara hacia la ventana. 

Brie dio un saltito sobre sus tacones rojos, mientras que no sabía si reírme o pasar por algo el hecho de que el pastel nos había atravesado por completo y estrellado contra las cortinas a nuestras espaldas. 

La crema batida se deslizó hasta el suelo, junto con aquel bizcocho de vainilla hasta convertirse en un desperdicio. 

—Auch. Me debes cinco dólares, primor—Roman solo rodó los ojos.

Me coloqué de cuclillas junto al destrozado pastel, acercando mi mano a este y disponiéndome a tomar un poco de la crema batida. 

No pude evitar fruncir el ceño cuando mis dedos traspasaron fácilmente el montículo blanco, volviendo a intentarlo una y otra vez para conseguir el mismo resultado. 

—¡No me jodan! ¡No puedo creer que no pueda tocar esto al menos!—Exclamé, poniéndome de pie molesto. 

El samoano me dio una mirada, para luego imitar mis acciones e intentarlo también. Me sentí sumamente mal cuando él consiguió mi cometido inicial y se llevó un poco de crema batida gustoso a la boca. 

—Tal parece que eres el único, lunático—Se burló, mirándole con mi mandíbula apretada.

Él llevaba mucho menos tiempo en esto que yo, por lo que parece que el destino me odiaba y todavía lo dejaba hacer ese tipo de cosas. 

Una sonrisa comenzó a danzar en mis labios antes fruncidos, mirándole con la misma y una mueca victoriosa.

Sin escrúpulo alguno, acerqué mi mano hasta su trasero y le di un fuerte apretón a una de las mejillas de su culo.

—Al menos puedo agarrar esto. 

Roman me miró alarmado, solo me encogí de hombros y casi pude ver un rubor en su rostro cuando se cubrió este con una de sus manos y un negar de cabeza. 

Pero todo rastro de diversión en mi rostro se vio interrumpido al ver a la pelinegra novia de Seth perdiendo la cabeza luego de haber hecho eso, respirando agitada y dejándose caer hasta el cerámico a sus pies. 

Ya estaba comenzando a asustarme en serio. 

—Paige...—Escuché susurrar a la castaña, colocándose junto a ella en el cerámico. Paige había abrazado sus rodillas y escondido su rostro entre sus brazos.—¿Qué es lo que te sucede? ¿Qué quisiste decir con todo eso?

Pero ella solo dejó salir un sollozo, el cual amenazó con romperme el corazón. 

Le di una mirada al pelinegro, la cual compartimos antes de encaminarnos hasta el par de féminas. 

Ambos nos dejamos caer al lado de ellas, mientras que Paige seguía sollozando silenciosamente entre sus brazos cubiertos por la tela rosácea de la bata.

—Lo arruinaré...—Balbuceó, apenas audible por el llanto y el esconder así su rostro. 

—No es cierto, cariño—Habló Brie, poniendo una mano sobre su espalda y dejando tranquilizantes caricias. 

—Lo es, Brie. 

La novia volvió a colocarse erguida, mostrando sus ojos poniéndose rojos por el llanto que todavía destacaba por sus delgadas mejillas algo sonrojadas. 

—Soy un completo desastre en todo lo que hago, siempre lo he sido—Soltó un tembloroso suspiro, cubriéndose un poco los labios con sus dedos al evitar la mirada preocupada de la gemela Bella.—¿Qué pasa si lo arruino todo? Tal vez no soy la indicada para Colby después de todo.

—Paige, eso no es verdad...

—Por supuesto que no lo es—Dijo Roman, alzando mi mirada hacia él en cuanto su voz resonó fuerte y claro para mí.—Siempre has estado para Seth. Incluso cuando tuvo que tomar decisiones en el trabajo, en su vida y...cuando nos perdió a ambos en un abrir y cerrar de ojos.

La mención de nuestros accidentes formó un nudo en mi garganta, a lo que solo procuré mantenerme fuerte y capaz de escuchar lo que seguía en sus palabras. 

—No hay forma de que exista alguien más perfecta para él, Paige—Siguió hablando el samoano, encontrando sus ojos en los míos y logrando que una sonrisa se dibujara en mi boca.—Por favor...—Sonrió de lado.—Haz a mi hermanito pequeño muy feliz. 

Tragué con suavidad, todavía mirando a la pelinegra que mordía sus labios. 

Sabíamos que no sería capaz de escuchar nada de eso, pero seguía siendo parte importante de nosotros el que supieran que estábamos ahí. De una loca manera que nadie podría imaginar. 

—¿Paige?—Volvió a hablar la castaña, preocupada del silencio que había por parte de la pelinegra. 

Esta giró hacia ella, para a continuación dejar que una temblorosa sonrisa se dibujara en sus labios. 

—Estoy nerviosa, Brie—Habló, notoriamente menos sollozante que minutos atrás.—No sé qué pasará en el futuro y...—Hizo una pausa, parpadeando varias veces mientras que su boca se abría una y otra vez, como si no encontrara qué decir exactamente.—sonará extraño pero es como que siento a ese par de idiotas junto a mí. 

Miré a Roman, el cual solo sonreía con cierta agonía al igual que yo. 

Habríamos dado cualquier cosa por acompañar a nuestros mejores amigos en este día. 

—Lo sé, es muy extraño. 

—No lo es—Interrumpió suavemente Brie, sonriendo de lado a su amiga.—Ellos están en nuestros corazones siempre, recuerda eso. 

Paige dejó que su mirada cayera tras sonreír, tan solo asintiendo luego de un par de segundos y relamiendo sus labios. 

Estábamos más cerca de lo que ella creía, y de alguna forma me alegraba que lo supiera. 

—Toc, toc—Dijeron desde la puerta, la cual habían abierto sin que ninguno lo notara. 

Nikki se asomaba por el cuarto, luciendo un vestido azul y una animada sonrisa que no tardó en desaparecer al ver lo que ocurría. 

—¿¡Qué rayos pasó aquí!?—Chilló, cerrando rápidamente la puerta detrás de ella y avanzando por la habitación. 

—La novia perdió los estribos—Rió su gemela.—Recuerdas que a mí también me pasó algo así ¿no?

—Ugh...eso no se olvida nunca, Brie—Rodó los ojos con una pequeña carcajada, quitándose un mechón de cabello de la cara.—Esta señorita se tropezó con su vestido al caminar y cayó sobre los aperitivos. Fue un gran desastre. 

Consiguieron que la chica de cabello negriazul riera junto a ellas, haciendo que el alivio llenara mi pecho y probablemente el del sonriente samoano. 

—Estaba muy nerviosa—Exclamó Brie.—Y que tú estuvieras chillando y saltando de aquí para allá no me ayudaba tampoco. 

Nikki le mostró la lengua burlona, provocando más risas en el par de féminas en el suelo incluso tras cruzarse de brazos. 

—Ajá, señorita perfección. Como sea, venía a avisarles que tan solo nos quedan...—Nicole miró su reloj de muñeca.—treinta minutos para que empiece la boda y...—Movió su mano hacia Paige.—La novia es un manojo de nervios, no está peinada ni vestida aún y creo que el novio está igual. 

Abrí un poco mis ojos ante lo último, al igual que Paige se veía alarmada. 

—¿C-Colby está bien?—Murmuró algo nerviosa, pareciendo reponerse de su anterior llanto.—Tal vez podría ir a verlo...

—Sobre mi cadáver, bonita—La detuvo de inmediato la bicolora, poniendo la palma de su mano frente al rostro de Paige.—Tienes que arreglarte. Seth estará en una pieza, por lo que tú también tienes que estarlo. 

Los hombros de la pelinegra cayeron con notoria decepción en cuanto Nikki giró sobre sus sandalias de tacón. Brie puso una mano en su hombro, sonriéndole de lado. 

—Tiene razón—Paige solo frunció sus labios, asintiendo con suavidad.—Oye. 

Sus ojos se encontraron, mientras que la copia de Nicole mostraba aquella reconfortante curvatura que frunció todo este tiempo. 

—Sé como te sientes. Pero luego te sentirás de maravilla, te lo prometo—Hizo una pausa, viendo que tomaba un respiro.—Colby puede ser un verdadero comienzo para ti ¿no crees?

La negriazul dejó que sus cejas cayeran, y casi vi sus ojos brillar al momento en que sus labios rosáceos dibujaron una sonrisa. 

—¡Oigan, ya de pie! ¡No tenemos todo el día!—Chilló Nicole, aplaudiendo al aire mientras se encontraba de pie junto al estirado vestido blanco frente al espejo. 

Brie se colocó de pie primero, ayudando así a Paige y regalándole una última mirada antes de encaminarla con los preparativos. 

—Creo que todo resultó bien—Dije, con mis brazos cruzados y satisfecho de la escena tras levantarme junto a Rome. 

—Eso veo—Sonrió él también.—Bien, ahora hay que salir de aquí. 

—¿Qué?—Fruncí mis cejas.—¿Por qué?

Claramente sabía la razón. 

A mis espaldas Paige comenzaba a quitarse la bata de ceda, Nikki trataba de esponjar el tul del vestido y Brie le gritaba que dejara de inflarlo como algodón. 

—Me perderé la mejor parte.

Sonreí de lado, pero no tardé en encontrarme con la sarcástica mirada de mi samoano. 

—Suficiente—Agarró mi brazos, comenzando a encaminarse a pisotones y casi arrastrándome por el cerámico.—Fuera, ahora. 

—¿Acaso estás celoso?

—Cierra la puta boca. 

Solté una risa, dejándome llevar por los jalones de mi brazo hasta que Roman abrió la puerta con brusquedad. 

Esperaba que el grupo de féminas en la habitación pensara que el viento azotó la puerta, ya que esta fue cerrada con demasiada fuerza por el samoano. 

Pero en vez de mostrarme asustado, o lo que sea que él esperaba al voltear con la mandíbula apretada, sonreí amplia y juguetonamente. 

Sin dejarle decir palabra, me abalancé contra él y ataqué brutalmente sus labios con los míos. Roman me siguió el beso inmediatamente, casi sintiéndole reír cuando abracé su cuello con mis brazos. Sus manos se posaron en mi cadera, simplemente dejando aquel cálido toque que solo él lograba en mí. 

—¿Sigues celoso?—Bromeé junto a sus labios, sonriendo lentamente de lado. 

El moreno rodó los ojos, notoriamente conteniendo una carcajada y negando con la cabeza. 

—Deberíamos ir a ver a Sethie—Dije luego de algunos minutos en silencio, simplemente mirándonos.—Ya oíste a Nikki. Y sabemos lo gruñón y perfeccionista que es en todo. 

Roman asintió.

—Tienes razón. Tú ve a buscar a Seth, yo esperaré a que Paige salga y la cuidaré.

—¿Qué? ¿Y eso por qué?—Exclamé perplejo.—Está con las tetas grandes y la tabla de planchar.

Pero mi respuesta no salió de los labios del samoano, sino que del interior del cuarto del cual recientemente habíamos salido.

—¡Te dije que lo esponjaste demasiado!—Chilló Brie.

—¡Cierra la boca!—Se quejó Nikki.—¡Es culpa de Paige que tiene el culo muy grande!

—¡Oye!

Permanecí en silencio, tan solo aguantando la irónica mirada de Roman en tanto las discusiones de las féminas seguían tomando lugar a nuestras espaldas.

—De acuerdo—Bufé designado.—Entiendo tu punto. Iré a cuidar de que Seth no pierda la cabeza también.

Me dispuse a encaminarme por el pasillo y cumplir con mi siguiente labor, pero mi brazo fue jalado nuevamente con aquel toque tan familiar.

Terminé con mi rostro frente al del hombre que amaba, encontrando una sonrisa cariñosa en sus labios mientras sus brazos en torno a mi cadera me mantenían cerca de su cuerpo.

Nuestros pechos chocaban. E internamente agradecí que ya no tuviéramos ritmo cardíaco, de lo contrario mi corazón estaría a punto de explotar.

—Supongo que te veré en el altar —Murmuró con suavidad, logrando que mis curvaturas se alzaran en una sonrisa.

Acerqué tímidamente mi boca a la suya una vez más, dejando que nuestros labios encajasen como un par de piezas perfectas de un rompe cabezas.

Porque así me sentía cada minuto que pasaba a su lado. Como la pieza olvidada que tanto tiempo buscó a su par.

—Ahí te veré, Rome.


Recorría aquel bello jardín destinado a la ceremonia, la cual tendría lugar en pocos minutos según lo que le escuché decir al hombre olvidado por la gravedad mientras ayudaba a Ziggler a acomodar su corbata.

Aún no me hacía a la idea de que nunca noté su cercanía. Pero no podía negar que se veían adorables juntos.

En mi búsqueda infructuosa por el novio, pude divisar a lo lejos a aquella pequeña de cabello trenzado. Una sonrisa se dibujó en mi boca al instante, comenzando a encaminarme hacia ella.

—Así que has venido, nenita—Dije con las manos en mis bolsillos, escuchando una risita por su parte incluso al darme la espalda.

—La tía Naomi me trajo. Además, sabes que no podría perderme algo así, tío Dean —Dejó de arreglar algo antes de girar hacia mí con una sonrisa.—Y me alegra que tú tampoco lo hagas.

Hubo una pausa entre nosotros, en la que solo nos mirábamos compartiendo una sonrisa y sus ojitos brillaban en los míos. 

Desde que su padre falleció, Joelle no había perdido aquella alegría brillante en ella. Incluso parecía estar más feliz cada que tenía la oportunidad de verla. 

Ella siempre decía que todo estaba bien si sabía que su papá era feliz con la persona que amaba. Yo pensaba igual sobre mí mismo. 

—¿Y dónde está mi papi?—Habló luego de un rato, sacándome de mis pensamientos ante la dulzura en su voz. 

—Él se quedó cuidando de tu tía Paige—Rodé un poco los ojos.—Anda paranoica y todo el tema. 

Joelle rió. 

—Así somos las mujeres, tío Dean. En especial en una ocasión tan linda como lo es una boda. 

Solo rasqué mi nuca, dando una mirada a mi alrededor. 

Varios de los invitados ya habían llegado, ubicándose en sus asientos a lo largo del jardín y otros charlando de pie en la hierva iluminada por los tenues rayos solares. 

En ese instante mi mirada cayó en aquellas sillas que Joelle estaba acomodando anteriormente, las cuales se encontraban en una de las primeras filas por el lado del novio. 

Un nudo se formó en mi garganta, mientras que mis piernas algo temblorosas lograban doblarse hasta encontrarme de cuclillas cerca de las sillas perfectamente acomodadas. 

—Joelle ¿por qué estas sillas tienen una rosa?—Pregunté, sintiendo que mi voz temblaba un poco ante la imagen. 

Una bonita rosa blanca reposaba sobre la cuerina de ese par de asientos encintados, destacándolos del resto. 

—El tío Seth me lo pidió—Comenzó a decir la fémina de bonito vestido con volantes, ladeando un poco la cabeza junto a su adorable sonrisa.—Son el lugar de mi papi y el tuyo. 

Joder, Sethie...

Mis ojos ardían, y sabía que si decía algo más, no tardaría en ponerme a llorar ahí mismo. A pesar de ello, logré que una sonrisa se dibujase lentamente en mis labios mientras la calidez me inundaba el pecho. 

Nunca me olvidaría de mi hermano, y me alegraba saber qué el tampoco parecía querer hacerlo. 

—A todo esto, nena—Giré hacia JoJo, la cual me observaba curiosa.—¿Sabes dónde está tu tío Seth? Necesito saber que está bien. 

—Hm...—Miró hacia arriba, como si pensara.—Estoy casi segura que lo vi por la entrada, cerca por donde debería llegar la tía Paige—Soltó una risita.—Creo que está muy nervioso y no ha dejado de moverse. 

—No me sorprende de él—Me levanté, soltando un suspiro.—Iré a ver que no pierda esa cabeza mal teñida suya ¿sí? 

—¡Te veo en la ceremonia, tío Dean! ¡No te olvides de verme pasar por el pasillo!—Chilló alegre. 

Su emoción dibujó una sonrisa en mis labios, guiñándole un ojo con diversión. 

—No me lo perdería, pequeña. 

Y volví a encaminarme entre la gente en la dirección que la hija de mi pareja me había indicado. Tan solo faltaban algunos minutos para que todo empezara, y si no me aseguraba que Seth se calmara...probablemente esto terminaría con él huyendo y Paige volcando otro pastel. 

Los conocía a los dos. Aunque trataran de aparentar calma, los dos eran un desastre compartido. Por eso creía que eran la pareja perfecta. 

—¡Déjame ya, Rami!

—¡No puedes ir a ninguna parte! ¡Tienes que calmarte!

—¡Te digo que me dejes!

Aquellas voces solo me hicieron suspirar tras detenerme suavemente sobre mis pies, tomando una bocanada de aire y volteando lentamente hacia la dirección en la que provenían esos gritos que a más de algún invitado le llamaban la atención. 

Aquel pelirrojo tiraba a Seth de la chaqueta de su traje, el cual intentaba a jalones correr hacia alguna parte. 

—¡Ya deja de moverte! ¡Pones nervioso a todo el mundo!—Exclamó Sami, todavía tratando de que se quedara quieto. 

—¡Ya, ya entendí! ¡Solo suéltame!

Di un pequeño trotecito hasta ellos, justo al momento en que Zayn lo dejó ir y Seth casi se quita sus manos de encima con fuertes manotazos. El novio se arregló un poco la chaqueta y su corbata de moño, antes de gruñir algo entre dientes y encaminarse a pisotones hacia unas mesas con aperitivos. 

Sami pareció tomar un respiro, para a continuación seguirlo de forma alarmada. 

—Vaya...—Susurré, rascando un poco mi nuca mientras giraba lentamente sobre mis talones.—Y yo que creía que las mujeres se ponían sensibles con las bodas. 

Si Rollins me hubiese escuchado, estaba seguro que me habría tirado el pastelillo que había agarrado. Por lo que agradecí internamente ser solo un fantasma en esos momentos. 

Caminé hasta la mesa, disponiéndome a escuchar lo que seguía en su pequeña "charla".

—Maldición—Murmuró entre dientes el bicolor, con la boca llena de bizcocho de vainilla.—Nunca había estado tan nervioso en mi vida. 

—Sí, ya lo noté—Sami agarró una de las fresas de una charola de metal de por ahí.—Pero tienes que intentar tranquilizarte, amigo. Pondrás nerviosa hasta a Paige. 

El novio rodó los ojos, comiendo otro bocado de bizcocho. 

—Oye, vi lo que hiciste con los lugares—Seth enarcó una ceja hacia el pelirrojo.—Lo de Dean y Roman. 

Aquello volvió a enviar una sensación extraña a lo largo de mi pecho, tan solo viendo a mi ex compañero de trabajo terminar de masticar brevemente y bajar un poco su mirada. 

—Fue un detalle muy profundo de tu parte, Colby. 

—No lo fue—Le interrumpió, todavía con sus ojos en cualquier sitio que no fuera su perpleja mirada y la mía.—Siento que es lo menos que puedo hacer...o lo poco que he podido hacer por ellos. 

Mi garganta se torció, y tan solo pude tragar suavemente. Sami apretó sus labios entre sí, para a continuación mover su mano hasta el hombro del novio. 

—Seth, sabes que ellos están bien dónde sea que estén ahora. 

—Lo entiendo—Asintió con suavidad, viendo cómo tragaba con suavidad antes de volver a abrir la boca.—Pero no sabes lo mucho que me habría gustado tenerlos aquí en este día. 

Sonreí de lado. Habría deseado que me escuchara, o que al menos sintiera el toque de mi mano sobre su cabeza.

—Nos tienes aquí aunque no lo creas, arquitecto mal teñido—Dije con diversión, resignándome a lo de siempre. 

Observar cómo las cosas pasaban, sin ser partícipe de ellas más que para sonreír o llorar. Lo único que aligeraba aquella carga era la compañía del hombre que amaba, la cual esperaba fuera eterna y calmara ese dolor al cual me habían condenado. 

—Ellos están aquí, Seth—Volvió a hablar Zayn con una sonrisa en los labios.—Te están acompañando, al igual que a Paige. Estoy seguro.

Seth masticó lo que restaba de su pastelillo, pareciendo quedarse inmerso en sus pensamientos mientras lo hacía. 

—¿C-Crees...? ¿Crees que pueda ir a...?

—Absolutamente no—Interrumpió de inmediato el pelirrojo, terminándose su pequeño aperitivo y lamiendo rápidamente la yema de su dedo pulgar.—Nikki me advirtió que no te dejara ni acercarte. 

—Sami.

—Seth, van a estar bien—Rollins lo miró frunciendo brevemente su ceño.—Bueno...tal vez Paige ande un poquito nerviosa y termine perdiendo la cabeza también. 

—Un poquito, tan poco que regó un pastel—Me burlé, aunque no me escucharan.

Mi mejor amigo gruñó entre dientes nuevamente, pasando sus manos exasperadamente por su rostro antes de volver a caminar a rápidos pisotones sobre la hierva. 

—Sami, eres un buen amigo. Pero el peor consejero que existe—Dije, mirándolo con un negar de cabeza antes de que volviera a marcharse. 

Mi tarea era cuidar de Seth, por lo que no tenía más opción que olvidarme de lo miserable que me sentía de no poder tomar ni siquiera un aperitivo y simplemente seguirle el paso al par de tarados que caminaban entre los invitados. Ya tomaban asiento, y casi podía ver que las piernas de Seth temblaban por ello. 

—Mierda—Le escuché soltar bajito, deteniéndome casi al mismo tiempo que Sami. Seth volteó sobre sí, viéndose desesperado una vez más.— ¡Mierda, mierda, mierda!

—Seth...todo va a estar bien.

—No, no lo va a estar. Claro que no—Balbuceó, con sus tensas manos sobre su cabeza.—¿Y si me tropiezo al caminar? ¿O qué pasa si ella se arrepintió y me deja solo? No puedo vivir sin ella, Sami. 

—Seth.

—Creo que ya olvidé los votos que preparamos, joder—Gruñó entre dientes, cerrando con fuerza los ojos.—No puedo más con esto. 

—Seth, en serio. Tienes que calmarte antes de que...

—¡No puedo calmarme! ¿¡Por qué no entiendes eso!?

—Seth, te juro que si vuelves a gritar voy a encontrar la forma de agarrar una bandeja y golpearte en la...—Un sonido de agua resonó en mis oídos, paralizando brevemente mis labios.—cabeza. 

Entonces me percaté que el gran escándalo del novio había sido interrumpido por el agua que le cayó encima producto de un florero, el cual había sido regado sobre él de las manos de Naomi. 

La fémina de vestido color lima todavía alzaba la pieza de cerámica en su mano, mientras que Seth se había quedado paralizado y Sami boquiabierto casi como yo. 

—Deja de gritarle a Sami y relaja ese culo ¿quieres, Seth?

El bicolor, ahora con las gotas de agua corriéndole por el rostro y perdiéndose sobre su traje, asintió lentamente. Naomi frunció sus labios, y soltando un suspiro dejó el florero en el lugar que se encontraba anteriormente. 

—Diablos...—Susurré, tragando con suavidad antes de poder seguir hablando.—Y yo que nunca la tomé en serio. 

Gran error de mi parte, creo. 

Y así sin más, Naomi agarró el brazo de su esposo y se encaminó lejos de la escena tras darle una última mirada de regaño al novio. 

—Mierda...—Murmuró Sami, saliendo de su sorpresa y mirando a Seth.—No me esperaba eso, menos de ella. 

—Supongo que me lo merecía—Gruñó entre dientes, tratando de quitarse el cabello mojado de los ojos y resoplando de vez en cuando. 

Esto se estaba convirtiendo en un verdadero desastre por parte de los dos. 

Entonces ciertas campanadas desde el final del pasillo indicaron que era la hora de comenzar. Y Seth se encontraba hecho un desastre mojado, Paige probablemente había ahorcado a las gemelas Bellas y yo no había vuelto con Rome. 

—Diablos...—Dije mirando cómo los invitados que faltaban comenzaban a tomar sus lugares.—Esto se pondrá divertido. 

—Y-Ya es la hora—Balbuceó el bicolor, quitándose como pudo el cabello que insistía en volver a su cara todavía mojada.—¿Q-Q-Qué hago, Sami? Estoy hecho un maldito desastre. 

—Um...—Sami casi saltaba sobre sus zapatos por el nerviosismo, relamiendo sus labios en busca de una posible idea.—Paige está acostumbrada a verte así ¿no? Con el cabello mojado y hecho un desastre. 

—Le prometí un día perfecto—Refunfuñó, tratando de volver a armar la cola de caballo que llevaba anteriormente pero logrando tan solo un horrible moño.—Esto es un completo desastre. Soy de lo peor. 

—Deja de martirizarte por todo ¿quieres?—Sami suspiró.—No nos queda mucho tiempo, así que tendrás que escucharme. Quítate la chaqueta. 

Seth frunció el entrecejo un par de segundos, pero no tardó en ceder a la orden del pelirrojo con sus cejas alzadas. Rápidamente se quitó la chaqueta de esmoquin, quedando tan solo con su ordenada camisa, unos suspensores y la corbata de moño todavía perfecta. 

El bicolor lanzó la chaqueta a los brazos de Sami, acomodándose acelerado el cabello hacia atrás en lo que la ceremonia estaba casi lista para dar inicio. 

—Bien ¿ahora qué?

—Ahora vas a caminar hasta allá y esperar a tu novia—Dijo Sami, comenzando a empujarlo a pesar de los balbuceos saliendo de la boca del novio.

—¿Q-Qué hay de mis votos? Creo que los olvidé, mejor me regreso. 

—Nope, eso sí que no—Hablé antes que el pelirrojo, deseando poder ayudarle de alguna forma a que mi amigo dejara de estar tan tenso con ese perfeccionismo suyo. 

—No lo harás—Sami dejó de empujarlo.—Estarás bien ¿de acuerdo?

Hicieron una pausa, en la que el pelirrojo miró por sobre el hombro del cabizbajo bicolor tratando de calmar su acelerada respiración.—Tienes que ir. 

Seth logró asentir, girando sobre sí y comenzando a caminar a pasos casi temblorosos. De repente se detuvo, a lo que no dudé en caminar hasta él y posicionarme a su lado. Tomó una pequeña bocanada de aire, cerrando sus ojos por tan solo un breve tramo de tiempo mientras el aire veraniego soplaba a nuestro alrededor. 

—Estoy aquí, Sethie—Murmuré, a pesar de saber lo inútil de mis palabras.—Siempre estaremos para ti, hermano. 

Mi respiración habría flaqueado si siquiera tuviera la necesidad de tomar aire aún, pero mis ojos no pudieron evitar abrirse con sorpresa cuando Seth giró su mirada hacia mí, encontrando mis ojos en los suyos. Sonreí de lado, tratando de creer el hecho de que me viera. 

Prefería dejarlo suspenso en el aire, solo contando con el hecho de que tal vez escuchó mis palabras. 

Entonces una sonrisa danzó en los labios del novio, justamente antes de volver a voltear su cabeza al frente y dar un pequeño trote hasta encontrarse en el lugar de la ceremonia. 

Me alegró ver que mantenía su nerviosismo al margen, logrando caminar hasta el frente de aquella alfombrilla y disponiéndose a esperar a la novia luego de soltar suavemente una bocanada de aire. 

Mis ojos se apartaron de Seth, para así mirar brevemente por sobre mi hombro. Solté un suspiro innecesario, para a continuación comenzar a caminar por la misma dirección en que mi mejor amigo se había dirigido. 

Luego le explicaría a Rome, pero ahora quería acompañarlo. A pesar de ser invisible para sus ojos y haberle causado el daño que sé que le propiné...era tan egoísta que quería acompañarlo en un día tan importante como siempre prometí. 

Colocándome a un lado de Seth, en el lugar que probablemente me habría correspondido si siguiera vivo y me hubiese auto denominado el padrino de bodas y hubiese gritado que Roman sería la madrina. 

Entrelacé mis dedos al frente, tomando un suspiro y aguantándolo en mi pecho a pesar de no tener que hacerlo. 

Eran cosas que haría si en verdad hubiese tenido la instancia de ser visible para el chico que esperaba nervioso a su novia. La cual no tardó en aparecer cuando cierta musiquita se reprodujo, causando que todas las miradas cayeran en ella. 

Paige se veía preciosa. Con aquel vestido blanco y el velo cayendo como cascada desde el tope del elegante peinado probablemente hecho por las gemelas Bella. 

Su brazo parecía apretarse al de su padre con cada paso que daba sobre la pasarela, sonriendo nerviosa en dirección al paralizado bicolor junto a mí. 

Entonces me percaté que detrás de ella caminaba ese samoano que se había convertido en mi eterna compañía. Sonriendo a espaldas de la novia antes de que sus ojos se encontrasen con los míos. 

Mis labios se alzaron con lentitud, manteniendo mi mirada en la suya en lo que se encaminaba por un lado hasta encontrarse junto a mí. 

—Te dije que nos veríamos aquí ¿no?—Bromeé, a lo que solo conseguí que su sonrisa creciera y casi perdiera la razón. 

Esos ojos grisáceos siempre me hacían perder la razón. 

Roman se colocó en silencio a mi lado, tomando una postura parecida a la mía. Manteniéndose derecho y con sus manos entrelazadas a sus espaldas. Casi escuché que tomaba una pequeña bocanada de aire, justo antes de que una de sus manos se acercara a mí, buscando la mía. 

Sonreí indiscretamente de lado. Sin quitar mis ojos de la escena de la novia siendo recibida por un sonriente bicolor, alargué mi brazo y agarré la mano de mi pareja, entrelazando nuestros dedos en completo silencio con nuestros rostros al frente. 

¿Habríamos estado de esta manera si las cosas hubiesen sido diferentes? 

Era una pregunta que siempre aparecía en mi mente cada vez que abrazaba o besaba a Rome, a veces me lo cuestionaba con tan solo estar tomando su mano como en esos momentos. Pero solo quedaría así, como una duda suspensa en el aire. La cual no tenía respuesta más que mi felicidad al verlo sonreír. 

Desde que desperté y vi que había tenido ese accidente, creí que todo se había venido abajo e ido a la mierda. Y así fue. 

Sin embargo, Roman me dio la oportunidad de darme cosas que lastimosamente no vi cuando estaba vivo. Como lo mucho que lo amaba, por ejemplo. 

Él se había transformado en una especie de nuevo comienzo para mí. 

Volví de mi trance justo al momento en que el juez les daba la palabra a la pareja para intercambiar sus votos. Me relamí los labios, tomando un poco de aire y soltándolo por la nariz. 

Seth todavía se veía ansioso, más que notorio por su postura tensa y que Paige parecía estar a punto de morirse de la risa. 

La pelinegra sonrió de lado, y de la misma forma le encargó su ramo de flores a Nikki para a continuación sostener las manos de Rollins. 

No pude evitar carcajearme junto a la multitud de invitados cuando ella articuló suavemente un "tranquilízate" con sus labios, mientras que el novio asentía avergonzado y bajando la mirada. Roman también rió, dándome una pequeña mirada de soslayo antes de volver a girar hacia lo que sucedía. 

Brie se acercó a su amiga, alzándole una hoja de papel en la que probablemente tenía escrito su discurso o lo que fuera. Paige la tomó, para luego volver a mirar a Seth. 

—¿Sabes qué?—Bufó y terminó por arrugar el papel en una pequeña pelotita.—Al diablo con esto. 

Lanzó el proyectil a sus espaldas, teniendo suerte de no dar contra la cabeza de Dolph y dejando que las risas volvieran a resonar entre los invitados. El bicolor la miraba con perplejidad en su mueca también incrédula, a la cual Paige se encogió de hombros. 

—No necesito tener una hoja de papel que me recuerde lo mucho que te amo, Colby—Retomó la palabra, con una pequeña sonrisa en sus labios brillantes de gloss.—Debo decir que...estaba asustadísima...

Tomó una pausa, en la que se notaba que agarraba una bocanada de aire y se daba fuerzas a sí misma para continuar. 

—Desde siempre...pensé que lo arruinaba todo. No importaba cuánto esfuerzo le pusiera a las cosas, terminaba arruinándolo y rindiéndome—Sus ojos brillaban, pero ella parpadeaba constantemente con tal de alejar las lágrimas.—Entonces te tropezaste conmigo—Se encogió ligeramente de hombros tras soltar lo último, escuchándose una pequeña risa desde el fondo del pecho del bicolor.—Y también pensé que lo arruinaría. Pero cuando menos lo esperé, ya tenías mi corazón a tu disposición. 

Su voz se rompió, al mismo tiempo en que trataba de aguantar un sollozo tras una nerviosa sonrisa. 

—Dios, lo lamento—Murmuró tímidamente, a lo que Seth llevó su mano hasta su mejilla y acarició suavemente esta.—Mi punto es que...jamás pensé que me encontraría aquí siquiera. Con un hombre tan maravilloso como tú, el cual me aceptó a pesar de todas las complicaciones y le agradezco tantas cosas que no puedo ni describir.

Sonreía de lado, al mismo tiempo en que mi pecho se llenaba de calidez. 

—Te amo. Con tu egocentrismo incontrolado, tu perfeccionismo hincha pelotas—Los invitados rieron, y casi pude ver a Seth rodar ligeramente los ojos a pesar de su sonrisa.—Pero en especial...te amo por ser el único para mí. 

Paige volteó suavemente hacia la pequeña de adorable sonrisa que había llegado hace poco, sosteniendo una cajita azul con el par de sortijas. Ella sonrió cuando su tía se inclinó un poco para alcanzarlas, besando una de sus mejillas con ternura y agarrando uno de los pequeños círculos de plata. 

Volvió a colocarse erguida, soltando un inaudible suspiro y deslizando suavemente la sortija en el dedo de Seth.

Hubo una pequeña pausa, en la que mi mejor amigo no dejó de sonreír dulcemente hacia la novia que había tomado un momento para parpadear y alejar el llanto. Seth se relamió los labios, volviendo a tomar las manos de la fémina en cuanto esta estuvo nuevamente dispuesta. 

—Para empezar, quiero que sepas que ese "perfeccionismo" seguirá ahí hasta el final de nuestros días ¿de acuerdo?

Reímos junto a Paige, la cual asentía mientras fruncía sus labios. 

—Pero Saraya...el que debería agradecerte soy yo—Su pecho se levantó y bajó por la bocanada de aire.—Haz estado siempre para mí, incluso cuando las adversidades han sido fuertes. Me haz apoyado en mi carrera, en mis logros y en mis caídas. Pero en especial...estuviste ahí cuando una parte de mí se fue a un mejor lugar. 

Un nudo se me formó en la garganta, y me vi obligado a tragar a pesar de ello. Casi sentí la mano de Roman apretar ligeramente la mía, pero continué con mis ojos en la pareja. 

—Estuviste ahí cuando mi mundo se vino abajo al momento en que Dean y Roman...fallecieron. 

Un silencio se había presentado en el lugar de la ceremonia. Muchos habían bajado la vista ante las palabras del bicolor y casi vi que Seth parpadeaba reiteradas veces antes de proceder. 

—Ellos...no tuvieron la oportunidad de estar aquí físicamente, solo de esa forma. Porque, aunque suene loco, sé que lo están—Siguió hablando, dándole una pequeña mirada al par de sillas vacías en primera fila.—Y espero que ambos...sean felices. Que sepan que los extraño y...que los quiero muchísimo. 

No supe cuando, pero noté que las lágrimas caían por mis mejillas cuando el pulgar de Roman alejó una de ellas con delicadeza y volví mis ojos hacia él. 

No tenía palabras que decir, por lo que simplemente dejé que me abrazara y aproveché de refugiarme en su pecho. 

—Ellos rogaban porque este día llegara, y espero que lo estén viendo o les patearé el culo cuando volvamos a vernos—Logré reír ligeramente, sintiendo que poco a poco podía seguir escuchando.—Insistían en que eras la única para mí...y por supuesto que no erraron. 

Paige sonrió de lado, con sus mejillas rosáceas y sus ojos conectados a los de su novio. Seth hizo lo mismo que ella minutos atrás, se inclinó hasta llegar con la pequeña Reigns y, tras regalarle un guiñar de ojo, volvió a colocarse erguido frente a la novia. 

—Eres y siempre serás lo más importante para mí. Con tu actitud desastrosa y burlona—Sonrió de lado antes de comenzar a deslizar la sortija junto a la que ya llevaba en el mismo dedo.—Te amo, sin importar lo que pase. 

Ella susurró un suave "te amo", el cual se perdió gracias al brillo de sus ojos al contener las lágrimas y el que tratara de contenerse. 

Luego de unas palabras más por parte del juez, la ceremonia fue poco a poco siendo finalizada bajo mis aliviados ojos y mi respiración temblorosa. 

—Puedes besar a la novia. 

Y así lo hizo, luego de que ambos compartieran una sonrisa con el otro y Paige pasara ambos brazos detrás de la nuca de Seth y él la atrajera con delicadeza bajo los aplausos de los invitados. 

Como pude me había alejado del pecho de Roman, pero él insistió en mantenerse cerca de mí mientras apreciábamos la escena con felicidad en nuestras miradas. 



—Es increíble que viniera a una boda a la que no lo invitaron pero no a nuestros funerales—Me quejé entre dientes. 

Rome se colocó a mi lado luego de ir a hablar con su hija, quedándose perplejo en lo que me dedicaba a mirar molesto al gordinflón en la mesa de bocadillos. 

—No es para tanto, cariño—Habló con un posible encogimiento de hombros.—A mí no me preocupa. 

—Yo no dije que me preocupara—Lo interrumpí.—Lo que me molesta es que él sea como la mierda y pueda comer papitas o pastel mientras que yo no. 

El samoano soltó una pequeña risita, negando hacia mí antes de seguir la dirección en la que mi exasperada mirada se encontraba aún. Kevin tragaba varios de los bocadillos e incluso se servía una rebanada del pastel que hace un rato habían cortado los recién casados. 

Entonces, cuando el gordito volteó sobre sí con un pastelillo en la mano y el plato con pastel en el otro, Roman jaló casualmente una de las esquinas del mantel y tiró una copa de champaña al piso. Owens no logró mantener el equilibrio y terminó por caer de bruces al suelo gracias al resbaladizo líquido. 

Incluso tuve más motivos para reírme al ver que su rostro había impactado de lleno contra la rebanada de pastel perfectamente servida. 

—Ups...—Susurró el pelinegro, volviendo sobre sí en lo que fruncía mis labios para no seguir mofándome de nuestro ex compañero de trabajo.—¿Decías? 

No aguanté más y solté el aire, cediendo a las contundentes carcajadas que aguantaba y agradeciendo que nadie me escuchara además de Roman. 

—Diablos, Kev—Murmuró Sami, llegando de la nada al auxilio del gordito.—¿Tanto has bebido? ¿O la comida ya te tiene enfermo?

Owens logró sacar la cara de en medio del destrozado bizcocho gracias a la ayuda del pelirrojo, gruñendo algo incomprensible antes de poder quitarse la crema batida que tenía hasta en los ojos. 

—¡Y-Yo no he bebido nada, maldita sea!—Exclamó, volviendo a esa faceta tan insoportable en él a pesar de tambalearse sobre sus pies.—Juro que fue como si...—Hizo una pausa, para luego agarrar las orillas de la chaqueta de Sami con una mueca bastante aterrorizada.—¡Se movió sola!

—¿De qué hablas, Kevin?

—¡La copa, Sami! ¡Te podría jurar que la vi caerse sola!

Seguí riendo, dándome cuenta que Roman también había empezado a hacerlo. Sami murmuraba cosas como "claro que sí" mientras Kevin balbuceaba, siendo empujado ligeramente de ahí antes de que lo creyeran un verdadero loco. 

Aunque tenía razón, la copa se había movido "sola". 

—Supongo que ya fue suficiente de travesuras por hoy ¿no cre...?

Me interrumpí cuando vi a Seth y Paige caminar hacia algún sitio fuera del salón de celebración. Roman siguió la dirección de mi mirada, justo cuando los recién casados desaparecían de nuestro campo visual. 

—Vamos—Dije, comenzando a encaminarme en aquella dirección. 

—Oye ¿no crees que necesitan un poco de privacidad?

Me detuve brevemente, alzando las cejas mientras me relamía los labios durante un par de segundos frente a su mirada. 

—Tú no me engañas—Piqué su pecho con uno de mis dedos, al mismo tiempo en que la sonrisa aumentaba en mis labios.—También te da curiosidad saber a dónde van esos dos. 

Rome entrecerró sus ojos y sus labios de una manera muy graciosa, pareciendo pensar en el asunto frente a mi exhaustiva mirada. 

—Prometo que si están cogiendo por adelantado, nosotros iremos a hacer lo mismo a otro sitio. 

No pude evitar romperme a carcajadas ante la mueca que formó el samoano, el cual no se reprimió a mirarme con regaño y un casi invisible color rosa adornando sus mejillas. 

—M-Mejor vamos a ver si es algo importante...—Movió sus manos sobre su pantalón, como si intentara quitar el sudor de estas.—L-Luego podemos hablar de eso. 

Estaba bromeando respecto a...eso. Pero no estaría nada mal, supongo. Y...

Agh. No me percaté siquiera de que me estaba poniendo nervioso y el calor me había subido a las mejillas. 

—Um...O-Okay—Rasqué mi nuca, parpadeando un par de veces antes de volver a enforcarme en lo que ocurría.—Vamos, antes de que los perdamos de vista.

—C-Claro.

A pesar de nuestras estúpidas muecas, logramos alzar la vista y compartir una sonrisa que causó un huracán en mi interior. A continuación tomé la mano que me alzaba, encaminándonos entre los invitados que todavía disfrutaban de la velada. 

Con cautela nos encaminamos por los escalones a las afueras del lugar. El viento nocturno no era muy frío, pero de todas formas sentí el brazo de mi pareja rodearme los hombros y apegarme cálidamente contra él. Sonreí de lado, manteniendo mi mano sobre la suya mientras continuábamos nuestro camino. 

Pudimos ver a lo lejos a la novia y al novio, sentadoa a orillas de una fuente que se encontraba en aquel bonito jardín en que se llevó a cabo la ceremonia. Se sostenían de las manos, con sus rostros hacia el cielo nocturno y concentrados completamente en el brillar de las estrellas. 

Quise dar marcha atrás. 

 —Los recién casados se escaparon del vals—Dijo Paige, con sus ojos todavía en el cielo. 

Me detuve, justo para ver los labios de Seth fruncirse en una sonrisa de lado. 

—No. La novia se escapó y arrastró al novio con ella—Paige soltó una risita.—¿Sabes?—Sus miradas se encontraron, conectando sus miradas al instante.—Recordé algo interesante, cuando compartíamos nuestros votos en la ceremonia. 

La fémina alzó sus cejas, a lo que el bicolor pareció buscar las palabras para continuar. 

—Mientras hablabas...no podía dejar de mirarte—Continuó él.—Tan hermosa y perfecta como la primera vez que te vi.

Una sonrisa permanecía en los labios de su ahora esposa, que lo miraba con dulzura a pesar de la oscuridad a su alrededor. 

—¿Recuerdas eso?

—Por supuesto que lo hago—Respondió la negriazul, relamiéndose los labios con sus dedos todavía enlazados a los de Seth.—Estaba nerviosa, ya que era mi debut en el roster. Pero mientras caminaba, un enojado tipo que venía gritándole a sus compañeros de equipo me empujó. 

—No es algo lindo de recapitular ¿sabes?—Murmuró avergonzado, pero Paige seguía entretenida.—Me gritaste que era un imbécil. 

—Y tú que yo era una perra distraída—Resopló.—Sigo creyendo que el distraído eras tú, cariño. 

Seth soltó una suave risa, mirando el suelo por un par de segundos. Su pulgar acariciaba cariñosamente el dorso de la mano de Paige, mientras que el ruido a sus espaldas parecía ser inmune a ellos. 

—Estaba enojado porque había discutido con esos dos, por eso dije lo que se me vino a la cabeza. Pero...—Hizo una pausa, levantando su vista y encontrándose con la mirada de su esposa.—Cuando te vi, aunque fuera cabreada conmigo y a punto de romperme la cara, supe que estaba jodido. 

—¿Qué quieres decir?—Exclamó, con su ceño fruncido y fingiendo molestia al golpearle ligeramente en el costado. 

Mi mejor amigo soltó una carcajada nuevamente, negando ligeramente con la cabeza. 

—Supe que mi corazón te pertenecería en cuanto esos bonitos ojos castaños se encontraron con los míos—La mano del novio acarició tiernamente el pómulo ruborizado de la fémina, sin apartar sus ojos de los de ella mientras hablaba.—En ese instante me di cuenta que no iba a poder amar a nadie tanto como te amo a ti. 

Sonreí de lado al ver semejante escena, dejando que el calor que el brazo de Roman me proporcionaba fuera mayor al acercarme más a su pecho. Su brazo libre pasó por sobre mi abdomen, a lo que solo podía morder mi labio en un intento de que no me dolieran los pómulos de tanto sonreír. 

Seth era feliz, y esperaba que lo siguiera siendo junto a Paige aunque no nos viera. 

De repente nos vimos interrumpidos por cierta lenta melodía a nuestras espaldas, haciéndome mirar un poco por sobre mi hombro al igual que Roman. Pero nuestras miradas se encontraron ligeramente, a lo que solo pude quedarme embobado en ella mientras casi podía sentir mi pulso acelerando su ritmo. 

Roman Reigns me hacía sentir cosas imposibles incluso ahora. 

—Es la música del vals—Escuché murmurar a la fémina, pero seguía estampado en mi lugar con los ojos directamente en los del samoano. 

—Lo es—Seth suspiró, sintiendo que se colocaba de pie a pesar de no estarle mirando a causa del trance en el que me encontraba.—¿Mi esposa me haría el favor de bailar conmigo? 

Paige soltó una pequeña risa desde lo profundo de su pecho, dejando que sus tacones resonaran cuando se colocó de pie y probablemente colocó su mano sobre la que Seth le tendía. 

Entonces, con nuestras miradas todavía conectadas, una sonrisa danzó en los labios del moreno que me abrazaba. 

—¿Quisieras bailar conmigo también?

Su pregunta agitó mi interior de una forma que jamás olvidaré, antes de que tragara y así pudiera asentir con una boba sonrisa tratando de dibujarse en mi boca. 

Dejé que sus brazos dejaran de rodear mi cuerpo, dejando que únicamente nuestras manos se quedasen entrelazadas y diéramos un par de pasos cerca de la fuente. 

La pareja recién casada ya se movía suavemente al ritmo de la música a nuestras espaldas, a lo que sonreí mientras veía a Paige sosteniendo la mano de Seth y que este mantuviera la suya en la cinturilla de su esposa, ambos con una sonrisa de lado en sus bocas. Volví mi vista al frente, encontrando aquella mirada grisácea y sintiendo que mi pecho temblaba. 

Tomé una bocanada de aire, para a continuación dejar que mis brazos se enredaran suavemente detrás de su cuello, recargando mi mentón sobre su hombro y casi sintiera su aliento recorrerme el cuello cálidamente.

Mis pies comenzaron a moverse con delicadeza, casi temerosos al intentar seguir el delicado movimiento de los de Roman al ritmo de la música. 

Jamás creí que algún día me encontraría en una situación como esta, en la que mi único aliento no era el que ya no abandonaba mi pecho. Sino que se trataba del tener aquella presencia cerca, la cual se había convertido en una eternidad que tan solo estaba iniciando, él se había convertido en mi aliento de vida. 

Y jamás tendría palabras para expresar exactamente lo que sentía.

—Se la están pasando de maravilla ¿no?

El escuchar la voz de Paige decir esas palabras, casi nos hizo saltar a ambos. Levanté mi cabeza del hombro de Roman, encontrando mi alarmada mirada en los ojos cristalizados de la sonriente fémina. 

Me había quedado paralizado, incluso al momento en que Seth miró perplejo a su esposa por un par de segundos antes de girar en la misma dirección que ella y su rostro se volviera atónito. 

Era como si el tiempo se hubiese paralizado a nuestro alrededor, y la música junto a la respiración de Roman eran lo único que me hacía saber que seguía de pie ahí. 

Los labios de mi mejor amigo se abrieron, y casi pude ver que sus ojos se cristalizaron al instante tal como los de la pelinegra. 

—Es un gusto verlos—Habló el samoano luego de aquel silencio que parecía eterno.

—Sabía que...—Paige se quitó rápidamente una lágrima que escapaba de su ojo tras un sollozo.—Sabía que no serían capaces de perderse mi boda, par de estúpidos. 

—¿Perderme verte con un vestido pomposo y ridículo? Ni lo dudes—Me burlé con una sonrisa hacia ella, la cual correspondió a pesar de intentar esconder el comienzo de su llanto. Moví mi vista hacia el bicolor.—Hey, hermano...

Seth pasó el dorso de su mano por sus ojos, al mismo tiempo en que le escuché aguantar un posible sollozo y se reponía al mirarnos a ambos. Obviamente, sus ojos brillando lo delataban por completo. 

—Vinieron, chicos...—Su mirada vagó de mi rostro al de Roman, y en reversa una vez más.—Dean...Rome...¿C-Cómo es que...? ¿Esto es en serio?

—No tenemos idea, Seth—Roman dio un par de pasos adelante, acercándose al bicolor.—Todo es demasiado complejo que ni lo podemos explicar. 

—Pero, están bien ¿no?—Exclamó, mirándonos con su ceño fruncido derramando preocupación.—Digo...Ambos se ven...bien. Lo están ¿verdad?

Sonreí de lado, tragando suavemente el nudo que se formaba en mi garganta antes de caminar a un lado del samoano. 

—Estamos bien, Seth...Lo que hiciste en la boda, fue un gesto muy bello—Hice una pausa, tratando de controlar el temblor que poco a poco crecía en mi pecho.—Y lo siento por no estar ahí, en serio que yo...—Me mordí los labios, sintiendo que la mano de Roman se apoyaba en mi hombro justo cuando mi voz se quebraba.—En serio lo lamento.

Seth frunció sus labios, negando con la cabeza mientras delgadas lágrimas comenzaban a recorrerle las mejillas rápidamente. Los brazos de su esposa le rodearon, a pesar de que ella se encontrase en el mismo estado de llanto. 

Roman sonreía de lado, mientras que procuraba apegarme a su brazo evitando las lágrimas. 

—Los extraño tanto chicos—Logró balbucear entre sus sollozos, a lo que solo podía asentir y esforzarme porque algo saliera de mi boca. 

—Y nosotros a ti, Sethie. 

—¿Esto...? ¿Esto es una especie de adiós?—Parpadeó un par de veces.—¿No volveré a verlos?

Mi pecho comenzaba a doler, y creía que me desmoronaría en cualquier momento de no ser por el pelinegro que me mantenía de pie entre sus brazos. 

—Siempre estaremos contigo, Seth—Intervino Roman por mí, mirándole con determinación a pesar del posible nudo que él también tenía en la garganta.—Estaremos cuidándolos a ambos. 

Hubo una pausa, en la que nuestro amigo solo asintió mientras se quitaba algunas lágrimas con sus dedos. Tomé una innecesaria bocanada de aire, con la esperanza de que calmara mi tembloroso pecho. 

—Ustedes...—Volvió a hablar, pareciendo calmarse gracias al toque de los dedos de su esposa sobre su pecho.—Ustedes...¿son felices? 

Mis labios, a pesar de encontrarse temblando y que me supieran salados por las lágrimas, lograron fruncirse en una pequeña sonrisa, la cual me prometí mantener al decir: 

—Sí...Sí lo somos, Sethie—Me despojé suavemente de los brazos de Roman, caminando hacia él y su esposa.—Por eso...queremos que ustedes también lo sean ¿de acuerdo?

Seth frunció sus labios, dejando que sus ojos cristalizados se encontraran directamente en los míos al asentir con rapidez, parpadeando pero no consiguiendo que las lágrimas se quedasen invisibles. 

Con mis labios todavía elevados, guiñé un ojo hacia la sonriente pelinegra, para a continuación volver mis ojos al novio. Alcé mi puño cerrado hacia él. 

Seth lo miró un par de segundos, para después escucharle tragar y aguantar un sollozo al acercar su temblorosa mano cerrada hasta que sus nudillos tuvieron contacto con los míos. 

—De acuerdo. 

Asentí. Y entonces los hombros de Seth cayeron con suavidad. 

Ya habíamos desaparecido para sus ojos. 

—¡L-Los quiero, chicos! ¡No lo olviden!—Exclamó al aire, dejando en claro que ya no éramos visibles para ellos. 

Ojala hubiésemos desaparecido un poco después, para así decirle que nosotros también. Pero solo pude dejar caer lentamente mi mano que antes formaba un puño y que el samoano me abrazara delicadamente por al espalda mientras mi mirada permanecía en la pareja de casados que ahora se abrazaba. 

—No fueron cosas mías ¿verdad?—Balbuceó Seth, todavía sollozando sobre el hombro desnudo de su esposa.—Ellos estaban aquí. 

—Lo estaban, Colby—Dijo Paige, abrazándolo y cerrando los ojos cuando las lágrimas comenzaron a rodar por su rostro.—Ellos estarán siempre con nosotros, cariño. No lo olvides...

Solo me quedé en silencio, dejando que los brazos de Roman sobre mi pecho me reconfortaran y enredara suavemente mis dedos en ellos. 

Tomé otra bocanada de aire y cerré suavemente mis ojos, en busca de calmarme. 

—¿Paige? ¿Seth?—Escuché de repente, seguido al divertido sonido de unos tacones.— Dios ¿qué están haciendo aquí? Todos estaban esperándolos para el vals y-

Nikki dejó de hablar, probablemente sorprendida al verlos a ambos con lágrimas en los ojos y en los brazos del otro. 

—¿Q-Qué les ocurrió? ¿Están bien? 

Los recién casados actuaron casi en sincronía, mirándose para a continuación comenzar a quitarse el llanto de la cara rápidamente frente a la mirada preocupada de la hermana de Brie. 

—Estamos bien, Nikki. Solo...—Seth hizo una pausa, quitándose unas últimas lágrimas y reponiéndose.—Estábamos hablando y nos pusimos emocionales. 

—De...acuerdo—Murmuró, pareciendo convencida de alguna manera.—Bueno, vengan a bailar adentro. Que Kevin se está poniendo paranoico y está asustando a todos. 

—Iremos en un segundo. 

La bicolora asintió hacia la esposa de Seth, dando media vuelta y desapareciendo por donde mismo vino anteriomente. 

Paige volteó hacia él, poniendo sus manos a ambos lados de su rostro y acariciando este con delicadeza. 

—¿Estás bien? Si no te sientes bien podemos decir que nos iremos y descansar en el hotel—Seth negó, dejando que sus manos tocaran las de ella. 

—Voy a estar bien—Asintió junto a un pequeño suspiro.—Sé que son felices...y eso es suficiente para mí. 

Ella asintió, para luego tomar la mano del bicolor y que ambos se encaminaran nuevamente al salón donde estaban todos los invitados. Simplemente los seguí con la vista, sonriendo aunque mi garganta todavía quemara. 

—Dean. 

Volví de mi trance, tragando con suavidad antes de girar hacia Roman. 

—Estoy bien—Dije de inmediato, soltando un lento suspiro entre mis labios.—Quería que supiera de alguna manera que estamos aquí así que...es estupendo. 

Rome sonrió de lado, agarrando mis manos con delicadeza y manteniendo sus ojos en los míos en todo segundo. 

—Él estará bien, Dean. Siempre cuidaremos de él ¿recuerdas?—Asentí, a pesar de que mi pecho todavía temblara un poco.

Un silencio se quedó entre nosotros, en el cual retomé la fuerza para sonreír hacia él. 

—Rome. 

—¿Sí?

—Tú eres mi verdadero comienzo—Mis ojos se reflejaron en los suyos, y casi sentí que mi corazón dio un salto.—Tú fuiste la razón de que quisiera seguir existiendo aquí, de no querer marcharme sin más...Y por eso, no puedo hacer más que rogar que esa razón se quede conmigo para siempre...¿Lo harás?

Los labios del hombre que amaba se levantaron, dejando la imagen de una sonrisa que nunca se borraría de mi memoria incluso cuando comenzó a acercarse lentamente a mis labios. 

Y antes de que estos finalmente se juntaran dijo:

—Siempre estaré contigo, mi verdadero comienzo. 







¡Y YA! ¡POR FIN ESTÁ LISTO ESTO!

Lamento la demora, en serio. Pero aquí está. 

Con esto se da oficialmente concluida Ghost of Love *llora con todos* 

Espero que les gustara tanta como a mí me encantó escribirla, ya que me enamoré de esta historia completamente <3

Bien, ahora solo queda mover el pequeño botoncito de completado y será oficialmente acabada :c Pero ojalá disfruten de List A y Brutal Love, las cuales continúan en la cuenta. 

GRACIAS POR TODO <3

Un beso enorme, que tengan un buen resto de fin de semana. 

Se despide, Rock. 

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