MI CUERPO SE SIENTE FRUSTRANTEMENTE PESADO PARA MI GUSTO. Me cuesta mover los dedos de los pies, las manos e incluso abrir los ojos es una verdadera batalla, pero el pánico me consume con la nueva explosión de olores y ruidos a mí alrededor cuando otros sentidos cobran consciencia. Mis ojos se abren de golpe entonces y la luz me ciega de repente.
—Hola, Clark.
La calma es instantánea al oír la voz de la tía Catty.
Sonrío a medias cuando mis ojos por fin se acostumbran a la brillante luz blanca y veo a las personas que considero familia presentes en la habitación: mi hermana Katherine, mis molestosos primos Matty y Raphael, y Derek.
Y luego recuerdo todo lo que ha pasado y mi sonrisa se esfuma.
—El Alfa —digo, mi voz rasposa, y busco a Derek con los ojos—. ¿Están todos bien? ¿Quién más salió herido? ¿Dónde está Scott?
—Clark —dice Derek, pero suena más como una advertencia y no sé por qué—. Todos estamos bien, no hay que...
—¿Y Lydia? Peter la mordió y ella estaba muy quieta cuando...
No puedo respirar. Los ojos se me llenan de lágrimas y no puedo respirar.
Estoy entrando en pánico.
Una enfermera de uniforme con estampado de unicornios, de mediana estatura, con su cabello negro con rizos recogidos en una cola de caballo y ojos marrones irrumpe en la habitación con estrépito.
Melissa, la mamá de Scott, revisa el monitor antes de tomarme de la mano y acunar mi rostro con la otra, sonriendo.
—Hola, cariño —dice ella con toda la calma del mundo—. ¿Qué tal si intentamos respirar juntas? Vamos, respira conmigo. Inhala hondo, aguanta y ahora exhala.
Hago lo que me dice, pero mi cuerpo sigue asustado, no quiere cooperar. Melissa sigue acariciando mi cabeza con dulzura.
—Estás bien, todo va a estar bien. Vamos, respira hondo otra vez y suéltalo lentamente. Exacto, así. —Ella sonríe enorme, orgullosa—. Perfecto, cariño.
Melissa se aparta cuando cree que ya no hay peligro. Revisa mi pulso y mi respiración con el estetoscopio, asegurándole a la tía Catty y mi hermana de que estoy bien cuando le hacen muchas preguntas.
Cuando ella termina de hacerme el chequeo normal, Melissa mira a los demás.
—Está estable por ahora, pero puede alterarse otra vez, así que les voy a pedir que sean cuidadosos. Esta niña me importa mucho y no me gusta verla así —añade con una tímida sonrisa. La tía Catty le brinda una cálida suya. Luego Melissa se gira hacia mí—. Le diré a Scott que estás despierta, él y Stiles llevan acampando en la sala de espera desde que te ingresamos. Regreso en un rato, así que trata de tomarlo con calma, ¿bien?
Todavía aturdida, dejo que Melissa deposita un beso en mi sien antes de verla marcharse cerrando la puerta
Derek se sienta a mi lado.
—¿Quieres agua? —pregunta y prácticamente suplico que sí. Derek me ayuda a tomar del vaso para evitar que me moje la bata de hospital—. Ahora, respondiendo a tus preguntas...
—Derek —advierte Katherine—. No creo que sea buena idea...
—Quiero saber —le digo, interrumpiéndola—. Necesito saber, ¿okey?
Katherine no protesta más, labios presionados en una fina línea.
—Scott está bien —continúa diciendo Derek y siento cómo me hundo más en el colchón del alivio—. Además de ti y la chica Lydia, nadie más ha salido herido.
Suspiro. Bien, eso es bueno.
—Y Peter está muerto.
Derek explica que mi fuego fue lo suficientemente potente como para dejarlo con un hilo de vida para que él pudiera quitarle el poder de Alfa que Peter le había arrebatado a Laura.
Si lo veía de esa forma, la idea de Derek matando a su propio tío no suena tan mal.
Y entonces recordé.
—¿Pero eso no significa que ahora eres...?
Derek afirma con un gesto de cabeza.
—Soy el Alfa ahora, Clark. Y quiero que tú seas mi primer Beta.
Sonrío, una enorme calma consumiendo mi ser.
—Bueno, entonces no hay nada de qué preocuparse ahora —le digo con sinceridad—. Confío en que serás un gran Alfa, como tu mamá y Laura.
Y por primera vez en mucho tiempo, veo un brillo de vida que hace mucho tiempo no veía en Derek. La sonrisa que me da es radiante y contagiosa y hace que mi corazón brinque.
—Gracias —susurra él, tomando mi mano para dejar un casto beso que me hace reír—. Significa mucho viniendo de ti, Clark.
Le resto importancia porque eso es lo de menos. Verdaderamente creo que las cosas van a estar bien ahora que Derek es Alfa.
Es como debió haber sido desde un principio, que el rol de Alfa pasase de generación a generación: primero Thalia, luego Laura, después Derek y quizás Cora, la hija menor de los Hale. Pero ella también había fallecido en el incendio, así que el manto de Alfa termina con Derek.
—Oye, adivina qué te trajimos —Matty rodea el otro lado de la cama y saca un envase de plástico. Ahogo una exclamación, riendo—. ¡Tus espaguetis favoritos!
—¡Comida!
—La comida de hospital es lo peor, era lo menos que podía hacer —dice mi primo y deposito un sonoro beso en su mejilla que mi primo finge asco después. Todos nos reímos.
Pero increíblemente hambrienta, y puedo asegurar que toda esa pasta no sirvió para llenarme el estómago, porque Derek y Kath tuvieron que salir a comprar McDonald's.
Comemos tranquilamente, en familia, y reímos de las riñas entre Raph y Kath mientras la tía Catty me pone al tanto con los chismes de quiénes son los nuevos rivales en su trabajo y quiénes estaban teniendo problemas con un triángulo amoroso. Derek parece bastante interesado en la historia, escucha atentamente y se ríe con genuino deleite.
¿Quién lo diría? Derek tiene un lado "vecina chismosa".
—Bueno, no habrá otro mejor momento que este para darte las noticias —dice entonces la tía Catty y todos callamos.
Mi sonrisa se borra lentamente.
—No estoy entendiendo —digo despacio, mirándolos a todos. Derek también luce confundido—. ¿Qué pasa ahora?
—Nos vamos a mudar —declara Katherine.
—¿Es broma?
—No lo parece, en verdad —Derek frunce el ceño.
Katherine tiene el descaro de lucir dolida.
—No, no lo es —afirma ella en voz baja.
El mundo gira un eje completo y en reversa.
—Pero —balbuceo—. ¿Por qué? ¿De qué mierda me perdí?
—Después de esa noche, cuando mamá... —Katherine cierra los ojos, sin fuerzas para poder terminar la oración—. Le dije a Catty que teníamos que largarnos de aquí.
—La familia se protege los unos a los otros, no intentan matarse entre sí —concuerda Matty y se cruza de brazos—. Claramente la tía Clarissa tiene un concepto muy diferente.
Raphael coloca una mano en mi pierna a modo de apoyo.
—No podíamos darnos el lujo de seguir teniéndote ahí cuando ella podría hacerte cualquier cosa.
Es mucho que digerir. Y por mero instinto, necesitando algo que me ancle a la realidad, me aferro a la mano que Derek me tiende.
Las lágrimas se acumulan en mis ojos al sorprenderme de lo mucho que estas personas se preocupan por mí, porque están decididos a hacer esto solamente por mí y mi bienestar cuando mi vida entera se ha tratado de una constante negligencia paterna.
Es imposible no querer el cariño de tu familia cuando creces en una casa llena de personas que sólo hacen eso mismo: demostrar cuán unida es. Llevo años buscando esa estabilidad que mis padres le ofrecían a mis hermanos, que la tía Catty le ofrecía a sus hijos, sólo para recibir nada a cambio. Llevo años queriendo saber por qué.
Y ahora que sé, ahora que todos sabemos la razón, las personas que realmente importan en esta familia tan extraña están aquí, ofreciendo una mejor vida para mí de la que he tenido.
Es demasiado difícil de procesar y casi imposible.
—Si ustedes quieren irse, está bien —les aseguro, sonriendo al reconocer que sí, está bien si quieren marcharse. Yo estaré bien—. Pero yo quiero quedarme en Beacon Hills.
Justo como pensé, ellos estallan.
—¡¿Qué?!
—¡Pero, Clark!
—Les dije que se negaría —suspira la tía Catty.
—¡Pero debes venir con nosotros! —lloriquea Katherine. Verla de esa forma me parte el alma.
Pero tengo que ser firme. Este momento va a definir mi vida entera de ahora en adelante, lo sé.
Cuando miro a Derek en busca de apoyo, sé que él también lo ve de esa manera. Me da un asentimiento de cabeza y respiro hondo.
—Mi deber está aquí, en Beacon Hills —explico con otra débil sonrisa. La voz se me quiebra de inmediato y dejo que Katherine prácticamente se tumbe encima de mí en un abrazo—. Este es mi hogar, aquí están todas las personas que importan en mi vida aparte de ustedes. No puedo dejar este lugar desprotegido, esa no es mi misión.
—Pero...
—Si me voy con ustedes no quedará ningún Hathaway que se haga cargo de Beacon Hills, y siempre debe haber un Hathaway para asegurarse que las cosas estén bien.
Katherine llora descontroladamente en mis brazos y yo la dejo. Mi corazón se rompe con nunca antes lo ha hecho, pedazo a pedazo, pero obligo las palabras a salir de mi boca.
—Tengo que proteger este lugar. Al final del día, nuestra casa está aquí y si no estoy, no tendremos un sitio al que regresar. Mi destino es Beacon Hills y así será hasta mi último respiro.
Hizo falta más persuasión para convencer a mi hermana de que debía quedarme, pero al final, luego de mucho rogar y rogar, Katherine se rindió y la tía Catty accedió a dejarme con Melissa. No hizo falta hablar con papá sobre los detalles, él sabe que Clarissa es la razón principal por la que todos se mudarán.
Papá decidió separarse de ella y se irá lo antes posible a su residencia en Beverly Hills. Liam optó por quedarse con él, así que Clarissa se quedará con mi abuela Maddie en su casa de retiro. Y la tía Catty se lleva a mis primos y mi hermana con ella a San Diego mientras Marcus se terminará mudando a Nueva York, quien tiene los papeles de la comisaría hechos.
Luego de despedidas y muchos abrazos y promesas de ir a visitarlos y que ellos me visiten pronto, la tía Catty, mi hermana y primos se van al final de la semana. A mi me dieron de alta el día que desperté, que fueron dos días después de la batalla con Peter; las heridas de Alfa tardan más tiempo en sanarse que otras y mi cuerpo necesitaba tiempo para recobrar fuerzas.
Y ahora que Scott y Stiles me ayudaron a mudarme a la habitación de repuesto en la casa de los McCall, volvimos al hospital a visitar a alguien más.
—Derek me contó que estaba bien, pero no me dijo más —digo cuando me detengo frente a la ventana que da a la habitación de Lydia, que seguía en cuidados intensivos—. ¿Saben algo de su estado, sea cual sea?
—El primer día que estabas aquí, nos escabullimos en su habitación —dice Scott en susurro—. Pero es todo muy confuso, en realidad.
—¿Por qué?
—La mordida sigue ahí —explica Stiles, sus dedos tamborilean en un tic nervioso–—. La mordida no sanó como le sucedió a Scott, lo que significa que...
—Que no es una mujer lobo —confirmo.
Vuelvo a mirar a Lydia.
—Pero si no una mujer lobo, ¿entonces qué?