La esposa del vampiro (EDITAN...

De Liliana_Soj

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A pesar de que sus ojos eran sumamente claros poseían un toque de oscuridad, que le daba un aire escalofriant... Mais

Sinopsis.
Capítulo 2: Su rechazo a los espejos.
Capítulo 3: Advertencias.
Capítulo 4: Un demonio chupa sangre
Capítulo 5 : La noche de Walpurgis.
Capìtulo 6: Al acecho

Capítulo 1: Bienvenida a mi hogar.

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De Liliana_Soj


L

a limusina se detuvo justo en frente de la mansión, el chófer bajó, rodeó el vehículo y me abrió la puerta en un intento de parecer alguien caballeroso, pero su amabilidad no era del todo convincente, considerando la forma en la que me había tratado minutos antes.

Con algo de duda bajé y decidí admirar la mansión mientras este sacaba mis maletas de la cajuela. Un sudor frío me recorrió la espalda al ver la apariencia de la mansión: era muy sombría, enorme y lucía antigua, con dos hileras de árboles completamente secos en cada costado.

El sujeto me guió en completo silencio hasta la enorme puerta de madera oscura, una vez que estuvo lo suficientemente cerca tomó la aldaba que tenía forma de una cabeza de dragón y golpeó un par de veces.

Más silencio.

A los pocos minutos un chirrido espeluznante se escuchó y la puerta se entreabrió, dejando ver el rostro muy pálido de una mujer pelinegra vestida formalmente, tenía el cabello peinado hacia atrás en un moño. Por su uniforme supuse que ella era la ama de llaves.

—Llegas con cinco minutos de retraso, el señor ha estado muy ansioso —dijo con voz lúgubre.

—Lo siento. Los pueblerinos casi me la arrebatan, querían impedir a toda costa que la señorita viniera conmigo —se excusó él, algo nervioso.

—Tendrás que explicárselo tú mismo.
—La mujer abrió la puerta completamente y se hizo a un lado—. Entren ya —ordenó.

El chófer me dejó entrar primero y al hacerlo, me percaté de que toda la estancia estaba obscura, lo cuál me pareció realmente extraño.

No podía apreciar muy bien todo a simple vista, pero con la ayuda de la linterna del teléfono móvil que me había regalado el señor Lucian pude ver lujos y antigüedades por todos lados, las escaleras eran muy elegantes e inmensas. Apagué la linterna por petición de la mujer y guardé el teléfono en el bolsillo de mi jean.

—¡Sígame! —ordenó la mujer mientras tomaba mis maletas, caminando hacia las escaleras.

Obedecí, subí con ella las escaleras y cuando llegamos al escalón número veinte, sentía que no podía seguir avanzando más, me detuve por un par de segundos, recobrando el aliento.

—Lo siento, no estoy en buena forma —me disculpé avergonzada después de haberme recuperado.

—No se preocupe milady.

Continué avanzando hasta llegar al último escalón el cuál subí, siguiendo a la mujer que ahora caminaba por el obscuro pasillo.

—¿Por qué están cerradas todas las ventanas? —pregunté llena de curiosidad.

—Al señor no le agrada la luz del sol, su piel es un poco sensible a ella.

Eso es más extraño aún, pero deduciendo por el tono de molestia en la voz del ama de llaves, parecía más rentable el reservarme mis dudas. Ella se detuvo frente a una de las puertas y la abrió con ayuda de una de las llaves que guardaba en el bolsillo de su falda.

—Adelante, señora Arlond. Esta será su habitación de ahora en adelante —dijo haciéndose a un lado.

Asentí, entré y quedé maravillada ya que nunca en mi vida pude tener una habitación para mí sola, ni mucho menos una cama tan grande. Tenía que dormir en la misma habitación sobre una colchoneta vieja la cual debía compartir con el abuelo y mi hermana menor.

Mis ojos se llenaron de lágrimas, nunca en mi vida había visto tanto lujo junto y en ese mismo instante comprendí porqué el abuelo se empeñó tanto en casarme con ese hombre.

La habitación era extremadamente espaciosa, a diferencia del resto de la mansión esta poseía luz, mucha luz que se colaba por el ventanal.

—El señor vendrá a verla dentro de media hora y le ordena desde ya que se vista con la ropa del armario —dijo cubriéndose los ojos con las manos, dejando las maletas sobre la cama.

Asentí aturdida, apenas acababa de llegar a la mansión y ya estaba recibiendo órdenes de ese señor.

—Gracias —agradecí.

—Me retiro —anunció, dando un último vistazo a la habitación—. Sí necesita algo, cualquier cosa. Sólo haga sonar la campanita de allá. —Señaló hacia el tocador, sobre el cual había una pequeña campana—. Y yo vendré de inmediato. —Hizo una reverencia y se marchó cerrando la puerta tras ella.

Bajé las maletas de la cama, dejándolas en un rincón de la habitación. Después caminé hacia el closet, le eché un  vistazo a toda la ropa que había dentro. Eran muchos vestidos caros, bonitos, de telas extremadamente finas.

No creo ser capaz de usarlos, no es lo que estoy acostumbrada a usar, tampoco quiero parecer mayor.

La puerta se abrió de golpe, sobresaltándome, fue en ese preciso momento en que vi a Lucian entrar. Mis piernas empezaron a temblar como cada vez que lo veía o estaba cerca de él.

—Bienvenida a mi hogar —sonrió, haciendo una leve reverencia.

Retrocedí de manera instintiva, su presencia era demasiado imponente para mi gusto, me ponía de los nervios y no me agrada sentirme así.

Sus costumbres, su elegancia, su manera de expresarse. No parecía alguien de este siglo.

Parecía de esos hombres pudientes que habían vivido en los siglos pasados, me recordaba al señor Darcy, mi amor literario. A veces me escapaba a la biblioteca sólo para leer orgullo y prejuicio mientras fantaseaba con lo que pasaría si llegara a encontrar un hombre como él.

Ahora que lo tenía justo al frente, se sentía realmente extraño.

—Gracias —murmuré, haciendo una leve reverencia que no duró mucho—. Tiene usted una casa muy hermosa —admití.

Una sonrisa torcida se dibujó en sus labios, viéndose aún más atractivo de lo que ya es.

—Muchas gracias —agradeció escrutándome con sus ojos azules—. ¿Por qué ha tardado en bajar? —preguntó mirándome fijamente mientras avanzaba hacia mí.

—Es que no sé que ropa usar, la empleada me ha dicho que use uno de los vestidos del armario pero siendo honesta, no me agrada la idea —respondí retrocediendo hasta que mi espalda chocó contra el tocador.

—Ya veo. —Hizo una mueca, echando un vistazo a los vestidos y añadió—: ¿No le agradan los vestidos? Porque puedo comprarles unos más bonitos que esos si usted así lo desea.

—No es eso, los vestidos son hermosos, pero —suspiré—. Es demasiado lujo para mí.

—Usted tendrá que acostumbrarse porque se ha casado con un hombre muy poderoso, más no con un pueblerino por lo tanto está en la obligación de vestir bien —aseguró sin dejar de escrutarme con sus hermosos ojos azules—. Le doy cinco minutos para que baje, solo cinco minutos —caminó hacia la puerta y salió.

Elegí un vestido al azar, uno hecho de seda negra con tirantes delgadísimos. Me desvestí y rápidamente me lo puse, completando el outfit con unos zapatos de tacón alto del mismo color del vestido, dejé mi cabello suelto. Salí de la habitación una vez terminé, bajé las inmensas escaleras, caminando como pude hasta que ubiqué el comedor.

Pero me detuve al escuchar una conversación bastante interesante entre él y el chófer que me había traído.

—Los dueños del lugar en donde le ordenó a la chica que esperara le estaban haciendo unas advertencias sobre usted, al parecer ella está empezando a sospechar —habló el chófer.

Me escondí detrás de una de las estatuas de mármol que decoraban el pasillo, a continuación escuché un golpe seco resonar en la mesa, haciéndome respingar y cubrir mi boca, no quería ser descubierta.

<<¿De qué carajos estaban hablando?>>

—¡Malditos pueblerinos entrometidos!
—siseó—. Ya sabes lo que tienes que hacer —aseguró.

Mi corazón empezó a latir frenéticamente, no entendía nada de lo que estaba pasando pero eso no evitaba que el miedo se apoderara de mí.

¿Y sí era uno de esos tipos malos?
Un asesino o inclusive un mafioso, el sólo pensarlo me aterraba, me haría lamentar aún más el haberme casado con él.

Tomé el crucifijo que me había regalado mi hermana y lo empuñé con fuerza, temblando en mi lugar, esto parecía ser una broma de mal gusto, incluso una de esas pesadillas que se tienen cuando comes demasiado antes de dormir.

¿Con quién me casó el abuelo? ¿A qué se refiere el señor Lucian con eso de "ya sabes lo que tienes que hacer"?

HOLA LINDURAS HE AQUÍ EL PRIMER CAPITULO, VOTEN Y COMENTEN SI QUIEREN QUE CONTINÚE, BESITOS DESDE COLOMBIA :* :* , GRACIAS POR LEER ESTA HISTORIA.

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