Los sueños secretos de Sophie

By Hitto_

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Sophie siempre busca ser la mejor en todo. Sin embargo detrás de esa fachada esconde muchos secretos y sueños... More

1. Sophie Cohen
2. Ian Key
3. El pastel de cumpleaños
4. La esperada fiesta
5. Cómo deshacerse de Ian Key
6. Una cita casi perfecta
7. Paranoia y vida Zen
8. Al diablo con el zen
9. Un largo día
10. El intruso
11. Amor licano
12. La excursión
13. Olvidados perdidos y en problemas.
14. ¡Vamos a morir!
15. Nueva oportunidad
16. Persecuciones
17. Sangrienta venganza
18. Empieza el juego
19 ¡Yo quiero una invitación!
20. Todo por un vestido
21. La busqueda del tesoro
22. Él no me gusta ¿o sí?
23. De nuevo a escapar
24. ¡Yo no la choqué!
25. La casa de los decapitados
26. Hora de revelar sentimientos
27. Te diré mil veces que te amo
Regalos y multimedia (cap. especial)
28. Una promesa
29. Algo de descontrol
30. ¿ Y a Sophie quién la cuida?
La oscuridad nos persigue
32. pTres mil litros de puddin de chocolate
33. Educación sexual
34. Quiero ser mejor
35. Tarde de chicos
36. La rebelión de Claudia
37. Nuevo semestre, nuevos problemas
38. Té con los Roach
39. El muro cae
40. Cambiar de sueños
41. Un voto de confianza
42. Bienvenida a Saint Abel
43. Desenmascarando a la princesa
Cantar o perder
46. Sombras del pasado
47. La decisión más difícil
48. El costo de los secretos
49. Igual a las novelas
51. Verdades que duelen
51. Buscando vías de escape
52. Un final y el inicio de algo nuevo
Epílogo

44. La casamentera

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By Hitto_

No se olviden de dejarme sus comentarios :D

Después de lo que había parecido un abrupto corte en el espacio temporal y continuidad de su vida, abrió los ojos con suma pesadez. Un ligero mareo acompañaba a la tensión de su cuerpo. Sus articulaciones apenas respondían y sus brazos y piernas parecían costales llenos de arena mojada. Poco apoco fue recuperándose, ya le había pasado en varias ocasiones y sabía que esa sensación pasaría pronto si se tomaba las cosas con calma.

Su principal preocupación era recordar el momento exacto en que había sucedido, y rogar que no se hubiese desmayado frente a gente causando una embarazosa situación. Su segunda preocupación, y la cual debía importarle más, era dónde se encontraba.

Miró a su alrededor, tardó en darse cuenta que una enfermera la acompañaba y le daba espacio para respirar.

— ¿Cómo te sientes? —le preguntó en cuanto la vio despejarse.

—Como si me hubiese desmayado —respondió moviendo perezosamente la boca.

—Pues eso te pasó exactamente, ¿te sucedió antes?

Sophie pensó qué decir, por supuesto le había pasado antes, pese a que su enfermedad no era grave, varias veces le había jugado situaciones como esas.

—No —negó incorporándose de a poco.

— ¿Comiste hoy? ¿Te sentiste enferma? —continuó con preguntas de rutina tomándole el pulso.

—No, bueno no desayuné, seguro es eso, ya estoy bien —mintió intentando escapar de la situación, lo último que necesitaba era que en ese colegio también se enterasen de su enfermedad, le impidiesen participar de actividades físicas por "precaución", o peor: la tratasen como una frágil muñeca.

Esquivando el resto de preguntas y revisiones innecesarias bajó de la camilla.

—Debes quedarte, ya llamaron a tus padres. —La detuvo la enfermera—. Estuviste inconsciente unos minutos, lo mejor es que te lleven al hospital. También traerán tu historial médico, se supone que deben entregarlo cuando te inscriben, pero no lo tengo. Por suerte el muchacho Daza te trajo rápido, aunque debió dejarte dónde estabas. Entró en pánico, creí que iba desmayarse también —le comentó riendo por lo bajo.

— ¿Vincent me trajo? —se sorprendió y volvió a sentarse al sentir que la debilidad la consumía —. ¿Ya se fue?

—No, quería quedarse aquí hasta que despiertes, pero lo mandé fuera.

Sophie se levantó con cuidado y salió al pasillo. Vincent permanecía apoyado contra la pared. Su pose de despreocupación no combinaba con la palidez de su rostro. Se había llevado un buen susto.

— ¡Vincent! —Sophie llamó su atención y se acercó lentamente, de nuevo se sentía mejor.

—Ah... sigues viva, nos vemos mañana, mejor guarda tus energías, la única forma de que sobrevivas es siguiendo mis reglas —espetó intentando dar media vuelta hacia la salida.

Sophie volcó los ojos y cruzó los brazos, Vincent ya no le causaba ni ira, ni repulsión, simplemente gracia.

—Ya deja eso, digas lo que digas no eres malo, solo pretendes serlo para verte interesante y la gente no te deje solo. Igual que Camila.

Arrogante dio vuelta hacia ella y se acercó para verla desde arriba.

—Eso no es cierto. Yo nací superior y le demuestro al resto la gran diferencia que existe entre ellos y yo.

—Mentira —exclamó sonriendo de medio lado—. De ser así no me hubieras ayudado, me habrías dejado ahí tirada para que me coman los pájaros.

—Fue para que luego no anden pensando que yo te hice algo. —Cruzó los bazos y desvió la mirada, mientras el calor invadía su rostro.

— ¡Gracias! —exclamó la muchacha e intempestivamente se colgó de él abrazándole el cuello—. Pese a lo que digas no eres malo, solo un idiota incomprendido.

—Suelta, no eres digan de tocarme. —Antes de poder separarla a la fuerza, alguien lo empujó al suelo.

Sophie retrocedió un paso a punto de caer y detuvo a Ian, quien de repente había llegado y presenciado la escena.

—No la toques —amenazó a Vincent.

— ¡Ian qué te pasa! —Sophie lo atrajo hacia ella, mirándolo con suma molestia.

—No te acerques a él, vamos —dijo tomándola de la mano y llevándola a la salida.

—Él me ayudó. —De un tirón separó su mano y se detuvo a medio camino.

—Ya lo sé, me llamó, por suerte venía en camino.

Sophie lo siguió pisando fuerte, indignada. Ian se notaba molesto y no tenía motivos.

— ¿Qué es lo que te molesta? —lo enfrentó.

Ian resopló y la esquivó unos segundos, organizando sus pensamientos.

—Que no estuve aquí, que pudo haberte pasado algo, que estés lejos de mí la mayor parte del día —enumeró con un tono seco en su voz.

— ¿Te molesta no ser el héroe que me salva a cada rato? No necesito que me andes cuidando como si fuese una inútil, y a mí también me molesta que no estemos en el mismo colegio, pero no podemos hacer nada al respecto al menos hasta fin de año.

Se sentó en una banca situada casi a la salida del colegio. Al notar que no lo seguía, Ian se detuvo y se aproximó a ella.

— ¿Qué? vamos, te llevaré a tu casa.

—Llamaron a mis padres, debo esperarlos —demostrando su enfado miró a otro lado, encontrando más interesante al pequeño pájaro que bebía agua de un charco.

El muchacho se sentó a su lado, apoyó los codos en las rodillas y cruzó los dedos.

— ¿Cómo te sientes? —sin dirigirle la mirada tampoco, preguntó casi en un murmullo.

—Bien, me bajó la presión supongo —por algún motivo sentía tristeza, Ian se encontraba tenso y molesto y estaba segura que no era porque ella hubiese abrazado a Vincent, él usaba esa excusa para soltar su frustración.

Él la abrazó y eso la reconfortó. Le correspondió con debilidad. Podría haber vuelto a desmayarse en sus brazos y en ningún otro lugar se hubiese sentido tan segura. De un momento al otro, ya no era ella quien buscaba reconfortarse en sus brazos, era él, quien se refugiaba en ese abrazo.

—Estás mal y no es por mí, ¿qué pasa?—le preguntó con súplica. Aquello le costaría esfuerzo, conocía su gran orgullo, el que le imposibilitaba abrirse o demostrar que había cosas que lo afectaban.

Antes que él pudiese responder, el auto de Thaly paró en la entrada.

Tiago bajó primero y al comprobar que su hermana seguía viva y en estado consciente, dio una vuelta por el colegio.

— ¿Sophie cómo te sientes? —Su madre le revisó el rostro con preocupación. Sophie agradecía que se tratase de Thaly y no de su padre, quien la hubiese llevado sin contemplaciones al hospital—. Te hicimos una trasfusión hace poco, se supone que esto no debería pasar. Te llevaré al médico. —Intentó jalarla con ella, pero Sophie se opuso.

—No es nada, sabes que pese a todo esto puede suceder, hoy olvidé tomar mis suplementos y no comí mucho. De verdad estoy bien, no me lleves; papá exagerará las cosas y me tendrá en cama un mes —se quejó.

Poco convencida Thaly aceptó, sabía lo mal que se sentiría Sophie siendo vigilada y postrada en una cama mientras le hicieran cientos de pruebas. Decidió dejarlo pasar por esa vez, pero le dio la advertencia que al más mínimo malestar una visita a la clínica sería inevitable.

Ian se mostraba ausente, la tomaba con fuerza de la mano y se limitaba a escuchar lo que Sophie y su madre conversaban con la enfermera.

—Mejor si esta noche duermes en casa, ya llamé a tu tía —decía Thaly mientras desactivaba la alarma del auto—. ¿Dónde está tu hermano? —en todas dirección buscó a su hijo y frunció el ceño al divisarlo abrazado de una chica de Saint Abel, mientras conversaba amenamente con otra. Soltando un pequeño grito de exasperación se dirigió hacia él—. Entra al auto —le ordenó.

—Me pones en ridículo —masculló Tiago señalando a las chicas con los ojos.

—Es la idea, ven. —Lo agarró de un mechón de cabello y lo llevó a rastras hacia la calle—. ¿Qué no puedo dejarte solo? Me doy la vuelta dos segundos y ya estas besuqueándote o abrazando a cualquiera, tienes catorce años, no puedes ser un mujeriego desde ahora, es más no deberías serlo nunca ¿Qué no puedes buscarte una novia?, ¿una sola? ¡No quince! —reclamaba abriendo la puerta y asegurándose de que él subiese.

—No es mi culpa, ellas me buscan, además no quiero tener novia, solo mira a Ian, es un baboso arrastrado que sigue a Sophie como su perro faldero —comentó y se calló al ver las amenazantes miradas que le dirigían, sobretodo Ian, quien pese encontrase abstraído le lanzaba pensamientos asesinos.

—Nos vemos mañana —fríamente Ian se despidió de Sophie y se dirigió a su motocicleta.

— ¿Qué es lo que le pasa? —Sophie le preguntó a su hermano, con él había pasado casi todo el día, tal vez lo sabía.

—No sé. —Se rascó la nuca—. Esta mañana lo llamaron y desde entonces anda algo tenso.

Los siguientes días el trato que recibió Sophie en el colegio fue relativamente normal; no la esquivaban, tampoco hablaban demasiado con ella. Por lo menos había recuperado su casillero y la gente no corría despavorida al verla.

Vincent y Camila faltaron a clases. Un supuesto viaje a Europa era la excusa que daba el colegio, pese a ser de conocimiento de todos que el enfrentamiento directo y palabras de Sophie los habían ahuyentado y no darían la cara hasta asegurarse de que Saint Abel era un terreno seguro.

Con el pasar de los días, Ian se comportaba menos esquivo y parecía regresar a la normalidad. Ya la visitaba con más frecuencia a escondidas, incluso se había disculpado por lo ocurrido días atrás.

El sábado Sophie regresó a su casa. Corriendo subió las escaleras y se tumbó de espaladas en su cama. Extrañaba ese lugar. Los días que no había permanecido ahí sirvieron para que la mucama dejase todo en perfecta pulcritud y se llevó una inmensa sorpresa al ver su muro de sueños en su lugar.

Era un muro nuevo, no cabía dudas, sin embargo, era bastante similar. Tenía las pulseras de amistad en su lado oscuro, el letrero con letras rosadas y negras, fotografías, y citas de amor en el lugar donde improvisadamente los había colocado en sus momentos de máxima inspiración. Las diferencias más grandes se encontraban en pequeños corazones de cartulina que adornaban el borde, con frases como: "Ian es lo máximo", "Sueño con Ian cada noche", "Quisiera ser como Ian", "Adoro la perfección de Ian". Eso delataba quién era el autor de tal obra.

Continuó contemplando el muro con asombro, recordando cada detalle y descubriendo nuevos.

Su plan de cinco pasos había sufrido una modificación. En lugar de "Participar en una audición", decía: "Cantar frente a cientos de personas"; además, tres de sus metas estaban tachadas: "Tener una mejor amiga de por vida", "Dar el primer beso" y "Ser la número uno en todo".

—Qué dulce, ¿así que ya aceptaste que soy perfecto? —la voz de Ian sonó a su lado y lo miró estupefacta.

— ¿Por qué lo reconstruiste? —le preguntó.

—Yo no fui, fue tu madre —explicó recostándose en la cama.

—No es cierto —Thaly se acercó a la puerta y negó la explicación de Ian—. Yo no hice nada, Ian vino hace dos días y lo armó de vuelta —le dijo a Sophie y se retiró dejando al muchacho enfadado. No quería que Sophie se lo imaginase cortando corazones en cartulina rosa y revisando en las fotografías que había tomado del muro, buscando replicarlo de la forma más exacta.

—Gracias, es... un gesto muy bello, pero, ya decidí que nada de esto vale la pena. —Acongojada se acomodó junto a él.

— ¿Por qué?

—Porque nunca lo lograré. No podré cantar, tampoco soy la número uno en todo. Me pateaste el puesto.

—Para mí eres la número uno. —Le acarició el rostro y por más que Sophie pretendía mostrase triste la sonrisa se le dibujaba sola—. No hay nada más importante que tú, tampoco para quienes te quieren. Además, como tu representante haré que cantes en público más pronto de lo que piensas. Te dije que participar en audiciones no es la única forma de ser conocida, por eso me tomé la libertad de modificar tu meta. Pronto tendrás que crear una nueva lista.

—Si es que logro cantar —dijo recalcando la inseguridad de esa posibilidad—. Aún me faltará una, y no lo sé, creo que cada día tengo nuevas metas, tendría que hacer una lista diaria.

—Pues hazla, mientras tanto enfoquémonos en esta. Pero ni pienses que me casaré contigo ahora, no importa que tu madre se haya casado joven, esperaremos unos años. —Presuntuoso se levantó de la cama y la sonrisa de Sophie se hizo más abierta.

— ¿Entonces aceptas que este es un anillo de compromiso? —Le mostró la sortija que se lucía en su dedo.

—Tómalo como quieras —nervioso intentó mostrarse indiferente y la muchacha se colgó de su espalda.

El timbre sonó y bajó con Sophie colgada de él como un bebé koala a la espalda de su madre.

Alan y Claudia coincidieron en la puerta. Ambos llegaban para pasar la tarde junto a sus amigos.

Claudia le dirigió un tímido saludo y en cuanto Ian abrió la puerta ella entró corriendo al interior.

— ¿Saben si hice algo para molestarla? —Alan les susurró a sus amigos, quienes negaron desentendidos—. Hace días que apenas me habla y sale corriendo en cuanto se queda a solas conmigo.

Sophie bajó de la espalda de Ian y miró en dirección a su amiga, quien esquivaba al resto hablando con Tiago.

—Los hombres son idiotas, seguro hiciste algo, Claudia no ignora a la gente —dijo Sophie negando con la cabeza y mirando con reprobación a su novio y su amigo. Sin pensarlo agarró a Claudia de la mano y se la llevó a la cocina—. ¿Qué fue lo que el idiota de Alan te hizo? —le preguntó dulcemente.

—Nada —aseguró rápidamente, sonrojándose y evitando la mirada inquisidora de su amiga.

—Me acaba de decir que no le hablas y que huyes de él, algo debió hacer.

Claudia cerró los ojos con sufrimiento. Avergonzada y asegurándose de que ella y su mejor amiga se encontraban solas le contó lo que sucedía.

—Es que... ¿recuerdas que me gustaba un chico? —le preguntó y Sophie asintió mostrándose más interesada a cada segundo, intuyendo lo que veía a continuación—. Pues es Alan. Me gusta desde hace tiempo, antes solo me gustaba un poco ahora... no sé, se pone peor ya ni puedo verlo sin sudar.

Sophie gritó con emoción. Por fin Claudia se confesaba. Era maravilloso y romántico, la dicha porque sus dos mejores amigos estuviesen enamorados era tan perfecta como en una novela de amor.

—Pues díselo, seguro que le gustas también.

—No, no puedo decírselo, seguro no le gusto, solo pasaré vergüenza y él me mirará raro, ya no podremos ni ser amigos —protestó con más nerviosismo, Sophie parecía maquinar algún tipo de descabellado plan para unirlos.

—Entonces debemos hacer que él se te declare. —Puso un dedo en su mentón ¿Qué clase de chicas le gustarían a Alan? Debía resaltar los mejores atributos de Claudia hasta que el despistado de su primo se diese cuenta de que era perfecta para él. Pensando en ello un infame recuerdo le vino como una cachetada: Camila. A ella también le gustaba Alan y a ella también le había prometido ayudarla.

El pánico cundió en su interior. Sus dos amigas estaban enamoradas del mismo muchacho y en cierta forma les había prometido a amabas el ayudarlas a conquistarlo. Era un enredo y ella lo había empeorado.

Claudia notó el rostro pálido de Sophie y creyó que podría desmayarse.

— ¿Sophie? —llamó su atención y se alivió al ver que su amiga respondía y poco a poco el color regresaba a sus mejillas—. ¿En verdad crees que puedes ayudarme? Es que... no lo sé, quiero estar con él y a la vez no, nunca tuve novio, tengo miedo, ni siquiera tuve una cita antes —le contó con algo de tristeza.

La palabra cita le trajo a Sophie otro recuerdo y las cosas se pusieron peor: Evan, a él le había prometido una cita con Claudia.

Ocultó su desesperación frente a Claudia, aunque en su mente gritaba y corría en círculos. Debía tachar "casamentera" de su lista de habilidades y futuras opciones de trabajo. Con una falsa sonrisa asintió y regresó a la sala. Evan ya había llegado y con un gesto en los ojos le recordaba que debía convencer a Claudia de salir con él.

— ¿Qué haces aquí? Vete. —Tiago se aproximó al recién llegado, sus palabras se cortaron cuando Grecia apareció de la nada y se abrazó fuertemente a él—. Hola Grecia —saludó a la pequeña con el poco aire que le quedaba, sin desprender la amenazante mirada del rostro de Evan.

— ¡Tiago, Tiago te traje pie! —Grecia interrumpió la silenciosa confrontación y llevó de la mano al muchacho hacia la cocina. Él no puso resistencia, para la edad que tenía, Grecia cocinaba realmente bien y no podía negarse a un postre casero.

Ian notó lo tensa y preocupada que se notaba su novia, antes de preguntarle el timbre volvió a sonar. Sophie corrió a la entrada y se sorprendió, en realidad se decepcionó, sus ruegos no habían sido escuchados. Esperaba que Camila se hubiese olvidado de la invitación o hubiese decidido no ir.

—Hola, qué pasó no fuiste al colegio estos días... —saludo buscando una forma de despejar sus nervios.

— Vincent no quería ir así que inventó nuestro viaje a Europa y como se supone que era un viaje familiar tuve que faltar también. —Volcó los ojos y miró tras ella—. Ya entra —llamó a alguien—. Espero que no te moleste, pero lo traje. —El arrepentimiento no se notaba en sus palabras y entró a la casa con pose altiva. Vincent apareció mirando alrededor con desprecio y cruzándose de brazos.

Todos los miraron con sorpresa y acusaron Sophie con un gesto. Claudia no los conocía, pero parecía que al resto no le agradaba para nada las visitas.

— ¿Por qué los invitaste? —Ian no ocultó su desprecio.

—Porque ahora son amigos, o algo así, Vincent es la mascota —espetó con burla.

Ian miraba con desdeño a Camila, no importaba que se hubiese hecho amiga de su novia, él había pagado cara su falsa acusación.

— ¿Ian podemos hablar? —preguntó destilando un aire pretencioso.

—No tenemos de qué hablar, mantente alejada de mí mientras estés aquí.

—Si tenemos. —Lo detuvo—. Lo siento, de verdad. Hace dos años era una inmadura mocosa de catorce años que quería siempre salirse con la suya, te hice daño y... lo siento, no sé qué más decirte. —Levantó los hombros.

—Sigues siendo inmadura y un lo siento no soluciona las cosas —tajante no la dejó continuar, fue hacia Sophie, para atraerla hacia él y mirar con desdén a sus ex compañeros de Saint Abel.

Alan puso una película, a diferencia de Ian, podía tolerar a su "nuevos amigos".

En cuanto se sentó, Camila se acomodó a su lado.

Sophie tomó de la mano a Ian y lo obligó a sentarse entre ambos.

Hasta decidir qué hacer, iba a mantener a Alan alejado de ambas muchachas.

Miró hacia sus dos amigas, ¿con quién debía estar Alan? Claudia era su mejor amiga y realmente se veía enamorada de él. A Camila la conocía recién, pero ella había conocido a Alan mucho antes, tenía más derecho por antigüedad. Se encontraba en una crisis ¿qué hacer? Sin duda necesitaba ayuda. Sin poner excusas corrió hacia la habitación de sus padres.

Como van???? ya falta por para acabar u.u

pero hay una secuela!!!! así que tendrán a Sophie, Tiago y compañía para rato. Igual compartan con sus amigos. Nos leemos! Mucks

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