One-shots Lucy Heartfilia

By Juniper_oneesama

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Historias variadas sobre nuestra maga celestial favorita. Portada temporal. More

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By Juniper_oneesama

— Felicitaciones Lucy, estas embarazada —cuando Grandine pronunció esas palabras el mundo de la maga estelar dio vueltas y más vueltas.

— ¿Qué? ¿estás segura?

— ¿Acaso no estas feliz? —preguntó ante la mirada de pánico de la rubia.

— Lo estoy, pero... todo está pasando tan rápido —Grandine le tomó las manos— ¿Cómo crees que lo tome? ¿podría enfadarse?

— Él jamás de enfadaría contigo y menos por eso, no sé cómo reaccionará, pero te aseguro que estará feliz.

Lucy se despidió de Grandine y volvió a su departamento en Magnolia, estaban viviendo ahí, mientras Igneel buscaba un lugar que le gustara. Ese día él había salido temprano y no le había dicho la razón, pero ella sabía que estaría bien y cómo sus malestares se habían hecho más seguidos decidió visitar a la madre de Wendy.

Se sentía tan extraña, el hecho de tener a alguien creciendo en su interior la hacía muy feliz. Tocó su plano vientre y sonrió. No tenía que pensar en cómo había sucedido aquello, ella lo sabía muy bien, aquella noche en la cueva, luego en la cabaña, en su apartamento, era de esperarse que sucediera algún día, pero todo era demasiado rápido y cuando su cerebro se daba cuenta de lo que su cuerpo estaba haciendo ya era demasiado tarde y se dejaba llevar también. Se sentó en su cama y recordó lo sucedido aquella noche, se sonrojó al recordar las caricias sobre su cuerpo. Abrazó una de las almohadas que tenía el aroma de Igneel y sus lágrimas comenzaron a brotar. Estaba muy feliz, pero también estaba asustada, no sabía cómo decírselo ni menos que reacción esperar de su parte. "¿Y si me deja?" pensó, "No, no puede dejarte, Grandine lo dijo: son parte el uno del otro". Peleó consigo misma y buscó una forma agradable de decírselo, pero no encontraba nada, estaba a punto de ir al gremio y preguntarle a Bisca como le había dicho a Al que estaba embarazada de Azuka. Pero mientras intentaba secar sus lágrimas Igneel entró por la puerta, su pánico no se hizo esperar al verla llorando, fue hacia ella y acarició su cabeza con temor, ella se metió entre sus brazos y estúpidamente volvió a llorar.

— ¿Qué tienes? ¿estás bien? —ella no respondió solo intentó contener sus sollozos y calmar su llanto—. Lucy, ¿estás enferma?

— Estoy bien —respondió mientras se abrazaba más a él. Igneel la movió un poco para mirarla a los ojos.

— ¿Qué tienes, amor? —ella sonrió, amaba cuando la llamaba así. Sus lágrimas cesaron y ella volvió a reír, mientras se abrazaba al confundido hombre—. ¿Estás segura de que estas bien? ¿no quieres que llame a Grandine?

Oh, oh, él había comenzado a entrar en pánico, siempre que no entendía aquellos extraños cambios de humor por parte de Lucy, llamaba a Grandine.

— Estoy bien, solo estoy un poco sensible —él asintió.

"Demasiado sensible" pensó el dragón con ironía.

— ¿Dónde estabas? —decidió cambiar de tema la rubia.

— Ah, eso... bueno —tomó sus manos con nerviosismo. Lo peor pasó por la cabeza de Lucy "va a dejarme" sacudió su cabeza para eliminar el pensamiento—. Todo esto ha pasado tan rápido, apenas nos conocemos hace un par de meses y han pasado muchas cosas —noto el pánico en la cara de Lucy—. Cálmate amor —besó su frente—. Eres muy importante para mí después de todo —tocó la marca en su cadera—. No hay ninguna fuerza en el universo que nos separe ahora, así que yo solo quiero que nos juntemos aún más —metió su mano en el bolsillo y saco una cajita de terciopelo azul oscuro, la abrió para mostrar el anillo en su interior, oro y piedras rojas, hermosos cristales lo decoraban. Lucy se quedó sin palabras—. Cásate conmigo —ella aún estaba muda y su silenció hizo que el corazón del dragón temblara. Vio las lágrimas en el rostro de su maga—. Si no quieres yo no puedo obligarte...

— No —interrumpió rápidamente—. No es eso... estoy muy feliz, claro que quiero casarme contigo —él suspiró aliviado y se fundieron en un abrazo, la besó con pasión y con amor.

— ¿Aún lloras de felicidad?

— Sí, me han pasado buenas cosas hoy.

— ¿En serio? Yo aún tengo otra sorpresa.

— ¿Otra más? ¿es qué no te cansas de hacerme llorar?

— Mientras sea de felicidad, me encanta hacerte llorar —ella rió—. He encontrado una nueva casa.

— ¿De verdad?

— ¿Quieres verla? Está un poco lejos de Magnolia, pero puedes ir al gremio siempre que quieras —caminó con él hacia la puerta, dejaron las calles de magnolia y se internaron un poco en el bosque, Igneel le vendó los ojos.

— ¿Y esto, por qué?

— Te dije que era una sorpresa —tomó su forma de dragón y volaron por algunos minutos.

Cuando él se detuvo y la dejó en tierra, la hizo caminar hacia adelante un par de pasos antes de volver a su forma humana. Deslizó la venda de sus ojos y ella abrió la boca.

— Natsu y Gray dijeron que este lugar era hermoso y tenía suficiente espacio para que nadie nos molestara.

— ¿Natsu y Gray? —el pelirrojo asintió.

— Erza ayudó con la reconstrucción, después de todo, Fairy Tail no es bueno solo destrozando edificios, sino que también han reconstruido su gremio muchas veces —Igneel miró como Lucy sonreía y luego ella se lanzó a sus brazos y le besó—. ¿Ya no lloras?

—Creo que me he quedado sin lágrimas —él rió. Lucy observó su antigua casa, La mansión Heartfilia en toda su extensión, Igneel la tomó en sus brazos y entraron por la puerta principal. Todo estaba tal y como ella lo recordaba, era lindo volver a casa y más con tu compañero de toda la vida.

— Me agrada que sea espaciosa —comentó de pronto el mayor— Podríamos hacer grandes fiestas.

— Creo que estas visitando el gremio muy seguido. Si, es agradable, después de todo, necesitaremos más espacio.

— ¿Por qué lo dices? —ella respiró profundo, bajo de sus brazos y lo miró a los ojos.

— Estoy embarazada —el rostro de Igneel quedó completamente en blanco.

— ¿Estás completamente segura?

— Grandine me lo dijo hoy, tengo dos semanas de gestación — la maga estelar cerró los ojos esperando lo peor. Pero lo único que sintió fueron los labios del hombre aprisionando los suyos y el calor de sus manos en su cintura—. ¿Ahora eres tú el que llora? —preguntó mirando como una lagrima se deslizaba del ojo del dragón.

— Es de felicidad amor —la apretó en sus brazos y le dio una vuelta en el aire—. Tenemos que celebrar esto.

— ¿Qué?

— Tenemos casa nueva, nos comprometimos y vamos a ser padres, este es el mejor día de mi vida.

Igneel subió las escaleras con ella en sus brazos y abrió la puerta de una habitación de una patada, la puso sobre la cama y la besó. Antes de que Lucy se diera cuenta, estaba desnuda entre los brazos de su prometido.

Cuando cayeron rendidos, ella se quedó dormida, pero él llamó a Metalicana y lo invitó a su nueva casa. Nunca lo había invitado, eso debía ser grave. Le contó el suceso y el dragón llegó con botellas de licor para celebrar, se las bebieron entre los dos. Cuando Lucy despertó y los vio riendo sentados en el bar. Estuvieron ahí por tres días, a pesar de la resaca seguían bebiendo, al final del segundo día se habían bebido hasta el vino que antes producía una empresa de su padre y que aún estaba guardado en la casa. Lucy llamó a Grandine para que se llevara a Metalicana y ella se llevó a Igneel a la habitación a duras penas.

— Lucy, amor —susurró él cerca de su oreja—. ¿Cuándo crecerá tu pancita?

— En varios meses Igneel. Ahora ayúdame a llevarte arriba, eres muy grande —subieron por las escaleras y Lucy lo metió al baño, abrió el grifo del agua fría y el gruñó cuando hizo contacto con su piel caliente, la jaló a ella con él y terminaron ambos empapados, pero por lo menos le sirvió para regresar al dragón a la normalidad, aunque con la resaca que implicaba tres días de trago.

Después de eso, Lucy no salió de casa en varios días, ya que Igneel decía que podía ser peligroso para ella o el bebé.

— Por favor —pedía con ojitos de cachorro.

— Lucy...

— Por favor, solo será un ratito, después de que vaya con Grandine.

— No lo sé, ellos son muy extraños ¿Y si te implican en una de sus peleas?

— ¡Estaré bien, por favor! Déjame ir —parecía una adolescente pidiendo permiso a su padre para ir a una fiesta. Pero en cierto modo le gusta el hecho de que la protegiera tanto.

— Está bien... pero te acompañaré —ella hizo una mueca—. Te dejaré con Grandine y luego pasaré por ti para ir al gremio ¿Te parece? —ella sonrió.

— Si —tomó su bolso—. Debes pensar una forma para decírselo a Natsu.

— Eso será fácil.

— Es Natsu.

— Si ya maduró lo suficiente como para casarse, supongo que sabe lo que pasa después —los dos se pusieron a reír.

Cuando dejó a la rubia con Grandine, él volvió a casa a pensar en una manera para contarle a Natsu, pero en cuanto entró en la casa, se sintió muy solo, aquel lugar era demasiado grande y sin Lucy se sentía vació. Salió a pasear por el jardín y caminó durante horas.

Grandine examinó a Lucy como de costumbre, pero había algo extraño en esta visita. El olor de ella se había vuelto intenso por el embarazo, pero esta vez estaba mucho más intenso. Probablemente Igneel se había dado cuenta y por eso no la había dejado salir de casa durante dos semanas.

— Lucy, ¿algún malestar extraño?

— No, lo normal, mareos de vez en cuando, cambios de humor y mucha sensibilidad.

— ¿Qué te produce mareos?

— Hmm... —ella pensó—. A veces mis comidas favoritas me dan asco, algunos colores y olores, tuve a Igneel dos noches en otra habitación porque su olor y el color de su cabello me producían nauseas —Grandine suspiró, pobre Igneel, que la mujer que amas te diga que le das asco no parecía ser agradable.

— Eso es normal, aunque Igneel debió de sentirse muy mal —comentó la mayoría.

— Él entendió al final, aunque esperaba a que me durmiera, volvía a la habitación y se iba antes que yo despertara.

— Sabes Lucy noto algo extraño en tu embarazo —la cara de la nombrada se llenó de miedo—. No, no es nada malo, no te preocupes, es solo que tu aroma está demasiado intenso y eso me preocupa un poco, puede ser por las hormonas, pero me gustaría examinarte de todas formas —la rubia asintió un poco más tranquila y la dejó hacer su trabajo.

La dragona puso sus manos en el vientre de la rubia y cerró los ojos, se concentró en todas las sensaciones, hasta que encontró lo que buscaba, el feto en el útero de su amiga. Suspiró aliviada y dejó a Lucy.

— ¿Qué sucedió? ¿está todo bien? —preguntó la futura madre.

— Todo está bien —sonrió—. Me alegro que su casa sea muy grande, tendrás dos bebés.

La rubia atónita se tocó el vientre y luego sonrió, abrazó a Grandine en medio de saltitos. Estaba muy feliz, ahora no serían tres, serían cuatro. Se escucharon un par de golpes en la puerta. Grandine abrió y se encontró a Igneel, Lucy tomo sus cosas, se despidieron y fueron juntos hacia el gremio.

Lucy caminó hacia las chicas e Igneel fue a hablar con Natsu. Después de que el pelirosa gritara a todo el gremio que ella estaba embarazada, se armó una gran fiesta. Lucy e Igneel estaban juntos en una parte cerca de la barra.

Igneel abrazó a Lucy por detrás y puso sus manos cerca de su vientre y la acarició con suavidad.

— No puedo esperar a que este pequeño salga de ahí.

— Pequeños —corrigió con una sonrisa.

— ¿Qué?

— Hoy cuando fui a ver a Grandine, antes de venir al gremio, me dijo que eran dos. Tendremos mellizos o gemelos.

Él sonrió antes de darle la vuelta a la mujer en sus brazos y besarla.

— Quieres calmarte, pareces dragón enjaulado —decía Natsu mientras miraba como Igneel iba de un lado a otro de la habitación—. Ella estará bien, Grandine y Wendy están ahí, a propósito ¿por qué estás tú afuera? ¿eres el padre no?

Todos los miembros de Fairy Tail estaban en la mansión Heartfilia esperando al nacimiento de los bebes de Lucy e Igneel. Ella había entrado en labor de parto, por fortuna Grandine estaba de visita, inmediatamente mandó a Igneel a buscar a Wendy y la pequeña Dragon Slayer llegó con todo el gremio detrás de ella, todos traían regalos para la madre y los pequeños. Grandine y Wendy habían dejado afuera al padre y no le permitían entrar.

— Ellas no me dejan entrar porque dicen que contagio a Lucy con mi nerviosismo —un grito se escuchó en la habitación—. ¿Lucy? —Igneel corrió a la puerta—. Grandine déjame entrar.

— ¿Promete no desmayarse? —preguntó alguien desde adentro.

— Lo prometo, además, ¿por qué me desmayaría?

Wendy abrió la puerta e Igneel entró. Su mirada se posó en Lucy quien estaba recostada en la cama, su rostro estaba pálido y con una ligera capa de sudor cubriendo su frente, ella hizo una mueca de dolor y él se acercó para tomar su mano.

— Vamos Lucy, ya falta poco —animó Grandine. La maga gritó una vez más y ahora fue Natsu quien preguntó desde afuera.

— Igneel, ¿estás bien?

— Fue Lucy quien gritó, idiota —afuera se formó un gran silencio—. Tranquilo cariño, respira profundo, no es tan doloroso —la rubia miró a su prometido con furia.

— Eso lo dices porque no tienes a un bebé saliendo de tu cuerpo —el dragón se incomodó al notar que ella tenía razón. No debería ser muy agradable tener a un pequeño de más de tres kilos saliendo de la parte baja de tu cuerpo. Aunque por la cara de Lucy, más que dolor se veía feliz y si limpiabas la capa de sudor de su rostro, ella estaba radiante.

— Ya viene —anunció la mayor. Igneel se situó tras la dragona para ver el nacimiento de su primogénito. Vio a Grandine sacando algo de Lucy—. Es un niño —le anunció a su madre—. Corta aquí —dijo extendiéndole una tijera al hombre para que cortar el cordón umbilical de su bebé y después de eso, el pequeño comenzó a llorar, Grandine se lo dio a Wendy para que lo limpiara.

Al escuchar el primer llanto del bebé afuera se formó un jaleo impresionante. Pero todos se quedaron en silencio cuando Lucy soltó un nuevo grito de dolor.

— ¿Estás bien? —preguntó el pelirrojo mientras apretaba su mano nuevamente.

— Sí, solo un poco cansada.

— Bien Lucy, aquí viene el segundo —dijo la mujer de cabello plateado con una sonrisa en su rostro. El parto comenzó de nuevo y en cuanto se escuchó el llanto del segundo bebé Igneel se acercó a Grandine para repetir el mismo proceso que con el anterior—. Es una niña muy hermosa.

Lucy suspiró cansada antes de dejar caer su cabeza en la almohada, su respiración estaba agitada, pero se veía una hermosa sonrisa en su rostro. Wendy se acercó a Lucy para limpiarle la frente mientras que Grandine le ayudaba a Igneel a darle el primer baño a sus hijos. Cuando el primero estuvo listo, medido y pesado, Wendy se lo llevó a Lucy. La maga se incorporó con un poco de dificultad en la cama y tomó al niño entre sus brazos. Luego Igneel se acercó con la niña y se sentó a su lado.

La puerta se abrió y los miembros del gremio entraron, se quedaron observando a los pequeños bebes y los nuevos padres hasta que Grandine les dijo que Lucy debía de alimentar a sus bebes y que se retiraran hacia la sala. Igneel miró maravillado como su esposa amamantaba a sus hijos, que se quedaron profundamente dormidos, los dejaron al lado de Lucy quien los miraba encantada. Él se recostó al lado de Lucy y ella apoyó su cabeza en su pecho.

— Son preciosos —susurró encantada la maga estelar.

— Igual que su madre —hizo una pausa—. ¿Estás cansada?

— Un poco.

— Debes dormir, yo me encargaré de los del gremio —dijo mientras se ponía de pie. Lucy le tomó de la mano.

— Deja que Erza se encargue de mantenerlos a raya. Quédate conmigo —Igneel se recostó nuevamente y la abrazó por detrás, quedaron mirando a sus hijos de costado. Sintió como la respiración de Lucy se hacía más tranquila, hasta que se quedó dormida.

Natsu abrió la puerta suavemente y se encontró a los cuatro en la cama.

— ¿Está dormida? —señaló a Lucy. Su padre asintió.

— Está muy cansada. ¿Podrías hacerte cargo de las cosas? —le preguntó al pelirosa.

— Erza los tiene bajo control y Mira está cocinando la cena para todos —se acercó a los bebés—. ¿Cómo les pondrán?

— Aún no tenemos los nombres, no sabíamos que serían, pues nunca se mostraron, así que ¿qué te parece mantener a los locos bajo control y hacer una lista o una votación con nombres para mis hijos?

— Claro, no hay problema —Natsu caminó hacia la salida.

— Natsu, siempre serás mi primogénito —el dragon slayer respondió con una sonrisa.

— Lo se papá y aunque a Luce no le guste seguiré molestándola y diciéndole mamá.

Desapareció de la habitación. El pelirrojo acarició el cabello de Lucy durante mucho tiempo, hasta que ella despertó de su sueño.

— ¿Aun no despiertan? —dijo mirando a los pequeños.

—No, han estado así desde que se durmieron —ella se estiró un poco entre los brazos de Igneel—. Los del gremio escogerán los nombres.

— ¿En serio?

— Sí, se los pedí a ellos —mientras él hablaba Erza entró a la habitación con un papel.

— Son los nombres ganadores.

— Gracias Erza —agradeció Lucy, pero ella se fue rápido pues escuchó una pelea en el piso de abajo.

— Layla y Ryu—leyó el contenido del papel—. Me gustan ¿y a ti Igneel?

— Creo que les quedarían perfectos.

En el primer piso los magos de Fairy Tail hacían una fiesta para celebrar. Los nombres ganadores habían sido propuestos por Natsu y Levy.

— Mamá —una somnolienta Lucy abrió los ojos y miró a su pequeña que estaba a su lado.

— ¿Qué pasa cariño?

— Tuve una pesadilla... soñé que Ryu me dejaba solita en el bosque —dijo mientras secaba sus lágrimas de sus ojitos color chocolate. Su desordenado cabello rojizo caía por encima de sus hombros.

— Él nunca te dejaría sola Layla—miró a su hija con una sonrisa—. ¿Dónde está tu hermano? —la niña apuntó hacia la puerta, había un niño de ojos jade y cabello rubio, asomando su pequeña cabecita por la puerta entreabierta—. Vengan aquí, mis amores.

Los niños se subieron a la cama y Lucy comenzó a separarse de Igneel, pero él la sujetó entre sus brazos con más fuerza, pegándola más hacia él.

— Igneel, amor —lo despertó suavemente.

— ¿Qué sucede? —preguntó abriendo un ojo. Su esposa señaló a los dos niños que esperaban a que él la soltara para meterse en medio— ¿Qué hacen aquí pequeños?

— Tuve una pesadilla —murmuró la pelirroja.

— Tuvo una pesadilla.

Igneel rió por la coordinación que tenían sus hijos al hablar, se separó de Lucy lo suficiente como para que los niños se metieran en medio. Ambos hermanos pegaron sus frentes y cerraron sus ojos, abrazándose el uno al otro. Un golpecito se escuchó en la ventana.

— ¿Lucy?

— ¿Happy? ¿Qué sucede? —preguntó la maga mientras el felino abría la ventana.

— Haru no para de llorar y no puedo dormir, ¿puedo dormir con ustedes?

Haru, el pequeño bebé de Natsu y Lisanna, tiene dos años y es igual de desastroso que Natsu, se parecía mucho a él, pero con los ojos azules de su madre.

— Está bien, ven aquí, entre los mellizos —el gato voló hacia la cama y se metió entre los dos niños, quienes lo abrazaron dormidos.

— Necesitaremos una cama más grande...

— ¿Por qué lo dices? —la confusión se notaba en el rostro de la rubia.

— Si Happy viene a casa porque no puede dormir, no me sorprendería tener a Natsu en nuestra cama también —ella rió despacio—. Además, quiero que nuestra familia siga creciendo —miró a su compañera con una pícara sonrisa.

— Tenemos mucho tiempo para eso ¿no que los dragones viven un largo tiempo?

— Tienes razón, vivimos mucho tiempo, pero yo no soy una persona paciente —estiró su mano y la metió bajo la camiseta del pijama de la rubia, tocó con suavidad su pecho, ella dio un respingo, luego la guio a su espalda y bajó hasta acariciar su trasero. Volvió a subir su mano y la dejó descansar en la cintura de la rubia. Se levantó hasta poder susurrar en su oído muy bajito para que nadie excepto ella oyera—. No sabes las ganas que tengo de llevarte a otra habitación y hacerte el amor.

— Igneel... los niños... —susurró con un notorio sonrojo.

— Lo sé amor, lo sé. Ahora es mejor que duermas, mañana es un gran día —en efecto lo era, ese día cumplirían tres años de casados.

Habían celebrado una boda en el jardín de la mansión, todo el gremio estaba ahí, y compañeros de otros gremios también. Muchos aún no habían aceptado el hecho de que esa preciosa rubia que entraba hacia el altar tenía dos hijos y estaba a punto de casarse. Todo era muy simple, pues Lucy no había cambiado después del parto y como le dijo Kana una vez, la maternidad la hacía más hermosa de lo que ya era, claro que después se había puesto a gritar que quería un dragón para ella.

Lucy no podía pedir nada más, tenía una hermosa familia, grandes amigos, un hombre que la amaba y dos hermosos hijos, aunque claro, ese era solo el comienzo de sus vidas, después de todo, Igneel planeaba llenar la casa de niños y ella, bueno ella estaba contenta con todo lo que la vida le había dado. En cuanto al plan de Igneel, tenían mucho tiempo, pues mientras ninguno de los dos muriera todo estaba bien, podrían tener hijos por el resto de sus vidas, pero los dos pequeños que dormían entre ellos eran su nuevo futuro y también el comienzo de una nueva generación de Fairy Tail, porque después de tanto ir al gremio, de seguro querrían entrar también...



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