Jo no es nombre de chico(Edit...

By Silvermelon

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Jo es una chica terriblemente malhumorada, irónica, cínica y algo amargada, que tras el divorcio de sus padre... More

Aviso antes de leer
Jo no es nombre de chico.
1. Triple.
2. Peleas de hermanos.
3.Drama queen.
5. Malas noticias, L.
6. Confusión total.
7. ¿No sabes bailar?
8. El baile.
9. Confesiones nocturnas.
10. Un móvil muy poco oportuno.
11. BFF
12. Una visita inesperada.
13. La semana universitaria.
14. El lago.
15. La santa trinidad.
16. Día apestoso.
17. Bienvenido Mister Prislow.
18. Venganza
19. ¿Quién dijo portarse bien?
20. Reconstruir es morir.
21. Pillado.
22. Cotilla en potencía.
23. Un mensaje y un plan.
24. Un amargo regalo.
25. La burbuja de cristal.
26. Volver.
27. Campaña electoral.
28. Let's go to the mall.
29. El baile de invierno.
30. New York can't wait.
31. Fin de año.
32. ¿Y ahora que?
33. A de Ángel.
34. Lizzie contra la rubia descafeinada.
35. Jo mete la pata de nuevo.
36. El apagón.
37. Jack y solamente Jack.
38. La noche de los colegas.
39. ¿Un final feliz?
40. Una noche loca, un baile de máscaras y una amenaza.
41.Una declaración de tregua, una de amor y una invitación.
42.El baile de máscaras.
43. Ian mete la pata otra vez.
44. El sustituto.
45. ¿Entonces con quién estas saliendo?
46. Tropezando con la misma piedra.
47. El baile de debutantes.
48.Love is in the air.
49. Vuelta a la normalidad.
50.El error.
51. Una pareja de tres.
52. La ola de calor (Primera parte)
53. La ola de calor II.
54.Ola de calor (III)
55.¿Tranquilidad?
56. Jo es nombre de perra.
57. La verdad.
58. Lizzie contra Jo.
59. Una noche mágica.
Epilogo.
Premios watty!!!!
Segunda temporada.

4. El código.

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By Silvermelon

4. El código.

Intenté reprimir las lágrimas. Ya era suficiente humillación tener yogurt en el pelo, como para ponerme a llorar como una cría indefensa. Con toda la dignidad de la que fui capaz me di la vuelta todavía con todas las lacayas de Lizzie haciendo fotos y sus risas agudas resonando en mis orejas.

Había perdido.

Me dirigí rápidamente a mi habitación para limpiarme las heridas de guerra mientras rezaba por que no hubiera nadie. No me apetecía dar explicaciones sobre lo que acababa de ocurrir, y menos que enterara más gente.

Pero cómo siempre, mi mala suerte jugo en mi contra. Tanto Jack como Ian se encontraban sentados en el sofá parloteando sobre la liga de lacrosse entre institutos que comenzaría ese otoño y que me interesaba aún menos que la vida sentimental de Elizabeth.

— ¿Qué te ha pasado? —Preguntó Jack sin perder la sonrisa de sus labios. Seguro que cómo siempre encontraba muy divertida la situación. — ¿Sigue habiendo novatadas para los nuevos?

— ¡Su novia loca cree que quiero robarle su estúpido trono o lo que sea eso!— Exclamé yo enfadada señalando a Ian. Tal como dicen, si no puedes vencerles únete a ellos, y ya que no podía hacer nada para que los dos chicos se marcharan de la habitación, decidí sentarme en la butaca desocupada y despotricar todo lo que pudiera de la desequilibrada novia de Ian.

— ¿Eso te lo ha hecho Lizzie?— Preguntó Ian asombrado.

Jack por otro lado no parecía para nada asombrado, de hecho, el mismo me había advertido que no debía haberme metido con Lizzie en el comedor el dia anterior. Y ahora estaba pagando las consecuencias.

— ¿No es lo que acabo de decir? —Pregunté sarcásticamente. Necesitaba una ducha, argumenté. Y una infusión relajante antes de que fuera a por Lizzie y le hiciera comer yogurt hasta que suplicará clemencia. —Juro que voy a agarrarla de los pelos y dejarla calva.

—Tranquila novata— Respondió Jack firmemente. — Aquí la violencia no está muy bien vista. Incluso contra Lizzie. Además ella es inmune.

— ¿Inmune?—Pregunté de forma brusca. ¿Qué tenía Lizzie de especial para ser inmune? ¿Incluso la directora le tenía miedo?

—Su madre es la directora. Solo que utiliza su nombre de soltera. Se divorció del señor Kurt hace años. — Informo Ian haciendo que mi sistema nervioso experimentara el segundo colapso del día.

No solo había iniciado una guerra contra la víbora más letal del internado, sino que también estaba protegida por la directora.

—Hablaré con ella y le dejaré las cosas claras. — Anuncio Ian levantándose del sofá para buscar su iphone por la habitación.

— No creo que sirva de mucho. He intentado razonar con ella, y he acabado con yogurt en la cabeza. — Respondí yo bruscamente mientras señalaba mis mechones de pelo manchados por ese mejunje extraño.

—A mí me hará más caso, créeme. — Ian no levanto la cabeza de su móvil mientras tecleaba sobre la pantalla. Suspiré tratando de calmarme. Ian iba a arreglar esa situación. En el fondo, él me lo debía tal y cómo se había portado el primer día.

—Necesito una ducha. — Suspiré levantándome del sofá mientras me estiraba perezosamente. La opción de fingir una enfermedad terminal y no salir de la cama en todo el curso estaba cobrando fuerza en mi cabeza.

— ¿Necesitas ayuda? —Preguntó Jack esbozando una sonrisa traviesa que consiguió que mis mejillas se enrojecieran. ¿En serio Jack estaba tan desesperado cómo para verme atractiva aunque estuviera cubierta de yogurt?

Ian le dirigió una mirada asesina a su amigo apelando a la calma, seguramente por orden de mi hermano.

—Recuerda el código, Jack. — Sentenció Ian seriamente haciendo que a Jack se le borrara la sonrisa.

— ¿Has oído hablar alguna vez del código de los tíos, Jo? —Preguntó de forma irónica Jack haciendo que pospusiera la hora del baño un poco más.

Iba a recibir una verdadera clase de comportamiento masculino.

— ¿Eso existe de verdad? Pensaba que erais más primarios que eso. — Admití yo volviendo a sentarme en la butaca con las piernas cruzadas.

— Ian y yo pensamos que si vamos a ser compañeros durante todo el trimestre deberías conocer las reglas.— Por la cara de Jack supe al instante que aquello no era un Ian y yo, era más bien un Peter, tu hermano sobreprotector e Ian quieren darte el pelmazo con las normas.

— ¿Cómo tío o como invitada?— Pregunté esbozando una sonrisa traviesa cuyo objetivo era provocar a Jack, y por supuesto molestar a Ian.

— Eso puedes escogerlo tú.- Dijo Jack acercándose a mí desde el sofá cómo si me estuviera contando algo secreto que no debía de salir de entre nosotros.

Aquello consiguió que soltase una carcajada, algo totalmente inesperado teniendo en cuenta todo lo que había pasado aquel día.

—Primero olvida las normas del colegio. En este pequeño paraíso se puede hacer de todo. Puedes fumar, beber, traer a chicas... O a chicos en tu caso. — Ian tosió para hacerle una señal a Jack. Seguro que ese comentario estaría censurado por mi hermano. Jack actuó como si no se hubiera dado cuenta y continúo con su discurso. — Pero hay una serie de normas o códigos de colegas que tendrás que respetar.Por ejemplo, no dejar solo a un colega borracho, ni permitir que llame a su ex borracho, ni dejar que se lie con un cardo cuando esta borracho..

— ¿En serio tenéis eso escrito? —Pregunté anonadada sin poder evitar las carcajadas. Sinceramente estaba sorprendida. Siempre había pensado que la amistad masculina era más simple que una serie de normas.

— ¡Claro! Es como la biblia de la amistad masculina. — Dejó Ian solemne mientras ponía una mano en el pecho.

— ¿Y que hay? ¿Es decir, qué normas o mandamientos tenéis que seguir?

—Son demasiado extensas, podríamos estar aquí hasta mañana citándotelas. Pero vamos se pueden resumir en tres.

—Ayudar siempre a un amigo borracho. — Citó Ian de memoria.

—Nunca enrollarte con la chica de un amigo, ni ex novia ni siquiera amor platónico. —Dijo Jack riéndose.—Una vez que una chica este pedida el otro pierde todos sus derechos.

— ¿Pedida?— Pregunté yo indignándome fingidamente. — ¿Cómo cualquier objeto de un catálogo? Tenéis demasiada autoestima. ¿Y la voluntad de la chica?

—Vamos, nadie se restaría a nuestros encantos— Contestó Jack poniendo pucheros.

— ¿Y la última?— Pregunté yo con curiosidad. Un silencio tenso invadió la habitación, mientras Jack e Ian se miraban. Jack finalmente hizo un gesto con la mano a Ian para indicarle que era su turno de decirlo.

—La hermana de un colega es sagrada. — Respondió Ian encogiéndose de hombros. Mi hermano había hablado con ellos, estaba claro. Y mientras que Ian estaba de acuerdo con todas esas normas estúpidas, Jack parecía más reacio.

— ¿Esto es obra de mi hermano, verdad?— Pregunté cabreada levantándome bruscamente del sofá. El buen momento me había durado poco ahora que sabía que era una de las obras de Peter.

¿Pero por qué me enfadaba? Me tenía que dar igual lo que mi hermano fuera diciendo, por que independientemente de aquel estúpido código, y de cualquier norma dictada por mi hermano, yo tenía un novio al que quería y respetaba en Nueva York, y quien me había jurado esperarme.

La sangre hervía por mis venas, totalmente contraria a los pensamientos racionales que trataba de evocar en mi cerebro.

—Tu hermano es un poquito sobre protector. — Comentó Jack sonriendo levemente. — Nos ha echado un discurso bastante extenso y pesado sobre cuidarte y protegerte... de nosotros.

— De ti. — Corrigió Ian mirando a Jack con una sonrisa.

—No es necesario que mi hermano me proteja. — Dije bruscamente.

— Además es una norma escrita. No todo gira en torno a ti y tu mundo. — Contestó Ian desde el sofá.

—Habla el de la novia egocéntrica y ataca inocentes. — Respondí atacándole mientras señalaba a mi pobre e inocente pelo.

—Venga niños, no os peleéis. —Dijo Jack en tono conciliador.

— Me voy a la ducha. Y por cierto, no os tenéis que preocupar de romper vuestra bonita amistad con mi hermano. Tengo novio, y no pienso liarme con nadie. ¿Ya estáis a gusto?

Sin esperar ninguna respuesta, me metí en la ducha con peor humor que con él había entrado.

Estaba enfadada con el mundo: con Lizzie por ser tan zorra tirándome el yogurt, con Jack y con Ian por aquella especie de encerrona, y sobre todo con mi hermano por no dejarme respirar.

Había llegado allí buscando algo de independía y libertad, y era peor que una prisión soviética.

Lo que en realidad me molestaba no era aquel estúpido código, las normas estaban para romperse y estaba claro, que como hombres, Ian y Jack eran fácilmente manipulables para romper cualquier norma si yo quisiese. Lo que de verdad me molestaba era la actitud de mi hermano, tratándome cómo si fuera algo suyo. El royo de hermanito sobreprotector podía colar cuando tenía catorce años, pero a punto de cumplir diecisiete, resultaba bastante patético.

Todo se remontaba a nuestra más tierna infancia. La historia es la de siempre en el Upper East side, padre trabajando muy duro para mantener su imperio, madres ociosas cotillas y reinas de las galas benéficas y lucir modelito, y niños desatendidos en medio de un mundo de escándalos, vicios y tentaciones. Mi hermano me había cuidado como un padre, cuando mis verdaderos progenitores no me habían hecho demasiado caso. Pero ahora era mayor, y ya no llevaba esas dos estúpidas coletas de niña, podía cuidarme yo sola.

Cuando salí de la ducha por suerte, ninguno de mis dos estúpidos compañeros de habitación estaba en casa. Pero para mí sorpresa Robert estaba apoyada en la butaca mirando fijamente la pantalla de su móvil.

— ¿Qué haces aquí?— Pregunté bastante asombrada mientras sujetaba con más fuerza para que la toalla no cállese. Mis mejillas se colorearon levemente por el hecho de que solo estaba llevando una toalla encima. —¿Mi hermano no ha hablado contigo y te ha exigido que te mantengas lejos de su pequeñita?

Robert ignoró por completo mi pregunta y siguió con los ojos fijos en la pantalla del móvil.

— Tu pequeña escena con Lizzie acaba de llegar a las mil visitas de youtube. — Levantando un poco los ojos, y con expresión extraña agregó. — ¿Por qué iba tu hermano a hablar conmigo?

Puse los ojos en blanco y me apresuré a mi habitación a vestirme. Iba a llegar tarde a las clases de la tarde.

— Parece que ha vuelto su vena sobre protectora. ¿Han escrito algo de mí?- Pregunté con curiosidad atreves de la puerta mientras me ponía otra vez el uniforme.

Que hablen de ti es importante, incluso si dicen cosas malas. Y estaba rompiendo récords en aquel colegio.

— Han descrito toda tu conversación con Lizzie por Internet. Además de que es el tema de conversación principal del internado.

— Es una perra. — Gruñí yo con asco.

—Y de las malas. — Añadió Robert arqueando las cejas. —Y estáis a empates.

— Eso significa que me dejara en paz, ¿verdad?— Pregunté mientras me peinaba un poco el pelo. Tenía un aspecto de mierda, pero demasiado poco tiempo. No me había dado tiempo a secarme el pelo, y ahora estaba goteando toda la habitación. Confiaba en el calor de finales de verano para secarme el pelo rápidamente, y dejarlo medianamente aceptable.

—Lizzie nunca deja en paz a sus víctimas hasta que no gane.

—Que buena persona. —Contesté de forma irónica cerrando la puerta de mi habitación detrás de mí. — Podíamos dejarlo a empates. Cada una con su vida. Yo haría el gran sacrificio de dejar de hablar a Ian.

La clase de literatura comenzaba en 15 minutos, e íbamos con un poco de retraso si teníamos que atravesar todo el campus hasta el edificio principal. Aunque al menos iba con Robert, quién tenía cierta experiencia en el internado, por lo que no iba a perderme dando vuelas en el edificio principal.

— Lizzie no puede ser igual a nadie. Siempre tendrá que ser superior. — Contestó Robert frunciendo el ceño. — Créeme, la conozco muy bien.

—Llevo a penas un día aquí, y no me apetece idear planes maléficos para acabar con nadie. —Dije cansinamente. — ¡Debería de estar haciendo amigos no enemigos!

—Tú misma lo has dicho, esto es la selva. O matas o te matan. — Contestó firmemente Robert clavando sus ojos marrones en los míos para remarcar su mensaje. Estaba hablando en serio.

Sentí como un escalofrió recorría todo mi cuerpo. ¿Dónde me había metido?

— ¿No me puedo echar a atrás, verdad?— Sabía la respuesta de sobra, pero quería cerciorarme de tener más posibilidades.

— Eso sería admitir tu derrota.

Uno de mis principales cualidades, ya que me niego a clasificarlo cómo algo negativo, es mi orgullo. Soy la persona más orgullosa sobre la faz de la guerra, y no puedo permitir que nadie me pise, ni que nadie sea inferior a mí.

—Empezamos el juego. — Dijé mientras entraba en el aula de clase y sonreía a Robert de forma traviesa.

Lizzie se iba a enterar de con quién se había metido, y lo pagaría muy caro.

Capitulo editado. Silvermelon.

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