ADAM - en edición.

By JohaNightmare

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El tormento de no saber que pasara es, quizá, una de las peores emociones que podremos experimentar como indi... More

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NOCHE.
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TÉ.
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PRUEBAS.
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LANA.
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PRESENCIA
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ACÁ Y ALLÁ
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40.
41.
TE AMO.
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43.
44.
45.
IRSE

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By JohaNightmare

DREW'S POV

Estacioné frente a una pequeña casa, en el frente figuraba un desgastado "47", las cortinas estaban corridas y no había nada que indicase que alguien estuviera ahí. La chica que me había llamado, y Adam no me dieron muchos detalles acerca del porqué tenía que venir. Salí del auto mientras me encaminaba a la puerta frontal.

― ¿Hola? ―timbré― mi nombre es Drew― Adam me mandó a un barrio que poco conocía.

Una chica castaña se asomó con miedo por la puerta. ― ¿Eres amigo de Adam?

―Soy su guardaespaldas― fruncí el entrecejo―, ¿estás bien?

― ¿Me llevarás a casa de Adam? ― asentí―, que sea rápido, no quiero que él me vea.

La chica salió con la cabeza gacha mientras caminaba con prisa; yo no entendía que pasaba hasta que vi a un sujeto de tatuajes salir de la casa contigua y gritarle, la vena de su cuello estaba por explotar del tono de voz que emergía de su garganta.

― ¿A dónde vas zorra? ― la chica se giró pálida hacia él mientras intentaba sujetarse a mi brazo sin resultado― ¿a dónde pensabas ir? ― el sujeto la tomó del cabello y la jaló hacia él.

Me acerqué al verlo tratarla con tal brutalidad, el sujeto al instante me observó y después la observó a ella. Alguna idea loca se estaba formando en su cabeza de mierda.

― ¿Te ibas a ir con este chico lindo? ― la soltó para girarse hacia mi― ¿quién eres, eh? ¿Cuánto tiempo llevas follándotela? Dale, dime.

―Te voy a pedir que te calmes, no sé de qué hablas, yo sólo...

― ¿Por qué viniste por mi chica? ¿Te lo pidió? 

La chica me observaba temblorosa, sus mejillas estaban cubiertas de lágrimas. Sujetó al hombre por un brazo, éste al instante le propinó un golpe en la cara. Me abalancé contra él; tomé la cabeza del tipo,lo jalé hacia abajo y le propiné un rodillazo bien merecido en la cara. Se incorporó tambaleándose y cubriéndose la nariz que chorreaba, se llevó una mano a la espalda y sacó un revólver Smith& Wesson Airweight, elevé las manos al aire.

― ¡Basta Dan!

Me quede quieto, caminó hacia mí y dándole un giro al revólver me dio un golpe con la culata de la pistola. La vista se me nubló un momento, me reincorporé y enarqué una ceja expectante.

― ¿Es todo? ― giró el revólver de nuevo y antes de recibir el golpe golpeé su abdomen y tomé el revólver haciendo girar sus manos―, piénsalo mejor la siguiente vez idiota.

Terminé la innecesaria pelea devolviéndole el culatazo en la nuca y llevándome el revólver al pantalón. La chica temblaba y sollozaba mientras se cubría el rostro.

― ¿Estás bien? ―toqué su hombro, se retiró unos pasos―, no te voy a dañar, tranquila.

―No me toques, por favor. ― se giró a abrir la puerta del auto y se introdujo por sí sola.

Bufé y abrí la puerta del piloto, introduje las llaves y encendí el auto. Estábamos a minutos de la casa, la chica no había dicho nada en todo el camino. Llamé a Emily, el teléfono se conectó inmediatamente al audio del auto.

― ¿Drew, sabes algo de Ann?

― ¿Ann? ― giré hacia la chica―, ya vamos a la casa, está un poco alterada. Un tipo de tatuajes raros intentó dispararme.

― ¿E-estás bien? ¿Están bien?

―Sólo tendré una montaña en la cabeza, estoy bien. Pero no diría lo mismo de Ann, de verdad.

Unos murmullos se escucharon del otro lado de la línea y la voz de Adam se escuchaba, parecía estar diciéndole algo a Emily, casi como si se lo dijera al oído.

―Ya entiendo― carraspeó―, uhm, Adam piensa que sería buena idea si Ann tomara la habitación contigua a la mía, y que mañana por la tarde o cuando las cosas se hayan tranquilizado, la lleves a mi casa de vuelta y te quedarás allá por un rato, en caso de... ― la voz de Adam volvió a interferir casi inaudible―, y dale un gas pimienta a Ann.

―No quiero lastimar a Dan― pronunció acercándose―, además, ya me ayudaron bastante.

―No seas testaruda― Adam interfirió de nuevo―, oh, Ann, deberías tomarte alguna pastilla...

Fijé la vista en la carretera casi sin parpadear, Emily había sido muy directa a mi parecer, o así era con ese tema, no lo sabía.

―Siento haberlo dicho así, pero sabes que es verdad― voz inaudible de nuevo―, Adam piensa... Auch... Dice, que deberías descansar, siéntete como en casa; una casa que es quinientas veces más grande y huele a fino, ya sabes, a Chanel no.5... ¡Déjame! ¡Adam!

―Bonita tarde― pronunció claramente Adam antes de cortar la llamada y de que Emily dejara salir un gemido de dolor.

Ann volvió al asiento y se acomodó, pasaron al menos diez minutos hasta que nos vimos envueltos en un tramo lleno de tráfico.

― ¿Qué hace Adam? ― cuestionó curiosa.

―Gobernar sobre las almas que trabajamos para él― doblé hacia la entrada de la casa―, él es arquitecto, o algo así, pero su familia es dueña de media ciudad, ya sabes, tecnología, y cosas así.

― ¿Cuál es su apellido?

―Blair.

― ¿Es mafioso? ― negué riendo―, entonces no sé, casi no leo acerca de negocios o cosas así.

―Es un milagro que alguien no conozco al maravilloso Adam― apagué el motor―, bienvenida a tu casa temporal de un día.

Salí del auto y abrí la puerta de Ann, seguía un tanto asustada y desconcertada, cuando fijó la vista en la casa no pude divisar ninguna chispa de asombro, ni de... nada.

―Sabía que sería un riquillo.

― ¿Ah sí? ¿Por qué? ―enarqué la cejas― ¿por llevarse a Emily con su familia?

―No, tiene ese voz fresona. ― sonrió desganada― A Emily jamás le han gustado los riquillos, siempre hemos bromeado acerca de la falsa felicidad que tienen.

―Pues ahora uno está enamorado de ella, y viceversa.

― ¿Llevas mucho de conocerlo?

Asentí. ―Más o menos.

Guie a Ann a través de la casa, le mostré la sala, el comedor, la cocina y su habitación, final quedo bien instalada, pero aún tenía ese horrible moretón que le había dejado su pareja en la cara. Me acerqué a ella y tomando su mentón analicé el moretón, madre siempre tenía que lidiar conmigo después de caerme de un árbol.

― ¿Quieres que pongamos algo de hielo sobre eso?- ―solté su mentón―, seguro que se bajará el dolor.

― ¡Hasta qué llegas! ― Ashley bajó de las escaleras― ¿quién es?

―Una amiga de Emily, se quedará aquí por ahora. ― Ann bajo la vista cuando Marissa y Albert llegaron.

― ¿Quieres subir a tu habitación? ―asintió―, toma una ducha si quieres y te veré en la cocina para ponerte un poco de hielo.

―Gracias― susurró antes de subir a la habitación.

Marissa me observaba arqueando las cejas.

―Es una amiga de Emily, ha tenido problemas con su pareja y...

―Ya lo sé, el joven Adam me ha marcado. ― aclaró Marissa.

―Genial entonces, ¿te ayudo con la comida?

― ¿Y tu novia? ― interfirió Ashley.

―Uhm... Digamos que nos tomamos un tiempo.

Sujeté la bolsa de los víveres y caminé a la cocina, acomodé cada uno de los alimentos.
Ann se veía tan demacrada, estaba tan delgada que me recordaba a Emily el primer día que entró a esta casa, pero Ann sorprendía por la fuerza que tenía para soportar a su pareja. Me sentía mal por ella, ¿cómo podía dejar a ese tipo hacer eso? Era inaudito. Recordaba ese tiempo en que mi madre soportaba el maltrato de mi padrastro, fueron los peores años de mi vida, y los de ella; hasta que por suerte, o karma, murió en un asalto a mano armada. Ann debía entender que debía hacer algo para quitarse de encima a ese tipo.

―Estoy lista― la voz de Ann me asustó haciéndome soltar una lata de atún―, tu hermanita me dijo que podía tomar ropa de Emily. Espero que no sea problema.

Recogió la lata y la puso sobre la barra, estaba usando un pants azulado junto con una camisa negra. Jamás había visto a Emily usar algo así. Abrí la nevera y tomé una bolsa de hielos, la envolví en un trapo y sé lo tendí, al tomarlo susurró un gracias.

― ¿Cuándo tiempo llevas con él?

― ¿Eh? ― se quitó el hielo de la mejilla―, un año.

― ¿Cuándo empezó...? ―me detuve―, no quiero ser entrometido, lo siento.

Sonrió desganada. ― Hace nueve meses.

Marissa entró en la cocina silbando la melodía de siempre, me quitó de la estufa y comenzó a sacar todo lo que utilizaba.

― ¿Qué te gustaría comer niña?

Ann me observó confundida.

―Lo que sea está bien― Marissa bufó cansada de la misma respuesta monótona.

―Suenas igual que Emily. Te preparare una crema de champiñones, y tal vez algo de carne. ¿Qué te parece?

―Suena mucho para mí...

―Eso sólo es para el inicio― le sonrió alegremente―, estás muy delgada y deberías comer más. No cabe duda que tú y Emily están igual.

―Emily... ¿Ella también está muy delgada? La última vez que la vi estaba bien, con el cuerpo envidiable de siempre, y los dientes impecables.

Marissa la miro un momento mientras rebanaba el pan. ―Pues últimamente está muy delgada.

― ¿Me permiten llamarle?

EMILY'S POV

Adam tenía dos camisas en cada mano, y por alguna extraña razón me había convertido en su ayudante de moda.

― ¿Por qué no sólo usas la que sea?

―Son de distintas marcas, y de distinto diseñador, no seas tonta―sacudió las camisas― ¿cuál?

Apunté hacia la izquierda― ¿Ésta? Qué mal gusto tienes.

Alcé los brazos rendida. ― ¡Entonces no me pidas ayuda!

Adam rio con ganas mientras dejaba las camisas sobre la cama, sus ojos se hacían pequeños mientras reía. Era bueno verlo reír, a comparación de los primeros días, en que sólo tenía esa mirada asesina.

―Es que no quiero que salgas de la habitación y me dejes aquí solo― se sentó a lado de mis piernas―, y porque sí sales Derek seguramente querrá acercarte a ti y eso es algo que quisiera evitar.

Golpeé su hombro mientras él volvía a reír.―No es gracioso, Derek de verdad me da miedo.

―No te preocupes, no se meterá contigo. Creo.

― ¿Crees? ― asintió―, que bueno que lo creas y no que lo asegures.

Sonrió. ―No te hará nada mientras estés conmigo, hay una línea que no puede cruzar.

Esta vez fue mi turno sonreír, Adam comenzaba a ser más soltado y alegre conmigo, era un gran avance para como era antes. Apoyó una de sus manos en mi pierna y añadió:

―Jamás había reído tanto en un día, gracias.

―Ya basta de decir gracias.

Volvió a sonreír y se sentó más cerca provocando que me estremeciera, me observó fijamente y después suavizando la voz dijo.

―Cuando volvamos a casa me gustaría que pasáramos tiempo juntos. Me hace bien estar contigo, a pesar de que seas tonta y descuidada, y que seas un posible riesgo andante.

Asentí mientras sonreía. Me quedé en silencio un momento, Adam se acercó, se inclinó un poco más hacia mí mientras ponía una de sus manos a lado de mi cadera, una sobre la cama, y por fin la primera volvía para tomar mi mejilla con un tacto delicado y cálido. Cerré los ojos al sentirlo tan cerca, el cuerpo me temblaba ligeramente, ¿qué estaba esperando? Sólo debía moverme un poquito. Adam se alejó de mi cuando el teléfono comenzó a sonar, negó con la cabeza y disculpándose se levantó de la cama, salió de la habitación dejando salir un largo suspiro.
Atendí la llamada.

― ¿Qué sucede?

―Ya estoy en casa de Adam, he tomado un poco de tu ropa...

―Supongo que Marissa ya empezó a engordarte. ― el calor de mi cara seguía presente.

―Sí... Me ha dicho que estás muy delgada, ¿estás bien?

―Sí, sólo me descuide un poco...

―Más te vale― suspiró―, creo que el guardaespaldas de tu novio hirió a Dan.

―Se lo merece, ¿fue Drew o Albert?

― ¿Uno joven y castaño?

―Drew, pero créeme que sí lo hirió fue por algo.

La línea se quedó en silencio unos segundos. ―Debo colgar, Marissa seguramente ya tiene un buffet preparado.

―Cuídate Ann.

Terminé la llamada al momento en que Adam volvía a la habitación, sujetaba un vaso de agua con clorofila (al fin había aprendido el nombre). Se encaminó hacia el balcón y rápidamente abrió las puertas. Caminé hacia él.

―Mira a todos limpiar, incluso Alexander está ayudando― medio sonrió―, ¿no crees que deberíamos ir?

¿Adam quería hacer algo con la familia?

―Pensé que tu madre nos había...

―Al diablo esa bruja. ―se giró hacia mí y bebiendo de su vaso guiñó un ojo. ―Hay que ayudarlos. ―dio un par de pasos hacia mí y me entregó su vaso―Me pondré una camiseta en lo que tú bajas y comienzas a preparar un poco de jabón para esa piscina. ¿De acuerdo? ―asentí―Ahora vete.



Adam posó sus manos en mis caderas ayudándome a bajar, cuando mis pies tocaron el azulejo me soltó y tomó un poco de jabón preparado.

― ¿Mitad y mitad? ― tomó el cepillo entre sus manos y caminó al otro extremo de la piscina.

El hecho de que Adam quisiera hacer algo que involucrara salir de la habitación y ensuciarse las manos me alegraba un poco, me parecía que empezaba a serle de ayuda. Por primera vez en mi vida comenzaba a sentirme útil para algo y alguien. Me dediqué a tallar cada azulejo de mi parte, si había algo que se me daba bien, seguramente era la limpieza. Había tenido tanta práctica en este tipo de cosas que sencillamente me parece pan comido; por otro lado sólo escuchaba a Adam quejarse porque el cepillo se le resbalaba al suelo.
Miré satisfecha lo limpio que se veía el azulejo. Me giré hacia Adam, tenía espuma y agua sucia goteándole por los codos, me tapé la boca reprimiendo una sonrisa burlona, al parecer lo suyo no era el aseo, se notaba que toda su vida había dependido de alguien más, la gente rica es así.

― ¿Te ayudo? ― le puse un trapo seco en el brazo― acabé lo mío.

Se frotó el brazo con el trapo mientras se giraba hacia mi parte de limpieza, dejó caer el cepillo y bufó decepcionado de sí mismo.

― ¿Cómo pudiste...? ― negó con los ojos cerrados―, no me importa. Ayúdame.

Tome el cepillo del suelo y tallé varios azulejos que Adam había pasado por alto. Me gustaba el tener algo que hacer, era menos molesta estando así: ocupada. Por primera vez en mucho tiempo me sentía útil en algo, en algo que beneficiara a alguien más. Adam entrelazó sus manos detrás de su cabeza y miró satisfecho su trabajo.

―Es la primera vez que hago esto. ¿No está mal, o sí?

Negué. ―Está pésimo, pero pasable.

Adam sacudió el cepillo mojándome con pequeñas gotas de agua, rio mientras lo sumergía en el jabón y lo lavaba.

Que cómico se cree este hombre.

Cuando se levantó observé como la camiseta comenzaba a pegársele al abdomen por la cantidad de agua que le había caído. Retiré mi mirada al instante y me enfoqué en limpiar lo que faltaba; me encantaba el clima que había sorprendido está tarde, el sol calentaba poco a poco después de una mañana tan fría.

Sinceramente sólo quería distraerme del tema de la camiseta mojada de Adam.

― ¿Puedo preguntarte algo? ―cuestionó―, si no quieres contestar está bien.

―Adelante.

― ¿Alguna vez has... ― rio nerviosamente― ya sabes, sentido que no perteneces a un lugar?

―La mayoría del tiempo, desde hace dos meses y medio―frunció el entrecejo―, es el tiempo que llevo en tu casa.

Asintió. ― ¿Por qué te sientes así?

Me recargué contra el azulejo mientras observaba a Adam. ―La mayor cantidad de dinero que he tenido en mi vida es el equivalente a tres jeans, cinco camisas, y dos pares de calzado que tú tienes; en mi vida he estado tan cerca de una persona rica sin que opine que mis zapatos son baratos, o que mi blusa no es de marca. No me gusta la gente rica... No me gustaba, ¿entiendes? Me siento incómoda porque no es mi ambiente.

― ¿A qué te refieres?

―Ok, te lo pondré así― levanté mis manos―, las fiestas de los ricos se basan en bebidas costosas y lugares elegantísimos, las fiestas a las que yo iba con mis amigos eran en el patio trasero de una casa o dentro de, y compraban cerveza barata en una tienda 24/7.

― ¿Tu punto es...?

― ¡No estoy acostumbrada a esto! ― señalé a mi alrededor―, mi ambiente es sencillo y sin lujos, tu ambiente es...

―Ya entendí― rio secamente―, te sientes extraña por estar conviviendo con gente rica, no, no, no, mejor dicho, te sientes así por pretender que eres algo que no.

―Eso mismo, sólo... Siento que no pertenezco aquí, es como sí quisieras poner a un perrito entre gatos para que se críe como ellos...

― ¿Soy un gato? ―enarcó las cejas―, preferiría un león.

―Hablo en serio.

―Sé que esto no es lo tuyo, pero en cuanto volvamos a casa podemos probar que yo intente estar en tu ambiente. ¿No? Así yo experimentaré fuera de mi zona de ricachón.

―Ahora entiendo por qué soy yo la que hace las preguntas...

Asintió mientras volvía a mojar su cepillo en el jabón y se quitaba la fina capa de sudor de la frente, al parecer el aseo lo consumía más por no ser lo suyo, ya estaba sudando y yo todavía estaba seca.

― ¿Deberíamos empezar ya con el suelo? ― asentí― ¿con qué lo lavamos?

―Si tomamos una escoba podría funcionar.

―Estoy seguro de que mi madre no te dejara tomar su vehículo―sonrió abiertamente― , se siente extraño sonreír tanto en un día. Me da escalofríos y calambres en las mejillas.

―Sonreír es bueno.

― ¿Tonifica mis mejillas? ― negué rodando los ojos―, venga, hay que conseguir esa escoba.

Adam había pasado de ser un amargado a ser un poco más abierto con los demás, era sorprendente el pensar que yo le estaba ayudando. Un hombre de corazón tan frío e impenetrable como el de él era más que suficiente para que yo intentara sacar lo mejor, sacar lo que se encuentra muy al fondo, en lo más recóndito de los sentimientos del ser humano. Adam fue feliz en algún momento de su vida, y esa felicidad no podía haberse esfumado así como así, estos últimos días había demostrado tener una sonrisa radiante, en la que realmente reflejaba alegría, o al menos burla; y eso era algo, era un inicio. Sabía perfectamente que en los meses que me faltaban sería una molestia intensa para Adam, pero podía ayudarle en algo, él mismo había aceptado mi ayuda con su fobia; sólo tenía que hacer estos meses valer para él. Adam había ido por la escoba mientras yo me quedaba en la piscina, exhalé mientras subía por las escaleras que ésta tenía, estaba enjabonaba y maloliente gracias a la suciedad que se había impregnado en mi ropa. Al no querer ensuciar las blusas costosas que Adam me había comprado, decidí usar su camiseta (que previamente me había dado) y el short desgastado que yo tenía desde el primer día; estaba sorprendida por la resistencia del short.

―Hasta sucia luces reluciente― Alexander apareció acompañado de Alelí―, creo que eso no sonó muy bien.

―No realmente― me encaminé hacia ellos―, ¿cómo van ustedes?

―Bien, al parecer a esta chica―apuntó a Alelí―, se le dan bien las cosas de jardinería.

Corrí mi mirada al atuendo de ambos, tenían unos overoles un tanto grandes que se encontraban tapizados de tierra y de una sustancia verdosa, Alexander más que Alelí.
¿Cómo me vería yo? Había estado tallando azulejos por un par de horas y estaba muy ocupada como para observar mi apariencia.

― ¿Estás limpiando sola? ―negué―, ¿Adam está...

―Por increíble que parezca, sí, estoy limpiando.

Me ruboricé. Adam tenía su camiseta al hombro, tenía un tatuaje debajo del pectoral izquierdo, que lograba ponerme nerviosa, era un par de serpientes. Me lanzó una botella de agua que apenas y alcancé a tomar, Alelí jugueteaba con sus manos mientras Alexander le preguntaba un par de cosas a Adam sobre el día de mañana.
Abrí la botella de agua y bebí un gran sorbo, Adam se encaminó hacia mí y atrayéndome hacia él por la cadera, pronunció rápidamente algo que tenía que ver con la palabra "mamá", presionó sus fríos labios contra mi mejilla, sentí mi cara hervir cuando su mano que anteriormente estaba por mi cintura cambió a estar en mi espalda baja describiendo círculos lentos que me erizaban la piel.

No me gustaba la sensación que estaba sintiendo ahora mismo.

―Creo que mejor seguimos con lo nuestro―pronunció con picardía Alexander―, les avisaremos cuando esté la cena.

―Dime que te estremeciste porque estás usando ropa húmeda y no porque te besé.

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