No te olvides de Angélica.

By FlorenciaTom

708K 55.4K 10.1K

Cada día que pasa para Angélica se vuelve más extraño. Su familia ya no la tiene en cuenta para nada, ni siqu... More

Sinopsis
BOOKTRAILER
Prólogo.
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
TRAILER II
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
#Wattys
Capítulo 19.
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 31
Capítulo 32
FINAL.
Próximos proyectos.
Trailer II
HISTORIA COMPLETA
Blenti ¿eres tú?

Capítulo 15

16.8K 1.4K 617
By FlorenciaTom


 Las estrellas observaban nuestra angustia y hasta podía oírlas decir que nada de esto seria fácil, que para recuperar lo perdido había que luchar, porque la felicidad jamás había sido gratis.

Extrañaba el ayer, y odiaba el hoy  como nunca. Extrañaba a mi mamá, a mi papá, y al resto de mis hermanos.

No caía en la cuenta que ya no podía hacer nada para recuperarlos, pero una parte de mí rogaba que continuara intentando, que nada estaba perdido, que había una solución para todo.

Sin duda le haría caso a esa pequeña esperanza que me hacía continuar de pie junto a mi pequeño hermano.

¿Quién diría que la más mínima esperanza podría hacer mantener vivo a uno?

—¿Por qué nadie recuerda la muerte de Blenti? —quise saber, aprovechando que Robert lo tenía en brazos entreteniéndolo y le arrancaba carcajadas que me hacían bien al alma.

—Blenti murió por desgracia  antes de tiempo—contestó Ethan—, y como toda alma en pena se quedó en la tierra. Es un ángel aún recién nacido, y hay pocos como él. Quizás sea designado a una niña o a un niño de su edad.

Lo último que dijo me hizo estremecer. No permitiría que lo arrebataran de mi lado.

—No quiero que lo alejen de mí, eso no va a pasar.

—Me duele en el alma decirte que nosotros no decidimos que hacer con nuestras vidas y con la de nuestros cercanos. Si pudieramos hacerlo ¿crees que estaríamos aquí?

La voz de Ethan se partió al final de sus palabras, y se frotó el rostro, evadiendo las lágrimas.

Me acerqué a él y lo abracé con fuerza, y se aferró de una manera que me hizo comprender que aquel mínimo afecto lo necesitaba al igual que yo.

El dolor era por el mismo motivo, habíamos perdido a los que amábamos, en un abrir y cerrar de ojos.

—Te juro que ya no sé cómo seguir —confesó, con rencor—.Me preparé durante años para este momento, me hice la cabeza para que doliera menos, pero ahora duele más que nunca. No te das una idea de lo que necesito a mi familia.

Tomé su rostro, obligándolo a que me mirara.

—¿Lo sabías desde antes? —mi voz subió a una octava, haciendo que Robert y mi hermano se detuvieran en seco.

—Es un tema muy largo de explicar.

Me aparté de él y lo miré, escandalizada.

—¡Me lo explicaras de todas formas, tenemos el tiempo del mundo! —grité, irónica.

Se llevó las manos a las caderas y apretó los labios, fulminándome con la mirada.

—¡No seas chiquilina, este no es un buen momento para dar explicaciones!

—¿No es un buen momento?¡Acabamos de desaparecer ante todos!¡Es un muy buen momento para dejar las cosas en claro!

—¡Pégale una patada Angélica! —gritó Blenti.

—¡Usted cierre la boca! —espetó Ethan.

Robert lo bajó al suelo tras sus sacudidas y Blenti, corriendo a toda velocidad y con una cara terrible de enojo, le propinó una patada en el talón.

Como era de esperarse, Ethan fingió que le dolió y cayó al suelo, chillando con exageración de más.

—¡Oh por favor no me hagas daño! —gritaba ahora, usando sus lágrimas a su favor para su acto.

Blenti sonrió triunfal, y no satisfecho, se abalanzó sobre él mientras rugía como monstruo hambriento.

Me abracé a mi misma viendo la imagen más tierna del mundo y olvidandome por algunos minutos de todo.

Tomé a mi hermano en brazos y se quejó por sacarlo en plena batalla.

—¡Y la próxima conocerás mis puños! —lo amenazó Blenti con carita de enojado.

Ethan asintió con frenesí y se levantó del suelo. Acto seguido, levantó las manos en forma de rendición.

La iglesia era bastante grande, de dos pisos y con los techos altos. La puerta pesada de madera que estaba en la entrada,tenía un candado enorme puesto, cosa que me pareció demasiado exagerado.

Había dos vitrales en la entrada con sus colores diversos, y la gran campana estaba en lo alto de todo en aquella terraza tan cerca del cielo.

—¿Cómo entraremos? —pregunté.

—Aun no podemos traspasar paredes o simplemente volar, aunque no podamos tocar nada de este mundo o interferir en varias cosas, seguimos sin poder hacer eso, claro, hasta que llegue el primero de diciembre.

—Esa fecha me aterra cada vez más, faltan creo que tres días. —comentó Ethan.

—Dos —corregí en un murmuro—.Solo faltan dos.

—Vengan conmigo.

Seguimos a Robert hasta el patio final de la iglesia, en donde las cercas de madera eran más altas de lo que recordaba.

Robert se agachó en el césped y tocó la punta de la madera, comenzó a levantarse de apoco mientras trazaba una linea con su dedo sobre ella, hasta que llegó hasta la parte más alta.

Su linea imaginaria se transformó en una luz blanca que me cortó la respiración. Acto seguido, la madera se partió en dos.

—Crei que aún eramos algo humanos—logré decir ante lo que acababa de ver.

Robert me miró, con una sonrisa en la cara.

—Es una especie de contraseña que tenemos los ángeles en desarrollo. Todas las iglesias tienen una, simplemente para que tengamos un lugar de descanso o algo así—explicó Ethan.

—¿Y tú como sabes tanto?

—¿Acaso Gabriel no te visitó a ti?—preguntó Robert, sorprendido.

—Emmm ¿quién es Gabriel?

—Gabriel, el ángel.

Negué con la cabeza, aturdida.

—Es imposible, visitó a cada uno de nosotros, siempre aparece, de alguna forma o quizá en un cuerpo humano. —dijo Robert, casi escandalizado.

—Pero él no lo hizo conmigo —negué rotundamente— y esperen un segundo...¿Gabriel no es el ángel malo?

Ethan se estampó la mano en la cara, tratándome como si fuese una estúpida.

—Hollywood y sus apariencias idiotas —carraspeó, llevándose las manos a la cintura—. Eso no es verdad, Gabriel no es el malo.

—Pobre hombre, debe tener los testículos por el suelo por todas las veces que lo han tratado de malvado. —comentó Robert.

—¿Qué son testículos? —la curiosidad de Blenti se despertó.

Fulminé con la mirada a Robert por su comentario inapropiado frente a un niño de cuatro años, y me volví hacia mi hermano, agachándome hasta quedar a su altura.

—Tú no debes escuchar lo que dicen los más grandes. —le dije con delicadeza.

—Tienes diecisiete años, eso no te hace grande.

Apenas Blenti soltó esa bomba de palabras, Ethan y Robert estallaron de risa y lo alzaron en el aire, mientras le hacían creer que era el rey de todo.

Me crucé de brazos, completamente ofendida y prácticamente ruborizada.

—¡¿Cómo un niño de cuatro años puede decirme algo así?! —estallé, realmente sorprendida.

—Luego te explico por qué. —murmuró Ethan para que Blenti no oyera.

Cruzamos detrás de la madera y me encontré con el jardín de la iglesia. Las flores estaban a oscuras gracias a la noche, y la neblina disipaba sobre el césped húmedo por culpa del rocío.

Había cierta cantidad de arboles, haciendo creer que era un bosque gigantesco ya que la oscuridad era tanta que no dejaba ver cual era su fin.

Conocía aquel jardín inmenso, y cada rincón de él.

Un nudo en la garganta tapó mi garganta.

En el receso de la misa, mis hermanos y yo jugábamos un rato para estirarnos después de estar sentados tanto tiempo, y corriamos por el césped verde de verano, y luego ingresábamos nuevamente a escuchar las palabras del pastor.

Eso era antes de la muerte de Blenti.

Vi delante de mis ojos aquel recuerdo, y ahora, sólo veía la oscuridad que se había llevado mi vida, mi historia y lo que me faltaba por vivir...

Cerré los ojos y me obligué a no llorar. Maldición, que difícil era todo aquello.

—Robert ¿me haces el favor de llevarte a Blenti unos minutos? —la pregunta de Ethan me agarró desprevenida.

Él sonrió con gusto y tomó a mi hermano de la mano.

—¿Quieres que te cuente una historia pequeñin?—le preguntó él.

Blenti asintió, ansioso.

—Había una vez una chica de cabello rojizo que se portaba mal en la escuela —comenzó a decirle mientras se alejaban—, se la pasaba diciendo malas palabras y la mandaron con su tia y su primo...

Las voz de Robert fue desapareciendo a medida que se marchaban.

Miré a Ethan, esperando a que hablara.

—La mentalidad de Blenti crecera, pero jamás dejará de tener cuatro años —dijo al fin—.La forma en la que habla quizás se debe a que habrá escuchado a su melliza y aprendió mucho estando con ella.

Me partía el alma con tan solo pensar que Blenti estuviese observando a Olivia por horas, y quizás le hablaba, con la esperanza que lo escuchara.

Me encantara volver a verlos juntos y ver como jugaban como antes solían hacer.

—Háblame de Gabriel. —quería cambiar de tema, hace horas que me habían olvidado y aún no estaba preparada para asimilarlo como se debe.

Y menos hablar de mi familia.

—Gabriel es un ángel ¿bien? Y no, no es malo, cambia esa cara Angélica. Los prototipos, propagandas y mala publicidad de la televisión lo cambiaron, haciéndoles creer que él era el ángel endemoniado y bla, bla, bla. Hollywood necesitaba alguien malvado para sus películas y ya. Es el mejor tipo que conocí en la historia.

—Es una desgracia no haberlo conocido. —contesté, sarcástica.

—O quizás sí lo conociste —repuso, dejándome con la duda—¿Alguien alguna vez te dijo cuida tu espalda o algo parecido?

—Sí, mis padres. Sufro de problemas de la espalda, según los médicos es algo sobre el crecimiento y...

—Esa es una totalmente mentira.

Una voz entre las penumbras de la noche fue la interrupción de mis palabras.

Una joven de unos veinte años quizás, apareció entre la niebla. Tenía caderas anchas y ojos oscuros. Su cuerpo estaba cubierto por un vestido blanco largo y que parecía disolverse por culpa de la neblina. Su cabello negro estaba atado en una larga trenza que caía sobre su brazo derecho y tenía una sonrisa con una dentadura algo torcida.

—Gabriel no es malo, a veces aparece de distintas formas o también en los sueños .—dijo, mirándose las uñas. Con pesadez, volvió a posar su mirada pálida en mí—O quizás yo soy Gabriel.

La chica dio un paso hacía adelante.

—O quizás esto es un sueño, y nada es real. —susurró, con los ojos bien abiertos y con la voz queda.

—Te presento a Issa. —dijo Ethan.

Una parte de mí agradeció que no fuera Gabriel, sino ya creería que estaba chiflado.

La chica soltó el aliento y rodó los ojos, sin perder la gracia de su mirada.

—Un gusto conocerte Issa. —saludé con un asentimiento de cabeza.

—Iss, dime Iss.

—Prefiero Issa, es más bonito.

—¡Qué me digas Iss, mierda! —chilló.

Tragué con fuerza y asentí para no hacerla enfadar aún más, le lancé una mirada a Ethan por unos momentos.

¿Qué le pasaba a aquella tipa?

Sí, estaba loca.

—Issa pertenece a nuestro grupo. Así que la veras seguido.

Issa, o mejor dicho Iss, se acercó un poquito más a mí hasta posar su boca a la altura de mi oreja. Me quedé tiesa, preguntándome qué haría ahora.

—Tienes cabello largo, puedo hacerte una trenza al igual que la mía. Podemos ser las hermanas trenzas. —se apartó y me miró risueña mientras pasaba sus dedos sobre la punta de su peinado.

La miré horrorizada y apenas pude sonreirle. Mi cara debió parecerse a una computadora sufriendo un corto circuito.

—Emm, me iré a buscar a mi hermano.

En cuanto hice dos pasos, Iss tomó mi brazo. Su mano estaba helada.

—Piensa lo de las trenzas, mi amor. —me dijo, y me soltó.

Fruncí el entrecejo y apresuré el paso.

Esa chica no estaba bien de la cabeza.

Vi a Robert y a mi hermano aún charlando y sentados en el césped. Blenti arrancaba pastitos y los examinaba, mientras escuchaba el cuento de Robert.

—...Y ella y él se casaron. —finalizó al verme, y sonrió de oreja a oreja.

Me senté junto a Blenti y le di un casto beso en su cabello de risos castaño oscuro.

—Nos quedaremos un rato más y luego iremos a casa. —le avisé.

—No quiero ir a casa —espetó—. Me quiero quedar con Ethan y Robert.

—Pero tienes que dormir un poco.

Mis palabras salieron sin filtro alguno, me di cuenta tarde del error que había cometido. Blenti me miró con una mirada dulcificada y tuve ganas de golpearme.

Miré a Robert, dolida.

—No me acostumbro. —le susurré.

Asimilar que Blenti estaba muerto era difícil, creo que era lo más complicado de toda la situación de mierda que estaba viviendo. Él ya no comía, y no bebía leche ni comía galletas como solía hacer.

Hasta me llegué a preguntar...si yo ahora era igual que él.

—Las cosas son difíciles de aceptar, simplemente toman su tiempo hasta que te acostumbras.—lamentó Robert, refregando sus ojos con los dedos.

—¿Nosotros también estaremos en la misma situación? Me refiero a que no comeremos, ni tampoco...respiraremos.

—Esa es una pregunta muy difícil de responderte — dijo con franqueza—, no lo sé aún. Todo se sabrá luego del primero de diciembre.

—¿Ni siquiera podré cambiarme la ropa?

Vi con lastima mi vestimenta que consistía en mis pantalones de algodón oscuros y mi remera blanca de tiras sobre los hombros, también mis zapatillas gastadas por los años.

Era lo primero que había encontrado en mi ropero después de haberme empapado por culpa de la lluvia...y ahora que lo pensaba, si yo no nací...¿cómo es que tenía aquella ropa que jamás podría haber sido comprada?

—Acostúmbrate a ella, es lo único que se aferra a ti por ahora.

Volví a dirigir mi atención a Robert.

—Si yo no nací, esta ropa no debió de ser comprada nunca.

Robert se quedó mirando mi atuendo por un momento, hasta que me miró otra vez.

—Oye...eso es verdad. —se dio cuenta.

Miré la ropa de Blenti y lo que tenía era lo mismo que llevaba puesto el ultimo día que estaba con vida.

—Las personas fallecidas se quedan con la misma ropa. —explicó como si hubiera leído mis pensamientos.

—Sí, lo sé, en las películas o historias siempre dicen lo mismo.

—Me dejaste en duda con el tema de nuestra ropa. —confesó, extrañado.

—Sólo espero que podamos saberlo pronto.

Pasos se aproximaron detrás de mí. Me volteé.

Iss y Ethan se unieron a nosotros.

Iss se sentó detrás de mí y tomó mi cabello entre sus manos, estaba apunto de decirle que lo soltara, pero en cuanto vi su sonrisa alegre mientras formaba la trenza, lo dejé pasar.

Sus dedos rozaron mi nuca, provocándome un horrible escalofrío.

—Tienes las manos heladas. —le dije.

—Es porque estoy muerta, mi amor.

Abrí los ojos como platos y dejé escapar el aliento. No me acostumbraba a ver muertos todavía, y no me imaginé la cantidad que de seguro vería con el pasar del tiempo.

—¿Cómo has muerto?

—Me suicidé.

Lo decía de una forma tan tranquila, tan pacifica.

—Lo siento mucho. —fue lo único que se me ocurrió decir.

—Oh no lo sientas—tocó mi hombro y su voz ahora era la de una niña indefensa—, yo estoy bien así. Ya nadie me hace daño.

Me pregunté a qué se debía tanta paz que ella tenía, y quiénes le habían hecho daño. No me atrevía a preguntarle, no era asunto mio. Aunque la curiosidad no me faltaba en absoluto.

—¡Miren, una estrella fugas! —gritó Blenti, con la mirada y su dedo apuntando el cielo estrellado.

—Pide un deseo campeón. —lo alentó Ethan.

Blenti cerró los ojos y apretó los labios, hasta que los abrió con decisión.

—Que mamí y papí me abracen una vez más.

Podría a llegar a jurar que aquel deseo también era el de todos.

Continue Reading

You'll Also Like

132K 9.6K 40
"Soy más fuerte, Julian. Ya no me dejaré derrotar otra vez. ¿Listo para la revancha?" Julian Serrano era el chico más mujeriego, popular...
8.7K 933 27
Esta historia no es mía,la escribió una chica y yo la encontré en los foros.Es Vondy aunque no lo parezca,al iniciar la historia encontrarán la expli...
1.3M 140K 8
¿Y si nada terminó con la pregunta? «¿Damián?, ¿quién es Damián?» Eso es lo último que Padme Gray recuerda, junto al hecho de que despertó de nuevo...
6.2M 600K 53
[PRIMER LIBRO] Victoria Massey es trasladada al internado Fennoith tras intentar envenenar a su padrastro con matarratas. Después de la muerte de Ad...