Capítulo 26

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A la mañana siguiente tuve que presenciar como Sally le mentía a la ama de llaves diciéndole que tendría que asistir temprano a la escuela porque él era uno de los encargados para decorar la sala de música con guirnaldas navideñas y varias cosas más.

Ella le creyó y se despidió dándole un apretón en el hombro.

Me dolía ver como mi misión estaba apunto de ir a comprarle drogas a un tal Taylor.

Estaba encapuchado con un enorme camperon y llevaba botas de nieve.

Tenía al máximo su reproductor de musica y no podía susurrarle que no lo hiciera, que ese no era el camino adecuado para enfrentar la situación con su madre.

Ethan iba a mi lado y ahora él era el callado.

—¿No hay una manera de frenar esto? —pregunté, esperanzada.

—No podemos interferir —lamentó—.Cualquier acción del ser humano es inevitable para nosotros.

No me iba a rendir tan fácil. Sabía que había un método y lo descubriría.

Si yo misma pude tranquilizas a Sally anoche para que encontraba un poco de paz, yo sabía que podía hacer algo más.

El día nublado no ayudaba demasiado, ya que eso también significaba neblina.

Los arcángeles estaban vigilando la zona desde lo más alto del cielo.

—Dame la mano.

Ethan me tomó por sorpresa y entrelazó su mano con la mía. Antes de que pudiera pedir una explicación al respeto, él se llevó un dedo a los labios. Pidiéndome silencio.

Sus ojos viajaron a un punto detrás de mí y yo me quedé congelada, concentrándome en caminar lo más correcto posible.

—Hay sombras rodeándonos, no te asuste. —me susurró.

Mierda, mierda, mierda.

Mantener la calma, eso era lo que debía hacer.

—¿Muchas? —pregunté, en un murmuro muy poco audible.

Ethan apretó más mi mano, claramente callándome.

Seguimos avanzando, estaba aterrada.

Sally iba delante nuestro, mientras Ethan y yo íbamos agarrados de la mano con el temor dentro.

No sabía si era cosa mía, pero podría llegar a creer que alguien me iba recorriendo la nuca con algo. Quizas con un dedo o pluma.

No lo tenía en claro, pero aquello ya no me gustaba nada.

—Anda con cuidado, ángel marcado...

Aquel susurro no provino de Ethan y me llevé una mano a la boca para no soltar un grito que ocasionara algún problema a mi alrededor.

Miré a Ethan y me lo encontré mirando con el mismo pánico que yo.

También había oído eso.

La respiración se me aceleró y me obligué a tranquilizarme. Nada malo podía sucederme, yo me encontraría bien.

Estaría bien.

Seguimos caminando hasta que Sally llegó hasta una esquina y sacó su teléfono. Mandó un mensaje que no pude leer ya que lo había escrito demasiado rápido.

De forma sincronizada, un auto negro con vidrios polarizados frenó a su lado y él pareció más relajado.

Mi corazón dio un vuelvo al ver la calcomanía pegada en la ventanilla del conductor.

No te olvides de Angélica.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora