princesa de slytherin ¹ ━━ ha...

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⟮ las crónicas de alaska ryddle: libro 1 ⟯ siguientes libros disponibles en mi perfil. Con sólo once años, su... More

𝐏𝐑𝐈𝐍𝐂𝐄𝐒𝐀 𝐃𝐄 𝐒𝐋𝐘𝐓𝐇𝐄𝐑𝐈𝐍
𝐏𝐑𝐎𝐋𝐎𝐆𝐔𝐄
𝒐𝒏𝒆
𝒕𝒘𝒐
𝒕𝒉𝒓𝒆𝒆
𝒇𝒐𝒖𝒓
𝒇𝒊𝒗𝒆
𝒔𝒊𝒙
𝒔𝒆𝒗𝒆𝒏
𝒆𝒊𝒈𝒉𝒕
𝒏𝒊𝒏𝒆
𝒕𝒆𝒏
𝒆𝒍𝒆𝒗𝒆𝒏
𝒕𝒘𝒆𝒍𝒗𝒆
𝒕𝒉𝒊𝒓𝒕𝒆𝒆𝒏
𝒇𝒐𝒖𝒓𝒕𝒆𝒆𝒏
𝒇𝒊𝒇𝒕𝒆𝒆𝒏
𝒔𝒊𝒙𝒕𝒆𝒆𝒏
𝒆𝒊𝒈𝒉𝒕𝒆𝒆𝒏
𝒏𝒊𝒏𝒆𝒕𝒆𝒆𝒏
𝒕𝒘𝒆𝒏𝒕𝒚
𝐄𝐏𝐈𝐋𝐎𝐆𝐔𝐄

𝒔𝒆𝒗𝒆𝒏𝒕𝒆𝒆𝒏

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By hhoneyplnet

( ☆. 𝐶𝐻𝐴𝑃𝑇𝐸𝑅 𝑆𝐸𝑉𝐸𝑁𝑇𝐸𝐸𝑁 )
𝚎𝚕 𝚎𝚛𝚛𝚘𝚛 𝚍𝚎 𝚑𝚊𝚐𝚛𝚒𝚍.

En años anteriores, Alaska nunca había tenido la necesidad de estudiar para sus exámenes, le bastaba poner atención durante las clases, pero en Hogwarts no era así.

Los días comenzaban a ser más calurosos y el Castillo estaba más tibio de lo normal, en especial en el aula grande donde los examinaban por escrito. Les habían entregado plumas nuevas, especiales, que habían sido hechizadas con un encantamiento antitrampa.

También tenían exámenes prácticos. El profesor Flitwick los llamó uno a uno al aula, para ver si podían hacer que una piña bailara claqué encima del escritorio, Alaska lo había logrado casi a la perfección. La profesora McGonagall, por otro lado, los observó mientras convertían un ratón en una caja de rapé. Ganaban puntos las cajas más bonitas, pero los perdían si tenían bigotes, la chica tuvo suerte de que los bigotes hubieran desaparecido por completo. Snape los puso nerviosos a todos, respirando sobre sus nucas mientras trataban de recordar cómo hacer una poción para olvidar. Alaska lo había hecho a la perfección según el criterio del profesor, y ese comentario hizo que se sintiera bastante bien consigo misma.

El último examen era Historia de la Magia. Una hora respondiendo preguntas sobre viejos magos que habían inventado calderos que revolvían su contenido, y estarían libres, libres durante toda una maravillosa semana, hasta que recibieran los resultados de los exámenes. Cuando el fantasma del profesor Binns les dijo que dejaran sus plumas y enrollaran sus pergaminos, Alaska no pudo dejar de alegrarse con el resto.

Nada más de exámenes, al fin eran libres de pasar sus tardes en los jardines del colegio o descansando en la sala común, pero aquel día en especial, con el cielo brillante y una leve brisa que los refrescaba, era perfecto para disfrutar afuera con una interesante charla.

Alaska salió del Castillo y mientras se dirigía a su destino observó a algunos de sus compañeros de Slytherin de primer año disfrutando del día mientras remojaban sus pies desnudos en las orillas del lago. Por otro lado del Lago estaban los gemelos Weasley y su amigo Lee Jordan, que se dedicaban a pinchar los tentáculos del calamar gigante que tomaba el sol en la orilla.

La chica se estaba dirigiendo a la cabaña de Hagrid, desde que Norberto se había ido no había tenido tiempo para ir a visitarlo, y eso es lo que haría ahora. Encontró al guardabosques sentado en un sillón, fuera de la casa, con los pantalones y las mangas de la camisa arremangados, y desgranaba guisantes en un gran recipiente.

—Hola —Dijo sonriente—. ¿Has terminado los exámenes? ¿Tienes tiempo para beber algo?

—Por supuesto, para eso estoy aquí —Comentó Alaska sentándose a su lado.

Hagrid fue bastante amable con ella, le preparó un té helado que a pesar de no ser lo más delicioso la ayudó a refrescarse, la chica lo ayudó a desgranar los guisantes mientras el guardabosques comenzaba a hablarle de las miles de criaturas que había visto a lo largo de su vida y le interesaban.

—... Acromantulas, son una especie de gigantes arañas que tienen ocho patas y ocho ojos y la capacidad de hablar. Hay una aquí en Hogwarts, en lo más profundo del bosque —Le estaba diciendo Hagrid—. Me encantaría que la conocieras, si algún día estas dispuesta puedo llevarte con él.

—¿Me estás ofreciendo la oportunidad de conocer a una araña gigante? —Repitió la rubia—. ¡Me encantaría!

—Aragog es muy amistoso, estoy seguro que... —Pero el hombre dejó de hablar.

La repentina llegada de Harry, Ron y Hermione interrumpió la interesante charla que Alaska y Hagrid estaban teniendo.

—Chicos, ¿tienen tiempo para tomar un té con nosotros? —Le preguntó Hagrid a los recién llegados con una sonrisa.

—Sí, por favor. —Dijo Ron, pero Harry lo interrumpió.

—No, tenemos prisa, Hagrid, pero tengo que preguntarte algo ¿Te acuerdas de la noche en que ganaste a Norberto? ¿Cómo era el desconocido con el que jugaste a las cartas?

—No lo sé —Dijo Hagrid sin darle importancia—. No se quitó la capa.

Vio que los tres chicos lo miraban asombrados y levantó las cejas. Él y Alaska no entendían que estaba sucediendo.

—No es tan inusual, hay mucha gente rara en el Cabeza de Puerco, el bar de la aldea. Podría ser un traficante de dragones, ¿no?

—Eso es lo más probable, si estaba encapuchado es porque no querría que lo vieran. —Lo apoyó Alaska.

—Si, no llegué a verle la cara. —Les comentó Hagrid.

—¿De qué hablaste con él, Hagrid? ¿Mencionaste Hogwarts? —Siguió preguntándole Harry.

—Puede ser —Dijo Hagrid, con rostro ceñudo, tratando de recordar—. Sí...
Me preguntó qué hacía y le dije que era guardabosques aquí... Me preguntó de qué tipo de animales me ocupaba... se lo expliqué... y le conté que siempre había querido tener un dragón... y luego... no puedo recordarlo bien, porque me invitó a muchas copas. Déjame ver... ah sí, me dijo que tenía el huevo de dragón y que podía jugarlo a las cartas si yo quería... pero que tenía que estar seguro de que iba a poder con él, no quería dejarlo en cualquier lado... Así que le dije que, después de Fluffy, un dragón era algo fácil.

—¿Quién es Fluffy?

—¿Y él... pareció interesado en Fluffy? —Preguntó Harry, tratando de conservar la calma.

—Fluffy es el perro de tres cabezas —Le respondió Hagrid a Alaska, y luego se giró hacia Harry—. Y bueno... sí... es normal que se interesara en él. Entonces le dije que Fluffy era buenísimo si uno sabía calmarlo: tocando música se dormía en seguida...

De pronto Hagrid pareció horrorizado.

—¡No debí decir eso! —Estalló—. ¡Olviden que lo dije!

—¡No debiste decirle eso a aquel hombre! —Le dijo Alaska.

—Eh... ¿adónde van?

Pero ya era demasiado tarde, Harry, Ron y Hermione se habían alejado de la cabaña.

—No te preocupes Hagrid, iré a ver que ocurre.

Alaska le sonrío a Hagrid antes de correr detrás del trío de amigos, ellos habían sido mucho más rápidos y llegaron mucho antes al Castillo que ella, por lo que cuando volvió a encontrarlos ellos ya habían comenzado a hablar. La rubia se quedó escondida detrás de un gran pilar, escuchando la conversación pues sabía que si se presentaba frente a ellos no le dirían mucho.

—... si Bane no lo detiene. ¿Dónde está el despacho de Dumbledore? —Luego de decir eso Harry y los demás se quedaron callados por unos momentos—. Tendremos que...

Pero súbitamente una voz cruzó el vestíbulo.

—¿Qué están haciendo los tres aquí dentro? —Era la voz de la profesora McGonagall.

—Queremos ver al profesor Dumbledore. —Dijo Hermione con valentía.

—¿Ver al profesor Dumbledore? —Repitió la profesora, como si pensara que era algo inverosímil—. ¿Por qué?

—Es algo secreto —Respondió Harry.

Detrás del pilar, Alaska evitó soltar un bufido.

—El profesor Dumbledore se fue hace diez minutos —Les informó con frialdad la profesora—. Recibió una lechuza urgente del ministro de Magia y salió volando para Londres de inmediato.

—¿Se fue? —Preguntó Harry con aire desesperado—. ¿Ahora?

—El profesor Dumbledore es un gran mago, Potter, y tiene muchos compromisos...

—Pero esto es importante.

—¿Algo que tú tienes que decir es más importante que el ministro de Magia, Potter?

—Mire —Comenzó a decir Harry dejando de lado toda precaución—, profesora, se trata de la Piedra Filosofal...

Un fuerte estruendo le indicó a la rubia que la profesora Mcgonagall había dejado caer algo pesado al suelo.

—¿Cómo es que sabes...? —Farfulló.

—Profesora, creo... sé... que Sna... que alguien va a tratar de robar la Piedra. Tengo que hablar con el profesor Dumbledore.

—El profesor Dumbledore regresará mañana —Dijo finalmente—. No sé cómo han descubierto lo de la Piedra, pero quedense tranquilos. Nadie puede robarla, está demasiado bien protegida.

—Pero profesora...

—Harry sé de lo que estoy hablando —Dijo en tono cortante—. Les sugiero que salgan y disfruten del sol.

La profesora McGonagall siguió con su camino y Alaska espero a que los tres Gryffindors se fueran para salir de su escondite, oero no lo hicieron.

—Será esta noche —Volvió a hablar Harry una vez que se aseguraron de que la profesora McGonagall no podía oírlos—. Snape pasará por la trampilla esta noche.

El ceño de Alaska se frunció al escuchar el nombre del profesor Snape y lo que Harry decía sobre él, a la chica le parecía algo absurdo que pensaran que un profesor querría robar la Piedra escondida en el colegio.

—Ya ha descubierto todo lo que necesitaba saber y ahora ha conseguido quitar de en medio a Dumbledore. Él envió esa nota, seguro que el ministro de Magia tendrá una verdadera sorpresa cuando aparezca Dumbledore.

—Pero ¿qué podemos...? —Hermione tosió interrumpiendo lo que estaba por decir.

—Buenas tardes —Dijo amablemente la voz del profesor Snape—. No deberían estar dentro en un día así.

—Nosotros... —Comenzó Harry, sin idea de lo que diría.

—Deberían ser más cuidadosos —Les dijo Snape—. Si los ven andando por aquí, pueden pensar que van a hacer alguna cosa mala. Y Gryffindor no puede perder más puntos, ¿no es cierto?

Unos cuantos pasos resonaron por el pasillo antes de que el profesor Snape volviera a hablar.

—Ten cuidado, Potter, otra noche de vagabundeos y yo personalmente me encargaré de que te expulsen. Que pases un buen día.

Alaska se quedó allí, de pie tras el pilar aún pensando en todo lo que acababa de escuchar. No estaba segura de que era lo que harían Potter y sus amigos al respecto, pero sabiendo aquello sabía que no tendría una noche tranquila.

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