AGAINST 「 Kageyama✘OC」

Autorstwa HalynnKei

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Rei cambiará su identidad radicalmente para ayudar a su hermano mellizo. Sin embargo, aquella farsa complica... Więcej

Prefacio
Capítulo 1 - Mi identidad
Capítulo 2 - Karasuno
Capítulo 3 - Maldito suicida
Capítulo 4 - Un descuido
Capítulo 5 - El viaje
Capítulo 6 - Peace of Mind
Capítulo 7 - Confusión
Capítulo 8 - Acosadores
Capítulo 9 - ¿Lo correcto?
Capítulo 10 - Una razón
Capítulo 11 - Maldición
Capítulo 12 - Sorpresa
Capítulo 13 - Quién eres
Capítulo 14 - Ésta soy yo
Capítulo 15 - ¿Qué me sucede?
Capítulo 16 - Perdóname
Capítulo 17 - ¡Feliz cumpleaños Hinata!
Capítulo 19 - Aoba Jōsai
Capítulo 20 - Mira a tu derecha
Capítulo 21 - Hice algo terrible
Capítulo 22 - Mi último punto
Capítulo 23 - Confesión
Capítulo 24 - La sentencia del rey
Capítulo 25 - Una ilusión
Capítulo 26.1 - Descubierta
Capítulo 26.2 - Decisiones
Capítulo 27 - Tú, tan difícil
Capítulo 28 - Desenlace
Capítulo 29 - Ella lo vale
Capítulo 30 - Peligro
Capítulo 31 - Carta
Capítulo 32 - Patética
Capítulo 33 - Mis respuestas
Capítulo 34 - Un momento de sinceridad
Capítulo 35 - Petición
Capítulo 36 - ¿Real?
Capítulo 37 - Superación
Capítulo 38 - Torneo nacional
Capítulo 39 - Pequeña
Capítulo 40 - ¿En quién confías?
Capítulo 41 - Secuestro
Capítulo 42 - Un sabor amargo
Capítulo 43 - Adiós amigos
Capítulo 44 - Hasta el límite
Capítulo 45 - Sigue brillando
Capítulo 46 - Soberbio
Capítulo 47 - Sueños
Capítulo 48 - Lo que envidian los dioses
Capítulo 49 - El psicoanalista
Capítulo 50 - ¿Ves quién soy?
Capítulo 51 - Recomposición
Capítulo 52 - No me des las gracias
Capítulo 53.1 - Baile
Capítulo 53.2 - Viajemos juntos
Capítulo 54 - Todo puede terminar
Capítulo 55 - Mi culpa
Capítulo 56 - Que viva el rey
Capítulo 57 - Kenji
Capítulo 58 - Somos distintos
Capítulo 59 - Against
Capítulo 60 - Tú no
Capítulo 61 - ¿Dónde está ella?
Capítulo 62 - Traicionado
Capítulo 63 - Mejor muerta
Capítulo 64 - Ellos son mis padres
Capítulo 65.1 - ¿Réquiem?
Capítulo 65.2 - Demasiado tarde
Capítulo 66 - Mi último favor
Capítulo 67.1 - Final
Capítulo 67.2 - Final
Epitafio
Especial / Ending

Capítulo 18 - Decepciones

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Autorstwa HalynnKei

↝ Novela inspirada en Haikyuu!! de Haruichi Furudate, presencia de OC Original Character   y algo de OOC Out of Character

LAS IMÁGENES MANGA Y FAN ART NO ME PERTENECEN.

P.O.V REI ✿》

Esta noche estaba del mejor humor del mundo, el día que había pasado junto a Shōyō y su hermanita había sido perfecto, además la fiesta había salido tal y como esperábamos. Ahora me dirigía a mi casa rogando que mi felicidad continuara intacta.

Al abrir la puerta pude escuchar muchísimo ruido desde el salón, por lo que entré muy alerta por malas experiencias pasadas, aunque podía escuchar a mi madre en ese lugar, por lo que era distinto a la última vez.

Agarré una pequeña navaja para poder defenderme si es que la situación lo ameritaba.

Al echar una mirada al lugar me quedé helada, estaba mi madre con muchas personas, entre ellas estaban aquellos hombres que alguna vez habían irrumpido en nuestro hogar y habían intentado hacerme daño.

Todos reían y fumaban, yo no pude hacer otra cosa que simplemente correr a mi habitación con la boca tapada. No quería ser cobarde en esta situación, pero no podía tener el suficiente coraje como para enfrentarlos en una batalla que ya estaba perdida, después de todo soy vulnerable cuando se trata de fuerza bruta. Aunque las ganas de hacerles pagar por lo que le habían hecho a Kageyama-kun seguían presentes; sin duda algún día me vengaría.

Cerré la puerta y la cerré con llave, para además poner un mueble frente a ella. También me cercioré de cerrar las ventanas. Caí rendida sobre mi cama y me quedé absolutamente silenciosa, meditando lo extraña que era la situación. No podía creer que debía estar alerta en mi propia casa, con tantas amenazas a menos de un par de metros, y para variar ahora no llegarían los chicos a salvarme, ahora estaba completamente sola.

Cogí el teléfono sin saber a quién exactamente llamar para quitarme esta angustia de encima. Mi pulso estaba que hacía temblar mi propia cama, ya que palpitaba a mil por hora, realmente estaba nerviosa y mi respiración un tanto agitada.

El sonido de ''marcando'' parecía eterno, y yo me inquietaba un poco más cada vez que lo escuchaba.

—D-diga... —Dijo el objetivo al otro lado de la línea, adormilado.

—¿Kenji? —inicié la conversación con el tono nervioso que expresaba mi situación.

—¿Rei? ¿para qué me despiertas? —preguntó bostezando.

Se me olvidaba que hoy, fin de semana en EEUU, eran 12 horas menos que aquí en Japón.

—¡Idiota! ¡Necesitaba hablar contigo! —grité molesta.

—¡Ah! Bien, bien... Discúlpame, estoy reponiéndome aún... —Carraspeó—. Dime qué pasa, cabecita.

Escuchar su voz me tranquilizaba, después de todo él siempre era el que me consolaba cuando necesitaba de alguien o cuando temía de la adversidad.

—Bueno, pues... —Hice una pausa—. Quería que me cantaras antes de dormir.

No quise decirle la verdadera razón, ya que de seguro se escandalizaría si le cuento que estoy compartiendo techo con un par de tipos que intentaron violarme.

—¿Qué? ¿Me estás jodiendo? ¡¿Y me llamas por eso?!

Mi petición no es tan extraña como parece, todo tiene un contexto. Cuando éramos pequeños yo tenía problemas serios para dormir, por lo general podía pasar de largo muchas veces ya que no me daba sueño en ningún momento, pero sólo había una forma para que me quedara callada y así dejara de molestar a mi hermano, él se ponía a cantar una canción, y así me dormía.

La música siempre ha tenido ese efecto en mí.

Como soy una hermana mimada, terminó cantándome, y ahora todo había vuelto a la normalidad para mí. Continuamos hablando hasta que simplemente me quedé dormida sin darme cuenta.

—¿Rei?... ¿...Rei?... Ahmm... Bueno... Espero que estés descansando perfectamente... Te quiero.

AL OTRO DÍA.

No sé qué estaba pasando, pero mi cuello me vibraba con insistencia, por lo que me desperté automáticamente. No me quedaba de otra después de todo.

Lo que estaba vibrando era mi móvil, que se había quedado debajo de mi cuello cuando me había quedado dormida hablando con Kenji.

—Diga —dije, restregándome los ojos, recién despertando, aún somnolienta.

—¿Kenji-kun?

Aquella voz se me hacía conocida, mas mi mente no podía reconocer fácilmente de quién se trataba, por lo que observé en un lapso pequeño el nombre de aquel contacto que me estaba llamando. Era Yuri-chan.

—Ho-hola Yuri-chan.

—¡Discúlpame! ¿Te desperté?

—No... —Mentí, para evitar hacerla sentir responsable—. ¿Necesitas algo?

—Ah... Bueno... Yo... —Intentó decir, al parecer sin haber preparado las palabras con anterioridad—. Me preguntaba si estabas ocupado hoy...

Hoy era Domingo, claramente no estaría ocupada un día tan aburrido como este.

—Para nada, ¿por qué?

—... Yo quería preguntarte si... Me podrías ayudar en matemática, para el examen ya sabes... —Dijo ella con suavidad—. ¡Claro! ¡Sólo si no te da problemas! ¡Y si quieres!

Ella era una chica que se le daba incluso mejor que a mí los estudios, por lo que me extrañaba, en cierta forma, que me pidiera ayuda a mí.

—Claro que sí... ¿Voy a tu casa? —le pregunté. Sería un gran problema si quisiera venir ella a la mía, ya que se encontraría con el desastre que había dejado mi madre anoche.

—¡S-sí! ¡Gracias Kenji-kun! ¡Me alegro!

Su actitud había cambiado, ahora se había entusiasmado y no se escuchaba presionada como al principio. Como se lo prometí, fui a prepararme para ir a verla.

Corrí a vestirme, aunque claro, no me había dado cuenta de que no tenía ropa de hombre en casa, más que el uniforme. No podría llevar uniforme obviamente, eso sería extremadamente raro, por lo que rápidamente llamé a quien quizás podría ayudarme.

—¿Sí?—escuché del otro lado de la línea.

—¡Yukio! ¡Préstame de tu ropa!

¿Eh? ¿Rei? Vamos... Apenas te acuerdas de mí ahora, después de tanto tiempo, y sólo me pides favores.

Es cierto, había descuidado a mi primo este último tiempo con tanto asunto en mi cabeza.

—¡Discúuuuuulpame! ¡Por favor! le supliqué.

—Sí, sí... Está bien, pero no creo poder ayudarte en lo absoluto, después de todo mi ropa te quedaría excesivamente grande... Lo siento.

Yukio, efectivamente, era muy corpulento y grande, por lo que no insistí, sabía que era la peor idea que se me había podido ocurrir.

Al cortar, después de hablar un poco con él, tan solo pensé en una persona que podía prestarme ropa.

—¡Shōyō! grité apenas me contestó, incluso cuando no iniciaba aún la conversación.

—¿...Rei? —preguntó él, al parecer despertando también.

—¡Discúlpame! me estaba disculpando mucho en tan poco tiempo—. ¡Quería pedirte un tremendo favor!

—¿Ah...? ¿Sí? ¿Cuál?

Era gracioso cómo le costaba mantenerse consciente en la mañana, mientras toda la energía por la que se caracterizaba permanecía aún suspendida.

—¿Me podrías prestar ropa? le pregunté un poco avergonzada, ya que aquella pregunta era bastante rara.

—¿Ropa? respondió él, ahora un poco más despierto que antes. ¿Para qué?

—Una amiga me pidió que le ayudara a estudiar... ¡Y yo no tengo ropa de chico!

Se quedó unos segundos en silencio, debido que aún no terminaba de entender la situación.

—¡Ahh! ¡Ya entiendo! gritó de pronto. ¡Claro que sí! ¿Te llevo o tú vienes?

¡Voy! ¡Gracias Shōyō-kun! ¡Eres increíble!

Le corté justo al instante. Quizás era muy impulsivo de mi parte, pero realmente no quería hacer esperar a mi amiga, por lo que salí corriendo lo más rápido que pude.

P.O.V HINATA

¡Voy! ¡Gracias Shōyō-kun! ¡Eres increíble!

Estaba recostado observando hacia el techo cuando Rei cortó y el sonido de pitido telefónico sonó repetidas veces, dejándome paralizado. Me estaba comenzando a poner nervioso, no esperaba que el domingo por la mañana volvería a verla, no estaba ni siquiera un poco preparado para eso. Al menos supe disimularlo bien en la línea telefónica.

Me levanté de un salto de la cama, como si no hubiese estado durmiendo hace solo un par de minutos atrás. Fui al baño y me metí a la ducha lo más rápido que pude.

Sabía que llegaría en cualquier momento, por lo que también aproveché de ordenar el desastre de mi habitación. Creo que hice todo excesivamente rápido, ya que estaba listo con todas las cosas en su lugar a eso de la media hora (sin mencionar que la gran mayoría de cosas las había ocultado bajo mi cama).

Me senté en mi cama jadeando, como si hubiese estado en un partido de mil horas sin pausa.

—¿Shōyō? —entró mi madre, haciéndome sobresaltar como si estuviera dentro de una película de terror.

—¿Q-q-q-qué?

Se quedó observándome con extrañeza. Sus impresiones aumentaron cuando inspeccionó el orden de mi habitación y, posteriormente, me miró a los ojos.

—¿Y esto? ¿En qué momento ordenaste? ¿Te sientes bien?

—Ah esto... Es que vendrá una amiga...

Ella entrecerró sus ojos mirándome fijamente, yo tan solo fruncí el ceño sin entenderla.

—¿Amiga...? —preguntó ella—. ¿La chica que vino a buscarte ayer? ¿Os veréis de nuevo?

—S-sí... Respondí, aguantándome la vergüenza e incomodidad por lo que estaba pensando mi madre en su interior.

—Shōyō, no me mientas, ¿es tu novia?

Aquello me hizo reaccionar involuntariamente, como si me hubiesen disparado directo al pecho.

—¡¡N-NOOO!! grité, escandalizado.

¿Quién? ¿Rei-san? ¿No es tu novia, nii-chan? dijo Natsu, que no sé de donde salió, asomándose detrás de mi madre.

—¡DIJE QUE NO!

Mi madre se entrecruzó de brazos mirándome con una fastidiosa sonrisa, apoyándose en el marco de la puerta.

—Mamá, a nii-chan le gusta Rei-san —le dijo desconsideradamente mi hermana, sosteniendo su pantalón.

—¡NO! ¡NATSU, CÁLLATE! dije enfadado.

—¡Te gusta! ¡Te gusta! ¡Te gusta! —comenzó a saltar alrededor de mí, mientras yo intentaba controlar las ganas de lanzarme por la ventana.

Su voz es extremadamente aguda, es una niña bastante fastidiosa cuando quiere, y yo solo podía tapar mis oídos con ambas manos para soportarla.

—¿Por qué no lo admites? ¿Shōyō? —preguntó mi madre, que se me había olvidado que aún estaba ahí presente en mi habitación.

—¡E-es la chica que le gusta a Kageyama! grité, haciendo que Natsu se callara—. Y a ella probablemente le gusta él también, sería estúpido que a mí...

Mientras explicaba un tanto nervioso, el timbre de mi casa comenzó a sonar, lo cual nuevamente me hizo sobresaltar, haciendo que el corazón casi se me saliera de la boca. Mi mamá no me dijo nada más, pero frunció el ceño cuando reaccioné de la forma que lo hice cuando el timbre sonó. Ella podía leerme muy fácilmente.

Natsu corrió a abrir la puerta y yo preferí quedarme en mi habitación, a esperar que el rubor de mis mejillas se atenuara, mientras con ambas palmas me las golpeaba.

Escuchaba los gritos de mi hermana desde el primer piso, junto con los de Rei, que le seguía el juego.

Mi madre también se esforzaba por hacerla sentir bienvenida. No sé cuánto tiempo habré esperado en mi habitación, ya sentía que se llevaba mucho mejor con mi propia familia que conmigo.

Cuando finalmente llegó, estaba Natsu pegada a ella, la miré con desconcierto ya que no podría usar mi ropa si es que estaba mi hermana aquí.

—Natsu, baja le ordené.

—¡Pero nii-chan! —protestó ella.

—Shōyō-kun, no te preocupes, no molestará —me respondió Rei.

Me quedé suspendido mientras Rei analizaba tranquilamente toda mi habitación, ciertamente ella no había entrado aquí en la fiesta de anoche. En parte me relajaba que Natsu estuviera aquí, me habría puesto demasiado nervioso haber estado los dos solos.

—Bueno, no es por mal educada, pero de verdad necesito llegar a casa de Yuri pronto me dijo ella juntando sus manos, suplicándome.

Le hice una señal hacia el clóset que yacía en la esquina de mi habitación.

Ella se acercó hasta él y se sorprendió, probablemente, por ver tanta ropa dentro; incluso cuando no uso ni la mitad de ahí, siempre da mucha pena botar lo viejo.

—Puedes sacar lo que quieras —dije, relajado.

—¿Para qué vas a ponerte ropa de nii-chan?

Me helé por dentro, se me había olvidado que mi hermana estaba presente, y lo dije indiscriminadamente, sé que Natsu no se detendría de hacer preguntas jamás. Con ella sabiendo la verdad, podría en cualquier momento meter la pata donde no debe.

—Bueno, es que estamos haciendo una obra de teatro, y como no hay suficientes chicos, tendré que ser el príncipe encantado respondió tranquila, ni siquiera se notó que había sido una idea de último momento.

Tuve que taparme la boca con ambas manos para no reírme.

—¡¡En serio!! —gritó Natsu.

Al parecer, engañar a un niño era inclusive más fácil que cualquier otra cosa.

—Sí... Por eso le pedí ropa a nii-chan.

—¡Pero! ¡Rei-san! ¡Tú deberías ser la princesa!

No recordaba que a Natsu le agradara tanto alguien como para decirle algo como eso. Rei colocó su mano izquierda sobre su cabello sacudiendo su cabeza con suavidad.

—Natsu-chan... La única princesa aquí eres tú.

—¡Oooh! ¡Ya sé! ¡Juguemos! —dijo ella, entusiasmada. Yo soy la princesa, y yo seré su hija, tú serás la reina y nii-chan el rey.

Tenía ganas de callarla con algo, puesto que ella hacía esto cada vez más incómodo para mí. Yo sabía muy bien que el puesto de rey, no lo tenía yo.

Rei sonrió, parecía que no le hizo sentir nada en especial, por lo que simplemente asintió para jugar con Natsu.

—Yo no quiero jugar dije serio, haciendo que ambas me miraran con la misma expresión, mezclada con cierta confusión.

No pretendía enojarme, pero esto no podía seguir así.

Natsu me miró con tristeza, mientras Rei probablemente no sabía qué hacer ni cómo reaccionar, simplemente siguió sacando prendas del clóset, pensando en qué finalmente vestir.

El silencio que se formó en la habitación inundó todo lo que se llama espacio.

... Rei-san... ¿Crees que nii-chan es mejor que Kageyama-san?

—¡¡N-NATSU!!

Me descoloqué al segundo cuando emitió aquellas palabras, esta niña no sabía lo que era considerado como fuera de lugar.

—¿Eh? preguntó la rubia extrañada por aquella repentina pregunta.

—¿Es verdad que te gusta Kageyama? preguntó Natsu.

Quise callarla de alguna forma, pero no lo hice a tiempo, aquella pregunta hizo que Rei reaccionara nerviosamente, y pude notar cómo se delataba a ella misma con su cuerpo y con el color de su rostro que cambiaba de tonalidad.

—¡Natsu-chan! ¡Y-yo...! —dijo ella, para luego suspirar y mirarla tranquilamente, calmando sus emociones. No.

Abrí los ojos, los cuales permanecían entrecerrados mirando al piso, subí la mirada sorprendido para observar la escena.

¡Entonces te gusta nii-chan! saltó mi hermana, entusiasmada.

Simplemente reaccioné para tomarla y sacarla de la habitación. Se quedó un rato reclamando desde afuera.

—Discúlpala por favor... intenté decirle.

Rei sonrió tranquila, al parecer no le había molestado en absoluto.

—No seas tonto, Shōyō, yo la entiendo... Yo también tengo un hermano... Para mí sería mejor que mi hermano estuviera con alguien que me agrada... hizo una pausa. ¡Usaré esto! ¿Dónde me puedo cambiar? dijo señalándome ostensivamente las prendas que sostenía en una de sus manos.

Le dije que podía usar el baño del primer piso, por lo que se dirigió hasta allá dejándome solo una vez más en mi habitación.

Me eché en la cama, con los brazos en la cara. Lo que acababa de pasar, de cierto modo me hacía feliz.

¿No le gustaba Kageyama? ¿Eso podría significar que...?

No, no lo creo, estaría mal entrometerme en el camino de un amigo... Ella debería ser invisible ante mis ojos.

Pero aún así quería hacerlo, quería intentarlo, después de todo ella sí me gustaba. Me di cuenta por completo ayer, pero ya lo venía pensando desde hace ya mucho tiempo; creo que el flechazo fue aquel día en el que la vi derramando sus lágrimas en el gimnasio, antes de siquiera aparecerse ante nuestros ojos como Kiryū Kenji.

Tenía todo el derecho de sentir lo que siento, uno no lo controla después de todo.

Todos estos pensamientos me dieron ganas de ir al baño, por lo que me dirigí al del segundo piso, ya que Rei se encontraba en el primero, o al menos eso pensé.

Al abrir la puerta me asusté como nunca antes ya que ahí estaba cambiándose; no entendía por qué había venido al del segundo... Quizás me escuchó mal.

Quise disculparme gritando pero no fue necesario, ella estaba detrás de las cortinas de baño, y no se había dado cuenta de que yo estaba ahí.

Se encontraba tarareando una melodía, y yo sólo me había quedado prendido observando su viva silueta a través de esas gruesas cortinas de baño...

Kageyama había sido valiente, le había confesado sus sentimientos y se había esforzado por ella. Mas yo no podía hacer nada.

¿Tenía miedo? ¿De Kageyama?

Probablemente.

Además de tener miedo de que él me hiciera picadillos, también temía en hacerle daño.

Pero no quería renunciar, no aún.

La cortina se abrió, y no sé cuánto tiempo había pasado, pero ahí se encontraba Rei, observándome sorprendida.

—¡Shōyō-kun! ¡Desde cuándo estás aquí!

—Desde recién... Mentí—. Disculpa.

—Da igual, nunca pude encontrar el baño del primer piso, por lo que fue mi culpa.

Ya no tenía su ropa femenina, ni tampoco su cabello largo, pero seguía pareciendo una chica para mí. No entendía cómo había podido engañarnos a todos.

Quizás su forma de ser nos generaba confianza, y así se había ganado toda nuestra credulidad.

Volvimos a mi habitación evitando que mi madre o Natsu la vieran en esas pintas. Cerré la puerta y ahora sí, estábamos completamente solos. Nos quedamos en silencio, mientras yo seguía entumido en mis pensamientos.

—Shōyō-kun... Quiero preguntarte algo... —Dijo ella de pronto, poniéndome nervioso.

—¿Sí? respondí, intentando parecer seguro.

—Siempre he notado que conmigo actúas distinto... ¿No te agrado?

Me quedé congelado, no podía creer que pensara eso, después de todo era todo lo contrario.

—No... ¡O sea sí! ¡Cómo no me ibas a agradar!

—Ah, bueno, me alegra saberlo...—Dijo riendo. Tú también me agradas...

Me quedé en silencio, supe que era el mejor momento para declararme, ya que nunca la volvería a tener al frente de esta forma, tenía que aprovechar la situación por sobre todas las cosas. Pero antes...

—Rei...

—Dime.

—¿Es cierto que Kageyama no te gusta?

Se quedó callada ante mi pregunta sin quitarme los ojos de encima, para luego bajar la cabeza y mirar el suelo.

—Yo... No lo sé...—Terminó por decir. Aún no lo sé...

Se veía incómoda ante la conversación, pero un no sé era suficiente para no renunciar a ella.

Aún estaba a tiempo.

Pero cuando quise decírselo ella se levantó bruscamente, mirando el reloj.

—¡Me tengo que ir! ¡Discúlpame! ¡Perdón! ¡Perdón! dijo ella, alterada.

—Ah... Está bien respondí algo decepcionado—. ¿Cómo te irás? Mi madre está abajo...

—¡Me iré por aquí! ¡No es tan alto! dijo ella subiéndose a mi ventana.

—¡¡R-REI!! ¡¡NO SE TE OCURRA...!!

Sí era alto, algo así como unos 3 metros de altura, pero aún así se lanzó.

Para mi suerte ella sabía lo que hacía, ya que había un árbol en mi jardín; simplemente se lanzó a este y cayó feo, pero de mucha menor altura, y salió corriendo.

Me comencé a reír desde mi habitación, liberando el nerviosismo, esta chica estaba loca...

P.O.V REI

Cuando corrí desde la casa de Shōyō hasta la de Yuri, el tiempo pasaba más rápido de lo que creí, los segundos se aceleraban a favor de que yo llegara extremadamente tarde. Me ponía triste no haberme despedido de Natsu ni de su madre, pero no podía hacerlo vestida así.

Aún tenía mi corazón latiendo a mil, probablemente por el hecho del planteamiento de si es que me gustaba Kageyama o no. ¿Cómo iba a saberlo? ¡Jamás me había gustado alguien en serio! ¿Qué se siente cuando te gusta alguien?

Llegué a la puerta de Yuri frente a un letrero enorme que decía ''Murakami'', la casa era realmente bonita.
Toqué el timbre y en menos de un minuto la puerta se abrió, dejándola a ella entreverse, con una amplia sonrisa.

—Disculpa la demora, Yuri-chan.

—¡Adelante Kenji-kun!

No había nadie en casa, probablemente eso la haría sentir inquieta, después de todo yo soy un ''chico''...

Me hizo pasar a su habitación, y se encontraba todo lo necesario para poder estudiar, no sabría cómo me concentraría, Kageyama aún no salía del todo de mi mente.

Colocó música; por lo general siempre suelo estudiar en silencio, pero no protesté, ya que después de todo yo sólo la venía a ayudar, y si eso era de su preferencia me parecía bien.

Incluso cuando habíamos pasado una hora estudiando, ella no lograba concentrarse, y yo no sabía cómo remediar la situación.

—Lo que te estoy diciendo, es que cuando más de 5 vectores se unen, debes sumarlos todos e igualarlos a cero, para despejar la ecuación...

—Pe-pero... ¿No me dijiste que debía despejar la x?

—No sabes cuál es la x aquí, recuerda que tendrías que discriminar cuál es el principio y cuál es el final...

—¡Ahhh! dijo ella sacudiéndose el cabello, al parecer más frustrada que nunca.

—Tranquila, Yuri-chan, ya entenderás, empezaremos de nuevo.

Volví a explicar una vez más, hasta que ella me interrumpió para decirme algo.

—Tomémonos un descanso, iré por algo para comer.

Asentí y se levantó; estábamos en el piso de su habitación y yo me había quedado suspendida en él.

Bakageyama, detente de una vez, ¿por qué me tenía que forzar a darme cuenta de mis propios sentimientos?

Recordé que Yuri era una chica, probablemente entendía de las cosas del amor mucho más que yo, por lo que me propuse preguntarle sobre esto cuando llegara.

Tenía muchas certezas, entre ellas, que yo le gustaba a Kageyama. Cada vez que pensaba en eso me sentía feliz, como si algo explotara en mi interior, además quiero verlo en todo momento, es como si lo extrañara cuando no está... Incluso a veces le extraño más que a mi propio hermano y eso es muy extraño...

Pero me hacía sentir atacada el solo hecho de quizás tomarle de la mano... Besarlo...

Me sacudí el cabello en un ataque de vergüenza, olvidando que tenía puesta la estúpida peluca, por lo que tuve que volver a colocármela mucho mejor.

Cuando Yuri entró con comida a la habitación, volví a actuar normal, ahora por fin podría tener una buena conversación.

Dejó la bandeja en el piso y fue a cambiar la canción que estaba puesta, poniendo una bastante lenta y romántica. Aquello me hizo soltar una risa en voz alta, porque sería gracioso conversar de amor con esa música de ambiente.

—¿Q-qué pasa? me preguntó Yuri-chan.

—Nada—. Respondí segura.

Ella se sentó a mi lado completamente en silencio, mientras yo no sabía cómo iniciar la conversación.

Si le comenzaba a hablar de una persona en específico sería demasiado notorio que estoy hablando de un chico, pero no sabía cómo un chico suele hablar de chicas, no tenía el suficiente tiempo para ordenar mis...

¿Eh?

Mis pensamientos fueron completamente interrumpidos por una acción repentina de ella. Yo tenía mi mano descansando en el suelo, y ella la tomó de la nada. Me asusté, o más bien me sorprendí, muchísimo.

Le miré al rostro, mas ella observaba el piso, nerviosa, con sus mejillas ruborizadas. Yo... ¿Yo en serio le gustaba a Yuri?

—Esto... ¿Yuri-chan...? pregunté dudosa, sin tener el coraje de separar mi mano de la suya y hacerla sentir mal.

—¡Kenji-kun! ¡Siempre me has gustado! —confesó ella sin mirarme a los ojos. Yo... Quería decírtelo hace muchísimo tiempo, pero nunca había llegado el momento exacto para hacerlo...

—¿Yo? —pregunté estúpidamente. ¿Y por qué yo? No soy como los otros chicos...

—Por eso... Eres un sueño, es como si no fueras real...—Terminó diciendo para esta vez sí mirarme a los ojos.

Estaba muy nerviosa, tenía miedo, no sabía qué responderle.

—Yuri no digas eso...

—Quiero saber si es que tengo alguna oportunidad de estar contigo...

Cerré los ojos, desesperanzada.

—No... Yuri-chan... Perdóname respondí poniendo la mano que estaba siendo sostenida por ella en mi cara.

Ella se quedó en pausa sin poder decir nada, yo simplemente me levanté y quise irme, aunque no me dio para hacerlo... No quería dejarla así.

—¿Por qué no? ¿No soy lo suficientemente buena...?

—¡Claro que lo eres! ¡Eres más que eso! —le dije, intentando que no llorara.

—¿Entonces por qué...?

Me quedé sin saber qué hacer parada frente a ella. Sabía que no debía seguir haciéndole saber a todos mi secreto, pero ella era una amiga muy preciada para mí. Tenía que ser honesta...

—¡Mírame! ¡Yuri! ¿No lo notas?

—¿...Qué cosa? —dijo ella, secándose las lágrimas.

Tomé con mi mano derecha mi cabello, y una vez más, dejé salir al real, el cual cayó medio amarrado por una liga.

La cara de Yuri era inexplicable, se había quedado en shock sin decirme nada, y yo solo la observaba con tristeza, con pena de haber destruido su ilusión.

—K-Ke... Kenji-kun...

—Me llamo Rei... Kiryū Rei —dije para luego caer de rodillas frente a ella. Perdóname...

No sé cuánto tiempo se habrá quedado en silencio al frente de mí llorando, mientras yo apretaba los dientes y me mordía el labio con impotencia; era una idiota, estaba haciéndole daño a muchas personas y yo sólo me había cegado, pensando que todo esto era algo bueno.

Esto ya no duraría mucho tiempo más.

—Vete... Olvídate de que te perdonaré alguna vez... No puedo creer que seas una mujer... Esto es más de lo que puedo soportar.

Me levanté, y quise pedirle que por favor no me echara de esa manera, que su amistad era necesaria para mí, pero nada salió de mi boca, simplemente me di la vuelta y comencé a marcharme lentamente.

Antes de salir por la puerta solo oí fríamente desde su boca una última despedida.

—Te odio, a más no poder.

Salí corriendo a la calle, sin saber exactamente a dónde ir, tenía mi mente en otra parte, tenía mucha pena y no quería volver a casa... Sabía que allí nada me consolaría.

Me dejé caer sobre una pequeña muralla, que se encontraba al frente de un mini-market, ahí me quedé sentada hasta que mis lágrimas no aguantaron más.

Comencé a llorar en voz alta, seguramente llamando la atención de quien pasara por ahí.

—¿Rei?

Subí la mirada y vi a Kageyama, quien tenía entre sus manos un par de bolsas, probablemente había llegado hasta aquí para comprar y habíamos coincidido.

¿Cómo es que nos habíamos encontrado justo en este momento? ¿Había un porqué para eso?

Intenté secarme las lágrimas, quise no verme en un aspecto tan deplorable ante sus ojos.

—¿Qué te pasa? preguntó él.

—Y-yo... Soy...—Intenté decir, sin poder controlar mis emociones. ¡Soy una idiota! ¡Me odio! ¡Me odio tanto!

Comencé a golpearme la cabeza con mucha rabia. Tenía demasiada impotencia acumulada.

—¡O-oye! ¡No hagas eso! —dijo Kageyama alterado, soltando las bolsas y sosteniéndome ambas manos, evitando que siguiera haciéndome daño.

Lo que había pasado me había golpeado duro, no tenía ganas de continuar ahora, realmente quería que Yuri me perdonara, pero eso era algo que ni siquiera yo podría perdonar...

—Kageyama-kun... Perdóname... Sé que me odias por todo lo que te he hecho... Estás en todo tu derecho...

Él me miraba fijamente y no parecía tener mucha expresión, pero aún así se notaba preocupado.

—¿De qué hablas? Yo no te odio, idiota.

Kageyama se separó de mí y sacó de su bolsa un jugo energético el cual me entregó, era del mismo que me entregó hace tiempo.

—No es necesario...

—¡Sí lo es! Lo compré para dártelo mañana en el partido, pero veo que ahora lo necesitas mucho más.

Subí la mirada hacia él con ilusión; él siempre sabía demostrar su cariño con acciones y aquellas me hacían plenamente feliz, por lo que esbocé una pequeña sonrisa.

Mi corazón latía con fuerzas al tenerlo cerca, y quería inmortalizar este momento por siempre.

—Nunca te volveré a hacer daño...—Dije, espasmeada por el llanto y poniéndome de pie.

Apoyé mi cabeza en su hombro, lo cual le hizo reaccionar de una forma muy adorable.

Estaba nerviosísima, sentirlo tan cerca me gustaba, pero me hacía sentirme terriblemente alborotada, además aquellas mejillas rojizas y ese ceño fruncido me hacía sentir muy diferente.

Aquella promesa que le había hecho me la tatuaría en el cuerpo y en el alma por la eternidad, todo el tiempo que él deseara permanecer conmigo, le cuidaría y jamás le haría daño.

Uno no valora a las personas como se debe, hasta que ya es demasiado tarde.

Y eso es lo que me había sucedido esa tarde.

Perdóname Natsu-chan.

Te mentí.

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