Joder qué dolor de culo. Ese viaje había sido de lo más cansador, pero al menos ya estaba en Atlanta.
Por fortuna, tenía descanso por un fin de semana largo, pero necesitaba hablar con Cait, contarle todas las vergüenzas que me hicieron pasar mis hermanos, reínos un poco, en fin, charla cultural.
En mis días con mi familia la pasé... relativamente bien podría decir. Cada vez que un chico me parecía guapo o intentaba ligar conmigo, mis hermanos se encargaban se espantarlos. Rodeé los ojos recordando con cierta vergüenza, deberían madurar.
Pero aún así, había descansado del tema de Justin comportandose como un rarito y había estado con mi familia, dos pájaros de un tiro.
Me divertí mientras jugaba con mi sobrina, hablaba con papá, salía con mamá, molestaba a mis hermanos. Incluso les enseñé unos trucos en el skate a mis sobrinos, que para ellos era fantástico que su tía supiera de esto siendo una mujer, bueno, al menos para ellos yo no era patética.
Acababa de entrar a mi departamento, dejé todas mis cosas en el suelo y luego me tiré en el sofá. Quería dormir pero necesitaba a Cait, así que me levante y cogí el teléfono para llamarla.
- Hola – Genial. Todos mis esfuerzos de alejarlo de mis pensamientos fueron directo al caño.
- Pásame a Caitlin. – Fue lo único que dije. Necesitaba mantener una distancia.
- Primero que todo se saluda. – Escuché en su voz un tinte de enojo.
- Ah sí, hola Justin. ¿Me pasas a Caitlin? – Volví a decir. Tampoco era una maleducada.
- No. – Dijo cortante.
- ¿Qué? ¿Por qué no? – Dije un poco molesta.
- No está.
- ¿Dónde está?
- Con su novio. – Respondió con fastidio. Pero esperen, ¿dijo novio?
- Me estoy partiendo de la risa - Ironicé. - Pásamela ya, es urgente.
- Ya te dije que no está. – Escuché al final en susurro un "joder". Conté hasta diez, me estaba sacando de mis casillas.
- ¿Cómo que no está? ¿Dónde está? – Volví a preguntar. Porque siempre se puede parecer más tóxica.
- ¿Acaso eres sorda? Te dije que con su novio.
- Justin no estoy jugando, pásamela. – Reclamé enojada. No era posible. Tenía que ser una mentira de él para fastidiarme. Cait me lo hubiera dicho.
- ¡Que no está! – Gritó. Realmente estaba enojado porque cortó.
¡No! ¡No! ¡No!
Eso era una mentira, solo lo hacía para fastidiarme. Caitlin no podía tener novio, ella me lo diría, solo estuve fuera cuatro días. ¿Cuántas cosas pueden pasar el cuatro días? Ridículo.
Es decir, no es como si ella no pudiera tener un novio, es más, me hubiera alegrado por ella...
Pero hoy estaba cansada, y ya era de noche, así que dormiría y mañana temprano iría a buscar a Cait.
(...)
Me levanté temprano, apenas eran las 8:30am de la mañana. Ni yo podía creermelo, la broma de Justin si que había causado estragos en mi.
Me vestí con lo primero que tenía al alcance y fui directo a la casa de Cait.
Una vez que llegué, toqué el timbre. Estaba ansiosa, y mi pie no dejaba de moverse. Era temprano y estábamos en medio de la semana así que Chris estaría en la secundaria, Pattie y el señor Jeremy en el trabajo. Así que toqué y toqué el timbre, seguramente estaban durmiendo esos dos.
Bah, se lo merecían, uno por imbécil y a la otra por perezosa.
Justin abrió la puerta un poco despeinado, sin camisa y en un short de dormir. Tragué saliva. Quién se creía este imbécil como podía abrir la puerta estando así, ¿acaso pensaría que era una de las chicas con las que se acuesta y para “ahorrarles” trabajo bajaba casi desnudo?
- Ah eres tú, debí imaginarlo. – Me miró con fastidio.
- Sí, soy yo, ahora llama a Caitlin. – Dije fríamente. Solo mira a sus ojos, _______(tn), y todo estará bajo control.
- Te dije que está con su novio. - Gruñó.
- Y yo ya te dije que no te creo, así que llama a Cait. – Exclamé furiosa.
- Vaya que eres terca. Ya te dije que - no - es - tá. – Dijo mientras subía el tono de voz.
- Y yo te digo imbécil. Ahora déjame entrar. – Grité.
- No, no te voy a dejar entrar. Ésta es mi casa. – También gritó.
- Que me dejes entrar. – Luché contra su cuerpo pero era en vano. Malditos hombres y maldita genética.
- No, no quiero. – Rió. Era más fuerte que yo, le causaba de alguna manera que alguien de mi estatura intentara moverlo.
Duramos un buen rato, yo peleando para que me dejara entrar y el negándose. El muy imbécil me tapaba el paso. Sonreí internamente, porque yo soy más inteligente.
Con una actuación digna de un un Oscar, fingí resignarme, di media vuelta aparentando que me iba. Y como pensé Justin se descuidó y entré corriendo a la casa. Él corría detrás mío pero le llevaba ventaja.
Llego a la habitación de mi amiga y freno se golpe, era cierto. No estaba. Fruncí el ceño.
Sentí que algo chocaba con mi espalda y lo siguiente que pasa es que termino tirasa en la cama de Cait, con Justin encima mío. Me ruboricé.
Sentía nervios, trataba de mirar a cualquier lugar de la habitación con tal de no ver su rostro tan de cerca. Era la primera vez que tenía un hombre como Justin encima mío... No, era la primera vez que tenía un hombre encima mío. Y para completar estaba casi desnudo.
Él me miraba de una manera intensa que me hacía derretir. Lograba sentir su aroma tan varonil. Su respiración chocaba con la mía y nuestras narices rozaban, haciendo que una oleada de calor se apoderara de mí, ¡su cuerpo era fantástico, por Dios!.
Con el cuerpo de Justin puedes derretir el mismo Polo Norte. Sus músculos tan bien formados, su piel dorada, sus abdominales bien marcados. Me sentía indefensa ante ese cuerpo tan masculino, sentía debilidad y no quería luchar para que se quitara encima mío. Y por lo visto él tampoco. Me miraba con deseo, sus ojos iban desde los míos hasta mis labios. Joder. ¿Acaso este momento no puede ser más caliente?
Su respiración se encontraba agitada al igual que la mía, su cercanía me quemaba. Mi corazón latía a mil diciendo que me quedara y mi mente decía que escapara de ahí. No sabía qué hacer.
Poco a poco se fue acercando, puedo jurar que llegué a rozar sus labios pero mi mente reaccionó y paré lo que sea qie estuviese sucediendo.
- ¿Qué te pasa, imbécil? Levántate de encima mío. – Dije mosqueada. No podía creer que yo haya caído en sus redes por un momento.
- ¿Yo imbécil? – Dijo con cinismo. – Al menos no soy tan estúpido como tú. – Espetó en un tono burlesco.
- Si yo soy estúpida, tu eres un idiota inmaduro. – Sentencié. Pero curiosamente ninguno de los dos nos separábamos.
- Si que eres boba. ¿Por qué crees que te mentiría? ¿Eh? ¿Contenta? Ya viste que mi hermana no está. – Dijo enojado. Lo más raro de todo era que no se movía.
- Sabes qué, eres un… - El teléfono me interrumpió así que me apuré en levantarme. Puse mis manos en sus jodidos pectorales duros y lo empujé, corrí a contestar el teléfono.
Bufé, era una de esas estúpidas “amigas” de Justin. Así que le di el teléfono y aproveché su distracción para irme de una buena vez de ahí. Me sentía fatal. Mi amiga me estaba evitando, Justin no había mentido. Ella no estaba ahí. Pero eso no significa que tenga novio, ¿o sí?
Ese día tuve que trabajar así que trataba de mantener mi mente ocupada y no pensar, sin contar la presencia de mi odioso jefe. De verdad era un fastidio, tenía como unos cuarenta años, bueno eso aparentaba ya que no recuerdo su nombre, era… eh … Samuel no estoy segura, algo así, pero en fin. Pasé toda la tarde en mi trabajo y en la noche fui a mi departamento, me sentía más sola que una arveja en un plato.
Hoy era jueves y no tenía nada que hacer así pasé los siguientes cuatro días más aburridos de la historia y Caitlin no había dado señales de vida. La llamé unas cuantas veces y saber que mierda sucedía pero nunca se encontraba en su casa, varias de esas veces contestó Justin diciendo lo mismo que la primera vez "ella no está, se fue con su novio", me fastidiaba tanto la situación que le hacía caras al teléfono mientras hablaba.
Sin Cait la vida era más solitaria, más aburrida. Estuve encerrada en mi casa sin hacer nada, tan solo me sentaba a ver televisión, escuchar música y estudiar, pero nada más. Salí una o dos veces pero fue para ir a trabajar. ¿Qué hacía? Nada. No tenía nada que hacer sin ella. Necesitaba encontrarme algo con qué entretenerme porque esto era simplemente triste.
Gracias a Dios hoy era lunes y tendría que ir a la Universidad. Al ahí podía encontrar sin duda a Cait, así que me fui temprano.
Cuando entré a la universidad busqué por todos los pasillos a Caitlin y nada. Era como si la tierra se la hubiera tragado, era como si alguien me quisiera hacer tan infeliz que me quitaba a mi mejor amiga y mi única compañía aquí en Atlanta.
Como no lo encontraba, entré al aula de clases y me senté en el mismo lugar donde ella y yo nos sentábamos. Le guardé un puesto para cuando llegara.
Una vez sentada revisé todo el salón con la mirada: pude ver hasta el imbécil de Justin con Ryan que por fortuna solo teníamos tres materias juntos, mi mirada paso de ellos al otro lado del salón donde algo captó mi atención... Ahí estava Cait, sentada con Dylan... Y reían hasta que ella lo besó. Sí, lo besó.
Ahí supe que Justin no había mentido, me sentía tan mal… Sueno como una egoísta por no querer que mi amiga sea feliz pero no era por eso que estaba mal, si no por el hecho de que se suponía que éramos mejores amigas y no había secretos entre nosotras. Al parecer solo en cuatros días las cosas si podían cambiar drásticamente.
Me encontraba algo ida durante las clases de Jason que al parecer se dió cuenta.
- El coro viene basado en estrofas. - Dijo él y luego me miró. - ¿______(tn) estás bien? – Peeguntó y todos voltearon a verme, incluso Justin.
- Si – Respondí pero no soné muy convencida, así que agaché mi cabeza.
- Bueno, como les decía. En una canción hay estrofas y el coro... - Siguió dando la clase pero no dejaba de mirarme, podía ver sus preguntas en sus ojos hacía mí, pero no le presté mucha atención.
Cuando terminó la clase tomé mis cosas y me levanté de la silla para salir pero él me llamó.
- ¿______(tn) puedes venir un momento? – Dijo Jason.
- Clato. – Me acerqué a él. – ¿Qué sucede?.
- Eso quiero saber, ¿qué te sucede? No es normal que no prestes atención en clases. Eres de las más aplicadas.
- Problemas personales, nada del otro mundo. – Contesté volteando mi cara porque una lágrima rebelde se me salió. Estaba más sensible de lo normal, ser mujer no ayudaba en nada, encima sentía un ligero dolor en el abdomen que me recordaba que esto iba a durar unos días más.
Aún así él se dió cuenta y me la quitó rozándome con sus dedos, luego me atrajo hacia a él y me abrazó. Mentiría si fijera que no necesitaba de un abrazo, y él me lo estaba dando.
¿Pero por qué no me sentía del todo bien? ¿Por qué no me sentía como cuando él me abrazada? Sin lugar a dudas los brazos de Justin te podían hacer sentir segura y en paz, lejos de tus problemas.
Aun así levante lentamente mi cara para mirarlo a los ojos, él sonrió acariciándome la mejilla. Lentamente se fue acercando hacia a mi con la intención de, claramente, besarme pero yo volteé la cara haciendo que me diera un beso en la mejilla.
- Lo siento, Jason, pero ya debo irme. – Le dediqué una sonrisa forzada.
- Está bien. – Me sonrió tratando de calmarme.
- Luego hablamos, ¿si?.
- Si, no te preocupes. – Dijo dándome un beso en la frente.
Luego de eso salí del salón y en la puerta me topé con Justin, que me miraba con cierta duda.
- ¿Estás bien? – Preguntó. Mierda. ¿Por qué todos preguntaban lo mismo? Sentí un ligero enojo.
- Si. – Corté fríamente la conversación pasando por su lado. Aunque a medio camino me detuve, él no tenía la culpa y no debía desquitarme con nadie. Justin solo había preguntado si estaba mal y yo lo traté pésimo.
Me había esperado a que saliera solo para saber cómo estaba, me sentía fatal. Volteé y su mirada había pasado otra vez a la del viejo Justin egoísta. No valía la pena.
Seguí mi camino hacia mi casillero, estaba enojada, pero no con Jason, ni con Justin, sino con Cait por haber “olvidado” contarme.
Llegué a mi casillero y lo abrí, guardé algunos libros. Observé el interior de este donde había una foto de nosotras abrazadas, la saqué de ahí, tenía tanta rabia que quería hacerla pedacitos pero no tuve el valor de hacerlo así que la puse de nuevo en su lugar y cerré mi casillero.
Ahí estaba ella con una sonrisa como si no hubiera pasado nada.
- Hola – Me sonrió.
- Hola – Dije cortante.
- ¿Cuándo llegaste? - Intentó abrazarme pero yo no le correspondí.
- No sé, tal vez hace una semana creo.
- ¿Qué? ¿Y por qué no me buscaste?
- ¿Qué mierda Cait? - Espeté enojada. - Desde que llegué no hice sino buscarte por cielo y tierra y no te encontré. Andabas muy ocupada pero ya veo por qué. – Dije enojada mirando a Dylan que de lejos nos observaba, Cait volteó a ver y comprendió.
- Ah, sí, hay mucho que debo contarte. - Le restó importancia. – Y tú me tienes que contar cómo te fue. - Sonrió.
- Mjm si.
- ¿Por qué no vas después de clases a casa y hablamos?
- Nos vemos allí. - Tomé mi skate y me subí en él. Anduve por los pasillos hasta llegar al campus, no quise ir a las siguientes clases. Necesitaba pensar, y bajo ese árbol se sentía muy tentador pasar el rato.