Robando A Emma

By MCRomances

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Emma Blake está lista para un cambio de su vida monótona en Los Ángeles. Así que cuando su novio Roy sugiere... More

Robando A Emma
Capítulo 1 - Creación de Equipo
Capítulo 2 - Extintor de Incendios
Capítulo 3 - Mal Sentimiento
Capítulo 4 - A es de Amigos
Capítulo 5 - Compañeros
Capítulo 6 - La Curva de Laffer
Capítulo 7 - Vino y Pimientos
Capítulo 8 - Mirando Estrellas
Capítulo 9 - El Paciente Inglés
Capítulo 10 - Estancados
Capítulo 11 - Una Ligera Indiscreción
Capítulo 12 - El Secuestro
Capítulo 13 - La Gran Manzana
Capítulo 14 - La Intrusa
Capítulo 15 - Allanamiento de Morada
Capítulo 16 - Contra Viento y Marea
Capítulo 17 - La Redada
Capítulo 18 - Espera, Nos Vamos a Casa
Capítulo 19 - No Hay Tal Infierno Como...
Capítulo 20 - El Robo
Capítulo 21 - Después de la Tormenta
Capítulo 22 - Juez, Jurado y Ejecutor
Capítulo 23 - Saliendo
Capítulo 24 - Hecho para Amar
Capítulo 25 - La Recta Final
Capítulo 27 - Eventualmente, Algún Día
¡Entrevista con Emma y Max!
Nota de la Autora
Enseñando a Mia - Capítulo 1
Persiguiendo a Sofía - Prólogo
Amando a Olivia - Capítulo 1

Capítulo 26 - Campana de Cierre

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By MCRomances

"¡Cinco minutos para la campana de cierre!" una voz hizo eco a través del piso de inversión. Todo el lugar parecía como si un huracán hubiese pasado zumbando por ahí, como si acabaran de jalar la alarma de fuego.

Max estaba sentado con sus pies encima de su escritorio, su cabeza encorvada a la izquierda mientras mantenía su línea de venta, desarreglado pero aún así presentable. Vestía una camisa blanca de rayas desabotonada en el cuello, con una corbata de Prada suelta, un chaleco gris oscuro y pantalones haciendo juego.

Bajó los pies, enderezó su silla y tomó un sorbo de Vitamin Water, luego con su mano libre abrió el segundo cajón y sacó una botella pequeña tamaño de avión de Johnnie Walker Black. Se la tomó de un sorbo.

Apretando el botón de espera en el teléfono con su índice izquierdo y dedo medio, gritó, "Estoy en ello bastardo. No fastidies, es mi comprador. Lo conseguiré, Sebastián."

"No jodas esto o juegues al vaquero de medianoche. Tenemos un vendedor institucional y un mercado que se está viniendo abajo, sólo cuenta tus pérdidas y déjalo ir."

Sebastián era el director de inversiones, de voz ronca y tipo intimidante, parte de la generación vieja de negociantes.

"Te dije, lo tengo." Max sonrió, "Además, disfruta un poco. ¿Ya no nos estamos divirtiendo?"

"Termínalo ahora."

"Puta madre, está bien." Max descolgó su teléfono, golpeando el auricular contra su palma.

"Entonces Javier, ¿tenemos un acuerdo?"

"Sí, Don Emilio estará muy contento," habló con un acento fuerte español. "Tenemos un buen entendimiento de los contratos a futuro, y sólo digamos que, tenemos buenos indicios que la cosecha se recuperará muy bien la segunda mitad del año. Ha sido un invierno pesado."

"Si ese es el caso, tenemos un vendedor privilegiado, nada sale de esta habitación, pero él prefiere todo el lote. Movería el mercado, pero controlarías casi todo. Aparecerá en la confirmación final de inversiones del día, pero nada muy severo antes del reporte de USDA de mañana. Claro que a una comisión, tampoco quiero insultar al vendedor."

"Ah ... Max, siempre el boy scout, ¿eh? Pobre pequeño Max, esperando hasta el último minuto para que alguien lo salve. O espera a salvarlo. ¿Cómo sé que si no me vendes ese lote a mí, que no lo venderás después del reporte mañana?"

"Bueno. No sabes. Pero tampoco encontrarás el mismo contrato de cosecha y cereales que te estoy ofreciendo ahora a una pequeña comisión para asegurar tus ganancias – por lo que dices – para el resto del año. Imagina, Javier, eso podría ser el verano entero en la Toscana con tu familia ... y sin llamadas de mí."

Los ojos de Max se entrecerraron mientras que rascaba su barbilla. Se dio cuenta que su barba estaba crecida, debieron haber pasado un par de días desde que se afeitó.

"Bueno Max, hazlo a un cuarto más. Ni un centavo menos ni un centavo más. Cómprate un nuevo traje de boy scout." Bajo su aliento, pero todavía audible escuchó, "Este miserable hijo de la gran p-" antes de que la línea se cortara.

"Hmm, bueno, te mandaré la confirmación de venta y concluiremos el día," Max dijo antes de colgar.

El resto del piso de transacciones se estaba cerrando por el día, pero una campana fuerte sonó y varios gritos y alaridos hicieron eco de los otros negociantes felicitando a Max. Sin embargo, eso disminuyó cuando la campana de cierre sonó y Sebastián entró al piso.

"En mi oficina ... Ahora."

Max salió a través del piso por las puertas de vidrio de doble paño y entró a la oficina lujosa de Londres de su jefe. Sebastián tenía un par de fotos con su familia, retiros de entrenamiento y algunas pinturas originales de Dalí colgadas en la pared. Era un espacio lo suficiente grande para un pequeño escritorio, mesa de conferencia, un par de sillas Barcelona, y un área de alfombra y otomana para atender a clientes y ejecutivos.

"Max, siéntate ... por favor. Bueno, ¿dónde empiezo?"

"Creo que un gracias, buen trabajo ahí afuera sería un buen comienzo, Sebas."

"Cállate la boca, Max. Mírate. Desde que regresaste de la escuela de negocios, lo cual yo y la maldita compañía pagamos, has sido un desastre y has estado jugando muy, muy riesgoso."

Él continuó, "Regresaste hace dos semanas, y parece que no te has bañado en un par de días o has estado fuera en una borrachera, y pareces un fantasma cuando no estás trabajando. Ni siquiera te estás tratando de coger a la asociada con la que te enganchabas antes o salir con los otros negociantes. Checas a la llegada y a la salida, como un reloj, sólo que apenas estás aquí. Y cuando lo estás, eres un riesgo total. Para mí, para los negociantes, y para ti mismo."

"Gran discurso, ¿me puedo ir ahora?" Max replicó.

"¡No! ¿Qué diablos está pasando?"

Max se desplomó en una de las sillas Barcelona, deslizando su mano lentamente sobre el cuero y botones de nudo e hilo. Suave y sedoso, como ella. Como Emma.

"¿McFly, hola? ¿McFly?"

"Mira, he tenido algunas cosas personales. Nunca tomé un descanso entre el final de las clases y el regreso al trabajo, y por si fuera poco, acabo de salir de una relación que me ha estado jodiendo la cabeza."

"Vaya, Max. Mujerzuelas corriendo sueltas, ¿eh? Antes te llamábamos El Puma, porque eras un padrote por ahí. Ahora sólo eres una de las mujerzuelas."

"Jefe, ¿es un buen momento para decirte que eres británico y blanco, y no un gangster mafioso de Compton?"

"Chistoso. Esto es lo que va pasar ... compinche. Dos semanas de vacaciones no pagadas para que arregles tus cosas. Arregla lo que sea que tienes y regresa aquí y das la mejor impresión de Max el tipo que contraté o te largas de aquí."

"Entendido, jefe," Max dijo levantándose y tratando de arreglar su corbata.

"Sólo regresa a casa, engánchate con una de las pasantes o asociadas, y diré que estás de vacaciones para guardar apariencias. ¿De acuerdo?"

"Sebas, tú sabes que no me meto con niños pequeños como Ming."

"Hmm. Nos vemos en dos semanas, Durant," Sebastián dijo azotando la puerta en su cara.

Max ni siquiera se molestó en regresar a su escritorio y salió del edificio para encontrar a Rebecca, una de las asociadas jóvenes, esperando en el patio.

"Ey sexy, ¿por qué no has querido jugar últimamente?" ella sonrió con superioridad y con una ceja alzada.

"Ah mierda, Rebecca. No es un buen momento."

"Maxi, no me has dirigido la palabra desde que regresaste. ¿Me estás evadiendo?" ella respondió con una cara de puchero.

"Rebecca como te dije antes, nos divertimos, pero yo quería hacer algo más con mi vida, por lo que me fui." Max frunció la frente, frotando su pelo y buscando su celular en uno de los bolsillos de su traje.

"También mencionaste mantener una política abierta cuando regresaras."

"Sí, bueno ... parece que la puerta está cerrada por ahora. Escucha, tengo mucho en mi plato, nos ponemos al tanto después, ¿está bien?"

"No. Te ves como mierda por cierto. Me vestí para ti, y hasta traje un regalo para que lo abramos juntos."

"Dos nuevos mensajes." Max cerró uno de sus oídos y trató de escuchar los mensajes mientras que la Jessica Rabbit falsa lo trataba de seducir con el tráfico peatonal del centro de Londres.

"Hola Max, es mamá. Bueno, es sobre tu padre de nuevo. Le dio gripa después de su chequeo con el cardiólogo. No se ve bien, hijo. ¿Tal vez uno de estos fines puedes venir aquí, levantarle el ánimo y cuidar a los mellizos? Beso. Llámame de vuelta."

Ni siquiera esperó que la grabación terminara y apretó 7 para borrar el mensaje.

"¿Hola? ¿Me estás escuchando? Me puse un atuendo revelador y mucho más. Pista, el juguete es para usarlo allá abajo, corazón."

"Dios, ¿hablas en serio? ¿No has escuchado nada? ¿Estás desesperada? No estoy interesado." Max perdió su compostura por un segundo, pero ya no podía más.

"Está bien idiota, aquí está tu regalo. Ponlo a buen uso y métetelo por el culo."

"¿Qué?"

Rebecca se marchó enojada y le tiró una bolsa discretamente que traía guardada en su pecho. Max la atrapó a medio aire, haciendo malabares con su teléfono.

"Presione 1 para repetir, 7 para borrar."

No había escuchado nada del siguiente mensaje, así que apretó 1 al llegar a su apartamento. Él convenientemente vivía a corta distancia de su oficina. Era bastante infrecuente por estos barrios, pero trabajar en finanzas tenía sus ventajas, o al menos eso pensaba hasta hace unos días.

"Hola hermano, es Leo. Mia y yo estamos pensando en ir a ver a papá. Estoy seguro que mamá ya te llamó, me mandó el mismo email cuatro veces de su iPad. Bueno, llámame de vuelta, tal vez podamos ir el mismo fin. ¿Qué pasó con Emma al final? Bueno, espero que cosas buenas."

Max abrió la puerta de su apartamento y de inmediato fue hacia su cocina y abrió el refrigerador para sacar otra botella de Vitamin Water. Tiró su teléfono sobre la mesa al igual que la bolsa y se desplomó.

"Ja, el conejo, cuáles son las probabilidades."

Asomándose en la bolsa en un paquete de tienda cursi, estaba un pequeño vibrador de conejo. Rebecca se lo había comprado supuestamente para experimentar en ella. Se rió solo por unos segundos antes de ponerse serio otra vez.

Habían pasado dos semanas desde que había visto a Emma, y esencialmente, desde que su mundo se había desbaratado. Ella había sido el pegamento que había mantenido todo junto. Era la razón por la cual se despertaba cada mañana. Hasta había bromeado que ella era la esperanza en la campaña de reelección de Obama.

Ellos se habían peleado cuando él se fue y en su mente, cortado. Ella quería poner su vida en orden y él inicialmente había dicho lo mismo. Pero él sabía. Sabía desde el momento en que la había conocido que esto era demasiado profundo. Ella era una dinamita belicosa y no le importaba si su mano explotaba jugando demasiado cerca. Tenía esta atracción, este tiro magnético dentro de ella que lo nivelaba y aplanaba.

"¿Por qué te estás regresando a Londres?" ella demandó durante su última discusión sobre el tema. Había sido todo diversión y juegos hasta ese punto cuando la verdad finalmente surgió.

"Tú sabes por qué. Tengo que trabajar y siento que todos están contando conmigo."

"¿Y que de mí? ¿De nosotros?"

"¿Qué de ello, Emma? Quiero estar contigo, pero me mandas tantas señales mixtas, no sé qué pensar. Quieres ser independiente y averiguar tus propias cosas. Bien, me encanta eso de ti. Pero luego no quieres que yo interfiera o cambie lo que yo quiero."

"Bueno, ¿qué quieres Max?"

"Tú, maldición. Siempre ha sido y siempre vas a ser tú."

"Entonces quédate conmigo un tiempo. ¿Nos acabamos de graduar y ahora se supone que sólo debemos regresar a como estaban las cosas? Eran una mierda antes. No sé tú, pero era una mierda antes de venir aquí y conocerte. No quiero regresar a eso, pero tampoco te puedo prometer el mundo."

"Emma, no lo puedo explicar. Tengo un ... deber ... de regresar. Quisiera que sólo pudiéramos escoger un lugar en un mapa y escaparnos juntos, pero la vida real no funciona así. ¿Por qué no puedes venir y quedarte conmigo por un tiempo? Ver Londres, quedarte en mi apartamento. Te encantará. Todo está pagado. Lo podemos averiguar ahí."

"Ah sí, todo pagado. Justo como te gusta, ¿no es cierto? ¿Para que haga lo que tú digas?"

"Todo lo que quise decir es que los dos estaríamos apoyados, y tal vez en un ambiente externo estable, y no aquí en el mundo bizarro, los dos podríamos tomar buenas decisiones. Asegurarnos que esto sea real."

"¿No piensas que esto es real? Bueno, me enamoré de ti en el mundo bizarro tonto. Así que pon eso en tu pipa y fúmalo."

Max cerró los ojos de nuevo y se imaginó su piel y roce suave. No había visto a su familia en tanto tiempo, apenas estaba manteniendo su trabajo, y aparentemente parecía un taxista de Nueva York que compartía la misma higiene de él. Más que nada, ningún contacto con Emma. Se había acabado tan rápida y estúpidamente. Ella no contestaba su emails o llamadas. Seguramente había jugado con él.

Estaba tan enojado con el mundo que sólo quería liberar su enojo de alguna manera. Estaba hirviendo dentro de cada centímetro de sí mismo y la urgencia de su mente de tirarse por la ventana diez pisos o tirarle navajas a los repartidores cuando traían su orden.

Buen trabajo, psicópata. ¿Perdiendo tu mente? Sí. Verificado. Ahora vamos a acabarnos otra botella de whisky y dormirnos hasta el domingo, se dijo a sí mismo.

Rebuscando por su gabinete de licor, la puerta de repente se abrió y su mundo entero se paró.

Emma.

"Está bien, bueno él debe de estar por llegar, así que espero sorprenderlo. Estoy tan emocionada. Me encantan las sorpresas. De acuerdo, adiós Mia."

Ella estaba en el teléfono y no lo había visto en la sala.

Clic. Literalmente.

"¿Em?"

"¡Mierda me asustaste, Max! ¡Odio cuando haces eso!"

"Por qué estás ..." tuvo que parar y pensar sobre lo que le quería preguntar. Sus ojos verdes destellaron en él, y se olvidó quién era por un segundo. Nunca se habían visto tan vibrantes, detuvo un impacto tan fuerte sobre él.

"¿Qué estás haciendo aquí? No he escuchado una sola palabra de ti en dos semanas. Pensé que habíamos terminado. ¿Te caíste sobre tu lindo trasero en el baño y te descalabraste?" Max dijo metódicamente.

"Max, puedo explicar esto. Nigel me dejó entrar. Le dije que era tu esposa y que te quería sorprender. Quiero arreglar esto."

"Espera, espera ... ¿quién es Nigel?"

"Nigel, el tipo grande con el bigote raro. El portero, ¿aló?"

"Ah, pensé que su nombre era Kenneth. Con razón nunca entendía mis chistes de R.E.M. De todos modos, ¿un email, una simple llamada? ¿Una paloma con una maldita nota en su pata? Todos estos serían métodos preferibles de comunicación en vez de aparecerte sin avisar."

"Porque yo ..." empezó a llorar.

Mierda, odiaba verla llorar. Se sentía como si alguien le desgarraba el corazón.

"Porque fui una idiota. Siempre me apago y bloqueo a la gente y he sido un desastre desde que te fuiste. No puedo creer que me dejarías. Digo, lo sé, yo lo hice. Pero eso era yo protegiéndome. Necesitaba saber que te sentías igual. Si no, me iré."

Max inmediatamente caminó a través de la sala y la trajo cerca. "Shh ... bebé. Me estoy volviendo loco aquí. Casi me despiden, mi familia me ha estado afectando mucho, y no te tenía a ti. No sabía dónde estabas o qué estabas haciendo o con quién estabas."

"Estaba esperando a que me rescataras. Supongo que fui una tonta por aparecerme aquí. Por todo lo que he pasado y todavía soy la chica a la que no invitan a bailar. Patético."

Max agarró su cara y suavemente limpió sus lágrimas. "No digas eso enfrente de mí. Te estaba dando tiempo ... no quería empujarte. Eres increíble. Desearía que lo pudieses ver. Todos los demás lo ven. El mejor momento de mi vida fue saber que eras mía."

"Entonces demuéstramelo, Max," Emma gimió.

Max rápidamente la subió al mostrador de cocina y la besó profundamente, reclinando su cabeza hacia atrás y colocando su mano derecha alrededor de su cuello. Con su mano izquierda separó sus piernas, envolviéndolas alrededor de su cintura para poderse acercar más a ella.

Su aroma era embriagante. Chupó su labio y luego mordisqueó alrededor del lóbulo de su oreja y luego lo mordió. Su mano derecha se movió hacia su hombro mientras tomaba su trasero con la izquierda.

Emma envolvió sus manos fuertemente alrededor de su cuello y jugó con su pelo mientras ella jadeaba sin aliento. Sus labios eran como heroína y Max podía sentir la necesidad y urgencia con cada movimiento. Sabía que se sentía muy real, pero también muy carnal y duro. Como si estuviese llenando sus necesidades físicas y emocionales en el mismo momento. Se asustó un poco.

Eran como dos caballos salvajes sueltos del establo en una noche tormentosa sin luna. Sus ojos se fijaron en ella y tal como un semental, tenía los ojos vendados para el mundo cuando ella estaba a la vista. Ahora iba a mostrarle quien era su semental.

Ella traía puesto un top corto gris y un suéter largo que le encantaba, una falda apretada con mallas y botas a las rodillas. Se veía más que hermosa y sexy. Ella colocó dos manos atrás de ella y se movió más encima del mostrador, dándole a Max una mejor vista mientras abría su posición más amplia.

De repente sintiendo que él traía puesto demasiada ropa, Max se quitó su propia camisa y Emma rápidamente se paró a ayudarlo a desabrochar su cinturón. Él le desgarró su top y suéter, revelando un sostén blanco de encaje que realzaba sus pechos exquisitos.

Se arrodilló un poco sobre ella y susurró, "Necesito probarte. Ahora."

Le levantó la falda y le quitó sus mallas y pantis en un sólo movimiento. Ella ya estaba mojada y olía deliciosa. La probó con su lengua y ella dejó escapar un gemido suave.

"Sólo estoy empezando, reclínate."

Al colocar su cara más cerca de su piel, él flexionó su brazo izquierdo y detuvo su muslo sobre su hombro. Con su pulgar, frotó un círculo suave alrededor de su centro y la abrió.

Su cabeza y espalda se arquearon y ella dejó escapar un gemido profundo y susurró, "Max, te necesito."

Colocó su lengua y dedo índice dentro de ella y con su brazo la sacudió para adelante y atrás sobre el mostrador mientras que ella unía sus movimientos con su cuerpo.

Su cuerpo entero se acaloró y estaba estallando en llamas, esperando a que el entrenador lo metiera al juego. Ese era un toro que estaría corriendo por Pamplona esta noche.

Pero con un movimiento, todo vino a un alto.

"Para. Ahora."

Max se paró y se dio cuenta que Emma había endurecido sus piernas y su cuerpo estaba completamente rígido.

"¿Qué diablos es esto, Max?" Ella apuntó a una bolsa junto al mostrador.

"Bebé, realmente no es lo que piensas." Su protuberancia empezó a disminuir mientras se ajustaba y levantaba.

"He escuchado esa historia antes. Guárdalo para la jueza. Dios, soy tan idiota." Emma empezó a levantarse y a ajustarse también.

En ese momento Max flaqueó. "Emma. Mírame. Mírame, por favor."

Sorprendida, ella quedó paralizada por un segundo. "¿Qué, Max?"

"Emma, esto ... esto es mierda. Es de una chica desesperada con la que me enganchaba antes. Me lo dio como una manera de regresar con ella. Porque no he sido yo mismo últimamente. Porque todo lo que quiero y necesito eres tú."

"¿Así que te lo dio? ¿Y eso es todo?"

"Em. Dijiste que estabas aquí antes, y no estaba aquí, ¿correcto? ¿Parezco como si tengo tiempo de tener una orgía y encuentro de medio día, y luego convenientemente dejarlo aquí a la vista para que tú o cualquier otra persona lo encuentre?"

"No lo sé Max. ¿Esto es lo que te gusta? ¿Esto es lo que te prende?"

"Tú me prendes. Fin del cuento."

"Sólo sácalo de aquí," ella casi grita.

Max inmediatamente tiró todo a un lado pero el conejo seguía ahí.

"¿Y qué sobre eso? ¿Lo usas con tus amantes?"

"No, nunca lo he usado. Y no, no tengo chicas contratadas corriendo por aquí."

"Ay, ahí vamos de nuevo. Por contrato, Max. ¿Así deberíamos llamarte?"

Max, aún semidesnudo, acorraló a Emma, quien estaba semiconsciente y sonrojada, y puso su mano alrededor de su cara.

"Te encantaría eso, ¿no es cierto? Que fuera el eterno chico malo. Para tener una razón de irte. Que no haya manera de que alguien te ame, ¿es así?"

"Bueno, ¿lo es?" Emma parecía tener miedo pero también estaba intrigada e intimidada por su ceño fruncido. Ella no sabía cómo responder.

"Emma, bebé. Para esto. ¿Quieres seguir con los juegos?"

"Ja, cierto Max. Buen intento, no me convence."

"Te amo, Em. Sólo a ti. No me vas a dejar. No lo permitiré."

"Dame una razón para no irme, Max."

"Estoy por enseñarte un millón de razones."

Max agarró su cuello suavemente y la besó. Emma volteó su cara, pero Max eventualmente cepilló su cabello atrás, mirándola directamente. Él no estaba jugando. Estaba lleno de tanto enojo y deseo, pero también miedo. Algo estaba mal con él y no lo podía entender. ¿Tal vez esto era lo que él necesitaba? ¿Esto es lo que ella necesitaba? No podía pensar claro viendo que la mitad de su atuendo estaba o en el piso o alrededor de sus tobillos.

Se envolvió en su beso apasionado. Pero esta vez, era más profundo. La quería tanto que empezó a actuar por instinto y dejó todo pensamiento racional atrás. Rápidamente la bajó del mostrador y volteó su cuerpo, poniendo sus manos sobre el mostrador y luego barrió su cabello a un lado recorriendo sus manos por su espalda.

"Ahora, ¿dónde estaba?" él resopló.

Max jaló sus caderas hacia él, causando que ella encorvara su espalda y subiera su trasero hacia arriba. Él rápidamente agarró su miembro pulsante y lo guió a su centro. En ese momento, Emma volteó su cabeza alrededor no sabiendo lo que estaba pasando.

"Uh-uh. Todavía no, señorita."

"Max, ¿has perdido la cabeza?"

"Sí."

Él agarró sus caderas de nuevo y extendió sus piernas más ampliamente. Se posicionó de nuevo en su entrada. Ella todavía estaba mojada, pero tendría que ganar esta descarga para mostrarle quien estaba a cargo.

Él se inclinó hacia delante y la agarró por las muñecas, sujetándolas al mostrador. Ella accedió, sólo ligeramente peleando mientras provocaba su punta dentro de ella.

"Max, por favor. Te quiero dentro de mí."

"Shh ... casi bebé." Él estaba adolorido y muriéndose por hundirse en ella. Pero necesitaba esto. Necesitaba escucharla suplicar por él y quererlo tanto como él.

"Más," ella rogó.

Esas palabras fueron música para su oído. Empujó dentro de ella, pero sólo parcialmente.

"Más, Max," ella lloró. Era una agonía y éxtasis extraño que se estaba formando dentro de su voz.

"Te amo, Em. Pero lo siento. Voy a necesitar tomarte fuerte antes de que te haga el amor."

En un movimiento, Max se hundió en ella, más profundo que antes. Repitió el movimiento una y otra vez. Su cuerpo se azotó fuerte en contra del de ella, firme y profundo. Al poco tiempo, ella empezó a encontrar sus movimientos agresivos. Se desató y empezó a labrar dentro de ella. Estaba cerca del clímax y necesitaba pausar por un segundo.

"Dios, Em. Sí."

Aunque ella era pequeña y flexible, él cambió su posición para que ella pudiese sentirlo todo adentro de ella. No quería perder un centímetro de ella.

Él recostó sus piernas un poco y soltó su agarre sobre sus muñecas, mientras se acercaba besando su cuello y cara. Ella estaba empapada de sexo y sudor, y sabía tan dulce. Pensó que era imposible, pero ella nunca se había visto más hermosa que en ese momento.

La miró fijamente y susurró, "Te puedo sentir toda, bebé. Te amo. Te necesito."

"Te necesito más, Max. Soy tuya."

Empezó a sentirla erupcionar y temblar debajo de él, y él sintió los espasmos y el correr de su sangre soltarse y explotar dentro de ella. Los dos se cayeron a un lado y se quedaron ahí acostados por unos segundos.

Su mirada finalmente se calmó y al fin se sintió satisfecho y lleno, física y emocionalmente. Besó su mejilla y su frente y dijo, cuidadosamente escogiendo sus palabras después de lo que había transpirado, "Eres mía, y pertenezco contigo. Siempre."


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