Robando A Emma

By MCRomances

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Emma Blake está lista para un cambio de su vida monótona en Los Ángeles. Así que cuando su novio Roy sugiere... More

Robando A Emma
Capítulo 1 - Creación de Equipo
Capítulo 2 - Extintor de Incendios
Capítulo 3 - Mal Sentimiento
Capítulo 4 - A es de Amigos
Capítulo 5 - Compañeros
Capítulo 6 - La Curva de Laffer
Capítulo 7 - Vino y Pimientos
Capítulo 8 - Mirando Estrellas
Capítulo 9 - El Paciente Inglés
Capítulo 10 - Estancados
Capítulo 11 - Una Ligera Indiscreción
Capítulo 12 - El Secuestro
Capítulo 13 - La Gran Manzana
Capítulo 14 - La Intrusa
Capítulo 15 - Allanamiento de Morada
Capítulo 16 - Contra Viento y Marea
Capítulo 17 - La Redada
Capítulo 18 - Espera, Nos Vamos a Casa
Capítulo 19 - No Hay Tal Infierno Como...
Capítulo 20 - El Robo
Capítulo 21 - Después de la Tormenta
Capítulo 22 - Juez, Jurado y Ejecutor
Capítulo 23 - Saliendo
Capítulo 24 - Hecho para Amar
Capítulo 26 - Campana de Cierre
Capítulo 27 - Eventualmente, Algún Día
¡Entrevista con Emma y Max!
Nota de la Autora
Enseñando a Mia - Capítulo 1
Persiguiendo a Sofía - Prólogo
Amando a Olivia - Capítulo 1

Capítulo 25 - La Recta Final

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By MCRomances

Emma se despertó con un nudo en su estómago. Hoy era el día de su presentación final y luego su maestría acabaría oficialmente. Trató de atribuir el sentimiento de inquietud al hecho que estaba nerviosa por la presentación, pero ciertamente no era eso. Ella era muy buena al presentar, siempre lo había sido. Se sabía de memoria todo y probablemente lo podría recitar en su sueño.

Además, no podía negar que ella y Max hacían un gran equipo. Cuando él primero había sugerido que fueran compañeros para la presentación, pensó que sería una mala idea mezclar trabajo con romance. Pero luego él le recordó que habían obtenido la única A en clase cuando trabajaron juntos en el proyecto de economía el primer semestre. Al final, prefería no trabajar con alguien que no quería y decidió pasar el poco tiempo que les quedaba junto con él.

Había salido todo muy bien en realidad. Como tenían una semana para presentar después de que las clases terminaron, Max acabó llevándola a la casa de playa que tenían en Marbella y trabajaron en el proyecto desde ahí. Él se había asegurado que nadie más estuviese ahí, así que tenían la casa entera para ellos mismos. En las mañanas se despertaban, tomaban un desayuno sin prisa mirando el mar, y luego pasaban las tardes trabajando juntos en su reporte con descansos ocasionales en la playa. Cocinaban una cena juntos en la noche y pasaban el resto del tiempo entre las sábanas.

Había sido simplemente perfecto. Nunca se hubiese imaginado en un millón de años que el final del MBA sería tan divertido y sin estrés. Habían sido seguramente una de las mejores y más relajadas semanas de su vida. Por otro lado, nada en su año entero en España había sido planeado o esperado.

Pero ahora todo eso se había terminado y estaban de vuelta en Madrid. Max estaría yendo de regreso a su trabajo en Londres en un par de días y ella todavía no había decidido qué diablos iba a hacer. Él la había estado tratando de convencer que se regresara con él durante el último mes, pero no se podía decidir. Pensaba que no sería lo mejor para ella. Ahora que el día estaba justo a la vuelta de la esquina, tenía un sentimiento de desasosiego y estaba absolutamente aterrorizada de su partida. La presentación hacía que todo pareciera tan final.

La alarma en su teléfono sonó y ella se inclinó sobre la mesa de noche para apagarla. Justo había empezado a revisar sus mensajes cuando Max inmediatamente la alcanzó y la trajo de vuelta contra su cuerpo. "Debería de ser ilegal que te alejes de mí," él murmuró en su sueño.

Ella todavía no se había acostumbrado completamente al hecho que él quería estar cerca de ella a todas horas. Era afectuoso y cariñoso con ella. Algo que Roy nunca había sido.

Ella se volteó en sus brazos y hundió su cabeza en su pecho. Suspiró profundo, pensando que esto sería una de las últimas mañanas que despertaría con él. Este pensamiento inmediatamente la sobrecogió. Tal vez si se volvía a dormir, esto desaparecería.

Max trazó sus dedos lentamente bajo su espalda y luego rozó su trasero, como él rutinariamente hacía en las mañanas. Después de gemir con satisfacción dijo, "Buenos días, guapa."

Empezó a besar su hombro y bajo su brazo mientras cepillaba su cabello hacia atrás y empezó a correr sus dedos por él. Se sentía tan bien que no quería moverse y en vez disfrutó de la sensación.

"Bebé, nos deberíamos de despertar. Tenemos la presentación."

Ella inmediatamente sacudió la cabeza. "No quiero ir a la universidad. ¿Tenemos que?" se quejó.

Max se rió. "Solamente es la presentación final de nuestra maestría que cuenta muchísimo, pero oye, no es gran cosa."

"MBA estúpido," ella contestó. Salió de las cobijas y se paró aún atontada para ir al baño. Apenas había prendido la perilla del lavabo para cepillarse los dientes, cuando sintió a Max detrás de ella.

"¿Por qué estás siendo un gato gruñón?" él preguntó.

"Porque sí," se encogió de hombros, su estado de ánimo sólo empeorándose.

"¿Porque sí qué?"

"Porque es la mañana. ¿No es razón suficiente?"

"Bueno, sí. Pero además de eso. ¿Qué tienes, querida?"

"Nada. Sólo estoy nerviosa por la presentación."

Max se rió fuerte. "No creo eso ni por un segundo."

"Entonces no lo creas."

Antes de que se diera cuenta, Max la agarró por la cintura y la acorraló contra la pared. "Háblame, bebé."

"Se está haciendo tarde. Nos deberíamos ir."

"No parecía importarte hace un minuto."

"Bueno, tienes razón. Además, necesito más tiempo para alistarme hoy."

Max suspiró fuertemente. "Está bien. Cualquier otro día y no me gustaría esto. Pero tan pronto como terminemos vamos a regresar aquí y me vas a contar todo. Y después de eso, estoy planeando hacerte el amor toda la tarde. No trates de discutir conmigo, no voy a tomar no como una respuesta."

Emma hizo un puchero por un segundo, pero luego sonrió. Realmente le gustaba la idea de la segunda parte. "Eres tan sexy cuando me ordenas, Sr. Durant."

Él se inclinó a besar su cuello y luego susurró en su oreja. "Ponte algo sexy para mí. Eso también es una orden, Señorita Blake," dijo antes de irse y cerrar la puerta detrás de él.

Cuando llegaron a la universidad 30 minutos más tarde, Emma se sorprendió al ver que había un pequeño grupo de estudiantes esperando afuera del salón. ¿Qué estaba pasando?

"¡Oye, Max!"

Se volteó para ver a Tony acercarse a ellos por detrás.

"Te ves bien, hombre," él dijo señalando primero hacia su traje ajustado y luego a Emma a su lado.

"Ey Tony. ¿Qué pasa aquí afuera?" Max preguntó.

"Están atrasados. Como 40 minutos, hermano."

"Ay no, ¿en serio? Típico," Emma se quejó.

"Gracias por avisarnos, hombre," Max dijo. Volteando a Emma preguntó, "¿Quieres ir a un salón de estudio para prepararnos mientras tanto?"

"Este, sí," contestó. "Supongo que te veremos más tarde, Tony. Buena suerte."

"Está bien. Nos vemos chicos."

Ellos subieron para buscar una sala vacía, y Emma se sentó junto a la computadora después de dejar sus cosas. Empezó a sacar su USB para la presentación. "¿Quieres hacer una última corrida entonces?"

Max se quedó en la puerta, mirando por el pasillo. Luego la cerró detrás de él, echando la llave y bajando las persianas sobre la ventana de vidrio. "En verdad no, sólo fue una excusa para escaparnos. Quería tiempo a solas contigo antes de ir ahí adentro," él le sonrió.

"Ah," alcanzó a decir, ya teniendo una idea clara donde esto estaba yendo.

Él le ofreció la mano, indicando que se parara. Una vez que la tomó, la guió hacia el centro de la sala y suavemente la empujó contra la pizarra. "¿Te he dicho lo guapa que te ves hoy?" él preguntó, colocando un mechón de su cabello detrás de su oreja.

Ella lo miró de cerca a sus ojos color avellana. "Eh, creo que sí," ella contestó tímidamente.

"Necesito recordártelo por lo menos una vez cada hora," él respondió, corriendo su mano bajo su cuello. "Me encanta este atuendo. La blusa verde hace cosas increíbles a tus ojos. ¿Te la pusiste para mí?"

"Sí, es la que me ayudaste a escoger en Nueva York."

"Ah, claramente recuerdo cuando lo modelaste en el vestidor," dijo rastreando sus dedos bajo los botones de su blusa. "Te quise desabotonar la camisa, subirte la falda y tomarte ahí mismo," susurró.

Su respiración se atoró mientras que él se inclinó a besar su cuello. "¿Así que vas a hablar conmigo ahora?" preguntó.

"¿Ahora?" ella preguntó, su voz ligeramente temblando.

"Sí, ahora. Tenemos al menos 40 minutos, si no más. Suficiente tiempo," habló de manera insinuante. Sus manos ahora estaban paseando libremente alrededor de sus caderas y la acercó hacia él. "Dime que tienes."

Ella dejó escapar un suspiro. "¿No es obvio? Te vas en dos días, Max."

Tan pronto como las palabras salieron de su boca, él la besó apasionadamente, dejándola sin aliento. Su beso era fuerte, demandante, firme. Parecía decirle tantas cosas a la vez.

Cuando finalmente rompió el beso, sus ojos perforaron los de ella. "Ven conmigo."

"No puedo, Max."

"¿Por qué no?"

"Ya te dije. Sólo te estaría siguiendo a otro país. No puedo hacer eso de nuevo." Era una conversación que habían tenido repetidamente durante el último mes. Era un disco rayado con el cual los dos estaban dolorosamente familiarizados. Se había convertido en casi un juego a este punto.

"Qué niña tan terca. Pensé que hubiese podido cambiar tu opinión a estas alturas." Su mano subió por su estómago y empezó a desabotonar su blusa. "No me dejas opción más que enseñarte lo que te estarás perdiendo."

"Max," su voz se fue bajando. No había razón para tan siquiera protestar, así que cerró su boca y lo dejó que la convenciera.

Él le desabotonó rápido su blusa, y cuando se dio cuenta estaba besando sus pechos y levantando su falda. Justo como había dicho que había imaginado hacer en el vestidor de Nueva York. Pero ahora estaban en el medio de una sala de estudio, justo antes de su presentación más importante. Se prendió al instante. Era exactamente lo que necesitaba.

"Abre," él murmuró acariciando sus rodillas. Ella obedeció de inmediato y extendió sus piernas. Su mano viajó arriba hacia su muslo y vino en contacto con su liguero. "Dios, eres tan sexy. Me encanta cuando te pones esta cosa," respiró. Sus dedos jugaron con las tiras, antes de continuar su camino hacia arriba. Justo había rozado el lado de sus caderas cuando su mano se congeló por un instante.

"Mierda, bebé. No traes puesto pantis," él dijo excitado.

"Pensé que sería más fácil para cuando regresemos a casa," ella sonrió. Esa era exactamente la reacción que esperaba cuando decidió ir sin ellos antes.

"Qué cosita más traviesa." No perdió el tiempo más, y hundió un dedo dentro de ella.

Emma instantáneamente gimió y recostó su cabeza contra la pizarra. En su euforia, podía escuchar voces pasando fuera del salón, y se preguntó si ellos los podían escuchar también. Pero no pensó más en ello y eventualmente los bloqueó.

"Tan mojada para mí," Max susurró en su oreja mientras que sus dedos hacían su magia en ella. "¿Esto es lo que necesitabas, Em?"

"Sí," ella siseó mientras sus brazos se aferraban alrededor de sus hombros. Empezó a sentirse desesperada y dejó escapar otro gemido.

"Shh, querida. Relájate. Te lo daré."

Con su mano libre la agarró por la cintura y la acercó más fuerte contra de él, mientras que sus dedos continuaron a circularla. Ella sintió su erección apretar contra su estómago y lo alcanzó, bajando el cierre de sus pantalones. Los jaló hacia abajo en un solo movimiento rápido, junto con sus bóxers.

"Necesito más, Max," dijo al agarrarlo y empezar a tocarlo.

Él gimió con aprecio y sus ojos la miraron con lujuria. "¿Me quieres dentro de ti, bebé?"

"Ah dios," ella dijo asintiendo la cabeza.

Él sacó sus dedos de ella y agarró su trasero, jalándola contra de él. Los volteó y la colocó sobre la mesa de conferencia, acercándola al borde y envolviendo sus piernas alrededor de él.

"¿Qué tanto lo quieres? Dime, Emma."

"Por favor. Te necesito, Max. Tú sabes que sí."

"Ah bebé. Eso es lo único que necesitaba escuchar," dijo colocándose a su entrada. Alcanzó su cara y se movió poco a poco dentro de ella mientras tomaba su boca, tragando los gemidos de los dos.

Se movió dolorosamente lento, a pesar de su localización, como si tuviesen todo el tiempo del mundo. No sólo era una llamarada de pasión sobre una mesa, o la excitación de ser atrapados así. Era sobre ellos, su amor, y cuanto se necesitaban. Ella sabía en ese momento que no lo estaría siguiendo a Londres. Nunca sería sólo eso. Ellos eran tanto más.

"¿Lo sientes, Em? ¿Sientes eso?"

"Sí. Siento todo. Te amo, Max."

"No me dejes entonces," rogó.

La ironía de ese enunciado no se le escapó a ella. Él era el que técnicamente la estaba dejando. Pero sabía lo que quería decir.

"Te amo tanto. No te rindas de mí," él continuó. "No te rindas de nosotros. Por favor."

Lo sintió crecer rápidamente, casi de la nada, y no pudo evitar el llanto que dejó escapar cuando le pegó con plena fuerza. Max cubrió su boca y hundió su cabeza en su cuello, tratando de suprimir su propio gemido al llevarlo ahí también.

Los dos todavía estaban respirando fuerte cuando él destapó su boca. "Lo siento bebé, pero esos sonidos deberían de ser sólo para mis oídos."

"Deberías de culparte a ti mismo por eso," ella le devolvió la sonrisa. Era increíble como ella no estaba ni lo menos avergonzada por ello. Max definitivamente había sacado otro lado de ella que no tenía idea que existiera.

Besando su frente, él se salió lentamente de ella y la ayudó a pararse. Se ajustó rápidamente y se puso los pantalones de vuelta antes de ayudar a Emma a abotonar su camisa.

"¿Entonces es un sí? ¿Vendrás conmigo a Londres?" él preguntó con esperanza.

"Todavía necesito pensar sobre ello. Tal vez me puedas convencer un poco más en la casa," ella dijo guiñándole el ojo.

"Dios, ¿qué voy a hacer contigo?"

Emma sólo se encogió de hombros y se rió, mientras que él revisaba su reloj.

"Bebé, deberíamos de regresar a la sala."

"Está bien, vamos. Creo que ahora ya estoy lista," ella dijo bromeando.

"Bueno ver que pude ayudar. Nunca debí dejarte ir de la casa en tu estado," Max bromeó. "Pero hay que pasar por el baño primero. Aunque me encanta tu aspecto apasionado que traes, no hay manera que lo compartiré con los demás," dijo posesivamente.

Ella empujó su hombro. "No te preocupes. Es todo tuyo, chico duro."

"Bien. Ahora vamos a darle con todo, compañera."


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