princesa de slytherin ¹ ━━ ha...

由 hhoneyplnet

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⟮ las crónicas de alaska ryddle: libro 1 ⟯ siguientes libros disponibles en mi perfil. Con sólo once años, su... 更多

𝐏𝐑𝐈𝐍𝐂𝐄𝐒𝐀 𝐃𝐄 𝐒𝐋𝐘𝐓𝐇𝐄𝐑𝐈𝐍
𝐏𝐑𝐎𝐋𝐎𝐆𝐔𝐄
𝒐𝒏𝒆
𝒕𝒘𝒐
𝒕𝒉𝒓𝒆𝒆
𝒇𝒐𝒖𝒓
𝒔𝒊𝒙
𝒔𝒆𝒗𝒆𝒏
𝒆𝒊𝒈𝒉𝒕
𝒏𝒊𝒏𝒆
𝒕𝒆𝒏
𝒆𝒍𝒆𝒗𝒆𝒏
𝒕𝒘𝒆𝒍𝒗𝒆
𝒕𝒉𝒊𝒓𝒕𝒆𝒆𝒏
𝒇𝒐𝒖𝒓𝒕𝒆𝒆𝒏
𝒇𝒊𝒇𝒕𝒆𝒆𝒏
𝒔𝒊𝒙𝒕𝒆𝒆𝒏
𝒔𝒆𝒗𝒆𝒏𝒕𝒆𝒆𝒏
𝒆𝒊𝒈𝒉𝒕𝒆𝒆𝒏
𝒏𝒊𝒏𝒆𝒕𝒆𝒆𝒏
𝒕𝒘𝒆𝒏𝒕𝒚
𝐄𝐏𝐈𝐋𝐎𝐆𝐔𝐄

𝒇𝒊𝒗𝒆

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由 hhoneyplnet

( ☆. 𝐶𝐻𝐴𝑃𝑇𝐸𝑅 𝐹𝐼𝑉𝐸 )
𝚋𝚊𝚓𝚘 𝚎𝚕 𝚌𝚒𝚎𝚕𝚘 𝚎𝚜𝚝𝚛𝚎𝚕𝚕𝚊𝚍𝚘 𝚍𝚎 𝚑𝚘𝚐𝚠𝚊𝚛𝚝𝚜.

La pequeña flota de botes se movió al mismo tiempo, deslizándose por el lago lentamente, que era tan liso como el cristal y en su superficie reflejaba el borroso reflejo del gran castillo que todos observaban con total admiración y se elevaba sobre sus cabezas mientras se acercaban cada vez más al risco donde se erigía.

—¡Bajen las cabezas! —Exclamó Hagrid, cuando los primeros botes alcanzaban el peñasco.

Todos los estudiantes hicieron caso a la orden de inmediato, mientras los botecitos los llevaron a través de una cortina de hiedra que escondía una ancha abertura en la parte delantera del peñasco. Parecían estar recorriendo un oscuro túnel justo por debajo del castillo, hasta que llegaron a una especie de muelle subterráneo, donde tuvieron que trepar entre las rocas y los guijarros.

—¡Eh, tú, el de allí! ¿Es éste tu sapo? —Dijo Hagrid, mientras vigilaba los botes y la gente que bajaba de ellos.

—¡Trevor! —Gritó el chico de cara redonda muy contento extendiendo las manos.

Luego subieron por un pasadizo en la roca, detrás de la lámpara de Hagrid, saliendo finalmente a un césped suave y húmedo, a la sombra del castillo. Subieron por unos escalones de piedra y se reunieron ante la gran puerta de roble.

—¿Están todos aquí? Tú, ¿todavía tienes tu sapo?

Entonces luego de asegurarse que todos estuvieran bien, Hagrid levantó uno de sus gigantescos puños y llamó tres veces a la puerta del castillo, la puerta se abrió de inmediato. Una bruja alta, de cabello negro y túnica verde esmeralda, esperaba allí, tenía un rostro muy severo y observó a todos los estudiantes con los labios fruncidos.

—Los de primer año, profesora McGonagall. —Dijo Hagrid.

Alaska levantó las cejas y examinó a la mujer con mayor detenimiento, así que ella era la Minerva McGonagall, la profesora con la que debía hablar para pedir la edición de la última parte de la carta de Hogwarts.

—Muchas gracias, Hagrid. Yo los llevaré desde aquí. —La profesora abrió bien la puerta.

El vestíbulo de entrada era grande. Las paredes de piedra estaban iluminadas con resplandecientes antorchas, el techo era tan alto que no se veía y una magnífica escalera de mármol, frente a ellos, conducía a los pisos superiores. Alaska y el resto de los estudiantes a la profesora McGonagall a través de un camino señalado en el suelo de piedra, cuando pasaron frente a un gran portal por la derecha se pudieron distinguir el ruido de cientos de voces, el lugar donde el resto de los estudiantes debían estar aguardando. La profesora, sin embargo, los llevo a una pequeña habitación vacía, fuera del vestíbulo.

—Bienvenidos a Hogwarts —Les dijo la profesora McGonagall—. El banquete de comienzo de año se celebrará dentro de poco, pero antes de que ocupen sus lugares en el Gran Comedor deberán ser seleccionados, esta ceremonia es muy importante, porque mientras estén aquí sus casas serán como su familia en Hogwarts. Tendrán clases con el resto de la casa que les toque, dormirán en los dormitorios de sus casas y pasaran el tiempo libre en la sala común de la casa.

Muchos de los alumnos que estaban alrededor de Alaska soltaron leves gemidos de terror, demasiado nerviosos como para controlarse.

—Las cuatro casas se llaman Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin —Seguía hablando la profesora—. Cada casa tiene su propia noble historia y cada una ha producido notables brujas y magos. Mientras estén en Hogwarts, sus triunfos conseguirán que las casas ganen puntos, mientras que cualquier infracción de las reglas hará que los pierdan. Al finalizar el año, la casa que obtenga más puntos será premiada con la copa de la casa, un gran honor. Espero que todos ustedes sean un orgullo para la casa que les toque. La Ceremonia de Selección tendrá lugar dentro de pocos minutos...

—Profesora McGonagall. —Dijo Alaska mientras levantaba su mano.

La profesora desvió su mirada hacia ella, se veía algo consternada, tal vez no estaba acostumbrada a que los estudiantes la interrumpieran en pleno discurso. Pero a la rubia no le importo mucho, no podía contener más sus palabras.

—¿Sí, señorita...?

—Ryddle, profesora. Alaska Ryddle —Se presentó la rubia—. Antes de comenzar con todo esto, me gustaría hacerle una recomendación.

—¿Una recomendación? —Repitió McGonagall, perpleja—. ¿Y cuál sería esa recomendación? —Pregunto con un tono de voz más duro.

—Bueno, creo que deberían hacer un arreglo en la carta de aceptación que envían a todos los estudiantes, específicamente en la segunda página, donde se recuerda a los padres que los alumnos de primer año no tienen permitido tener escobas propias —Le explicó Alaska, mientras sentía muchas miradas sobre ella—. Aunque no lo crea, no todos en esta sala tenemos padres, por lo que lo mejor es que cambiaran esa expresión para que ningún alumno se sienta excluido.

—Lo tendremos en cuenta para el próximo curso, señorita Ryddle —Le aseguró la profesora y siguió con su discurso que había sido interrumpido—. Como les decía, la ceremonia tendrá lugar dentro de unos minutos frente al resto del colegio. Les sugiero que, mientras esperan, se arreglen lo mejor posible. Volveré cuando lo tengamos todo listo para la ceremonia.

Alaska y Daphne comenzaron a ayudarse mutuamente para limpiar los restos de tierra que residían en sus túnicas, cuando un chico con cabello rubio y bien arreglado se acercó a ellas. Draco Malfoy tenía una sonrisa de orgullo en su rostro.

—¿Enfrentarte a la profesora cuando las clases no han comenzado aún? No creí que eras de esas chicas. —Le dijo Draco sin quitar la sonrisa—. Cada vez me agradas más.

—¿Ustedes ya se conocen? —Preguntó Daphne, interrumpiendo.

—Mi padrino, el profesor Snape, nos presentó cuando nos encontramos en el Callejón Diagon hace unos días —Le explicó Draco con altanería—. Creí que me buscarías para compartir el compartimiento. —Dijo volviendo a dirigirse a Alaska.

—Y lo hice, pero no te encontré así que me quedé con Daphne y Ann.

—Debiste buscar mejor.

—Por cierto, no sabía que el profesor Snape es tu padrino.

—Sí, mi padre y él son amigos desde hace años...

—En marcha, la Ceremonia de Selección va a comenzar —Dijo una voz aguda, la profesora McGonagall había vuelto—. Formen una hilera y síganme.

En una fila salieron de la habitación, volvieron a cruzar el vestíbulo, atravesaron por unas puertas dobles y entraron en el Gran Comedor.

Alaska, ni en sus mejores sueños, habría imaginado un lugar tan espléndido como en el que se encontraba. Estaba iluminado por miles y miles de velas, que flotaban en el aire sobre cuatro grandes mesas, donde los demás estudiantes ya estaban sentados. En las mesas había platos, cubiertos y copas de oro. En una tarima, en la cabecera del comedor, había otra gran mesa, donde se sentaban los profesores. La profesora McGonagall los condujo hacía allí y se detuvieron, formando una fila delante de los otros alumnos, con los profesores a sus espaldas. Los cientos de rostros de estudiantes que los miraban parecían pálidas linternas bajo la luz brillante de las velas, observaban a los recién llegados, alentándolos a entrar a sus casas.

Alaska levantó la mirada y se encontró con algo hermoso, en lugar de techo el Gran Comedor parecía estar abierto directamente hacia el cielo, mostrando un terciopelo negro, salpicado de estrellas. Mientras tanto, la profesora McGonagall ponía en silencio un taburete de cuatro patas frente a los de primer año y encima del taburete puso un sombrero puntiagudo de mago, remendado, raído y muy sucio. Durante unos pocos segundos, se hizo un silencio completo. Entonces el sombrero se movió. Una rasgadura cerca del borde se abrió, ancha como una boca, y el sombrero comenzó a cantar:

Oh, podrás pensar que no soy bonito,
pero no juzgues por lo que ves.
Me comeré a mí mismo si puedes encontrar
un sombrero más inteligente que yo.
Puedes tener bombines negros,
sombreros altos y elegantes.
Pero yo soy el Sombrero Seleccionador de Hogwarts
y puedo superar a todos.
No hay nada escondido en tu cabeza
que el Sombrero Seleccionador no pueda ver.
Así que pruébame y te diré
dónde debes estar.
Puedes pertenecer a Gryffindor,
donde habitan los valientes.
Su osadía, temple y caballerosidad
ponen aparte a los de Gryffindor.
Puedes pertenecer a Hufflepuff
donde son justos y leales.
Esos perseverantes Hufflepuff
de verdad no temen el trabajo pesado.
O tal vez a la antigua sabiduría de Ravenclaw,
Si tienes una mente dispuesta,
porque los de inteligencia y erudición
siempre encontrarán allí a sus semejantes.
O tal vez en Slytherin
harás tus verdaderos amigos.
Esa gente astuta utiliza cualquier medio
para lograr sus fines.
¡Así que pruébame! ¡No tengas miedo!
¡Y no recibirás una bofetada!
Estás en buenas manos (aunque yo no las tenga).
Porque soy el Sombrero Pensante.

Todo el comedor estalló en aplausos cuando el sombrero terminó su canción. Éste se inclinó hacia las cuatro mesas y luego se quedó rígido otra vez. La profesora McGonagall se adelantó con un gran rollo de pergamino en las manos, la Ceremonia estaba por comenzar y aún no estaban seguros de que era lo que debían hacer.

—Cuando yo los llame, deberán ponerse el sombrero y sentarse en el taburete para que los seleccionen —Dijo y luego ajustó sus lentes para leer el pergamino—. ¡Abbott, Hannah!

Una niña de rostro rosado y trenzas rubias salió de la fila, se puso el sombrero, que la tapó hasta los ojos, y se sentó. Hubo un momento de pausa hasta que el Sombrero volvió a pronunciarse.

—¡HUFFLEPUFF! —Gritó el sombrero.

La mesa de la derecha aplaudió mientras Hannah iba a sentarse con los de Hufflepuff.

—¡Bones, Susan!

—¡HUFFLEPUFF! —Gritó otra vez el sombrero, y Susan se apresuró a sentarse al lado de Hannah.

—¡Boot, Terry!

—¡RAVENCLAW! —La segunda mesa a la izquierda aplaudió esta vez.

Varios Ravenclaws se levantaron para estrechar la mano de Terry, mientras se reunía con ellos. Brocklehurst, Mandy también fue a Ravenclaw, pero Brown, Lavender resultó la primera nueva Gryffindor, en la mesa más alejada de la izquierda, que estalló en vivas. Por otro lado Bulstrode, Millicent fue la Slytherin.

—¡Finch-Fletchley, Justin!

—¡HUFFLEPUFF!

Alaska notó que algunas veces el sombrero gritaba el nombre de la casa de inmediato, pero en otras ocasiones tardaba un poco en decidirse.

—Finnigan, Seamus. —Un muchacho de cabello arenoso, estuvo sentado un minuto entero, antes de que el sombrero lo declarara un Gryffindor.

—Granger, Hermione.

La chica que Alaska había conocido en el compartimiento junto a Harry Potter y Ron Weasley se encaminó, casi corriendo, hacia el taburete y se puso el sombrero, muy nerviosa.

—¡GRYFFINDOR! —Gritó el sombrero, Hermione se quitó el sombrero y se dirigió a la mesa de Gryffindor con una gran sonrisa de alivio.

—Greengrass, Daphne. —La rubia se adelantó, dándole una sonrisa de nerviosismo a Alaska y Ann, ero sus preocupaciones no duraron mucho más pues solo unos segundos después fue enviada a la casa de Slytherin, tal como deseaba.

Cuando Neville, el chico que perdió su sapo, fue llamado, se tropezó con el taburete. El sombrero tardó un largo rato en decidirse hasta que finalmente se decidió por mandarlo a Gryffindor. El chico había salido corriendo, todavía con el sombrero puesto y tuvo que devolverlo, entre las risas de todos.

—¡Draco Malfoy! —El chico se adelantó al oír su nombre, se sentó sobre el taburete y el sombrero apenas tocó su cabeza y gritó:

—¡SLYTHERIN! —Draco fue a reunirse con sus amigos Crabbe y Goyle, con aire de satisfacción.

Ya no quedaba mucha gente. Moon... Nott... Parkinson... Después unas gemelas, Padma y Parvati Patil... Más tarde Perks, Sally hasta que llegaron al más esperado de la noche, Harry Potter.

Mientras Harry se adelantaba, los murmullos se extendieron súbitamente como fuegos artificiales, y sólo se detuvieron cuando la rasgadura del sombrero se abrió, reparada ara anunciar su casa.

—¡GRYFFINDOR!

—¡Tenemos a Potter! ¡Tenemos a Potter! —Gritaban Fred y George, los gemelos Weasley, desde su mesa.

—Pudeator, Ann.

La castaña se acercó al taburete con total normalidad, durante todo el tiempo anterior no había mostrado signos de estar nerviosa, por lo que Alaska creyó que la suposición de Daphne de que ya sabía en qué casa quedaría era cierta. Luego de unos segundos, y al igual que su amiga Daphne, fue enviada a Slytherin.

—¡Ryddle, Alaska!

Al fin fue el turno de Alaska, se sintió algo nerviosa por su próximo destino pero se tranquilizó diciéndose a sí misma que cualquier casa estaría bien, se acercó nerviosamente hacia el taburete y lo último que pudo ver antes de que el sombrero le tapara la vista fue a todos sus amigos que habían quedado en Slytherin.

—Mmh, ¿qué tenemos aquí? —Dijo la voz del sombrero en su oreja—. Una gran inteligencia sin duda, acompañada de una personalidad presumida y ambiciosa, siempre queriendo demostrar que lo mejor de sí y llegar más arriba que los demás... Una difícil decisión, ya lo creo. Tienes un alto rendimiento académicamente pero también.. ¡Ah, ya veo! Veo una leve manía con el poder, si...

—¡SLYTHERIN! —Gritó entonces el sombrero para todo el Gran Comedor.

La mesa de Slytherin se llenó de aplausos y la mayoría de los estudiantes de esa casa se levantaron mientras seguían aplaudiendo y vitoreando, cuando Alaska llegó a la mesa recibió un par de abrazos de emocionados alumnos, a la chica le pareció algo incómodo pero no podría hacer nada para rechazarlos. Terminó sentándose entre Daphne y Draco, y frente a Ann para luego seguir prestando atención a la Selección, aún quedaban cuatro chicos para seleccionar.

Archer Tonks fue el siguiente, y cuando el chico pelinegro y alto fue llamado Draco a un lado soltó un ruido de disgusto, observando al chico con un gesto de contrariedad.

—¿Qué pasa con él? ¿Lo conoces? —Alaska se volteó para preguntarle mientras Archer era seleccionado para Ravenclaw.

—Archer Tonks, mi primo, él y el resto de su familia fueron repudiados de nuestro árbol familiar —Le explicó Draco, mencionando con claro disgusto su parentesco con él y sus padres—. Su madre, mi tía Andrómeda, se casó con un muggle, faltándole el respeto a nuestra pureza de sangre.

—¿Y eso es malo? Me refiero a que una bruja se case con un muggle.

—Muy pronto descubrirás que algunas familias de magos son mucho mejores que otras, Alaska. No querrás hacerte amigo de los de la clase indebida, ¿cierto?

La selección siguió a Lisa Turpin la seleccionaron para Ravenclaw, a Ron Weasley, el otro chico del compartimiento, quedó en Gryffindor y por último, a Blaise Zabini le tocó Slytherin.

La profesora McGonagall enrolló el pergamino y se llevó el Sombrero Seleccionador. Albus Dumbledore, el director, se había puesto de pie y miraba con expresión radiante a los alumnos, con los brazos muy abiertos, como si nada pudiera gustarle más que verlos allí.

—¡Bienvenidos! ¡Bienvenidos a un año nuevo en Hogwarts! Antes de comenzar nuestro banquete, quiero deciros unas pocas palabras. Y aquí están, ¡Papanatas! ¡Llorones! ¡Baratijas! ¡Pellizco!... ¡Muchas gracias! —Se volvió a sentar y todos aplaudieron y vitorearon.

—Y pensar que ese es nuestro director
—Se quejó Draco—. Deberían hacer algo al respecto...

De pronto los platos que tenían en frente se llenaron de comida, había cualquier variedad que se pudiera imaginar y todos los estudiantes comenzaron a servirse comida en sus platos, hambrientos por la espera.

—¿No quieres algo de carne? —Le preguntó Daphne a un lado, al notar que solo estaba comiendo papas y verduras asadas—. El cerdo esta delicioso, casi tan bueno como el que preparan en mi casa.

—Estoy bien con lo que tengo en mi plato. —Se limitó a decir Alaska luego de comer un bocado.

—¿Y pollo frito? Se ve que está bastante bueno. —Volvió a ofrecerle la rubia.

—No como carne Daphne, de ningún tipo. —Le especifico, esperando que comprendiera y dejara de ofrecerle más comida.

—¿Por qué no, eres alérgica o algo así?

—Fue una decisión que hice hace años atrás, tengo mis razones. —Respondió Alaska, sin dar más detalles y dándole a entender a Daphne que no respondería más preguntas.

Cuando hubieron comido todo lo que quisieron, los restos de comida desaparecieron de los platos, dejándolos tan limpios como antes. Un momento más tarde aparecieron los postres. Trozos de helados de todos los gustos que uno se pudiera imaginar; pasteles de manzana, tartas de melaza, relámpagos de chocolate, rosquillas de mermelada, bizcochos borrachos, fresas, jalea, arroz con leche y más. Mientras Alaska se servía una tarta de melaza, la conversación de los chicos de primer año se centró en las familias y la chica prefirió no participar, en cambio se dedicó a escuchar a los demás. No le sorprendió enterarse de que todos allí provenían de grandes familias ricas y famosas de magos y brujas, todos con una interesante historia y a Alaska no le pareció escuchar a ninguno que no mencionara la pureza de su sangre y ese tipo de cosas.

Por último, también desaparecieron los postres, y el profesor Dumbledore se puso nuevamente de pie, interrumpiendo así la charla de las familias. Todo el salón permaneció en silencio.

—Ejem... sólo unas pocas palabras más, ahora que todos hemos comido y bebido. Tengo unos pocos anuncios que haceros para el comienzo del año. Los de primer año deben tener en cuenta que los bosques del área del castillo están prohibidos para todos los alumnos. Y unos pocos de nuestros antiguos alumnos también deberán recordarlo.

Albus Dumbledore miró especialmente a unos gemelos que se encontraban en la mesa de Gryffindor.

—El señor Filch, el celador, me ha pedido que les recuerde que no deben hacer magia en los recreos ni en los pasillos. Las pruebas de quidditch tendrán lugar en la segunda semana del curso. Los que estén interesados en jugar para los equipos de sus casas, deben ponerse en contacto con la señora Hooch —Seguía diciendo el director—. Y por último, quiero decirles que este año el pasillo del tercer piso, del lado derecho, está fuera de los límites permitidos para todos los que no deseen una muerte muy dolorosa.

Alaska y Daphne compartieron una mirada de confusión y terror ante las últimas palabras del directorl.

—Y ahora, es hora de ir a la cama. ¡Salgan al trote!

Los de primer año se levantaron y siguieron en una ordenada fila a los prefectos de su casa, que los guiaron escaleras abajo hasta las mazmorras, donde el frio les calaba los huesos. La entrada a la sala común se encontraba tras un muro de piedra y para entrar era necesario dar una contraseña, la cual te permite acceder a un pasaje que dirige a la sala común. Al finalizar del pasadizo pudieron observar un gran salón iluminado por lámparas de techo de color verde con sillones de cuero negro, sillas y mesas de madera tallada cubiertas de elaborados manteles. La sala se extendía parcialmente bajo el Lago Negro lo que le da a la sala una luz verdosa. Constaba de un buen ambiente pero también es bastante frío y las murallas estaban decoradas con tapices que ilustraban las aventuras de Slytherins medievales famosos.

La prefecta llevó a las chicas por un nuevo pasadizo que llevaba a las habitaciones de las chicas. La habitación de primer año era larga y estrecha con antiguas camas con dosel y cortinas de seda verde, y las colchas estaban bordadas con hilo de plata. También estaban los mismos tapices que en la sala común y lámparas de plata colgaban del techos.

Esa noche Alaska no tuvo tiempo de compartir más conversaciones con sus compañeras de habitación, pues tan pronto como se metió a la cama se quedó dormida.

Esa noche tuvo un extraño sueño, seguramente debido a la gran cantidad que había ingerido durante la cena. Se encontraba en una gran cámara que estaba flanqueada por altos pilares que se entrelazaban con madera tallada, y la estatua de un mago estaba en el extremo más alejado, entonces unos extraños murmullos se apoderaron del silencio del lugar, cada vez volviéndose más fuerte pero inentendibles en ese momento.

Al día siguiente, cuando se despertó, no recordaba nada de aquel sueño.

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