- ¡Ma! Ya llegamos. - gritó Cait cuando entramos a su casa.
- ¿Está tu mamá? – pregunté.
- No sé, espera, ¡¡MA!!! ¿¡ESTAS!? – Gritó de nuevo.
- Aquí en la cocina, linda. –
Cait y yo nos dirigimos a la cocina y ahí estaba dulce madre de Cait: Pattie. Era una señora que le caía bien a todo el mundo, es amable con todos y yo le tengo un cariño especial, ya que me trata como si fuera parte de su familia.
- Hola, linda. - le dijo a Cait y le dió un beso en la frente.
- Hola, cariño. – me abrazó y me dió un beso Eso fue un gesto tan maternal para mí.
- Ma, vmos a estar estudiando en el comedor. –le dijo Cait mientras picaba lo que Pattie cocinaba.
- ¿Por qué no lo hacen en el estudio? – preguntó.
- Porque el idiota de Justin no nos deja estudiar ahí. –dijo mi amiga.
- No lo llames idiota, solo ________(tn) puede hacerlo. - las tres reímos.
- Ah, ya que me acordé. Anoche hice galletas. - dije sacando un pequeña caja de mi bolso.
Yo hacía unas espectaculares galletas de coco, si me permiten presumir, pero anoche no tenía coco así que las hice de vainilla. Aún así me quedaron deliciosas.
- Dame una, cariño, amo tus galletas. – me pidió Pattie a diferencia de Cait que solo se limitó a cogerlas si pedirlas, hasta que una tercera mano apareció para quitarme una de mis galletas. Era Justin pero no lo dejé coger ninguna.
- ¡Hey! - me dijo.
- ¡Hey tu!- lo miré mal.
- Está bien, quédate con tus galletas. - dijo desapareciendo de la cocina
Pattie solo rió y volví a lo que estaba haciendo. Cait y yo nos fuimos al comedor.
- ¡Muy bien! Ya empezó la "Guerra de los Sexos". - dijo Cait mientras se sentaba.
Estuvimos un buen rato tranquilas pero la paz no dura para siempre y más cuando se trata de Justin.
Estábamos tranquilas estudiando, comiendo galletas pero llegó él e intento quitarnos el plato de galletas. Caro que él es rápido: pero yo soy aún más rápida. Es la ventaja de haber crecido con dos hermanos varones.
Cait solo nos miraba y reía mientras nosotros luchábamos por el plato de galletas.
Corrí por toda la casa hasta que hubo un momento en que me acorraló en un rincón. Pensaran que era mi fin pero yo soy mucho más inteligente y puse mis galletas detrás mío: si quería coger una tendría que tocarme y estoy segura que no lo hará. Pero por un momento me equivoqué cuando lo vi acercándose poco a poco y me miró de una manera tan intensa en la que jamás me había mirado.
Puedo decir que hasta llegué a hacerme en mis pantalones. Bueno es una forma de decir. Él poco a poco se fue acercando más, llegando al maldito punto de que nuestras respiraciones chocaban.
No puedo negar que su presencia tan varonil y su perfume me ponía la piel de gallina.
Hubo un momento en que solo nos miramos a los ojos y luego el bajó su mirada a mi labios. Mierda, mierda, mierda.
Por un momento pensé que me iba a besar, y estuvo así unos segundo pero luego dañó el hechizo y volvió a ser el mismo patán de siempre.
- Sabes, si no me quieres dar galletas mételas por...- el grito de Cait lo interrumpió.
- ¡JUSTIN! – dijo mi amiga.
- Wow... – fue lo único que pude decir recuperándome del shock.
- Ya, vení, tenemos que seguir estudiando. – obedecí a mi amiga y seguimos estudiando puse las galletas encima de la mesa estábamos tranquilas pero Justin no se rinde tan fácilmente.
Estaba parado en el marco de la puerta mirándonos con unas sonrisa estúpida.
- ¿Seguras que se las van a comer? – dijo Justin sonriendo. Yo miré el plato de galletas y había un horrible bicho.
Caitlin y yo nos levantamos y empezamos a gritar, Justin aprovechó el momento y las cogió para luego llevarselas a la boca. Cerré los ojos conteniendo la furia cuando vi el plato con el bicho falso, el hijo de puta sabía nuestra aversión a las cosas que vuelan.
Lo fulminé con la mirada, el idiota se salió con la suya. Ojalá se atrangara con las galletas.
- Si ves, siempre gano. - el imbécil se dió la vuelta para marcharse. Yo cogí un candelabro que había encima de la mesa y estaba a punto de tirárselo en la cabeza pero la mano de mi amiga me lo quitó.
- ¿Acaso quieres matarlo? - dijo Caitlin poniéndolo en su lugar.
- Es un imbécil. - dije y luego la miré. - Y tú no le dices nada. - reproché.
- Tranquila, yo luego sea cobro. - dijo mi amiga sentándose de nuevo y volvimos al es estudio pero luego entro el menor de los hermanos: Christian. Estaba comiendo una de mis galletas.
- __________ (tn) tus galletas quedaron deliciosas como siempre. – y me dió un beso en la mejilla.
Yo solo me limite a sonreír porque al final el chico no era el culpable del robo de las galletas.
- CHRISTIAN ME ROBASTE GALLETAS. - se oyó un grito de furia que provenía de Justin, Christian sonrió y se limitó a decir.
- ¡Ups! Creo que me voy. – dijo saliendo rápido de la casa. Sonreí. El menor era el más tierno.
Intentr seguir estudiando pero solo podía pensar en mi venganza para Justin y como una respuesta del cielo timbró el teléfono de la casa y corrí a contestarlo. Caitlin me miró extraña.
- Hola.
- ¿Justin? - dijeron al otro lado de la línea.
- El ahorita no se encuentra. - sonreí con malicia.
- Ah… y ¿a dónde fue? – creo que masticaba chicle la muy tonta.
- ¿Cómo? ¿No sabías? – dije yo.
- ¿¡Qué!? – dijo masticando más rápido su chicle.
-Justin se fue con su novio. – Caitlin rompió a carcajadas.
- ¿¡Su novio!? – chilló.
- Si, ¿no sabías? Justin se fue al otro bando. – dije tratando de contener la risa pero Cait reía a carcajadas.
- Eh…. ah… yo… ¿le puede decir que lo llamé? - dijo nerviosa.
- Si, yo le digo, pero no creo que te llame. Se mantiene encerrado en su cuarto con su novio. - Caitlin ya estaba tirada en el suelo muerta de la risa.
- Adiós. - se apuró a decir y a colgar.
Tan pronto lo hizo rompí a carcajadas en menos de cinco minutos. Toda la Universidad iba a pensar que Justin ahora era gay.
- Tu si eres... - dijo Cait tratando de controlar su risa.
- Se lo merece. - reí. - Debiste escuchar cuando se lo dije. - Reímos aún más, ya me dolía el estómago.
Así pasamos toda la tarde hasta en la noche cuando ya estábamos en el cuarto de Cait acostadas en su cama.
Se escuchó un grito de la otra habitación seguida por una carcajada de Christian.
- ¿¡Qué!? ¿Quien dijo que yo me volví gay? - gritó Justin, Caitlin y yo empezamos a reírnos.
Luego llegó Christian que nos miró riendo también.
- Esa estuvo buena ________ (tn). - dijo riendo y luego desapareció. Reímos y después de un rato hablé.
- Oye Cait - dije acostada boca arriba mirando el techo.
- Decime. - dijo ella.
- He estado pensando en lo de la invitación de madam idiote...
- ¿No quedamos en que no ibamos a ir?- dijo extrañada.
- Si pero piénsalo bien, a nosotras casi nunca nos invitan a nada y es una excelente oportunidad para perder mi virginidad. - dije yo.
- Otra vez con esa estupidez. – se enojó mi amiga.
- Si. - le dije.
- Oye si quieres ir, vamos, pero saca esa tontería de tu cabeza. - dijo volteando a mirarme.
- ¡No! Caitlin es algo que tengo que hacer. - dije mirándola.
- Okay. Has lo que quieras, pero recuerda que madam idiote dijo que teníamos que vestirnos bien según ella.
- Pues en eso estoy fregada. - dije.
- Tranquila yo te ayudo. Vienes aquí y yo te arreglo con ayuda de mamá.
- Está bien pero no me vayas a dañar. - dije.
- ¿Más? No cariño. – rió.
- Búrlate todo lo que quieras, pero tú también no vistes muy bien que digamos. - me defendí.
- Yo conozco mi estilo y es punk, pero uso ropa que deje ver un poco los beneficios de mi cuerpo. En cambio tú... usas ropa dos tallas más grandes de la que eres, para no dejar ver tu espectacular cuerpo.
- ¿Cuál espectacular cuerpo? Mi cuerpo es normal. – me defendí.
- ¡Claro que es espectacular! Yo si fuera tu lo aprovecharía y de paso me peinaría. -
- Otra vez la agarras con mi cabello. ¿Acaso no sabes más? - le dije.
- Está bien, te dejo en paz. - dijo Cait y quedamos en silencio.
- ¿Qué hora es?
- Las 21:30 de la noche. - me miró.
- Entonces ya me voy - dije levantándome de la cama.
- ¿No te vas a quedar? - preguntó.
- No, además ya el imbécil de tu hermano se enteró de mi venganza y estoy muy cansada para pelear ahora.
- Bueno, te acompaño a la puerta. –dijo Caitlin levantándose detrás mío.
Cuando salí de la habitación estaba a punto de bajar las escaleras pero su voz me detuvo.
- Muy graciosa tu broma. - dijo con enojo.
- ¡Cierto! - lo enfrenté.
- ¿Eres tonta o qué? Ahora todos en la Uni creen que soy gay - dijo acercándose.
- Bueno, es para que a la próxima lo pienses antes de robarme mis galletas. - dije seria.
- ¿Te crees mucho no? - dijo parado al frente mío y de nuevo su cercanía me paralizó.
- No, no lo soy, pero soy más inteligente que tú. - dije fulminándolo con la mirada.
- Sabes que me voy a vengar, ¿cierto? - dijo acercándose a mis labios. Trataba de seducirme. No soy estúpida.
- Sí.- susurré cerca de sus labios. – Pero deberás esforzarte. – dije pasando por su lado.
Y mi plan estaba funcionó el seductor salió seducido. Me miró intensamente como lo había hecho ésta tarde. Yo también lo hice, por un momento creyó que lo iba a besar porque cerró sus ojos.
- No trates de seducirme, imbécil. Porque ese jueguito me sale mejor a mí. - me miró sorprendido. Sonreí victoriosamente bajando las escaleras.
- ¿Te vas cariño? - preguntó Pattie.
- Sí, ya es tarde. - dije sonriendole.
- ¿Por qué no te quedas? - preguntó con cariño.
- No Pattie, no quisiera incomodar. - respondí.
- No lo haces cariño, ¿además como te vas a ir? -
- Tengo mi patineta, además mi apartamento no es tan lejos. - respondí.
- Está bien cariño, cuídate. - dijo abrazándome y dándome un beso en la frente.
- Adiós tonta, nos vemos mañana. - dijo Caitlin.
- Si adiós. - abrí la puerta y monté mi patineta: empecé a andar, ya eran casi las 22hs de la noche así que no había nadie, solo se escuchaba el ruido de mi patineta.
(....)
Justin
- ¿Justin, hijo, vas a salir? - preguntó mi madre.
- Solo voy a salir a hablar por teléfono, mamá. Ya vuelvo.
- Bueno hijo, entonces buenas noches. - dijo dándome un beso para luego subir a su habitación.
Luego salí. Tenía que asegurarme que llegara bien a su apartamento.
Iba caminando cuando la veo de lejos, la muy tonta sabe montar bien la patineta, yo antes lo hacía pero fue cuando tenía 16 ahora ya tengo 21.
Mi hermana también sabe hacerlo pero ella tiene una forma especial de hacerlo, es fantástica, debo admitir.
Luego de caminar un rato me detuve, ella entraba a su edificio. No vivimos tan lejos después de todo.
Cuando entró me di vuelta rumbo a mi casa de nuevo. Ya me había asegurado de que llegara bien a su casa, ahora si podía ir a dormir.