8. LeeSaku: Un lugar especial en el corazón.
Autora: Mickey.
La habitación estaba en completo silencio, la luz natural ingresaba por el ventanal mientras la mecedora se movía de un lado al otro. Sakura se encontraba sentada ahí, viendo el paisaje soleado del exterior, la vegetación le daban un tono alegre al día, pero ella se sentía tan triste que en su interior todo estaba nublado.
- Mamma... -Sarada se incorporó de la cuna con dificultad y se apoyó, observando con sus grandes ojos negros a su madre.
- ¿Huh? -ella se volteó y sonrió con los labios plegados- ¿Ya despertaste, eh?
Ella se incorporó y tomó a su hija de la cuna, la gran mansión Uchiha se veía demasiado espaciosa para una mujer y una niña, habían estado completamente solas desde que Sasuke se había ido hacía un mes, Sarada había cumplido seis meses hacía poco.
Cambió los pañales de su hija y le peinó el cabello para luego bajar y darle su biberón, todo lo hacía en silencio y con sus ojos tristes, cosa que Sarada sentía, aunque era tan solo una bebé. La niña balbuceaba cosas y trataba de hacer a su madre sonreír, pero no había caso, estaba cansada de despertarse todas las noches para descubrir la cama vacía, sin que nadie la ayudara, debía dejar a Sarada con su madre desde la mañana hasta la tarde por sus largos y estresantes turnos en el hospital, no comía ni dormía bien... era un desastre.
Aquella mañana, preparó el bolso rosa de su hija y se encaminó a la casa de su madre, ella, por supuesto, estaba encantada de tener a su nieta todo el día, cosa que la pelirrosa no quería, ya que volvería a su hija mimada e irresponsable.
- Puedes irte tranquila, cariño, sabes que Sarada estará bien conmigo.
Sakura asintió y le dio un beso a su hija para luego darle la espalda e ir a su trabajo. La mujer Haruno la observó con tristeza, ojalá pudiera hacer algo para reparar a su preciado retoño, para volver a alegrarla, pero sabía que Sakura se enfadaría si mencionaba al insensible de su marido.
- Ay -resopló.
(...)
Lee se encontraba por el campus del hospital con una sonrisa, se había hecho sus últimos exámenes hacia poco y todos los resultados se mostraban favorables, estaba listo para seguir entrenando.
Pero algo lo detuvo, ¿Y qué? La vista de una mujer pelirrosa que llegaba al hospital, Sakura, su amor imposible de toda la vida, se encontraba caminando hacia la entrada con los ojos en el suelo, tenía profundas ojeras y estaba pálida y delgada, ¿Estaría enferma? Lee corrió hacia ella de un impulso.
- ¡Sakura-san! -gritó él, poniéndose enfrente de ella. Sakura levantó la mirada y "sonrió".
- Oh, hola Lee, hace mucho no te veía.
Lee apretó los labios al ver aquella sonrisa falsa, hasta daba miedo. No tenía esa energía de siempre, y él sabía que era a causa de una sola persona.
Uchiha Sasuke, su "esposo", ¿Cómo podía llevar aquel título? No se lo merecía, tan solo era un hombre engreído que no daba importancia a nada que hiciera Sakura, su Sakura.
- ¿Lee? -preguntó ella, ya que se había pasado un momento sin hablar- ¿necesitas algo?
Lee volvió en sí y le dedicó una brillante y gran sonrisa, ella lo observó sorprendida, era una de las pocas personas que no se cansaba de sonreír, no importaba que ocurriera, él siempre tendría una sonrisa.
- Bueno, la verdad es que he venido por unos resultados, pero, ya que estoy aquí, ¡me gustaría invitarte para el festival de esta noche!
- ¿Festival? -preguntó- ¿en que mes estamos?
- ¡Oh, Sakura! ¿Estás loca? ¡El natsumatsuri, festival de verano, es esta noche! -gritó él elevando los brazos, ella rió, lo que lo hizo sentir bien.
- Muchas gracias, Lee, pero paso muy poco tiempo con mi hija y lo quiero aprovechar por esta noche, además, mi madre no puede estar cuidándola todo el día.
Lee asintió con una sonrisa, como olvidar a la pequeña Sarada, era cierto que era muy parecida al idiota de Sasuke, pero el brillo en sus ojos y esa sonrisa eran claramente de Sakura, la adoraba.
- ¡Lo sé! No te he dicho que iríamos solos -rió Lee.
- ¿Huh?
- Lleva a Sarada sin problemas, ¡yo llevare a Metal Lee, nos divertiremos!
Claro, Lee también tenía un hijo, nunca se había casado y nadie sabía quién era su madre, solo había llegado un día con un bulto de mantas celestes en las manos y lo había presentado como su hijo, cosa que tuvo encantados a todos. Ella pensó, tal vez le hacía falta un poco de diversión, y a Sarada también.
- Está bien, Lee, te acompañaré.
Y así, a las ocho de la noche, Sakura esperaba en el sofá, vestida con un kimono rosa pálido estampado de flores azules, se lo había regalado Sasuke por su último cumpleaños, era su favorito. Sarada tenía uno parecido, era rojo con detalles en blanco, llevaba un moño en su lacio cabello negro y jugaba con unos bloques que su madre habia comprado.
A los pocos minutos, tocaban la puerta, ella la abrió con el bebé en sus brazos y sonrió, Lee estaba frente a ella con una yukata verde y llevaba en sus brazos a Metal Lee, quien estaba vestido con lo mismo que su padre, eran como gemelos.
- ¡¿Están listas para alimentar su fuego de la juventud?! -Sakura rió, no había olvidado su típica frase.
- Estamos listas, Lee.
El festival era asombroso, las luces rojas y blancas brillaban por toda la aldea y las risas se mezclaban con la música, todo emanaba diversión y alegría, lo que hizo a la pelirrosa dejar de pensar en su esposo un momento y disfrutar como cuando era soltera. Sarada estaba encantada con las máscaras y disfraces, chillaba de emoción cada vez que alguien pasaba a su lado y le dedicó una enorme sonrisa de un diente a Lee cuando este le regaló una máscara de gatito.
Jugaron juegos y vieron un show de danza junto a los niños, Lee hijo y Sarada jugaban con juguetes mientras Lee padre y Sakura comían sushi y variados platos típicos, una velada absolutamente hermosa.
- Muchas gracias por invitarme, Lee, me estoy divirtiendo mucho -dijo ella, sin contener la emoción. Ya había olvidado lo que era sentirse libre por un instante, libre de responsabilidades y libre de contar sus problemas y anécdotas a alguien, cosa que a Lee no le molestaba, es más, le encantaba verla feliz, sonreír y sus ojos verdes brillantes.
El corazón de Lee latía sin cesar al ver ese rostro delicado y fino, esa nariz pequeña y labios pintados de rosa suave, aquellas largas pestañas, el cabello exótico de color rosa y el cuello largo y delicado. Sakura siempre le había parecido hermosa, pero así, sentada y riendo a su lado, jugando con su hijo y contándole sus problemas le parecía irresistible. Aún cuando el anillo de oro brillaba en su dedo anular izquierdo.
En el horizonte, los fuegos artificiales iluminaban el cielo nocturno, los colores explotaban, haciendo un arco iris brillante, era hermoso.
- Sakura -suspiró él, ella lo observó con gesto alegre, cosa que le volteó el corazón.
- ¿Sí, Lee?
Lee no respondió, tomó la mano suave de la mujer y volvió a lanzar un suspiro, acarició lentamente su piel mientras ella cambiaba su gesto a uno de sorpresa. No dijeron nada, ella tembló, pero él no pareció notarlo. Lee se acercó lentamente a Sakura, observando con fijeza aquellos labios carnosos y rosados, cuyo labial ya había salido; cerró los ojos y restó el espacio entre ellos.
Pero una mano en su pecho lo detuvo.
- Lee -dijo ella suavemente, pero con una firme voz- no.
- ¿Por qué no, Sakura? -reclamó él, dolido- Sasuke no te merece, te he amado todos estos años como un loco, pero nunca me has visto, te he escuchado con alegría, te di consejos y me interesas, ¿Qué esta mal?
Ella suspiró y bajó la mirada, sus ojos se llenaron de lágrimas y dijo con la voz temblorosa.
- Yo pensé que lo hacías porque eres mi amigo, Lee -susurró- porque eres alguien en quien puedo confiar y con quien me divierto... pero esto no -su voz se rompió- no puedo engañar a Sasuke-kun, Lee; tal vez es cierto que se ha ido por mucho tiempo y tal vez vuelva dentro de mucho más, pero me mantendré fiel a él... porque lo amo.
Lee suspiró y ella tragó saliva para luego continuar más firmemente.
- Me casé con él porque lo amo, Lee, y se que te duele -dijo en susurros- pero, siendo sincera, me has dado una noche que pensé que perdí para siempre, una noche de alegría y soltura, donde pudiera divertirme y en donde Sarada estuviera cómoda.
Los fuegos artificiales se detuvieron y ambos se quedaron callados.
- Lo siento mucho, Lee.
Él negó con la cabeza y tragó el nudo en su garganta para luego sonreír.
- ¡Descuida, Sakura-san, recuerda que yo siempre estaré aquí para ti! -su sonrisa brilló y levantó el pulgar, Sakura sonrió y saltó a abrazarlo, y él pudo sentir su aroma dulce por primera vez.
- Muchas gracias, Lee, no tienes idea de cuanto te aprecio.
Doce años después.
- ¡Mamá, no olvides que día es hoy! -dijo Sarada bajando las escaleras, Sasuke elevó la ceja, confundido y Sakura asintió, sacando un bizcocho del horno.
- No podría olvidarlo, Sarada.
- ¿Que hace este día tan importante? -preguntó Sasuke, confundido.
- ¡Es el cumpleaños de Lee-san! -exclamó Sarada- Mamá y yo le llevaremos su pastel y un regalo.
- ¿Y por qué deberían de hacerlo? -preguntó Sasuke, irritado.
- Porque él nos apoyó desde siempre, Sasuke-kun, nos ha acompañado desde que Sarada es una bebé, y esta es nuestra forma de retribuirlo.
Sasuke gruñó, pero no dijo nada.
- ¡Feliz Cumpleaños, Lee-san! -celebró Sarada con una sonrisa, Lee desordenó su cabello y aceptó el pastel.
- Muchas gracias, Sarada.
- Espero que te guste, Lee.
Él asintió, estaba feliz, ya que sabía que, pasara lo que pasara, Sarada, Sakura y su hijo nunca se irían de su lado.
Y cuando Sarada y Sakura se fueron, el observó por la ventana al Uchiha, quien las abrazaba posesivamente y sonrió. Tal vez él no era Sasuke, pero estaba seguro de que también ocupaba un lugar importante en sus corazones.