Acalúria © ✅

By acdrescritora

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Daniel Rausseo, un muchacho de destacada inteligencia y un tanto peculiar, quien recibe en su cumpleaños núme... More

Redes sociales y banda sonora
Nota de la autora + canal de YouTube
1 - Un sueño extraño
2 - Cumpleaños número 18
3 - La carta de Babén
4 - Acalúria
5 - La historia de Acalúria
6 - Jack Alt
7 - Navidad
8 - Adiós, Margaret
9 - Un castigo para Acalúria y Woltef
10 - Jack y Josué
11 - 5 años después
12 - Jack y Daniel entrenan sus habilidades
13 - Daniel y Josué se enfrentan
15 - El beso
16 - El Cof Caf
17 - Encarcelamiento
18 - La carta de Anthony y los fundadores
19 - La muerte
20 - El círculo de la conexión
21 - El señor Pott le cuenta la verdad a Daniel
22 - La declaración de la guerra
23 - La guerra
24 - En la montaña Anthony
25 - La destrucción de los brazaletes de corazón
26 - Tercera Fase
27 - El amo
28 - La unión
29 - El último encuentro
30 - Diez años después
31 - Acalúria, Gonr, Narkef y Woltef, unidos por siempre
Curiosidades
¡Puedes apoyarme!

14 - El lugar de los pensamientos

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By acdrescritora


    Jack estaba dormido en su habitación, de espaldas a la ventana, mientras el aire fresco entraba y comenzaban a caer fuertes gotas, escuchó unos zapatos sonar y abrió lentamente los ojos, observando inmóvil la pared. Su espada estaba a su lado cubierta, la tomó con sigilo y se volteó atacando, pero la otra persona bloqueó a tiempo su ataque, se tiró al suelo, arrastrándose para encender la luz, al ver quién era la persona se llevó su mano al corazón.

— ¡Daniel!—Protestó enfadado—.Me asustaste, pensé que vinieron a matarme.

—Disculpa—Le calmó riéndose y guardando su espada, su rostro no dejaba de iluminarse— ¡Estoy emocionado! Derroté a Josué.

—No comprendo.

—Recuerda que iría a enfrentarlo—Reiteró fervoroso—Lo hice y lo derroté.

—¡Mañana saldrá en primera plana del diario!—Expresó embelesado, luego comenzó a reírse—No me imagino la cara de Josué.

Seguían riéndose, sin poder aguantar la risa, las lágrimas se salieron. La mente de Daniel de pronto se sumergió en un pensamiento, Jack lo observó preocupado.

— ¿Qué pasa?

—Es que...aprendí a agrandar el cuadrado de Wol—Confesó con determinación—Cuando me enfrenté a él...observé que era del tamaño de la sala.

—Ni siquiera yo he podido hacer eso—Expresó e imaginándose lo grande que sería el cuadrado—Me alegra escuchar eso.

—El sábado es el cumpleaños de Mercedes—Añadió carcajeándose, se subió a la ventana y se volteó hacia Jack, sujetando para no caerse desde esa altura—.Perdona por entrar por aquí, las puertas del palacio están cerradas. Descansa, Jack.

Daniel se encontró con Amy, ella estaba riéndose y llevaba bajo su hombro el diario, ella se lo entregó y leyó.


Daniel Troconis

El vengador


—! Buen trabajo, Acalúria!—Exclamó Babén a un lado y estrechándole la mano—El porfiado de Josué debería a hacer las paces. Usted demostró valor y cero cobardía.

—No lo creo, presiento que empeoré las cosas.

—Por supuesto que sí—Rebatió a sus espaldas Fuenmayor, Daniel se giró con suavidad, observó que su padre estaba reservado, no sonreía y su mirada estaba serena, mirada que le atemorizaba a Amy y Babén—Eso que hiciste no fue correcto. También sospecho que alguien sabía que irías para allá.

Fuenmayor observó de reojo a Babén y éste comenzó a silbar mirando al techo, disimulando que no era con él.

—Lo lamento, tenía ese impulso por enfrentarme con Josué—Habló rotundamente, sin sentir desconfianza—Demostrarle que Acalúria no le tiene miedo.

—Es mejor que bajes la adrenalina—Agregó acercándose a él y le susurró al oído—Necesitamos hablar.

Los dos caminaron hacia un rincón.

—Hijo, temo por ti, Josué y tú son semejantes, inteligentes y astutos—Informó, Daniel se sintió ofendido, para él son plenamente opuestos—La diferencia, es que tú eres noble, Josué está repleto de frialdad y manipulación.

—No comprendo porque me dices esto.

—Presiento que están destinados—Deslumbró, colocando sus manos sobre hombros de él y mirándolo firmemente—El destino de ambos está en peligro, lo puedo observar, pero es la única manera de obtener una respuesta.

—Papá, si llegará a suceder algo, lucharé por Acalúria—Le aseguró sin apartar su mirada de los ojos de él—Te lo prometo.

Una señora lo detuvo para pedirle un autógrafo y preguntarle qué sintió al enfrentarse con Josué, Daniel se sentía perseguido, él iba a responder y en ese momento venía llegando Mercedes, firmó el artículo a la señora y corrió hacia ella.

—Buenos días—Soltó ansioso Daniel.

—Hola, Daniel, buenos días—Exclamó con gracia y volteándose, mientras ella abría el diario y se lo mostraba—Acabó de leer la primera plana.

Él se sentía incómodo, pero ella se rio.

—En el fondo tenía miedo, pensé que mataría Josué—Declaró riéndose.

Mercedes reía pero se percibió disipada.

—Te falta conocerlo—Comentó con cordura cerrando el diario, mientras con su mirada buscaba algo— ¿No ha llegado Jack?

—No, no ha llegado—Afirmó—Supongo que fue el primero en leer el artículo.

—Seguro que sí—Opinó, observando su alrededor—. Lo esperaré por aquí.

Daniel advirtió que estaba cerca de ella, su corazón se aceleró y empezó a sudar, él miraba a los lados, evitando que ella cruzara sus ojos con los de él, luego intentó mirar su belleza con prudencia, pero ella lo estaba viendo también.

—Tienes...unos... ojos lindos—Habló agitado, sentía que el corazón le latía hasta la garganta.

—Gracias—Exclamó riéndose con simpatía, Daniel miró hacia otro lado, avergonzado del halago que le expresó—Tú también los tienes lindos. Supongo que tu novia expresará sus sentimientos.

—Bue-bue-bueno...este...yo...—Balbució tocándose el cabello, apenado por ese comentario, pero ella continuaba viéndolo, le avergonzaba decirle que nunca había tenido una novia, pero prefirió ser sincero—Yo-yo...este...yo no-no...yo no tengo novia.

— ¿No?—Reiteró asombrada, Daniel asintió, sus orejas se coloraron—! No puedo creerlo! Pensé que tenías.

—No he conseguido una chica me guste—Explicó avergonzado, ella se reía—Me gusta... una...pero no sé si yo le guste a ella.

— ¿Por qué no intentas decírselo y expulsas ese sentimiento apretado?

— ¡No puedo!—Contestó apresuradamente, antes de que su sinceridad le declarará el amor que siente por ella—Prefiero que estemos así...ella con su novio, que creo que están juntos, y yo bueno... ella gustándome en silencio.

— ¿Puedo saber cómo se llama?

La observó una vez más, los ojos de ella eran encantadores y perfectos, unos ojos de sencillez, era un sueño para él estar hablando con ella. Esa muchacha que lo tiene hechizado, sintió un aire de impulso a que le dijera la verdad.

—La que... me gusta realmente es...

— ¡Buenos días!—Dijo llegando Jack.

—Buenos días—Saludaron en unísono, aunque la voz de Daniel sonó molesta.

—Acabó de ver el diario—Comunicó sacándolo de su brazo el artículo y abriéndolo, Daniel estaba mareado de tantas veces que lo ha leído—Hiciste quedar en ridículo a Josué, aunque según algunas personas dicen que si te dio una buena paliza.

— ¿Por qué las personas mienten?—Rezongó observando el artículo—Nosotros nos enfrentamos y yo gané, aunque les duela aceptarla.

—Lo que sucede es que Josué siempre ha querido sentirse admirado—Explicó Jack, doblando el periódico—Él piensa que es Jhongansebast.

—Él cuenta su versión—Chilló Mercedes, Jack la miró sorprendido de que dijera eso sobre Josué—Necesito hablar con ustedes, estaba esperando que llegarás. Es sobre el día de mi cumpleaños, habrá un baile ese día y me gustaría que uno de ustedes bailará conmigo.

Jack y Daniel se miraron, a Jack se le dibujó una sonrisa pícara que reflejaba malicia.

—Qué sea Daniel—Añadió contento y riéndose.

— ¡No, no!—Gruñó mirándolo, los labios de Jack temblaban, quería carcajearse—Mejor que seas tú... el que baile con ella.

—Serás tú quien baile conmigo—Exigió ella, Daniel miró de reojo disgustado a Jack, él deseaba reírse y no podía—El otro estará al lado conmigo, para tomarnos una foto.

— !Yo no sé bailar!—Confesó apresurado.

—El baile no durará mucho—Le clamó y se volteó hacia Jack—Josué no irá, el sábado les contaré, por ahora vine a asegurarme de que vendrán. Mi madre insistió que le preguntará a alguno de ustedes quien sería mi pareja de baile.

—Estaremos presente—Dijo Jack mirando gozoso a Daniel quien estaba abochornado.

—Nos vemos el sábado.

Los dos cruzaron miradas y Daniel siguió de largo viéndolo, con expresión de querer matarlo. Jack no lo soportó y estalló en carcajadas.

Josué desde su casa estaba de pie frente al balcón y mirando el horizonte, recordando la forma astuta y rápida en la que lo vencieron, desde abajo las personas que entraban y salían comentando lo que había pasado en la noche. El aniversario del fundador Jhongansebast, en su propia tierra ser derrotado, eso lo llenaba de furia.

Estaba en silencio, tenía los labios apretados, su mirada estaba perdida y sin parpadear, tocaron la puerta pero él no deseaba atender, la puerta volvió a sonar e ingresaron algunos guardias. Josué se mostraba tenebroso, uno de ellos asumió la valentía de acercarse y hablarle, pero él estaba silencioso con sus puños cerrados.

—Amo Narkef...buenos días—Habló aquel guardia, Josué estaba mudo—Nos... acaba de llegar la noticia de lo que sucedió. El diario Lan lo publicó.

Josué seguía en silencio.

—Señor...nosotros pensamos que, deberíamos aumentar el personal para el cuidado del campo y Narkef—Le propuso, Josué suspiró con aire de disgusto—El caballero de Acalúria fue asombrosamente taimado al infiltrarse, vacilar y noquear a nuestros guardias en la entrada del palacio.

Josué cerró los ojos.

—Amo Narkef, si usted quiere, pode...

—! CIERRA LA BOCA!—Bufó volteándose, sacando su espada velozmente y agarrándolo con fuerza por el cuello, los otros retrocedieron, jamás habían visto esa actitud—!Son unos incompetentes! ¿Cómo logró pasar por encima de ustedes?

—A-amo... Nar-Narkef—Balbuceó el guardia petrificado—...solo...solo fue...u-un error.

— ¿UN ERROR? — Repitió entre dientes y disgustado, apretándole el cuello al guardia quien sentía que le cortaba la respiración, Josué le acercó la espada al estómago—!Me hicieron quedar en vergüenza delante de mi gente!,¡Quedé como un ridículo por el diario Lan, por confiar en unos imbéciles como ustedes!

—A-amo... Nar-Narkef...no—Masculló tosiendo, Josué tenía las orejas ruborizadas—Volverá...a repetirse.

Lo soltó con violencia, el guardia cayó al suelo, colocándose la mano al cuello y tosiendo potentemente.

—Claro que no se volverá a repetir—Completó riéndose entre cortado y halándose el cabello, estaba perdiendo el control de su furia—No se va a volver a repetir porque...es la última vez que esos dos me hacen una humillación, en especial los dos torpes que no supieron cuidar las puertas de mi palacio.

—¿Qué piensa hacer, amo?—Preguntó otro de sus guardias, uno de los más leales a él.

—Lo mismo que hicimos con el viejo Simón—Le recordó arqueando su sonrisa—. Necesito la lista de los guardias. Búscalas y cuando las tengas, tráelas...te diré lo que vamos a hacer, Franklin.

—Cuente conmigo, amo.

—Tú eres mi fiel compañero—Le expresó acercándose y tocándole el hombro, Franklin asintió—A ustedes también los perdonaré. Trae a cinco guardias, Franklin, aquellos dos ineficaces no los perdono.

Los guardias confirmaron.

—Iré a buscar la lista—Comentó Franklin retirándose.

Josué estaba observando las montañas, pensando en que lo planearía para aquellos dos, sumergido en una laguna y armando en su cabeza, luego una sonrisa perversa se dibujó en su rostro, sus labios le temblaban. En ese momento abrieron la puerta, era el guardia Franklin junto con otros soldados.

—Supongo que se preguntarán porque los he solicitado—Expresó caminando hacia ellos—Están enterados de la teatral humillación de Acalúria, así que, los dos guardias que no supieron cuidar la entrada...pagaran las consecuencias.

—¿Qué quiere que hagamos, amo?—Quiso saber otro guardia.

—Lo mismo que le hicieron al señor Simón—Planteó, ellos asintieron—Ahora, planearemos un pequeño susto a Acalúria. Él quiere jugar, perfecto; pero quién ganará, seré yo.

El sábado Daniel se estaba colocando una camisa blanca de cuello pajarita, chaqueta de cena color azul crema, pantalones azules, zapatos charol y una corbata de lazo, se sentía embarazoso con ese atuendo, no le gustaban los cambios y menos cuando era de ropa. Su madre le cambió el peinado, colocándoselo de lado, también le echó perfume y Daniel estornudó varias veces. Agarró una pequeña caja de color azul oscuro y la guardó en su bolsillo. El señor Carlos se quedaría junto a Bram cuidando el palacio, quien sólo podía asistir en la noche.

Gorn disfrutaba espectáculos; hombres haciendo acrobacias, presentaciones y recitando poemas, sus padres se detuvieron para saludar a las personas, Daniel siguió adelante y al ingresar al palacio estaba a un lado excesivas mesas desbordas de comida. Él se fue hacia un rincón buscando con la mirada a Mercedes, tampoco encontraba a Jack, otras personas se le acercaron para pedir autógrafo.

Todos estaban mirando cautivados hacia las escaleras imperiales, Daniel estaba en sus pensamientos y comiendo turrón, no se había percatado del silencio que lo arropó, se volteó hacia aquella dirección y se quedó hechizado.

Era Mercedes saliendo de su hogar, llevaba un vestido de gala largo color azul turquesa oscuro, tenía un collar de oro, estaba maquillada y llevaba el cabello recogido; su piel dócil resaltaba, incluso su sonrisa cándida enamoró a las mujeres. Daniel estaba inmovilizado, observándola con cuidado, los padres de ella la tenían sujetada de sus manos, las personas se acercaron a felicitarla, entre abrazos y regalos.

Él estaba sin retirar su mirada, no sabía si pestañeó porque su belleza lo enloqueció, aunque para Daniel su belleza era su alma. Ella estaba viendo en ambas direcciones, buscando con su mirada, luego se encontró con la mirada de Daniel y sonrió contenta.

—! Viniste!—Expresó ella yendo hacia él—Pensé que no vendrías porque tendrías que bailar conmigo.

—Estás...preciosa—Comentó entre labios, su mirada brillaba, estaba atrapado en su hermosura.

—Gracias—Dijo riéndose y sonrojándose, ella lo observó de arriba a abajo—Tú estás... elegante.

—No más que tú—Opinó y ambos se rieron, él metió su mano en el bolsillo—. Aquí está tu regalo. Lo compré afuera. No es un gran regalo, pero espero que te guste.

Mercedes abrió la caja sin borrar su sonrisa y se impresionó con lo que había dentro. Era una sortija color escarlata.

—!Está muy hermoso!—Exclamó con entusiasmo observándola, luego miró a Daniel—Muchas gracias.

Ella se colocó la sortija y alzó su mirada hacia él, Daniel le estaba viendo el collar.

—Debe ser costoso ese collar—Comentó tocándolo y observando la calidad, era ciertamente lujoso— ¿Te lo regalaron tus padres?

—No; me lo regaló Josué—Contestó en tono amargo y tocándoselo—.Cuando nos hicimos novios, después de ahí no volvió a regalarme nada, supongo que al principio intentó demostrar que era detallista.

—Los detalles materiales no son importantes, sólo los sentimientos—Dijo sin apartar la mirada del colla—Esos permanecen.

—Fue hermoso lo que dijiste, pero Josué no me quería—Informó riéndose, su sonrisa se reflejó triste—Ni siquiera somos novios.

— ¿Terminaron?—Le preguntó sorprendido, Mercedes asintió— ¿Por qué?

—Hace tres años—Contestó con una ligera sonrisa, Daniel quería alegrarse pero no quería hacerlo—Terminamos...bueno...mejor no hablemos de eso; la verdad, fue feroz la manera en que terminamos. Él dice amarme, pero él nunca será capaz de amar a nadie.

La mirada de Mercedes se nubló y se tocó un ojo, evitando que una lágrima cayera y le dañara el maquillaje. Daniel se preocupó y le tocó el rostro.

—No llores, menos hoy—Le pidió con voz quebrada, ella respiró profundo para no llorar—Las princesas no deben llorar.

Ella sonrió y lo abrazó, él se quedó inmóvil, pero el abrazo de ella era diferente; mágico y sublime, se sentía calmado y protegido al sentir los brazos de ella sujetados a su cintura, así que también la abrazó. Le angustiaba saber qué había sucedido con Josué, lo desesperaba, pero pensó que no es el mejor momento.

—¡Mercedes!—Gritó detrás Jack y se detuvo al verlos abrazados, Daniel se ruborizó—!Feliz Cumpleaños!

La abrazó y le entregó un regalo, también llevaba un esmoquin pero de color negro.

—Me da gusto que estén aquí.

—Estás guapa—Observó, luego se volteó hacia Daniel y colocó su brazo en el cuello de él—Qué gusto verte, amigo. Necesito hablar un momento contigo. Ya regresamos, Mercedes.

Salieron del palacio y caminaron hasta la entrada.

—Necesito que mañana vayas al palacio—Le susurró en voz baja y mirando a los lados precavido, Daniel no entendía porque susurraba—Es urgente; tienes que saberlo antes de comentárselo a Mercedes.

—¿Por qué?

—Las aves me indicaron que se acerca un peligro en Acalúria.

Daniel alzó una ceja, sin entender la expresión "las aves me indicaron".

—Debemos ser discretos, el único que se me viene a la mente por obvias y lógicas respuestas, es Josué.

—¿De qué estás hablando?

—Ve mañana antes de que se oculte el sol—Reiteró y se acercó con prudencia—Funciona cuando es de día. Tienes que verlo tú mismo.

Mercedes se había tomado las fotos con Jack, luego estaba sentada con sus padres en una mesa larga que habían traído, allí se acercaban los que aún no la habían felicitado. Comenzó a sonar una música suave y varios se levantaron a bailar, Jack invitó a bailar a la señora Graciela. El señor Fuenmayor estaba sentado con una copa en la mano, viendo a las personas, mientras Daniel estaba a su lado comiendo gomitas.

—Pensé que bailarías con la señorita Gonr—Habló con tranquilidad su padre.

—Ella quiere que bailemos ésta noche, ayer fue a invitarme.

—El baile especial—Explicó bebiendo su copa—Según la ley de Gonr, cuando la ama elige a su pareja de baile, significa que esa persona es importante.

Daniel lo miró.

—Es una lástima por el joven Narkef—Expresó decepcionado, Daniel percató que su padre sabía lo que había sucedido—Su madre me contó que tuvieron una fuerte discusión, así que decidieron terminar. Josué la lastimó terrible.

—¿Qué fue lo que le hizo?

—Graciela no me quiso decir, supongo que es personal—Recalcó mientras la música dejaba de sonar, aplaudieron y comenzó una nueva, su padre se levantó del asiento—Iré a bailar con tu madre.

Babén estaba bailando con su esposa mientras sus hijos jugaban con otros pequeños, un camarero estaba pasando, llevaba en el plato diversos jugos de fresa, Daniel se levantó a tomar una copa y su mirada se dirigió hacia Mercedes, quien estaba sonriendo mientras conversaba con un señor, quien le estaba entregando un regalo y felicitándola.

Ella desvió su mirada al sentir que la estaban observando, gesticuló para saludarlo y él se sonrojó hasta la nariz. Ambos se estaban mirando, Daniel no podía creer que su mirada estaba sujetada con la de ella, pero para su reacción desagradable apareció Jack rompiéndole su encanto.

—!Estoy exhausto!—Exclamó sentándose, sacando un paño de su bolsillo para secarse el sudor de la cara—Esa mujer sí que sabe bailar ¿No vas a bailar?

—Recuerda que no sé bailar—Reiteró sentándose y bebiendo su jugo—Además, Mercedes bailará conmigo, así que debo estar preparado.

—Claramente comprendí su intención cuando fue al palacio.

—¿Su intención?

—Tú le gustas.

—¿Otra vez?—Gruñó dirigiendo su mirada hacia ella, observando que estaba recibiendo a otras personas—Es una muchacha hermosa, pero jamás se fijaría en alguien como yo.

—¿Entonces... por qué te abrazó?

—Estaba triste—Refunfuñó y Jack se carcajeó—La aconsejé y de agradecimiento me abrazó.

—Amigo mío, parece que no reconoces las intenciones de las personas—Comentó y le tocó el hombro—Ella gusta de ti y no te has dado cuenta. Seguiré bailando.

Daniel estaba absorto, sabía que ella no está con Josué, es una oportunidad perfecta para invitarla y salir, pero no sabía que hacer o como acercarse a una mujer.

A las siete todos estaban en las afueras del palacio, Daniel agarró un puño de pastillas de gomas y caminó hacia un rincón para comérselas, los nervios hacían que comiera desesperado, estaba disfrutando la música sonar y alguien se colocó a su lado.

—Sé que no sabes bailar, pero tranquilo, solo déjate guiar por el sonido—Le advirtió Mercedes, Daniel se asustó.

Las puertas delante de ellos se estaban cerrando.

—Lo-lo intentaré

—Si te equivocas, te ayudaré—Dijo extendiendo su mano—¿Estás listo?

Terminó de comer la última pastilla de golosina, tomó la mano de ella y ambos caminaron hasta las puertas. El silencio los arropaba, ella también se expresaba nerviosa, a Daniel le preocupaba que su mano le sudará, así que comenzó a mover su pierna. Él soltó un largo suspiro, mirando hacia otro lado y se cruzó con la mirada de Mercedes; ambos estaban viéndose sin parpadear.

—Mercedes...no-no-no... me mires—Tartamudeó, desviando su mirada y sonrojándose.

—¿Por qué?

—Me-me pones, digo...estoy nervioso—Respondió respirando profundo, la mano sentía que le temblaría, ella sólo sonreía—No me gusta... que me miren directamente a los ojos, aunque contigo... me siento seguro.

Ella seguía riéndose con ternura y él la miró de nuevo. Ambos nuevamente se estaban mirando.

—Daniel, nunca me dijiste el nombre de la chica que te gusta—Le dijo.

—Bueno, realmente la muchacha que me gusta es...

Las puertas del palacio se abrieron, la luz de muchas fotografías llegaban en diferentes direcciones, las personas aplaudían; ambos avanzaron y las trompetas sonaron. El señor Fuenmayor estaba sonriendo junto a su esposa, ambos caminaron hasta quedarse el medio del patio y las personas dejaron de aplaudir.

La música comenzó a sonar, él no sabía si lo estaba haciendo bien o mal, en algunos momentos se confundía, pero ella lo ayudaba a buscar otra manera de agarrar el ritmo. La música dejó de sonar y los dos dieron un último paso para culminar, el cual dejó buena impresión a las personas, quienes estallaron en aplausos y silbidos.

—!Felicidades por ese baile, hija mía!—Expresó abrazándola la señora Gonr, luego le extendió la mano a Daniel—Felicidades también para usted, joven Acalúria.

—Muchas gracias, ¿Señora...?

—Graciela de Polen—Añadió satisfecha, su sonrisa seductora era la de Mercedes, es idéntica a su hija—Sé que no hemos nunca cruzado palabras, caballero, pero por fin estamos conversando.

—!Hijo mío! !Felicidades!—Exclamó llegando su madre, dándole un beso en la frente—Bailaron espectacular.

—Gracias, mamá.

—Daniel—Gritó detrás Jack y abrazándolo, dándole fuertes palmadas en la espalda—Estuviste excepcional.

—Creí que lo estaba haciendo mal, pero veo que fue lo opuesto—Opinó riéndose avergonzado, luego se volteó hacia Mercedes—Gracias por haberme permitido ésta noche a bailar contigo.

Ella le sonrió complacida y él le devolvió la misma sonrisa.

Venían rodando una mesa entre ocho mesoneros, era un pastel enorme, Mercedes estaba frente al pastel junto a Jack y Daniel, luego de picar la torta comenzaría la emoción de la fiesta. La señora Graciela encendió la vela, decía el número veinte tres en la parte de debajo de la tarta, se apagaron las luces y empezaron a cantar.

De pronto se escucharon unas voces venir de afuera, voltearon preocupados y corrieron, estaban entrando unos caballos, un guardia estaba al lado de Mercedes, ella le arrancó la espada y salió. Las personas corrían apartándose, los caballos se detuvieron frente a las puertas del palacio y ella caminó hasta ellos.

—Ama de Gonr—Conversó Franklin acercándose, cargando un regalo grande bajo su brazo—Hemos traído este obsequio por parte de nuestro honrado amo, Josué Lore.

—¿Por qué no me lo entregó por sí mismo?

—Indicó que usted no lo invitó.

—Él podía dármelo en sus manos, no mandármelo por medio de sus inservibles guardias—Rezongó caminando velozmente hacia él, le despojó el regalo y lo lanzó al suelo—Díganle a Josué que no me va a comprar con sus regalos. No vamos a volver nunca, si esa es su intención.

—Es mi intención y lo seguirá siendo—Exclamó apareciendo Josué, montando también en un caballo.

Estaba con un esmoquin color plata. Él siguió hasta donde ella.

—Sé que por mi culpa todo acabo, pero vine aquí, dispuesto a recuperar este amor—Le declaró con desconsuelo y voz quebrada, ella no apartaba su mirada de él—Te amo, Mercedes, anhelo que lo intentemos de nuevo. Reconstruir nuestro amor y el futuro que nos espera.

Las mujeres se llevaron la mano al pecho, comentado lo hermoso de sus palabras. Él sacó de su bolsillo una caja color vino tinto y la abrió frente a ella, estaba un anillo de compromiso.

—¿Te quieres casar conmigo?

—No existe futuro para nosotros, viviré un infierno—Reprochó como niña pequeña, él no bajaba su mirada—No te amo y tú tampoco a mí; jamás podrás amar a nadie. Volver a intentarlo es inútil.

Josué estaba lívido, las personas se quedaron perplejas por lo que escucharon. Algunas jóvenes estaban susurrando entre ellas, comentando que lo que le dijo Mercedes fue injusto; era un príncipe.

—Tú y yo nos amamos—Insistió, pero ella hizo gesto de desagrado, como si fuera la quinta vez que lo dice—No lo puedes negar.

—No nos amamos nunca; éste amor es imposible—Gruñó histérica, sus ojos estaban lacrimosos—Estar a tu lado...es sufrir, y no es lo que quiero !Aléjate de mí!

Josué estaba callado, su mirada se desvió hacia Daniel y Jack, quienes le tenían la mirada puesta.

—¿No será qué te gusta alguien?

—Eso no te incumbe—Le juzgó y caminó hacia él con valentía—¿Qué vas a hacer? ¿Matarme junto a esa persona?

No contestó, Mercedes observó la caja del anillo y se la derribó contra el suelo, luego lo miró y salió corriendo. Daniel la siguió con la mirada.

—!LÁRGATE, NARKEF!—Ordenó la señora Graciela bajando la escaleras—No seas desvergonzado de venir hasta aquí a dártela de chico bueno. Te vas de mi palacio, no eres bienvenido.

—Quien tendría que pedirme eso es su hija, no usted.

—Es lo que me hija desea—Replicó sonriendo satisfecha—La conozco.

Él se dio media vuelta y le dio una mirada desafiante a Jack y Daniel.

Los mesoneros invitaron a las personas a entrar a buscar su pastel, para que la multitud olvidara lo sucedido y la música volvió a sonar.

Daniel recogió la caja, observando el anillo de compromiso, habrá sido delicado lo que sucedió para que ella lo rechazará. Él caminó hacia la señora Graciela, quien estaba preocupada susurrando con su esposo en las escaleras. El señor Polen tenía la mirada, color de cabello y piel de Mercedes.

—Señora Graciela—Dijo Daniel, ella se volteó esforzando su sonrisa—¿A dónde fue Mercedes?

—Está en la casa—Le aseguró con tono de ahogo, tomando el brazo de su esposo—Es mejor dejarla sola. Ese chico la hizo sufrir.

A Daniel se le ocurrió una idea, ir al hogar de ella y saber lo que sucedió. No sabía si tocar o marcharse, si lo hacía tendría que aguantar que ella lo echara y si se marchaba estaría preocupado, así que decidió arriesgarse. Observó ambos lados para que nadie lo estuviera mirando, para su sorpresa la puerta estaba sin seguro, así que entró.

Era bonita y grande, el piso era de color beis brillante, estaban dos muebles blancos del lado izquierdo, en frente una pequeña mesa marrón con varias fotografías, revistas y adornos. Caminó en silencio y escuchó en el balcón a alguien sollozando; era Mercedes, estaba de espaldas viendo por la ventana.

—Mercedes—Dijo mirándola con prudencia—¿Estás bien?

—Daniel—Expresó volteándose y secándose las lágrimas—Disculpa; sé que dijiste que las princesas no lloran, pero no soy una princesa.

—La de los cuentos lloran, tú eres real y no deberías llorar—Le tranquilizó y ella le sonrió—Disculpa que entrará sin avisar, estaba preocupado...por ti.

Ella se volteó de nuevo y él se detuvo al lado. La vista desde allí mostraban los caminos en construcción.

—¿Qué fue lo que sucedió entre ustedes?—Quiso saber Daniel.

—Realmente no me gustaría hablar de eso—Sollozó sonando su nariz y secándose las lágrimas—No me siento preparada en estos momentos.

—Han llorado frente a mí las personas, pero no sé qué hacer—Explicó afectado y bajó su mirada—No es que no sienta empatía, simplemente no sé consolar. Debes olvidar las cosas del pasado; no te hacen bien. Eres realmente encantadora y no es bonito que se te corra el maquillaje.

Ella se rio y él también.

—Tienes lindos sentimientos—Objetó ella viéndolo, él se sonrojó—Tú logras ver el interior de las personas.

—Solamente te veo a ti—Confesó tomándole la mano—. No quiero que estés triste.

Él se acercó y le secó las lágrimas. Nuevamente aquellas miradas estaban una frente a la otra, ella lo abrazó y él aceptó su caluroso abrazo.

La mañana siguiente Daniel estuvo comentándole a sus padres sobre el paquete de promoción que debía pagar, en Acalúria las personas estaban exponiendo para ver una película ésta noche, así que debían consultar el catálogo y sortear la ganadora.

El señor Fuenmayor y Carlos estaban llevando mesas a las afueras del jardín, la familia Costt se ofreció en llevar las palomitas de maíz. Daniel debía ir a Woltef antes de que se oculte el sol, como le había indicado Jack. A las cuatro en punto se colocó su abrigo y bajó en dirección hacia el jardín.

—¿No vas a ver la película con nosotros?—Preguntó desde la entrada Bram.

—¿A qué hora será?

—A las siete.

—Espero poder verla—Expresó—No puedo llegar tarde, debo llegar a la hora que acordé con Jack.

—Espero puedas llegar a tiempo.

El tren llegó a Woltef, bajó las colinas y estaba sentado afuera Jack.

—A donde iremos solamente lo sabemos tú y yo—Aclaró emocionado levantándose—Cuando Mercedes venga lo sabrá también.

—Confía en mí.

—Muy bien. Vamos.

Se adentraron en los arbustos, Daniel recordó aquella vez que percibió a Jack salir por esa misma dirección, siguieron hasta encontrarse con una puerta de piedra. Jack la tocó y la piedra rodó hacia el lado derecho, allí estaban unas escaleras, parecía que el lugar quedaba debajo de la tierra, así que ingresaron.

El terreno era circular, a su alrededor había agua, en el medio de ese terreno estaba una torre garrafal; no es enorme y tampoco pequeña; detrás observaba un mural de piedra grande, desde donde bajaba la cascada. Su techo era de color negro y tenía incontables estrellas. Jack subió por las escaleras de piedras del lado derecho, llegó al último escalón y saltó hacia la torre.

—Este lugar estaba cerrado, nadie entraba aquí—Le explicó sentándose, Daniel estaba observado encantando el techo—La última persona que estuvo aquí, fue Reinaldo Woltef.

—¿Qué es todo esto?

El lugar de los pensamientos—Respondió cruzándose de piernas—Hay que estar en silencio, para que te puedas conectar con el presente y futuro de Woltef, y así hallar las respuestas. También te puedes conectar con las otras tierras.

—¿Qué quieres decir?

—Quienes me dan las respuestas son las aves—Expuso señalando unos hoyos que estaban arriba de la entrada, Daniel se giró y estaban diez hoyos grandes—Tengo que concentrarme, para que salga el reflejo de lo que podría ser o no cierto.

—¿Por qué el techo tiene estrellas?

—¿Estrellas?—Repitió confundido y echó un vistazo al techo—Bueno, yo lo que estoy viendo son nubes. Según el escrito que encontré, muestra lo que te gusta.

—¡Fascinante!—Expresó contento, mirando de nuevo el techo—¿Qué era lo que me querías mostrar?

—Sube.

Daniel subió y se sentó a su lado, Jack le tomó la mano y cerró los ojos, Daniel no entendía que sucedía, así que prosiguió en hacer lo mismo. Jack le susurró que abriera los ojos, los abrió y Daniel se quedó sorprendido al ver la imagen que estaba frente a sus ojos.

Era Josué, estaba destrozando diversos objetos en su vivienda, gritándoles a sus guardias, así como estaba el plano de Acalúria e indicaba a sus guardias, después salían las personas de Acalúria, corriendo fuera y dentro del palacio. La imagen dejó de reflejarse y las aves aparecieron frente a ellos.

—¿Qué... fue... todo esto?—Preguntó espantado Daniel, estaba pálido y tenía los labios secos.

—Le pregunté a las aves si Josué estaba furioso con nosotros y me dijeron que sí.

—Un momento—Bufó y miró a las aves—¿Está molesto por haber aparecido el día de su cumpleaños o por qué le gane aquella vez?

Esperó que ellas le respondieran pero no sucedió, creyó que Jack se estaba burlando de él.

—Tienes que preguntarle una a la vez—Aclaró señalando al frente—Si se mueven a la derecha significa que si, si se mueven a la izquierda significa que no.

—¿Está molesto por lo que expuso el diario?—Volvió a preguntarles.

Las aves se movieron a la derecha.

—Estará rabioso—Concluyó preocupado Jack y las miró—¿Acalúria está en peligro?

Las aves se volvieron a mover hacia la derecha.

—Si Josué nos ataca, mis personas no estarán preparadas— Expresó preocupado Daniel, su corazón se aceleró.

—¿Deberíamos advertirles?—Les preguntó de nuevo Jack.

Se movieron a la izquierda.

—¿Por qué no?—Bramó levantándose y les volvió a preguntar—¿Puede ser peligroso?

Se movieron a la derecha.

—¿Qué voy a hacer?—Gritó llevándose ambas manos a la cabeza.

—Cálmate, Daniel—Le regañó levantándose Jack, observando que estaba asustado—Pensaremos en algo, solamente debemos mantener la tranquilidad. También quiere atacar a Woltef.

Daniel estaba atormentado, pensó que las aves se esquivaron y esa imagen no era cierta, pero incluso quería atacar a Woltef. No permitiría eso, menos en Acalúria; haría lo imposible por defenderlos.

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