Las muletas que lo sostenían ya no eran necesarias, la debilidad, las molestias y su estúpida mortalidad se habían ido, volver a ser vampiro hizo que una sonrisa apareciera en su rostro.
Sin ningún impedimento salió de la habitación que le habían asignado, caminaba con seguridad y fuerza, él sabía que sus sirvientes se encontraban fuera del edificio, los sentía y algunos de ellos se habían dejado ver, inclinando sus cabezas con respeto y cierto temor, era una forma de demostrarle su apoyo y compromiso, los vampiros sabían que algunos de ellos morirían, lo tenían claro pero era un riesgo que querían tomar, de nada servía vivir sin la libertad que Klaus les prometía, si morían lograrían que su raza ya no estuviese en las sombras, ellos gobernarían.
Pero el príncipe estaba seguro que no habría bajas, no de parte de ellos.
Sus pasos se dirigieron hacia las escaleras, en ningún momento del trayecto se cruzó con alguien, al ser casi las dos de la mañana los Cazadores dormían, tenían que estar frescos para las cacerías que se efectuarían a penas saliera el sol, una lástima que ni siquiera eso verían de nuevo.
Un cosquilleo agradable recorría su columna, sólo era cuestión de minutos y todo comenzaría, la destrucción de los Cazadores, una nueva era donde los vampiros gobernarían.
Al llegar a la azotea del edificio se encontró con decenas de vampiros, lo único que los hacía visibles eran sus rostros pálidos, frente a ellos estaban los líderes, Lukas, el vampiro que había comprometido su vida con la causa y Darwel, el fiel sirviente de su madre, ambos al verlo inclinaron sus cabezas con solemnidad.
Klaus deseaba silencio y todos parecían entenderlo, aunque no podía dejar de escuchar cinco corazones acelerados, incluso el olor de la adrenalina llegaba a su nariz, ladeó el rostro un poco y miró a Alison, su pequeña amiga no pudo evitar sonreír, las comisuras de sus labios tiraron hacia arriba hasta formar una gran sonrisa de felicidad.
Sus ojos se posaron en los vampiros restantes, ellos al notar el cambio en la postura del príncipe se pusieron aún más alerta.
-Ustedes serán los primeros en entrar- Señaló a los humanos- Y cuando asesinen al primer Cazador entrarán los demás.
°
Al oír esas palabras el corazón de Alison latió aún más fuerte, se discutió sobre quién sería el primero en arrebatar la vida de un Cazador en esa sede y Darwel la había escogido a ella, él quería que dejara atrás los complejos de niña buena que aún vivían en su interior, los sentimentalismos no eran aceptados.
-Vengan conmigo.
Al caminar hacia Klaus los chicos pudieron observarlo mejor, era terriblemente siniestro, sus facciones perfectas y sus ojos rojos dejaban vislumbrar la crueldad que había dentro de él.
Alison sintió miedo, no sabía cuánto había cambiado Klaus, estaba ante un desconocido. Que su amigo tuviera tal control sobre esas criaturas tan mortíferas era digno de respetar pero sobre todo de temer.
Cuando pasó a su lado la mano pálida de Klaus la detuvo, dejó que los demás se adelantaran, tenía cosas que decirle a su pequeña amiga, él había notado el cambio en el semblante de Alison, lo miraba con temor y qué decir de su corazón, retumbaba como un gigantesco tambor.
-Alison, entiende algo, yo jamás te lastimaría- Su voz se suavizó- Pero si llegas a traicionarme o ayudar a los Cazadores te destrozaré con mis propias manos, al igual que a cualquiera que muestre compasión.
La respiración de Alison se detuvo abruptamente, un escalofrío recorrió cada parte de su cuerpo, no sabía qué hacer.
-Yo sé que no lo harás, deseas estar aquí, quieres ser como nosotros y eso no es malo, deja de frenarte, no es momento para inseguridades- Los brillantes ojos de Klaus se posaron en los castaños de Alison- Al fin y al cabo todos llevamos un asesino dentro, disfruta de la muerte, no dejes que tu mente te arrebate los sentimientos que debes gozar.
Con esas palabras Klaus dio por terminada la conversación y dejó ir a Alison, sabía que los presentes, tanto humanos como vampiros, lo habían escuchado.
Mientras se alejaba del príncipe la respiración de Alison se normalizó, aún mantenía una mirada de pánico y al llegar junto a sus compañeros vio que ellos también se encontraban aterrorizados, esperaba muchas cosas de él pero jamás una amenaza.
-Va... Vamos, no hay tiempo que perder- Murmuró Jason.
Los integrantes del equipo siguieron su camino, no querían hacer enojar al príncipe y menos después de la advertencia implícita que les había enviado a todos.
Al bajar por las escaleras los cinco humanos desenvainaron sus armas, Kaya tenía predilección por las dagas, les había entregado parte de su colección privada, eran simplemente perfectas, balanceadas en peso, con la resistencia adecuada y afiladas, muy afiladas.
Por primera vez desde que se conocían el silencio reinaba entre ellos, Cameron no había abierto la boca desde que se encontraban en la puerta de la mansión, no era momento de que hablara ni mucho menos que desconcentrara a Alison.
Los minutos pasaban y la inquietud aumentaba, los escalones, que antes parecían interminables, estaban llegando a su fin.
En el momento en que pisaron la alfombra un latigazo de electricidad los azotó, sólo era cuestión de tiempo, un Cazador muerto era lo que necesitaban para que el infierno se desatara. No tardó en aparecer el pobre desgraciado.
-Hey ¿Qué hacen aquí tan tarde?- Un hombre joven los miraba confundido, llevaba unos papeles en el brazo izquierdo y en el otro brazo un frasco con líquido transparente- No los había visto por aquí ¿Son nuevos?
Una risa burlona salió de los labios de Jason, en sus ojos se veía el deseo de matar.
-¿Nuevos?
-Probablemente sean los alumnos de intercambio, me han dicho que son extraños, además, su acento los delata.
Esta vez nadie dijo nada, Alison se adelantó y comenzó a caminar hacia el Cazador, lo hizo con tranquilidad, como si estuviese dando un paseo, su rostro dulce se mantenía sereno, incluso le sonrió con amabilidad y en un parpadeo incrustó la daga que llevaba consigo en el cuello del hombre.
-No somos Cazadores- Susurró.
La sangre salió disparada por su boca salpicando el rostro de Alison, sorpresa y horror deformaban su rostro, los ojos desorbitados de la víctima se llenaron de lágrimas, no profirió ninguna palabra, el filo de la daga había destrozado la tráquea. El único sonido que rompía ese ambiente tan tenso era el borboteo de la sangre, la cual se esparcía por el cuerpo casi sin vida del Cazador.
Alison observó lo que había hecho, la punta de la daga sobresalía del otro lado del cuello, debería sentirse devastada pero las palabras de Klaus enterraban cualquier sentimiento de arrepentimiento.
Disfruta de la muerte.
La voz de su amigo se repetía una y otra vez en su cabeza, la seguridad que Klaus emanaba, el aura de poder que lo rodeaba, era obvio por qué era tan respetado, calculador, frío y dispuesto a hacer lo que fuera por conseguir su objetivo, así era el príncipe, el hijo de dos grandes reyes.
Aún sostenía la daga contra el Cazador, el cual inútilmente trataba de boquear como un pez para conseguir aire, con la mirada fija en esos ojos cafés llenos de terror retorció el artefacto hasta que la vida abandonó el cuerpo, en un movimiento rápido sacó la cuchilla del cuello llenando una de las paredes de sangre.
Un golpe sordo se escuchó por el lugar.
-Ryan, ¿Has visto el informe de...?
Una rubia atlética apareció por el mismo pasillo que el difunto Ryan, al ver el cuerpo con la garganta hecha pedazos gritó fuera de sí.
-No, creo que Ryan ya no te podrá contestar- Exclamó Cameron- El pobre no pudo ni decir "mu".
La mujer salió corriendo del lugar con una velocidad impresionante, el miedo la obligaba a moverse con mayor agilidad para alejarse del peligro.
-¿Es correcto hacer bromas? Acabo de sentirme un poco raro.
-Si no lo haces dejarás de ser Cameron- Le murmuró Alison.
Los adolescentes se tensaron al oír una estruendosa alarma, el sonido los irritaba, después de todo la mujer sí que había corrido rápido.
-Ya saben que estamos dentro...- Dijo Luke emocionado, había aparecido de la nada y los miraba expectante-... Y ustedes están aquí, sin mostrar la ropa que tanto me costó confeccionar.
El rostro del vampiro se transformó en una máscara de hielo.
-Luke, estoy a punto de arrancarte la piel y hacerme un maldito bolso, creo que sólo así estarías contento.
-Sé que en el fondo de tu negro corazón me amas, Kaya- La rubia lanzó un suspiro mientras Luke le daba un fugaz beso en la mejilla.
-Debemos movernos, Darwel nos dio instrucciones de esperar a Klaus en la planta inferior.
La declaración de Jason hizo que ambos vampiros cambiaran completamente su actitud, Kaya era terrorífica naturalmente pero Luke, ellos jamás lo habían visto así, parecía una persona diferente, el odio en su mirada era distinto.
Su hermano de armas debería estar allí, a su lado, viendo cómo ascendían a la cima, el dolor de su pérdida no se iría con facilidad, Darwel le había dicho que probablemente jamás lo haría, los vampiros podían guardar luto hasta el final de sus días. Era tan raro y satisfactorio a la vez, podía recordar todos los momentos que vivió junto con él, las peleas absurdas, su actitud paternal, Nathan era un buen vampiro, sádico y perverso, pero a fin de cuentas así eran todos sus conocidos, el deseo de venganza incrementaba en su pecho, la sola idea de dejar a un Cazador con vida le repugnaba, nadie sobreviviría.
***
El olor de la sangre llegó hasta Klaus, inhaló con fuerza y sus colmillos dolieron de necesidad.
Desde su posición podía oír los gritos y bramidos que lanzaban tanto Cazadores como vampiros, apenas Alison desencajó la daga del cuello del humano todos se habían lanzado al interior de la sede.
Podía sentir el miedo en el aire, la desesperación de saberse acorralados, sabía que los Cazadores ya habían comenzado a defenderse pero la mayoría de ellos estaban muertos, el factor sorpresa los aventajó de una manera abismal.
Con lentitud descendió de la azotea, la muerte lo recibió con los brazos abiertos, delante de él se encontraba un hombre con la garganta destrozada, Alison lo estaba sorprendiendo, al igual que Madison, su amiga se volvería una excelente asesina.
Mientras caminaba sin rumbo el latir de un corazón llamó su atención, era fuerte y no palpitaba frenéticamente como los demás.
Se dio cuenta que esa persona se encontraba precisamente en la habitación que le habían asignado, llegó al interior y vio a un hombre maduro, parecía buscar algo.
-¿Se te perdió algo?- preguntó tranquilo.
-Muchacho, esos infelices nos encontraron -escupió con odio-, están por todos lados, debemos apresurarnos.
Con un frío asentimiento se acercó al Cazador, el corazón del hombre retumbaba con una tranquilidad asombrosa, ese sonido le hacía consciente de la sequedad en su garganta.
A penas se giró para comprobar que Klaus se encontrara bien la mano de éste se incrustó en su pecho, frente a los ojos del Cazador el cambio se manifestó, nada pudo hacer, ni siquiera gritar. Oh, el pobre hombre debió de haber corrido como hicieron los demás, esa valentía y arrogancia no habían hecho más que matarlo.
Después que el cuerpo se desplomó, Klaus, con los dedos empapados de sangre, salió de ese lugar sin prestarle más atención al Cazador, su mirada se posó en los cuerpos que descansaban en pedazos por todo el suelo, las manchas rojas en las paredes lo recibían con brazos abiertos, él, quien fuera el responsable de tan abominable matanza, no podía describir la inmensa emoción que lo embargaba, podía notar el alivio en los rostros de sus vampiros, alguno habían perseguido la venganza por innumerables años, conocía las historias que los acompañaban, padres, hijos, parejas, no había ninguno que no conociera el amargo dolor de la pérdida. La vida de los humanos, tan efímera y superficial, en pocos años querían destruir lo que no podían tener o entender, tan miserables criaturas no deberían tener poder alguno, eran simple ganado, presas que habían olvidado su lugar, la libertad que tanto defendían les sería arrebatada y la esperanza erradicada.
Sin perturbarse por nada siguió su camino, la lista era su prioridad en esos momentos, al fin los suyos obtendrían justicia. Las oficinas habían quedado vacías, solo se notaba cierto desorden, Klaus encendió una de las computadoras. Saber cómo encontrar la base de datos fue de lo más sencillo, Scott, el Cazador que lo consideraba una víctima, era muy reservado con los demás pero con él dejó salir una faceta oculta, el desgraciado le tenía aprecio, algunas tardes se pasaba por su habitación y hablaban por horas, podía notar una profunda tristeza y un dolor igual de grande. Manipularlo no fue difícil, después de unos días hablando acerca de sus funciones en la sede le hizo creer que se encontraba interesado en unirse a la causa, el hombre sabía que él era humano y le ofreció un puesto acorde, estaría con los de inteligencia. Sobra decir que todo lo demás fue extremadamente sencillo, los informáticos estuvieron más que contentos al enterarse de que sería su nuevo compañero, después de todo, Klaus Blackford, el sobreviviente estaría con ellos. En menos de dos minutos la información ya viajaba hacia distintas partes del mundo, los vampiros que recibirían los datos ya tenían escuadrones enteros listos para atacar, en algunos lugares el sol les impediría actuar, por lo tanto el trabajo sería puesto en manos de brujas y limpiadores. El cambio ya no podía ser detenido.
Por un momento se detuvo, aunque no quisiera admitirlo, una parte suya seguía siendo humana, ese pequeño fragmento le estaba gritando, recordó lo que Gerard, su viejo maestro, le dijo una vez "Las guerras solo sirven para sufrir, tarde o temprano un alma inocente se encuentra en el medio de la batalla". Todos alguna vez habían vacilado, él aún conservaba un poco de luz, una que fue forzada a florecer dentro suyo, esa niña odiosa de cabellos rojos marcaba un antes y un después, pero esa luminosidad no era suficiente, a su mente acudieron los rostros de la familia que había adquirido con el paso del tiempo, no podía fallarles, no a ellos.
Ese pequeño titubeo fue sepultado en lo más recóndito de su mente, si toda su raza lo seguía era por algo, había llegado en el momento justo, su madre se encontraba muy cansada y los Cazadores planeaban romper la frágil paz que durante tantos años se anheló.
Dejó que su parte vampiro tomara el control, los sentimentalismos tarde o temprano llevaban a la derrota y su mente debía mantenerse fría e imperturbable.
En un rápido movimiento se trasladó al puno central de la sede, allí no había tantos cuerpos como se pensaría, a penas tres. De las distintas puertas que rodeaban el salón comenzaron a emerger vampiros y un puñado de Cazadores, estos últimos con algunas heridas superficiales, frunció el ceño al ver aquello, las ordenes eran claras, nadie saldría vivo.
-Explíquense -ordenó con cierta molestia.
-Notamos que una de las humanas que usted envió no ha eliminado a ningún Cazador -el vampiro, que parecía liderar esa pequeña cuadrilla, hizo un gesto para señalar a los prisioneros-. Creímos que se le haría más fácil si conseguíamos unos cuantos para ella sola.
Ese comunicado no le agradó en absoluto, pero tampoco le sorprendió, ellas aún sentían aprecio por la vida humana, a fin de cuentas pertenecían a ellos. Sabía que no era Alison, su amiga actualmente estaría bañándose en litros de sangre, por lo tanto quedaban dos opciones, Lizbeth o Adoración.
-Vayan por ella -susurró con los ojos cerrados-. Bien hecho, Tahiel.
Sabía cuales eran las intenciones de su subordinado, hacer del asesinato algo público, que todas las miradas y atención se encontraran enfocadas en ella para que la presión hiciera su trabajo, podría terminar con la humana arrebatando una vida o con un peón menos en su tablero.
Tiempo después uno de los integrantes del grupo de Tahiel trajo a la humana en cuestión, ella temblaba ligeramente y no se atrevía a levantar la mirada, todos las armas que llevaba consigo se mantenían impolutas, ni siquiera las había desenvainado.
-Perdóneme... -exclamó con voz rota-, soy una inútil, no puedo hacerlo.
Sus dedos levantaron ese pequeño mentón, los labios llenos y tersos temblaban sin control, las orbes escarlatas que poseía eran intimidantes, además la pobre chica parecía tenerle un enorme pánico.
-Darwel no trajo a ningún inútil, puede que tus compañeros estén desmembrando Cazadores en este instante pero eso no te hace menos capaz, cada persona manifiesta su sed de sangre de forma distinta -un leve apretón de sus dedos hizo que los grandes ojos cafés se agrandaran maravillados-. Eres parte de un grupo, tus amigos te esperan, sentir culpa por criaturas como estas te convierte en una buena persona, aunque ¿Realmente es culpa o miedo? No temas a tus instintos, estoy seguro que tu maestro te lo enseñó muy bien e incluso los rusos fomentaron ese pensamiento en ti, los Cazadores ya han controlado tu vida lo suficiente.
Klaus sonrió al ver cómo la dulce Adoración asentía con ojos opacos, las lágrimas de impotencia ya no estaban, ese don tan poderoso y oculto que poseía era una de sus más queridas habilidades, podía sustituir los anhelos ajenos por los propios.
Cuando los demás miembros del equipo humano llegaron se encontraron con una grata sorpresa, su compañera jadeaba por el esfuerzo, con sus manos goteando sangre y con un rostro lleno de cansancio se dejó caer de rodillas, estaba agotada.
-¿Está herida? -preguntó Alison al llegar hasta ella, parecía que no tenía fuerzas ni para hablar.
-No, esa no es su sangre -la mirada de la humana se posó en el vampiro que tan amablemente contestaba-. Decidió enfrentarse a cuatro Cazadores a la vez, al parecer agotó toda su energía en el combate.
-Una pequeña fierecilla -comentó otro vampiro con una ligera sonrisa-, la fuerza de sus ataques fue admirable.
Sus amigos se alegraron, la indecisión había provocado cierto malestar en el grupo pues todos creían que se encontraban en sintonía, era un alivio que todo se aclarara.
-Está hecho -el marcado acento ruso llegó a los oídos de los presentes-. No queda nadie.
Lukas esperó las ordenes de su líder, con un simple asentimiento supo qué hacer, Klaus le tenía un encargo especial.
***
-Nos vamos -anunció Klaus con firmeza.
La sede brillaba como un foco en la negrura de la noche, las llamas ascendían y destruían todo a su paso, el ataque había durado una hora, a penas un parpadeo para los vampiros, pero aquel acto era una declaración de guerra.
Según Darwel todos los cuarteles fueron atacados, aunque unos cuantos lograron resistir, la mayor concentración de estos fracasos eran en países con un alto número de Cazadores tradicionales, aquellos que jamás bajaban la guardia, Rusia, China y Alemania figuraban entre los países con más sedes intactas, al parecer algunas familias no aparecían en la base de datos. En algunos sitios los ataques continuaban, pero Klaus sabía que si no habían podido tomar aquellos lugares era mejor que se retiraran, sacrificar más de sus congéneres no era nada grato.
-Diles a todos que es momento de retroceder.
El hombre de más confianza de su madre se desvaneció entre las sombras con una velocidad asombrosa.
-Ohhh, la hermosa muerte, se puede hasta sentir su olor-exclamó Luke, su excitación se notaba a leguas- Aunque probablemente sean los cuerpos quemados...