El Mentor.

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Klaus lentamente abrió los ojos, miró el techo hecho de madera negra y rápidamente se dio cuenta de que estaba en uno de sus sueños.

De repente un grito desvió su atención del techo, al tratar de levantarse se dio cuenta de que no podía moverse, en realidad no sentía su cuerpo, no podía siquiera mover la cabeza.

Aunque el no se diera cuenta estaba bañado en sudor y sus labios temblaban ligeramente, algo definitivamente no estaba bien.

Poco a poco la desesperación empezó a apoderarse de él, su respiración se agitó y los temblores aumentaron.

-Es curioso lo que el miedo puede hacer ¿no?- Preguntó una voz- Paraliza, te corta la respiración, puede hacer que hagas cosas que nunca harías.

La boca de Klaus se secó, no tenía un buen presentimiento. 

-Incluso orilla a traicionar, no importa si eres un amigo o un familiar-

-¡No!  ¡Por favor, William!-

Esa voz, Klaus la conocía perfectamente, era la suya, esas palabras... las recordaba, él las había dicho.

-Creo que sí te acuerdas de esta noche, al fin y al cabo ese día perdiste la vista- Le dijo burlonamente.

Volvió a tratar de moverse y esta vez si pudo, estaba acostado en el suelo hecho de mármol blanco, la decoración de la sala, la reconocía, todo era demasiado familiar para su gusto, ese había sido lo último que había visto.

Se sentó y al hacerlo su cabeza empezó a doler, sentía que le estaban dando martillazos en la sien, y sinceramente el lugar donde se encontraba no ayudaba para nada.

-¡Hermano, por favor! ¡Me duele!-

Klaus reconoció ese tono lastimero, su voz de niño estaba quebrada, recordó las sensaciones que tuvo esa maldita noche.

La tristeza, el miedo y la incredulidad que se instalaron en su pecho en ese momento, él siempre supo que no era aceptado en su familia, pero jamás creyó que lo odiaran tanto para hacerle eso.

No comprendía que estaba sucediendo, sólo era un niño, lo más irónico es que había sucedido el día de su cumpleaños, semejante regalo había recibido.

-En realidad tú no viste como William te daba una paliza, pero es obvio, estabas más ocupado en otras cosas- Esa voz ya lo traía harto.

-¿Quién eres?- Preguntó en voz baja.

-No debe de importarte quién soy, estoy aquí para que veas lo que tengo que mostrarte-

-¡¿Por qué quieres que vea eso?!- Le gritó enojado.

-Para que no olvides- Fue la escueta respuesta.

Al escuchar otro grito de dolor se dio la vuelta y al ver esa horrenda imagen no pudo apartar los ojos.

William estaba golpeando su estómago con fuerza, haciendo que escupiera sangre, su rostro cubierto de lágrimas y moretones daba lástima.

Miró a todas las personas que se encontraban ahí y se dio cuenta de que ellos miraban la escena igual de horrorizados, pero no hacían nada.

En un momento de desesperación trató de acercarse a su madre arrastrándose, extendió su pequeña mano hacia ella buscando ayuda pero sólo lo ignoró.

-Ella no va a ayudarte, hermano- Le dijo William.

Aplastó su manita con su zapato hasta que Klaus la retiró gimiendo de dolor.

-Para esto- Susurró Klaus- ¡Dentenlo!

El dolor en su cabeza se incrementó, llevó sus manos a sus sienes y se las masajeó, pero no se iba.

Cazadores de VampirosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora