Kaya

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En los últimos días lo había estado vigilando, con todos sus planes en marcha nada le preocupaba, esto se había aplazado demasiado, no le gustaba dejar nada inconcluso, ese hijo de puta iba a conocer por primera vez al Klaus sádico y cruel, sí, a lo largo de los días algo lo impulsaba a desgarrar y matar, no hacía más que empeorar, los humanos de los que se había alimentado quedaron irreconocibles.

Bob Lane, hasta su nombre le provocaba náuseas, era el padrastro de Madison y el maldito que la había violado, Klaus cerró los ojos con satisfacción, él lo torturaría, solo él, desde el inicio supo que esto lo haría en solitario.

Era un vividor, no trabajaba, le sacaba dinero a la madre de Madison, otra estúpida que también pagaría por dejar que le hicieran esa atrocidad a su hija, andaba de prostíbulo en prostíbulo, derrochando dinero.

Ahora mismo Klaus esperaba entre las sombras, miraba con desprecio y odio a ese parásito, ni siquiera era atractivo, calvo y con una nariz rara además de deforme, sus manos picaban por arrancar piel y sus ojos ya querían ver sangre.

Se supone que ese era uno de los clubs más importantes y lujosos, los humanos sí que eran decadentes, sabía que esa era una casa de depravación, dentro había hombres y mujeres que se comportaban como animales, literalmente, incluso pudo percibir niños, sus lágrimas y sollozos llegaban hasta sus oídos aunque no le provocaron nada.

Estaba nublado, pronto comenzaría a llover, hasta parecía que el clima estaba de su lado.

Una sonrisa se extendió por su rostro al ver cómo Bob salía de una vez, iba solo.

-¡Maldición! La puta de Marie no depositó el dinero- Murmuró enfadado, por culpa de esa perra no había podido pasar un buen rato con la chiquilla de catorce años, una virgen, la quería para él, ahora otro iba a disfrutar.

Siguió caminando, quería estar en casa ya, todo se había arruinado.

Un escalofrío recorrió su espalda, los vellos de su cuello se erizaron, miró hacia atrás, vacío, su corazón empezó a latir deprisa, no entendía que sucedía, él no tenía miedo pero su cuerpo al parecer sí.

Volvió su mirada al frente, debajo de la luz de una farola había un chico, su cara no se veía, aunque su postura era relajada Bob notó las ondas de hostilidad hacia él, lo estaba mirando fijamente, sentía sus ojos clavados en él.

-¡¿Qué miras estúpido?!- Gritó molesto.

Vio cómo levantaba el rostro, la luz blanca lo hacía verse como una aparición, no era normal, algo extraño tenía, Bob no sabía que lo que lo hacía especial era la terrorífica perfección del chico.

-Vas a morir... - No levantó la voz, lo dijo con tranquilidad.

Sin saber porqué el humano empezó a temblar, algo no estaba bien, su instinto se lo decía.

En un segundo Klaus ya se había acercado, lo suficiente para que Bob lo mirara con detenimiento.

-Bob Lane, al fin te conozco, tu apariencia y aroma me provocan arcadas- La voz del muchacho era hipnotizante pero cargada de furia- Desearás haber muerto, escoria.

-Mira, niño, no sé cómo me conoces y la verdad no me importa ¿Quieres dinero?- Sacó los pocos billetes que le quedaban y los aventó a sus pies- Tómalos, ve a comprar más de esa mierda que te metes.

Klaus no pudo hacer nada más que bufar, ese humano lo estaba llevando al límite, quería disfrutar de una tortura lenta y muy dolorosa, tal vez no pudiera aguantar y terminaría asesinándolo en ese instante.

Cazadores de VampirosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora