Meredy en portada ↑↑↑↑
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Estábamos en el auto de Mer rumbo a New York, íbamos Mer, Alex, Lizz y yo. ¿Por qué a New York? Simple, a la media hora de estar consolando a Lizz y alentando a que su primo estará bien, llamaron sus tíos informando que acababa de morir. Me sentí toda una mentirosa. Cuando le dije a Lizz que su primo Evan había muerto, empezó a gritar y llorar fuerte haciendo que casi toda la fraternidad bajara a ver. Alex me había preguntado lo que sucedía, se lo dije y ¡PUM! estamos las 4 en el auto de Meredy. La verdad es que, Mer se vino porque está suspendida, Alex porque no me dejaría ir sola y yo porque siento el dolor de mi hermana, después de todo somos una fraternidad y eso nos convierte en hermanas.
Luego de unas horas, llegamos a la gran mansión donde velarían el cuerpo. Habían muchos autor lujosos estacionados en la entrada, cosa que me pareció raro ya que, según lo que me dijo Cody una vez, no eran una familia grande, ni mucho menos unida. Seguramente son amigos o yo qué sé, apenas sé que la familia de Lizz son asquerosamente ricos y que tiene un primo realmente sexy.
Al bajar del auto, como era de esperarse a pesar de nuestro poco maquillaje y arreglo, vamos dando nuestra entrada triunfal de velorio.
Tiffany, tienes más problemas de los que crees en tu jodida cabeza como para pensar en algo así a estas alturas...
Ok, ya, hablando serio. Íbamos de camino a la entrada por un largo pasillo de piedras que se hacía molesto caminar culpa de los tacones que llevo. Pero bueno, soy Shayaris dentro y fuera de la universidad. Al entrar, en lugar de un velorio, ésto parecía una junta de negocios. Sólo había pocas personas llorando, entre ellos, una mujer adulta de unos 50 años, una mujer de aparentemente 25 años, un niñito, y por último, el chico rubio que estaba sentado al lado del cajón, claro, no lloraba igual de exagerado que las mujeres pero se podían sentir sus sollozos.
Oh, mi Coyi...
Cuando Lizz lo ve, se sale de mis brazos para correr a su primo que no se limita en ningún momento a levantar la mirada. Cuando Lizz lo abraza, él le corresponde de manera rotunda que me incitan a derramar unas lágrimas.
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Estábamos en otra habitación de la mansión donde parecía que se estaba realizando un banquete. Ya habían llevado el cuerpo para la cremación y todos dejaron de darle importancia, como si nadie hubiese muerto. ¿Se puede ser tan sin corazón? Pues los Larsson-Haynes han demostrado que sí, aunque Cody y Lizz no tengan nada que ver en esa familia.
Observamos de lejos a Cody y Lizz más relajados y decidimos acercarnos a ellos. Meredy es quien toma la palabra cuando ya estamos frente a ellos.
— Chicos. — dice para luego abrazarlos y centrarse después en Cody. — tienes nuestro apoyo, idiota, te amamos todas. — le dice pero él solo asiente. Luego se sueltan y Alex va a él.
Alex queda parada un rato frente a él, se miran fijamente por milésimas de segundos hasta que Cody salta a ella para llorar en sus brazos. Siento que algo se me rompió por dentro.
— Te queremos Coy... hasta Ginebra lo hace en lo más oscuro de su ogro ser. — dice y esta vez, Coyi logra reír leve.
— Gracias chicas, son las mejores... — dice secándose sus lágrimas.
— Es porque somos tus chicas, querido Coy. — Mer le guiñe un ojo logrando una leve sonrisa en sus labios por segundos. Luego me ve a mí...
Cody y yo empezamos a cruzar miradas, sus ojos solo me dicen lo triste que está así que, de un impulso, lo abrazo fuerte. Primero él se resistía a corresponder el abrazo, estaba inmóvil, pero luego no pudo más y se aferró con fuerza a mí, escondió su rostro en mi cuello y empezó a ahogar gritos en él. Lo sentí vulnerable, destrozado, no lo sentía como mi Coyi...
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La mansión era de los padres de Cody así que ofreció que nos quedemos. Nos quedaríamos los 5 en su habitación porque Lizz dijo que no quería estar sola ni dejar a su primo sólo.
La habitación de Cody es realmente grande, de un color amarillo anticuado, tiene el doble de máquinas para hacer ejercicio de lo que tiene en la fraternidad, muchos premios de inteligencia, algunos de fútbol, también por lo visto colecciona lámparas de lava ya que tiene como 50, tiene 4 sofás, 3 play station de cada una, 2 Xbox, una Wii, un gran plasma que abarca la pared entera, tres bibliotecas completa de libros diferentes. Es realmente enorme para ser la habitación de un chico de 19 años. Hasta su cama, es dos veces más grande que las que tenemos en la casa, ¿acaso no se sentía sólo cuando vivía aquí?
Las chicas ya se habían dormido en los sofás, en cambio Cody y yo estábamos sentados en la cama bebiendo tequila, desahogando un poco las penas. Él por la muerte de su primo y yo porque él me ¿dejó?
Sí señores, solamente Tiffany Tacchi se pone a beber junto al chico de quien se enamoró perdidamente pero éste la rechazó. Soy la mejor.
— Oye, Tacchi... — dice y volteo algo mareada a verlo. Ya íbamos por la octava botella.
— ¿Qué sucede, Larsson?
— Pues suceden muchas cosas, verás. — dice irónico y soltamos una carcajada que la cesamos al recordar que están las chicas durmiendo cerca de nosotros. — pero ya, hablando en serio. ¿Te interesaría saber el por qué te rechace? — pregunta y abro los ojos como plato. No me esperaba esa pregunta.
He aquí tu dilema, querida Tiffany, ¿querer o no querer saber? Esa es la cuestión.
— ¿Te soy sincera? Lloré por ti durante una semana, no me vendría mal saber la verdad. — digo algo divertida. Gracias tequila, te amo por ayudarme en un momento como este.
— Bien, bien, pero tampoco lo digas así que me haces sentir una mierda. — dice haciéndose el dolido y río ante su gesto. — bien, te lo diré... — toma aire y comienza a hablar. — la verdad es que me tienes realmente enamorado Tiffany, y eso nunca me sucedió así que tenía miedo. Pero mi miedo no era por ti, sino por mí. Hay cosas realmente de mi pasado que tarde o temprano nos podría arruinar y no quiero que mi pasado te lastime a ti también. — dice tomando mi mano y besando mis nudillos.
— Cody, no temas, yo también tengo un pasado, uno horrendo... — digo acercándome a él mientras aprieto su mano. — pero aun así quiero que superemos todo eso juntos mi Coyi. — sonríe al escuchar que lo llamo así. — y si sientes inseguridad al no saber mi pasado, entonces te lo diré. Pero por favor, dame una oportunidad.
Cody me queda mirando fijamente, su mano libre viaja a mi mejilla, con su pulgar me da suaves caricias, su mirada se detiene en mis labios entreabiertos, se fue acercando con lentitud hasta quedar a centímetros nulos de distancia entre ambos. Una ancha sonrisa se instala en su rostro.
— Tiffy...
— Dime. — digo algo ansiosa.
— Me estoy enamorando de ti.
Déjà vu...
Acorta la distancia entre ambos colocando sus labios sobre los míos. Cierro automáticamente mis ojos y le correspondo el beso. Primero iba lento, se movía con dulzura a un ritmo bastante fácil de conllevar. Entreabre un poco la boca y siento su lengua pidiendo permiso a mis labios para entrar a mi boca, le doy el permiso y en cuestión de segundos nuestras lenguas ya se estaban abrazando entre sí. Con cuidado y sin separar nuestro beso, se pone encima de mí, sosteniendo todo su peso en sus fuertes brazos que se encuentran a mis costados, todo para profundizar más el beso. Coloco mis manos tras su nuca y lo atraigo más. Seguimos así por un rato más hasta que nos quedamos sin oxígeno así que nos separamos. Él coloca su frente sobre la mía, mis ojos siguen cerrados y sospecho que los suyos también.
Cuando logro recuperar oxígeno suficiente, abro mis ojos y me encuentro con su mirada azul y su hermosa sonrisa.
— ¿Quieres saber algo gracioso? — me pregunta aun con la respiración inestable.
— Dime. — le doy una sonrisa curiosa.
— Mi primer beso tenía sabor a alcohol, y mi segundo también acaba de tener sabor a alcohol. — dice y no puedo evitar soltar una carcajada.
— Te quiero mi Coyi. — le doy un corto y pequeño beso en los labios nuevamente.
— Te quiero mi rubia. — dice y él me planta un beso más profundo.
-o-
Estábamos en la piscina de la casa de Cody. Aún no sabíamos cuándo íbamos a volver ya que él tenía que hacer unos papeleos de los cuales se encargaba su primo en la empresa de su familia. Lizz no quiere volver pero a la vez sí ya que sabe que sus amigas le animarán y ayudarán más para salir de esto. Eso es cierto, Shayaris jamás se dará la espalda. Centrando nuevamente sobre el tema de volver, en esta semana Mer no tiene apuros ya que la suspendieron, pero Alex y yo sí tenemos clases normalmente, aunque yo puedo seguir presentando el parte de enferma, pero Alex no tiene de otra y si me deja en la casa de mi Coyi, Ginebra la matará a ella, luego a Coyi y finalizará conmigo. Pero no quiero volver sin él.
Salimos de la piscina a tomar sol mientras Lizz nos contaba sobre su primo y todo lo bueno que hizo por ella y Coyi, yo no le prestaba tanta atención ya que mi cabeza giraba en torno al rubio de ojos azules que no veo desde que desperté hoy, rodeada en sus brazos. Las chicas aún no saben sobre lo que sucedió entre él y yo anoche, y me alegra porque todavía nos faltan aclarar definitivamente las cosas y si seremos novios o no.
Escucho unos pasos cerca nuestro y luego un peso extra se siente en mi asiento. Abro apenas los ojos y veo a mi rubio de ojos azules favoritos. Me ve y sonríe.
— Hola chicas. — dice. Luego se inclina a mí cerca de mi oído. — hola mi chica rubia. — susurra y no puedo evitar sonreír como idiota.
Las chicas nos miran raro y no podemos evitar sonreír sonrojados.
— ¿Y ustedes cuándo diablos se contentaron? — pregunta Mer levantando una ceja.
— Anoche. — decimos al unísono.
— Pero aún nos falta lo más importante. — dice Coyi besando muy cerca de mis labios.
— ¿Aclarar todo de una vez? — pregunto y él asiente.
— No sé si alegrarme o matarte por demorarte 10 días y haberle hecho mucho daño a mi Tiffy. — dice Alex con ganas de matar a Coyi. — aunque te perdono porque también llorabas como niña todos estos días. — dice y todas nos reímos haciendo que él se sonroje.
— Alex... era secreto. — dice recostándose a mi lado. Me abraza por la cintura y empieza a darme besos por el rostro y cuello. — y tú no te rías que te me pusiste anémica.
— ¡Fue tu culpa! Que te de cargo de consciencia. — le digo robándole un pequeño beso.
— Que asqueroso eres primo. — dice Lizz y la fulmino con la mirada.
— Por cierto — digo dando únicamente atención al chico de mi lado. — ¿Cuándo volveremos? — él hace una mueca y desvía la mirada.
— Te responderé eso luego, ¿qué te parece ir esta noche a cenar? Así podremos aclarar absolutamente todo y pasar buen rato. — asiento algo preocupada y él me besa para que se me vaya esta cara y lo logra.
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Pasamos toda la tarde viendo películas, Alex llamó a la casa y avisó que estábamos todos bien. Habló con Gini y ella ordenó que mañana mismo ya esté en casa. Así que en la cena que será dentro de hora y media se aclarará absolutamente todo ya. Ojala y todo vaya bien como hasta hace horas...
— Hermosa, ¿ya estás lista? — me pregunta Coyi y lo miro extrañada.
— ¿No era en hora y media? — él ríe y se acerca, me toma de las cintura y besa mi frente.
— Olvidaste que tu teléfono está atrasado, ¿cierto?
Mierda, lo olvidé por completo.
Me avergüenzo ante eso y ladeo la cabeza.
— No estoy lista. — confieso.
— Eres una Shayaris, siempre estás perfecta. — sonrío como tonta ante sus halagos. — vamos, no tenemos tiempo que perder.
— No Coyi, estoy del asco. — le hago un puchero.
— Mi rubia, así estás bien para donde vamos, anda Tiffy, vamos. — empieza a llenarme de besos y termino rindiéndome.