Fingiendo Amor © Nueva Versi...

By KarenMataGzz

55.1M 3.7M 6.9M

Ellie Russell es la admiración de muchas chicas. Hija de padres millonarios, capitana del equipo de animadora... More

Antes de leer...
Sinopsis
Prólogo | El origen de todos mis problemas
Capítulo 2 | Comienzan los rumores
Capítulo 3 | La nueva reina del instituto
Capítulo 4 | El club de los marginados
Capítulo 5 | Visitas inesperadas
Capítulo 6 | Burritos congelados
Capítulo 7 | La gota que derramó el vaso
Capítulo 8 | Pequeños secretos
Capítulo 9 | Cometiendo ilegalidades
Capítulo 10 | Primera vez en detención
Capítulo 11 | El lado oscuro de Hunter Cross
Capítulo 12 | Sentimientos encontrados
Capítulo 13 | Es hora de soltar y dejar ir
Capítulo 14 | Cita clandestina
Capítulo 15 | Nueva condición
Capítulo 16 | Nido de pájaros y el ataque de un vampiro
Capítulo 17 | Un sueño demasiado real
Capítulo 18 | Carne de res y pollo agridulce
Capítulo 19 | La dura y cruel realidad
Capítulo 20 | Clases de defensa personal
Capítulo 21 | Red Velvet
Capítulo 22 | Música, juegos y alcohol
Capítulo 23 | Hunter Cross, tu niñera de confianza
Capítulo 24 | Compartiendo información
Capítulo 25 | Primogénito no nacido
Capítulo 26 | Silencio en la biblioteca
Capítulo 27 | Nos vamos de campamento
Capítulo 28 | Primer día en el campamento
Capítulo 29 | Segundo día en el campamento
Capítulo 30 | Bad boys bring heaven to you
Capítulo 31 | Flores favoritas
Capítulo 32 | Pequeños imprevistos
Capítulo 33 | Ataques de ira
Capítulo 34 | Más y nuevos imprevistos
Capítulo 35 | Cena familiar
Capítulo 36 | El trato se termina
Capítulo 37 | No todo es color de rosa
Capítulo 38 | Buenas calificaciones y rodajas de pepinillos
Capítulo 39 | Gustos musicales
Capítulo 40 | Reunión familiar
Capítulo 41 | Fiesta de cumpleaños
Capítulo 42 | Sólo el principio
Capítulo 43 | Planes a futuro
Capítulo 44 | Cita doble
Capítulo 45 | Ropa negra y funerales
Capítulo 46 | Confesión y separación
Capítulo 47 | Una mejor versión de sí mismo
Capítulo 48 | Punto de quiebre
Capítulo 49 | Noticia inesperada
Capítulo 50 | Algo que sólo yo puedo ver
Capítulo 51 | Latidos
Capítulo 52 | Vamos a casa
Capítulo 53 | Dame una oportunidad
Capítulo 54 | Manzanas caramelizadas
Capítulo 55 | Había una vez, hace mucho, mucho tiempo
Capítulo 56 | No puedes huir y tampoco esconderte
Capítulo 57 | Pérdida
Capítulo 58 | Aún no

Capítulo 1 | Un trato con Hunter Cross

1.2M 84K 275K
By KarenMataGzz

Una infidelidad es posiblemente una de las experiencias más dolorosas que puede vivir una persona. Te hace sentir triste e insegura, hace que pierdas la confianza en ti misma y hace que te cuestiones una y otra vez: «¿Será que yo tuve la culpa?». Tras descubrir que el chico que amaba llevaba meses engañándome con mi mejor amiga, me pasé el fin de semana entero recordando todos y cada uno de los momentos que pasamos juntos, buscando desesperadamente el error que hizo que Christopher me engañara. No podía dejar de preguntarme:

«¿Qué hice mal? ¿En dónde me equivoqué? ¿El amor que le di no fue suficiente?».

El lunes por la mañana desperté sintiéndome fatal. Tenía los ojos hinchados, me dolía muchísimo el estómago y desde el viernes por la noche sufría de un fuerte dolor de cabeza. No quería levantarme, no quería ir al instituto y tampoco quería ver el rostro de esos dos. No tenía la fuerza suficiente para hacerlo. Incluso consideré seriamente la posibilidad de reportarme como enferma, pero no tardé mucho en descartar esa idea. Si faltaba ese día al instituto, estaba segura de que tarde o temprano terminarían descubriendo que yo había mentido.

Al final, dejé escapar un profundo suspiro y me obligué a mí misma a salir de la cama.

Me di una ducha, me puse el uniforme gris de tres piezas y me planté frente al espejo del baño para hacer algo con mi patética apariencia. Dios, tenía una pinta horrible. Mi rostro estaba más pálido de lo normal, había círculos oscuros debajo de mis ojos, y en mis labios había pequeñas heridas que me había hecho yo misma por morderlos. Por fortuna, gracias a que mi madre era una reconocida diseñadora de alta costura francesa que había fundado su propia marca en los años ochenta, yo, como su única hija, contaba con la mejor variedad de ropa, bolsos, perfumes, productos hidratantes para la piel y cosméticos de alta gama fabricados especialmente para mí.

Cuando terminé de ponerme varias capas de maquillaje en la cara, sobre todo en el área de los ojos, me puse un poco de brillo labial y me arreglé el cabello con un par de broches plateados. El resultado final fue mucho mejor de lo que esperaba. Al menos, ya no parecía el personaje principal de una película de Tim Burton.

Forcé una falsa sonrisa, me puse la chaqueta del uniforme y bajé al primer piso. Tomé una manzana roja de la cocina en caso de que me diera hambre más tarde y salí por la puerta principal para atravesar el jardín.

Mis padres y yo vivíamos en una mansión estilo mediterráneo de tres pisos, ubicada en uno de los barrios más ricos de Seattle. Contaba con seis habitaciones, ocho baños, dos salas de estar, dos cocinas gourmet, un comedor formal, una sala de desayunos, dos oficinas, una biblioteca, un cine en casa y un montón de cosas más.

A decir verdad, era una casa demasiado grande para mi gusto.

Por otro lado, Hank Pérez, el hombre al que mi padre le pagaba una pequeña fortuna por cuidar de mí mientras él y mamá no estaban en casa, (que era prácticamente todo el tiempo), estaba esperándome fuera, junto a la gran fuente de la entrada, a lado de un lujoso Mercedes Benz en color negro. Me saludó con una sonrisa mientras abría la puerta del coche para mí. Me senté en el asiento trasero y me puse el cinturón de seguridad.

En lo que Hank conducía el auto por las abarrotadas calles de Seattle, con una destreza impecable, apoyé la cabeza en el cristal polarizado de la ventana y contemplé el exterior en completo silencio. No mucho después, sentí que me miraba a través del espejo retrovisor. Sabía lo que estaba pensando. No era normal que una persona como yo, que adoraba hablar hasta por los codos, se quedara callada durante tanto tiempo. Por lo general, acostumbraba conversar con Hank sobre cualquier cosa; del clima, de política, o de Kyle, su hija de cinco años.

Me habría encantado iniciar una conversación en ese momento, pero me encontraba tan triste y cansada que todo lo que quería era regresar a casa, encerrarme en mi habitación y convertirme en una vieja ermitaña.

Como tomaba alrededor de veinte minutos llegar al instituto, decidí utilizar ese tiempo para pensar en la primera parte de mi plan para continuar con mi improvisada mentira de «yo también te engañé, así que tu infidelidad no me dolió en lo absoluto». Tenía que mostrarme tranquila para no levantar ninguna sospecha. Parecía fácil, pero en realidad, no lo era en absoluto. No cuando me había pasado el fin de semana entero llorando por perder a quien yo creía era el amor de mi vida, y por perder a quien una vez consideré una hermana.

El dolor en mi pecho era real, y dolía cada vez que recordaba esas palabras. Esas malditas palabras...

¡Christopher y yo hemos estado follando desde hace más de tres meses!

Me llevé una mano al pecho e hice una mueca al sentir de nuevo ese dolor. Era como si alguien estuviese estrujándome el corazón, haciéndolo trizas. Tuve que cerrar los ojos unos segundos para poder tranquilizarme.

—¿Está todo bien, señorita Russell? —me preguntó Hank, mirándome con una expresión preocupada.

En lugar de responder a su pregunta, me limité a asentir con la cabeza.

La segunda parte de mi plan para continuar con mi improvisada mentira consistía en hablar con la otra persona involucrada, es decir, Hunter Cross. No obstante, desde que ese loco había destrozado el coche de Christopher con un bate de béisbol hace poco más de tres meses, mientras que yo aún estaba dentro, la idea de acercarme a él para tratar de explicarle lo que estaba pasando me provocaba cierto grado de... temor.

No conocía para nada a ese sujeto, por lo que no sabía que esperar de él.

Quince minutos más tarde, cuando Hank detuvo el coche frente a la entrada principal del instituto, las manos comenzaron a temblarme con violencia. Me sentía mareada, me costaba respirar y el dolor en mi pecho se intensificó hasta hacerme ver diminutos puntos negros. Estaba demasiado asustada, pero lo último que quería era desmayarme en el coche. 

Tragué saliva, me mordí los labios e hice un esfuerzo por no echarme a llorar.

Necesitaba reunir el valor suficiente para bajar del coche y enfrentar la dolorosa realidad, pero no podía hacerlo. Estaba paralizada, no podía moverme y tampoco podía respirar. «Maldición, Ellie, cálmate. Todo va a salir bien» me repetí una y otra vez. Pero, ¿a quién quería engañar? Lo cierto era que yo era tan valiente como pensaba.

«Dios mío, no puedo respirar... tengo que irme de aquí... no puedo hacerlo...» pensé desesperada, a punto de sufrir un ataque de pánico. 

Justo en ese momento, el rugido de una motocicleta me hizo dar un brinco.

Hunter Cross era famoso por conducir una Harley Davidson negra. Y digo «famoso» porque todos sabíamos que acercarse demasiado a ese peligroso vehículo de dos ruedas, era lo mismo que comprar un pase de abordar directo al infierno. Incluso existía un rumor en el que algunas personas aseguraban que un chico había desaparecido misteriosamente luego de tocar su motocicleta y desde entonces, nadie más había vuelto a saber de él.

«¿Qué le habrá hecho? ¿Será que lo asesinó? ¿Dónde habrá escondido su cadáver?».

Eso era lo que la mayoría solía preguntarse cuando lo veían pasar. Y bueno, aunque nadie sabía con seguridad si realmente existió «el chico que desapareció misteriosamente por tocar la motocicleta de Hunter Cross», con rumores como esos era bastante normal temblar de miedo con tan solo escuchar su nombre.

Ahora bien, a pesar de su retorcida y aterradora reputación, Hunter destacaba por ser uno de los chicos más atractivos del instituto. Superaba por mucho el metro ochenta, su complexión era delgada pero musculosa (digna de un luchador de la UFC), y poseía esa clase de rostro masculino que era muy difícil de ignorar: mejillas hundidas, pómulos altos, nariz perfilada y un par de ojos verdes que miraban con cierto fastidio a todo aquel que se atreviera a cruzarse en su camino. Sus brazos estaban cubiertos por una serie de extraños tatuajes que, según los rumores, se había hecho en prisión. Rara vez usaba el uniforme de la escuela, por lo que la mayoría de las veces se le veía usando cazadoras de cuero, camisetas desgastadas, tejanos oscuros y enormes botas de combate.

Bastaba una patada suya para reiniciarte por completo la existencia.

Después de estacionar su motocicleta en el sitio de siempre, Hunter se quitó el casco negro de la cabeza y lo dejó cuidadosamente sobre el asiento de piel. A continuación, sacó un paquete de cigarros Marlboro de los bolsillos de su cazadora y comenzó a fumar de forma perezosa. Durante esos minutos, no pude hacer otra cosa más que mirarlo. Su cabello, que era de una rara combinación entre castaño y dorado oscuro, caía por encima de su cuello, rizándose un poco en las puntas. La mirada en sus ojos era glacial, mientras que su postura emanaba cierto grado de agresividad. Todo en él daba la sensación de estar mirando a una persona sumamente peligrosa.

Tras exhalar una gran nube de humo, echó un vistazo a su alrededor y frunció un poco las cejas.

No podía culparlo, había demasiadas personas mirándolo. Lo peor de todo el asunto era que ni siquiera trataban de disimular el interés que sentían por él. Disgustado, se pasó una mano por el pelo y soltó una palabrota. Después, se deshizo de su cigarro a medio terminar y se dirigió al edificio con una mueca de fastidio.

A mitad del camino, tres chicos uniformados se armaron de valor y trataron de acercarse a él; debían querer hacerle un par de preguntas para la revista digital del instituto. Para sorpresa de nadie, se quedaron paralizados en sus sitios cuando Hunter les dedicó una mirada de «Atrévanse a hablarme y les partiré el cráneo a la mitad, imbéciles».

Bien, esa era mi señal. Tenía que hablar con él antes de que alguien más lo hiciera.

—Gracias por traerme, Hank. Te veré más tarde —exclamé, bajando del coche casi a tropezones.

Bicentenary High School no solo era una de las instituciones de enseñanza preuniversitaria más prestigiosas en Estados Unidos; también, era una de las tres instituciones educativas más influyentes en todo el mundo. Al entrar, las instalaciones te recibían con gigantescas vitrinas de cristal y acerco reforzado, repletas de trofeos, medallas y diferentes fotografías de todos los clubes escolares. Más adelante estaba el área de casilleros en el pasillo principal, a los costados se ubicaban las escaleras que llevaban a los tres pisos superiores, y, justo al fondo de todo, estaba la biblioteca, la sala de profesores, el auditorio de conferencias y la oficina del director.

Encontrar a Hunter en el interior del edificio no fue tan difícil, pues al ser el único estudiante que no usaba el uniforme y que además, vestía completamente de negro, era imposible para él no llamar la atención. Estaba en el pasillo principal, abriendo la puerta de su taquilla con una mueca en los labios. Parecía que alguien le había dejado un volante. Sin leer el contenido, arrugó el papel hasta convertirlo en una pequeña bola y la lanzó hacia atrás, golpeando a un chico en la cabeza. El afectado puso mala cara y se giró para enfrentar al responsable, sin embargo, al ver que se trataba de Hunter, su rostro palideció y decidió no hacer nada al respecto.

«Vale, empezamos bien», pensé.

Antes de acercarme a él, suspiré y repasé una vez más el plan.

Primero iba a presentarme con una actitud de lo más amigable. Después trataría de explicarle todo lo que había dicho sobre nuestra "supuesta" relación a espaldas de Christopher, y luego le pediría amablemente su cooperación para mantener esa farsa y así no ser recordaba como una vil mentirosa. ¿Suena bastante bien, no?

Cuando comencé a moverme entre el flujo de estudiantes que obstaculizaban mi camino, no pude evitar sentir cientos de miradas curiosas clavándose en mí. En lugar de prestarles atención, mantuve la barbilla bien levantada y fingí completa indiferencia. Estaba a punto de llegar a mi objetivo cuando, justo al final del pasillo, vi a Christopher y Lexie compartiendo una escena demasiado intima. En ese momento, un sentimiento de furia se encendió en el interior de mi pecho y se propagó por todo mi cuerpo más rápido que un fuego descontrolado.

Lo siguiente que supe fue que había perdido por completo la cordura.

Ignorando cualquier pensamiento racional dentro de mi cabeza, me acerqué a Hunter para sujetarlo del brazo izquierdo y tiré de él con fuerza hasta conseguir que se diera la vuelta para mirarme. Cuando sus ojos se encontraron con los míos, lo agarré por el cuello de su cazadora y sin más, estampé un agresivo beso en sus labios.

Estaba tan furiosa y llena de rabia, pero todo eso quedó completamente en el olvido cuando sentí una ávida lengua abriéndose camino dentro de mi boca. Sorprendida, respiré hondo y di un paso atrás, solo que Hunter me rodeó por la cintura con sus brazos para evitar que me apartara. En un parpadeo, me abrió la boca con violencia para seguir jugando un poco más, mordiendo, chupando y enredando su lengua con la mía.

Sin poder evitarlo, un ruidoso gemido escapó desde lo más profundo de mi garganta.

Bien, tenía que admitirlo. Hunter Cross besaba como un maldito profesional.

Cuando empecé a sentirme mareada debido a la falta de aire, se apartó para mirarme fijamente a los ojos. Respirando con dificultad, le sostuve la mirada hasta que noté un aleteo nervioso palpitando dentro de mi pecho.

Sacudí la cabeza, fruncí el ceño y casi lo golpeé.

—¿Metiste tu lengua en mi boca? —exclamé sin aliento, intentando sonar lo más indignada posible.

Una lenta sonrisa tiró de sus labios.

—Lo hice —admitió sin ningún rastro de culpa.

Un rubor ardiente brotó en mis mejillas.

—Eres un... —comencé, preparándome para llamarlo de la peor manera posible. Pero tuve que tragarme mis palabras cuando vi a Christopher y Lexie acercándose a nosotros—. No puedo creer que sean tan descarados...

Hunter inclinó la cabeza hacia un lado, enviando mechones de cabello oscuro sobre su rostro.

—¿Quiénes? —preguntó, todavía sin quitarme las manos de la cintura.

—Escucha, tengo que hablar contigo de algo muy importante —murmuré, acercándome un poco más a su cuerpo para que solo él pudiera escucharme—. De momento solo sígueme el juego, ¿sí?

Arqueó una de sus cejas, pero dijo nada al respecto.

—Vaya, vaya, vaya. Tengo que admitirlo, al principio pensé que tu supuesta "relación" con Hunter era solo una mentira, Ellie, pero todo parece indicar que me equivoqué —exclamó Lexie con una sonrisa bastante grande en sus labios, aferrándose al brazo izquierdo de Christopher al igual que una sanguijuela chupa sangre.

Mi mandíbula se tensó al ver la manera en la que estaba restregándomelo en la cara, como si intentara decirme «mira lo que te robé, ahora Christopher es mío». Por fortuna, logré controlar mis emociones.

—¿Por qué iba a mentir con algo tan serio? —dije yo con un tono de lo más inocente, deslizando las manos por el pecho de Hunter. Entrelacé mis dedos detrás de su nuca y acerqué más nuestras bocas—. Ah, por cierto, gracias por quitarnos un gran peso de encima. Ahora no tenemos por qué ocultarnos ¿verdad, amor?

—Mmm... —ronroneó él, mirando tentadoramente mis labios.

Christopher dio un paso al frente.

—Así que tú eres el famoso imbécil que destrozó mi auto con un bate de béisbol ¿eh? —gruñó mi exnovio, apretando los puños a sus costados con una mirada que expresaba toda su furia.

Hunter apartó su atención de mi boca para mirar a Christopher sin mucho interés.

—¿Te refieres a un Sedán rojo? —le preguntó con pereza.

—No.

—¿Un Audi blanco?

—No.

—¿Una Jeep negra?

—Un Mustang amarillo —respondí yo, suspirando profundamente.

Al escuchar el modelo del coche, la boca de Hunter se arqueó en una media sonrisa, como si acabara de recordarlo. Dios mío, ¿acaso lleva una lista de todos los autos que había destrozado con un bate de béisbol?

—Sí, ahora lo recuerdo —dijo muy despacio, con un brillo letal en la mirada—. Tiraste mi motocicleta.

—¿De qué estás hablando? ¡Yo no tiré una mierda!

—¿Me estás llamando mentiroso?

—¡Pues claro! ¡No recuerdo haber...!

—En realidad... fui yo quien tiró tu motocicleta —admití con las mejillas calientes, aceptando finalmente la culpa—. Yo era quien conducía el auto ese día y, cuando intenté estacionarme, tiré tu motocicleta por accidente.

Hunter me miró con una expresión que haría temblar de miedo hasta al más fuerte.

—Así que fuiste tú... —siseó en voz baja, clavando sus ojos verdes en los míos.

«Dios mío, que ojos tan preciosos...»

Alto ahí, Ellie. ¿Pero qué diablos estás diciendo?

¡Ese chico acaba de meter su asquerosa lengua en tu boca!

—Lamento no habértelo dicho antes, amor. Es solo que lo olvidé. ¿Qué te parece si como compensación, te dejo hacer lo que quieras conmigo? —murmuré, jugando con los bordes de su cazadora de cuero negra.

Su enfado se evaporó en cuestión de segundos.

—¿Lo que yo quiera? —repitió, acercando su boca a la mía.

Tragué saliva y asentí con la cabeza.

—Lo que tú quieras.

En ese momento, Christopher volvió a dar un paso al frente para apartar a Hunter de mí, sin embargo, cuando Lexie se dio cuenta de esto, se aclaró la garganta y lo sujetó por el brazo derecho para llevárselo de ahí.

Después de que se marcharan, me aparté de Hunter limpiándome los labios con el dorso de la mano.

—¿Vas por la vida destrozando autos con un bate de béisbol? —inquirí de forma parcialmente sarcástica.

Él soltó algo parecido a un bufido.

—¿Vas por la vida besando chicos que no conoces? —contraatacó de forma más sarcástica.

Noté que me ponía roja de la vergüenza.

—¿Qué? ¡No! ¡Por supuesto que no!

—En ese caso, supongo que debería sentirme bendecido.

Cerró la puerta de su casillero y se dio la vuelta para marcharse.

—¡Espera! —chillé, tomándolo del brazo—. Necesito decirte algo muy importante.

—No estoy interesado. Aunque lo de hace unos momentos fue todo un espectáculo.

Tiró de su brazo para deshacerse de mi agarre, pero no lo solté.

—Por favor, escúchame —le supliqué, aferrándome a él—. Solo necesito unos segundos... —insistí.

Hunter me miró fijamente a los ojos sin decir una sola palabra. Tras notar la atención que estábamos recibiendo, suspiró, me sujetó del brazo derecho y me llevó hasta el interior del cuarto de mantenimiento del primer piso. Una vez ahí, miré un viejo trapeador que se encontraba justo a mi lado e hice una mueca al percibir el desagradable olor que eso desprendía. Cuando me giré para mirarlo, él arqueó ceja con impaciencia.

—¿Y bien? ¿Qué es eso tan importante que tienes que decirme? —exigió, cruzándose de brazos.

—Bueno, yo...

—Tienes treinta segundos.

—¿Eh?

—Veintinueve, veintiocho, veintisiete...

—¿Es una broma?

—Veintiséis, veinticinco...

—¡Basta ya, deja de contar! —chillé, acercándome a él para taparle la boca—. Verás, hace dos días descubrí que mi novio estaba engañándome con mi mejor amiga. Yo misma los vi, estaban encerrados en el baño cuando...

—Parece una historia muy triste —dijo, quitándose mi mano de la boca—. Pero te diré algo, no me interesa.

—¡Déjame terminar! —me quejé, temblando por los nervios—. Ahora ellos están juntos, tú mismo acabas de verlos... —exhalé el aire con fuerza, sacudiendo la cabeza—. El punto es que todo esto sucedió en una fiesta, la fiesta de Vicky —continué. A juzgar por su expresión, era obvio que él no tenía ni la más remota idea de quien era la susodicha—. Entonces, en un alocado impulso, yo... dije que también estaba engañado a Christopher...

Levantó ambas cejas fingiendo sorpresa.

—Vaya drama, ¿así que los dos se estaban engañando? —chasqueó la lengua—. Eso sí que no me lo esperaba.

—¡No, por supuesto que no! —repliqué muy ofendida—. Yo... yo les mentí a todos diciéndoles que estaba engañando a Christopher con... —tragué saliva, apreté los puños y me preparé para decirlo—... contigo.

Un lado de su boca se arqueó en una maliciosa sonrisa. Inclinó la cabeza hacia un lado y soltó un "eh" de curiosidad, como si hubiera escuchado algo que despertaba un poco su interés.

—Entiendo... —murmuró muy despacio, pasándose un dedo por los labios—. Básicamente, todo lo que necesitas es que pretenda ser tu nuevo novio para que nadie descubra que eres una vil mentirosa, ¿no es así?

—Sí.

—De acuerdo.

Lo miré con los ojos muy abiertos.

—¿Lo harás?

—No.

—¿Por qué no?

—Porque no quiero.

—Pero...

—Escúchame bien, rubia —exclamó, dando un paso hacia mí—. No es mi problema que tu novio te engañara con Dios sabe quién, así como tampoco es mi obligación ayudarte a cubrir tu asquerosa mentira.

—Hunter...

—Las personas que mienten son realmente despreciables —remató con frialdad.

No pude seguir mirándolo, así que bajé la mirada al suelo sintiendo un nudo en el estómago.

—Mentí porque no tuve otra opción —protesté, apretando los dientes. Intenté mantenerme fuerte hasta el final, pero mi voz se quebró a mitad de la oración y las lágrimas comenzaron a deslizarse por mis mejillas—. ¿Qué se supone que debía hacer? ¿Quedarme ahí sin decir nada? ¿Dejar que me humillaran frente a todo el mundo?

Su expresión se suavizó un poco.

—Oye...

—Solo serán unos días... —continué, aferrándome con fuerza al borde de su cazadora de cuero. No me habría importado ponerme de rodillas—. Por favor... no te pediría esto si realmente no necesitara tu ayuda...

Tras oírme suplicar de esa forma tan patética, Hunter suspiró, dirigió la mirada al techo y se pellizcó el puente de la nariz. Minutos más tarde, me levantó la barbilla para que lo mirara directamente a los ojos.

—¿De cuánto dinero estamos hablando? —exclamó de pronto, tomándome por sorpresa. Una sonrisa tiró de sus labios al verme fruncir el ceño—. Mis servicios no son gratis, preciosa. ¿Cuánto dinero puedes ofrecerme?

—¿Q-quieres que te pague? —pregunté incrédula, secándome las mejillas.

—¿Pensaste que accedería a hacer algo tan tedioso y aburrido sin recibir algo a cambio?

Clavé mis ojos grises en los suyos, sintiéndome como una estúpida.

—Está bien, si lo que quieres es dinero a cambio ayudarme, puedo darte cincuenta dólares a la semana para que... —comencé a proponer, pero me hizo callar colocando un dedo sobre mis labios.

—Quiero cincuenta dólares por día.

—¡¿Qué?! —exclamé, quitándome su dedo de los labios—. ¿Quién te crees? ¿Un modelo de Calvin Klein?

Se limitó a encogerse de hombros.

—Bueno, esa es la tarifa por mis servicios. Si no te gusta, supongo que puedes conseguir a alguien más —dijo con aire despreocupado antes de darse la vuelta para marcharse.

—¡Espera! —chillé, sujetándolo del brazo—. De acuerdo, tú ganas. Te daré cincuenta dólares por día.

Se giró a mirarme con una maliciosa sonrisa en los labios.

—Entonces, tenemos un trato.

*

*

╔════════════════╗

Sígueme en mis redes sociales

Twitter: @ KarenMataGzzx

Instagram: @ karenmatagzz

Página de Facebook: Karen Mata Gzz

¡Gracias por leer!

Karen Mata Gzz

╚══════════════════╝

*

*

Continue Reading

You'll Also Like

231K 10.2K 31
Laila era una chica con grandes sueños. ¿Qué hará cuando tenga la oportunidad de cumplirlos? Si tuvieras la oportunidad de elegir entre un dominante...
1.2M 56.8K 42
Soy la hija del mayor narcotraficante que hay en esta ciudad, me llamo Nicki una noche de fiesta da para mucho. - Nicki te presento a Luck, tu guarda...
6K 605 20
"Donde Akane Mizuhara es un psiquiatra novata en el sanatorio más grande de Japón ubicado en las afueras de Sendai y Gojo Satoru uno de los pacientes...
155K 9.7K 51
TERMINADA - ¿Qué pasó después del final de la primera temporada de KINNPORSCHE con Chay y Kim? bueno, aquí veremos...