"Hija, el laboratorio te extraña mucho..."
Tomo la nota en mis manos y me siento asustada. ¿acaso eso es una amenaza por parte de mi padre? Eso creo. ¿cómo me encontró? ¿Y si ahora me secuestra? ¿o me mata? Un escalofrío me recorre la espina dorsal.
La ventana está abierta. No quiero cerrarla pero tampoco quiero dejarla abierta de par en par así como está ahora. Respiro hondo, tomo valor y me acerco a la ventana tímidamente. Me estremezco ante la idea de que Ian puede estar esperándome afuera para matarme.
Cuando estoy a menos de medio metro, noto que hay un papel pegado con cinta al marco de la ventana, que amenaza con volarse. Corro hasta allí, despego la nota y cierro la ventana de un golpe trabando el pestillo.
Leo la nota en voz alta:
- Tengo algo planeado para tí, Alison y espero que estés lista para volver a ver a tu padre -
Me alejo apresuradamente de la ventana retrocediendo. Me pego a la pared y tiro la cabeza para atrás apoyándola en la dura pared de concreto. Cierro los ojos y me muerdo el labio inferior nerviosa.
Inconscientemente, se me resbala una lágrima. No puedo creer que mi padre me haya encontrado. Ahora no sólo me atormenta en los sueños, también en la realidad. Vuelvo a mirar los papeles. Los arrugo volviendolos pequeñas bolas y la tiro al piso con impotencia.
Me dispongo a ordenar la habitación. Reacomodo la cama, que está toda deshecha. Me siento en la cama con la cabeza gacha. Por momentos miro los papeles arrugados.
De repente el sonido de la puerta principal me descoloca por completo.
-Alison, llegamos, mi amor. ¿donde estás? - la voz de Adrien me tranquiliza pero a la vez me desespera.
No quiero que vea los mensajes. Se preocupará demasiado. Corro a agarrar los papeles del piso.
-Alison... - me llama varias veces mientras escucho sus pasos acercándose.
- estoy en el dormitorio - le aviso mientras me guardo los papeles en el bosillo de mi pantalón, justo antes de que entre.
Pero Adrien no es tonto. Sabe que le oculté algo. Me mira como si me interrogara pero no dice nada. Arquea una ceja.
-¿qué me estás escondiendo, Alison? - su tono dulce de siempre se vuelve más serio y seco.