Aquella mujer me observaba de un modo espeluznante y era bastante molesto... Olvidando por completo la mirada de aquella chica, me levanté dirigida hacia Jason quien aun se encontraba fuera del bar, dejando a Chelsea y Albert solos conversando sobre sus planes de este fin de semana.
Estaba poyado en el cristal de afuera del bar y soltando el humo de su boca sin quitar los ojos de una antigua moto aparcada enfrente suya.
-Es preciosa. -comenté y me apoyé a su lado.
-BMW R 50, todo un clásico. -sonrió él tirando la colilla al suelo y pisándola.
-Aun que yo soy más de coches... -me atreví a decirle. -Mataría por un Cadillac.
-¿Enserio? -preguntó asombrado. -No dejas de sorprenderme Kim.
Le sonreí cohibida y al segundo apareció Chelsea colocándose su gabardina roja.
-¿Y la cuenta? -pregunté confusa.
-Hoy invito yo. -aclaró la otra con una media sonrisa.
-No hacía falta... -bufé por lo bajo. -Muchas gracias. -la abracé con fuerza.
-Te lo agradezco Chelsea porque si no hoy no tendría dinero para nuestra cena. -explicó Jason volteando los ojos hacia mí.
-No dejaré que la pagues tú. -me crucé de brazos mirándole y él rió.
-Ya estáis discutiendo antes de empezar a salir, vaya parejita... -Chelsea puso los ojos en blanco.
Ante el comentario de nuestra amiga, los dos nos dedicamos una mirada tímida y Jason cambió de tema rápidamente. De camino a la guardería me imaginaba como iba a ser la cena con Jason, aunque estaba segura que más que perfecta. Aun no había decidido del todo la ropa que iba a llevar, tal vez un vestido o algo más simple como unos vaqueros ajustados, una camisa blanca de escote con un abrigo beige y unas deportivas blancas, es decir igualita a la vestimenta que llevaba puesta en estos momentos... Maldije para mis adentros - no tenía casi ropa interesante para estos casos, debía renovar mi armario urgentemente. En la guardería, mientras Jason se ocupaba de abrir las puertas principales de nuevo, Chelsea y yo nos encargábamos de recoger el desastre originado por los niños hace más de una hora. Pasaron quince minutos los cuales sucedieron deprisa y una oleada de gritos volvió a inundar el "Sunny Cloud". Me encontraba jugando con los pequeños recopilando en mi mente las conversaciones que podría sacar sobre la cena de esta noche, y Chelsea entretanto hacía el esfuerzo por no dormirse durante las dos últimas horas que nos quedaban de trabajo.
Ya tan solo faltaban los últimos 60 minutos y mi yo interior no hacía más que dar saltitos de alegría por ahí dentro, pero un Chevrolet Impala negro del 67 me distrajo de mis pensamientos. Me asomé de prisa hacia la ventana al verlo pasar cerca de la puerta de la guardería. Aparcó en el parking y entonces supuse que sería alguno de los padres de uno de estos niños, aunque juraría no haber visto aquella preciosidad de coche nunca por aquí. Pasó al menos media hora y el vehículo seguía ahí parado pero nadie salía de ahí, aunque pude ver la silueta de un hombre dentro de él. Me producía bastante curiosidad aquel tema.
Pasaba poco a poco el tiempo y la mayoría de los padres venían a recoger a sus hijos, por fin... Mientras Chelsea se divertía con el par de niños que quedaban, yo miraba de reojo a Jason, quien se encontraba en su pequeña recepción buscando unos papeles. Estaba tan guapo con aquel pelo moreno revuelto... Nos despedimos de los dos últimos familiares de los niños hasta la semana que viene. Y entonces una apresurada Chelsea salió disparada de la sala de juguetes.
-Yo me voy a descansar unas horitas que esta noche he quedado. -me dio un beso en la mejilla y con un gesto de mano se despidió de Jason. -¡Pasarlo bien! -gritó saliendo de la guardería.
Negué con la cabeza sonriéndola. No sé como el cuerpo de Chelsea podía aguantar tanta fiesta... Yo desde luego era todo lo contrario a ella, me conformaba con peli, manta, comida y con un Jason a mi lado. Suspiré ilusionada al pensarlo. Dejé a Jason terminando su trabajo frente a su mesa y yo me dirigí hacia la última sala, la del comedor. El último que quedase, siempre tenía que revisar el edificio de la guardería porque a veces pasan cosas como... la que estaba viendo; la puerta trasera del comedor abierta y ya no quedaba nadie, alguna cocinera despistada. Después de cerrar la puerta con llave contemplaba lo limpio que siempre lo dejaban todo las encargadas de esta sala. Fui a apagar las luces de aquella área cuando escuché pasos detrás de mí. Me giré inmediatamente, quedando cara a cara con un hombre de algunos años mayor que yo. Su pelo era de color café claro y sus ojos eran de un verde muy llamativo. Parecía fuerte, y el mismo que me había aparentado ver en el Impala del 67 antes. Vestía con una camiseta marrón, cazadora verde oscura, pantalones vaqueros y unas botas (panama jack) negras. Desde luego que no parecía de por aquí, más bien del sur de Texas.
-¿No sabe entrar por la puerta principal? -le dije molesta.
-FBI. -se presentó el individuo sacando su placa. -Kenneth Milton.
-¿Y su traje, agente? -le pregunté desconfiada sin hacer mero caso a su identificación.
-Si quiere puede discutirlo con mi supervisor, señorita. -comentó serio recalcando la última palabra.
-¿Hay algún problema? -le pregunté cambiando de tema.
-Si se mantiene callada entonces no habrá ningún problema. -me sonrió con falsedad.
-¿Perdón? -arqueé una ceja.
-Ahí dentro hay una persona peligrosa y si no intervengo, tu amiguito no va a salir bien parado y menos tú. -me explicó con tono severo en su voz.
No entendía nada de lo que me estaba diciendo aquel hombre, y menos cuando sacó el arma del bolsillo de su cazadora. Estaba realmente asustada, ¿a qué venía todo esto? No comprendía como un día tan perfecto como el que iba a ser hoy estaba a punto de arruinarse. El agente Milton caminaba delante de mí apuntando al frente con su pistola mientras se acercaba sigilosamente hacia el área de la guardería. Mi pulso iba aumentando por cada paso que dábamos, pero mi corazón se paró de inmediato al ver a la mujer que estaba este medio día en el bar. Parecía conversar amistosamente con Jason pero su mirada de volvió fría cuando consiguió vernos aparecer.
-¡Me han hablado mucho de ti, Dean Winchester! -exclamó ella con tono de sarcasmo al reconocer la cara de el supuesto agente... -Me llaman Sheyla. -se presentó ojeando de arriba abajo al hombre.
-Veo que tú también eres una de esas zorras ¿no? -el armado la sonrió con sorna. -A que adivino, esta parejita iba a ser tu próxima caza. -comentó refiriéndose a Jason y a mí.
-La verdad es que no quiero ser como cualquiera de los míos... Todas sus historias de parejas son tan aburridas. -dijo Sheyla cerrando a distancia la puerta principal.
Yo miré a Jason sorprendida, ¿Cómo acababa de hacer eso? O esto se trataba de una broma pesada o debía estar soñando... nada de aquello podía ser real. Ni Jason ni yo dábamos crédito a lo que veíamos ni a lo que escuchábamos, nuestras miradas estaban llenas de miedo.
-Necesito algo más excitante, algo con lo que pueda entretenerme bastante y así alimentarme, ¿lo comprendes? -ella caminaba sensual hacia Dean. -Y ahora que te he visto... ¡Por los dioses! -suspiró con euforia tocando su colgante. -eres perfecto para esta historia.
-Sheyla, no estoy para tus jueguecitos. -Dean se mantenía firme sin miedo apuntando con su arma a aquella mujer. -O me das ese colgante que tienes en el cuello o me encargaré de ahorcarte con él.
Ella le dedicó una sonrisa maliciosa pero la paciencia de aquel Dean había esperado bastante así que consideró oportuno apretar el gatillo de su pistola en aquel momento, pero aquella mujer parecía ser bastante poderosa. La bala de hierro, la cual iba directa al cráneo de Sheyla, mientras se encaminaba veloz hacia ella, poco a poco se iba deshaciendo hasta convertirse en polvo a un centímetro de su cara.
En aquel instante, mi miedo comenzó a hacerse más fuerte que antes y ahora sí que estaba convencida de que todo esto estaba ocurriendo de verdad. ¿Qué demonios era Sheyla? ¿A caso se trataba de un ser sobrenatural? Aterrada, comencé a dar pequeños pasos para acercarme más a Jason pero la mirada de aquella mujer me paralizó al segundo. Tragué saliva quedándome quieta en el mismo sitio que había sido cazada por los ojos azules de Shayla.
-Sé lo que hacéis con todas esas pobres parejas inocentes pero no voy permitir que desaparezcan más, no para que monstruos como tú os alimentéis de ellos. -Dean tiró el arma al suelo dedicándole una mirada llena de rabia e ira. -Llevo queriendo cazar un puto "Genio del cuento" desde hace mucho tiempo, y créeme que lo conseguiré.
-Algunos consiguen volver Dean, aun que sólo sea uno, no seas tan negativo. -ella carcajeó perversa. -Por primera vez voy a poder dejar de sentir hambre, vais a ser mi primer plato, sentiros afortunados.
Ella nos observaba a todos mientras caminaba hacia mí y sus ojos se detuvieron en los míos, era la misma mirada fría e intimidante que me había lanzado en el almuerzo y ahora entendía porque era.
-Tú. -me señaló con el dedo sonriente. -Desde el primer momento supe que ibas a dar mucho juego, querida.
-Déjala en paz. -Dean alzó la voz y yo le dediqué una mirada que podía reflejar lo asustada que estaba.
Sheyla ignoró por completo el comentario de Dean y segura de sí misma, se dispuso a desabrocharse el colgante de su cuello para colocármelo en el mío. La cadena era de plata desgastada, una piedra grande y blanca con forma de un polígono eneágono adornaba el centro del medallón... era bastante llamativo pero aún seguía sin entender porque tenía que llevar eso. Antes de que consiguiese colocármelo, Dean sacó un puñal de su bolsillo con la función de clavarlo en el medio de la piedra para despedazarlo y así conseguir anular los poderes de Sheyla. Pero ella era mucho más ágil y poderosa. En un rápido movimiento se adueñó del puñal cogiéndolo por el asa y acercando la punta del arma a la nuca de Dean.
-Dean, Dean, Dean... -comenzó a decir ella. -Ya no eres tan fuerte como antes, asúmelo, tu hermanito se ha ido. Y ya que sabes que jamás volverá, no sé... -interpretó una cara pensativa y seguidamente le gritó...- ¡Podrías dejar la caza de una maldita vez!
-Desearás no haberlo dicho, puta. -él la amenazó con la mirada.
Mientras contemplaba atenta aquella escena, notaba como la mirada de Jason me observaba aterrado sin poder articular palabra. Las esperanzas que había depositado en Dean Winchester se habían esfumado después de lo ocurrido. Sheyla colocó su preciado colgante en mi cuello y seguidamente una serie de colores comenzaron a salir del interior de aquella piedra. Estábamos tan concentrados en el humo colorido que daba tal veloces vueltas como las de un huracán al alrededor de los tres que perdimos de vista a Sheyla. Aquella mujer había desaparecido de allí, tan sólo se escuchaban sus malvada carcajada resonar por todos lados haciendo un eco cada vez más lejano... Jason se acercó hacia mí para poder coger mi mano mientras la mirada verdosa de Dean parecía perdida mirando de un lado para otro buscando una salida. Poco a poco el humo fue desvaneciéndose volviendo al mismo sitio del cual escaparon, a la piedra del que era ahora mi colgante.
Fue un abrir y cerrar de ojos, cuando quisimos darnos cuenta, ya no estábamos en la guardería "Sunny Cloud", en aquellos momentos nos encontrábamos en medio de un bosque verde repleto de enormes y extraños árboles. ¿Dónde estábamos?